Preparemos el corazón para el estudio del Evangelio según el espiritismo 13. Me llamo la caridad, soy la ruta principal que conduce a Dios; seguidme, porque soy el objeto al que debéis todos aspirar. Hice esta mañana mi caminata habitual y con el corazón angustiado vengo a deciros: ¡Oh! Amigos míos, ¡cuántas miserias, cuántas lágrimas y cuánto tenéis que hacer para enjugarlas todas! He procurado vanamente consolar a las pobres madres, diciéndoles al oído: ¡Ánimo! ¡Hay buenos corazones que velan por vosotras, no os abandonarán, paciencia! Dios está aquí, sois sus amadas, sois sus elegidas. Parece que me oyen y vuelven a mí sus grandes ojos ansiosos; yo leía sobre sus pobres rostros que su cuerpo, ese tirano del Espíritu, tenía hambre y que mis palabras serenaban un poco el corazón, no llenaban su estómago. Repetía otra vez: ¡ánimo, ánimo! Y entonces una pobre madre, joven aún, que amamantaba a su hijito, lo ha tomado en sus brazos y lo ha levantado como rogándome que protegiese