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domingo, 3 de octubre de 2021

Visión Espírita. Año 12 | nº 49 | Otoño

 


Visión Espírita


Año 11  |  nº 49  |  Otoño


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Higiene mental

David Santamaría


“… la vida moral se impone como una obligación rigurosa para todos aquellos a quienes preocupe algo de su destino; de aquí la necesidad de una higiene del alma que se aplique a todos nuestros actos, ahora que nuestras fuerzas espirituales se hallan en estado de equilibrio y armonía. Si conviene someter el cuerpo, envoltura mortal, instrumento perecedero, a las prescripciones de la ley física que asegura su mantenimiento y su funcionamiento, importa mucho más aún velar por el perfeccionamiento del alma, que es nuestro imperecedero yo, y a la cual está unida nuestra suerte en el porvenir. El Espiritismo nos ha proporcionado los elementos de esta higiene del alma.”

 

Léon Denis, Después de la muerte, cap. 42

 


Se podría definir la mente como el conjunto de interacciones psíquicas del Espíritu con el medio en que se encuentre, ya sea en el mundo material a través del cerebro, ya sea en el mundo espiritual donde actúa directamente por sí mismo. Contenido psicológico o psíquico podrían ser sinónimos de contenido mental.

El contenido mental está repleto de pensamientos, sentimientos, emociones, buenos o malos, adecuados o indignos, constructivos o destructivos, empáticos o egoístas, humildes o soberbios, modestos u orgullosos… Es decir, de todo género y tendencias.

Para mantener orden y conseguir implantar una correcta higiene mental en ese amplio conjunto de  potenciales contenidos, deben considerarse algunos aspectos imprescindibles:

  •  ¿Quién “coloca” esos contenidos en nuestra mente?

  •  ¿Podemos ejercer algún control sobre la entrada de esos contenidos?

  •  ¿Tenemos alguna posibilidad de expulsar los contenidos molestos y perniciosos para nuestro equilibrio espiritual?

  • Finalmente  ¿es, pues, posible una higiene mental?



¿Quién “coloca” los contenidos mentales en nuestra mente?


Básicamente nosotros mismos somos los responsables por todo lo que, bueno o malo, va entrando en ese lugar propio, íntimo, personal. A veces podemos tener la sensación de que son otros quienes nos insuflan sus pensamientos, ideas y opiniones; y así sucede en múltiples oportunidades. Sin embargo, muchas de las veces que ello ocurre, esos contenidos han sido atraídos inconscientemente por nosotros mismos.


¿Cómo ocurre ello? Con nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, nuestras opiniones, nuestra manera de proceder, nuestros deseos, nuestros comportamientos…, estamos atrayendo fatalmente pensamientos, sentimientos, opiniones… de la misma índole. La ley de las Atracciones, de las Afinidades, funciona de una manera ineludible. Igual que vivimos en un ambiente repleto de ondas electromagnéticas, eléctricas… también estamos sumergidos en un océano de pensamientos ajenos. Pensamientos que serán atraídos inevitablemente por sus homólogos que están formando parte de nuestro propio contexto psíquico.


Hay otro tipo de situaciones en que se pueden sufrir influencias exteriores  que pueden llegar a ser muy duras. En Espiritismo las denominamos “procesos obsesivos”. Estos procesos pueden variar desde actuaciones mentales en las que se nos envían pensamientos negativos, que pretenden confundirnos, crearnos desasosiego, distraer nuestra atención de lo que realmente nos importa, hasta procesos en los que la influencia es tan intensa que pueden dar lugar a un dominio completo por parte de algún/nos Espíritu/s  sobre la voluntad de algunas personas. Los procesos obsesivos, sea cual fuere la intensidad que presenten, siempre tienen una razón de ser. Pueden estar propiciados por la atracción que nuestro comportamiento inadecuado puede ejercer en algunos Espíritus con tendencias similares a las nuestras. También pueden ser procesos de venganza, de deseos de tomarse la justicia por su mano, por parte de Espíritus que tienen cuentas pendientes del pasado con ciertas personas. De ninguna de las maneras podemos aceptar la idea de que, en estas últimas situaciones, puedan llegar a producirse lo que mal se llaman “posesiones”. Por intensa que sea la influencia externa nunca nadie puede expulsar al Espíritu que vive vinculado a ese cuerpo. Hay dominación, nunca una expulsión.



¿Podemos ejercer algún control sobre la entrada de esos contenidos en nuestra mente?


Ciertamente que sí, de lo contrario estaríamos completamente supeditados a las influencias externas y seríamos unas marionetas. Sin embargo hay que resaltar que esto último puede ocurrir si nosotros no ponemos impedimentos proactivos para que ello no suceda. La actitud proactiva más básica consiste en prestar atención a nuestras ideas, a nuestros pensamientos. Aquellos que nos sorprendan, que nos “choquen” por ser inadecuados, negativos, egoístas… hay que impedirles el paso a nuestro contenido mental.  No hay que enfrentarse a ellos sino todo lo contrario, no hay que hacerles caso, dejar que pasen, sustituirlos de inmediato por pensamientos tranquilos, amables, optimistas… Es un ejercicio muy efectivo. Otra actitud también esencial es esforzarse, con todo nuestro empeño, en ir modulando nuestras actitudes. Hay que dar preferencia a pensamientos y sentimientos propios tendentes a contenidos empáticos, pacientes, generosos, benévolos, alegres. No es algo que se resuelva de hoy para mañana, puede llevarnos incluso varias vidas conseguirlo; pero, si no empezamos hoy, ni mañana ni pasado mañana (ni en esta vida ni en las siguientes) no lo lograremos. El primer paso es el que siempre cuesta más.



¿Tenemos alguna posibilidad de expulsar los contenidos molestos  y perniciosos de nuestra mente?


Ello es posible; pero, como en todas las cosas importantes de la vida -y esta lo es realmente-, implica comprensión y atención. Comprensión de por qué se producen esas situaciones, como ya comentamos anteriormente, y atención con el fin de conseguir que no vuelva a ocurrir o por lo menos que nos podamos dar cuenta bien pronto que ello nos está pasando de nuevo y seamos capaces de intentar poner remedio lo antes posible. En principio, el método es lógico: “sacar” lo malo y permitir sólo la entrada de lo bueno. Evidentemente eso no es tan fácil.


Necesitamos realizar algunas acciones para conseguir que eso suceda, como, por ejemplo:


1. No ceder a la tentación de permitir que pensamientos inadecuados puedan instalarse en nuestra mente. Hay que “pasar” de ellos como señalábamos antes.


2. Cada vez que detectemos una tendencia o dependencia poco adecuada (como esas que nos disgustan en los demás, por ejemplo) en nuestros pensamientos y emociones más personales, hemos de esforzarnos en realizar un análisis de la situación para llegar a comprender el por qué de nuestra vinculación a esas ideas negativas. Al mismo tiempo, en paralelo, hay que esforzarse en manifestar actitudes adecuadas aunque sean forzadas,  por algo se empieza y ya acabarán siendo espontáneas con el tiempo y la dedicación.


3. Hay que tener cuidado con lo que se desea de corazón porque la mente lo crea, y creamos, creamos conflictos y situaciones sólo con el pensamiento. El pensamiento es una herramienta formidable, más poderosa (en bien o en mal) de lo que suponemos. Por eso, ¡cuidado con lo que deseamos!


4. Tampoco hay que estar siempre a la espera de que nos ayuden los otros. La gente pide, pide y pide…, y esto ha hecho que en muchas oportunidades no sepamos hacer las cosas por nosotros mismos; siempre esperando de los demás la solución. Y la solución está casi siempre en nosotros pero encontrarla y ponerla en práctica en muchas ocasiones nos cuesta muchísimo. Sin embargo este es el camino adecuado; el inadecuado sería buscar videntes y clarividentes para que resuelvan las dudas y problemas cuya solución nos compete personalmente.


5. Hay que poner constancia en el esfuerzo a realizar pues sólo cuando se hace hay resultado. Esta última frase es casi una obviedad pero es así mismo, sin acciones no hay resultados. 



¿Es, pues, posible una higiene mental? La respuesta a esta última pregunta es, después de lo expuesto hasta el momento, rotundamente afirmativa pero con matices. Ya hemos ido viendo que su eficacia dependerá siempre de nuestro grado de implicación positiva en la resolución de los diferentes conflictos mentales que cada uno tenga. El contenido mental no deja de ser una expresión, un reflejo de nosotros mismos como Espíritus. Por ello nunca hay que perder de vista que nuestro contenido mental es eso: “nuestro”. De ahí, pues, el interés personal en mantenerlo bajo control, lo más limpio posible, lo más útil que seamos capaces.


¿Qué podemos hacer para conseguir esa tan deseada higiene mental? Algunas sugerencias:


●  Pensar bien. O sea, esforzarse en tener buenos pensamientos.

●  Sentirse bien con uno mismo a pesar de nuestros defectos.

●  Cultivar la reflexión de los pasos dados en esta presente experiencia vital.

●  Agradecer a la Inteligencia Suprema, al Poder Infinito, a la Inteligencia Cósmica la oportunidad de un nuevo día para aprender.

● Estar atentos a las indicaciones constructivas de nuestro Espíritu protector (de los incorrectamente nombrados como “ángeles de la guarda”) que nos llegan en forma de pensamientos positivos, de ideas correctas a las que muchas veces no hacemos caso.

● Ser pacientes, respetuosos, empáticos con aquellos con quienes nos relacionemos, si realmente deseamos que ellos también nos respeten y tengan paciencia con nuestras equivocaciones.


Estas recomendaciones son o intentan ser actitudes prácticas ante las diversas circunstancias de la vida. No representan ningún ritual, no tienen nada de sobrenatural, no piden ningún favoritismo… Solamente implican un trabajo activo, muchas veces arduo, en ocasiones sacrificado, de nuestra mente, de nuestra conciencia, de nuestro Yo, de nosotros mismos como almas. Cuando nos damos cuenta de que todo progreso y toda mejoría en nuestra situación vital depende mayoritariamente de nosotros y de nuestras actitudes, resoluciones y actuaciones, es cuando podemos entender la importancia de la higiene mental.



Puede ser una imagen de una persona y texto    


La doctrina de la vida

Alvaro Velez Pareja


Hay una doctrina que no ha sido escrita y que no figura en gruesos volúmenes que envejecen en las bibliotecas. No tuvo un autor que un día se sentó a escribirla; no ha tenido promulgadores, divulgadores, defensores; no ha necesitado exégetas ni apologistas. Tampoco tuvo un codificador que le diera orden, forma pedagógica y estructuración lógica.  

Esa doctrina no dio lugar a la formación de escuelas del pensamiento, ni sectas ni religiones; por ella nadie fue perseguido, condenado, ejecutado. Esa doctrina nunca fue enseñada en templos, academias, universidades.

Sin embargo, es una doctrina profunda, amplia, sólida, inmutable, imperecedera. Sin signos, sin palabras, sin libros; te enseña, te orienta, te conduce firmemente y sin vacilaciones por el camino recto y verdadero de la vida.

En cuanto la conoces, no dudas de sus principios y enseñanzas y no sometes a discusiones ni debates sus postulados no escritos. Cuando la comprendes, la aceptas y aplicas invariablemente en tus pasos y acciones, en tus pensamientos y sentimientos, en tu vida.

Esa doctrina tan particular, especial e intangible es la Doctrina de la Vida. Nunca la podrás ignorar, evadir, negar, manipular o tergiversar, porque está indeleblemente escrita en la naturaleza, en las leyes universales y en tu conciencia.

Cuando la encuentres y la conozcas, la aceptarás sin discusiones, jamás olvidarás sus sabias lecciones y te conducirá inexorablemente por lo nobles caminos de la Verdad, de la Belleza, del Bien y del Amor.



Experiencia cercana a la muerte (ECM), nuevos hallazgos.

Dr. Fernando Lora

Una de las preguntas que más ha inquietado a la humanidad desde hace milenios es la siguiente: ¿Existe vida después de la muerte? La respuesta, por supuesto, a falta de evidencias concretas, no ha sido concluyente, lo que ha encendido aún más el eterno debate por este sempiterno y polémico tema. 

En la mitología griega, Thànatos: muerte, era la personificación de la muerte no violenta. Su toque era suave, como el de su gemelo, Hipnos, el sueño. 

La muerte violenta era el dominio de sus hermanas amantes de la sangre, las Keres, asiduas en el campo de batalla. 

El concepto de la muerte como una entidad antropomórfica ha existido en muchas culturas desde los albores de la humanidad. 

El término Experiencia cercana a la muerte (ECM) es el más aceptado, este término ECM fue usado por primera vez por Raymond Moody, en 1975 cuando publicó su libro “Vida después de la Vida”. 

Se define como percepciones del entorno narradas por personas que han estado a punto de morir ( anestesia) o que han pasado por una muerte clínica y han sobrevivido. 

Hay numerosos testimonios, sobre todo desde el desarrollo de las técnicas de resucitación cardiaca y medicina critica o intensiva. 

Ocurre estadísticamente en  un 20% de los pacientes que superan una muerte clínica. (ausencia de signos vitales y actividad cerebral) 

La ciencia ha avanzado para dar respuesta a estas experiencias (neurociencia: tomografía, resonancia funcional del cerebro, etc.), algunos estudios arrojan como resultado las siguientes hipótesis: 

- La conciencia no se elimina al instante en que el corazón deja de latir, si no que continua por unos minutos. 

- La conciencia del ser humano podría continuar funcionando después de que se detiene el corazón y el cerebro deja de funcionar (Sam Parnia). 

-  La conciencia es independiente del cerebro, la muerte es una ilusión, y una eternidad de esplendor perfecto nos aguarda más allá de la tumba (Eden Alexander).

En estas experiencias excepcionales la forma en la que cada individuo procesa o interpreta estas vivencias depende totalmente de sus creencias personales y religiosas. 

La actitud hacia la muerte puede diferir según las culturas, pero actualmente predomina una apreciación materialista. La notable psiquiatra suiza, naturalizada norteamericana, Dra. Elisabeth Kûbler – Ross, que creó la tanatología, estudiando profundamente pacientes terminales, quebró los tabúes, demostrando que la muerte es el fin de la organización biológica, pero no el fin de la vida. Sus estudios fueron concomitantes e independientes a los de la ECM de Moody. 


Antecedentes históricos

Biblia 

Daniel 12, 2: «Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán, algunos para la vida eterna, algunos para la vergüenza y el desprecio eternos.» 

Corintios 15, 35-52: «Alguno dirá: ¿Cómo resucitan los muertos? ¿Con qué cuerpo? Loco..., lo que tú siembras no es el cuerpo que brotará...; pero Dios le da el cuerpo que le place... Hay cuerpos celestiales y cuerpos terrestres: una es la gloria del celestial y otra la del terrestre... 


Platón 

La historia comienza cuando Er muere en batalla. Cuando los cuerpos de aquellos que han muerto en la batalla son recogidos, diez días después de su muerte, el cuerpo de Er permanece sin descomponerse. Dos días más tarde, revive cuando está en la pira funeraria. Habla entonces de su viaje al más allá, da cuenta de la reencarnación y de las esferas celestes del plano astral. 


El Libro tibetano de los muertos 

Contiene una detallada explicación de los diferentes estadios que atraviesa el alma tras la muerte física. La mente o alma de la persona muerta abandona el cuerpo…se encuentra en un vacío. Se sorprende de verse a sí mismo fuera del cuerpo físico. Ve y oye a sus parientes y amigos lamentándose. Ni lo escuchan ni lo ven, su mente es muy lúcida y sus sentidos parecen más perfectos… Describen los sentimientos de inmensa 


Emanuel Swedenborg 

Sus obras tienen muchas descripciones de cómo es la vida que hay más allá de la muerte. De nuevo es sorprendente la correlación entre lo que él escribe y lo que cuentan los que han tenido ECM. 


1 - Fases del ECM, patrón general: 
2 - Flotar sobre su cuerpo, oye la declaración de su propio fallecimiento. 
3 - Se eleva , túnel oscuro. 
4 - Figura al final /espectador/ paz interior. 
5 - Familiares o amigos difuntos. 
6 - Aparece una voz / un diálogo sin palabras. 
7 - Visión global pero íntegra de lo vivido/evaluación ética. 
8 - Obstáculo o "frontera" / aún no ha muerto/debe volver/pesar al volver Miedo a no ser creído/comparte con los que ama. 
9 - Ausencia de miedo a la muerte/eleva sus valores/objetivos: amor y conocimientos. 

A similares conclusiones llegó la psiquiatra Elisabeth Kûbler Ross luego de su investigación. 


Hipótesis explicativas

Dado el gran número de testimonios documentados que hay en todo el mundo es difícil descartar la realidad de la experiencia. Pero ¿es una función de un cerebro a punto de fallecer o una experiencia espiritual que demuestra que hay vida después de la muerte?


Hipótesis Fisiológicas 


Anoxia

Esta analogía se dedujo por las similitudes entre las ECM y las pérdidas de conciencia inducida por fuerza G: cuando un piloto de avión de caza levanta el vuelo para ascender, la fuerza centrífuga les empuja contra el asiento con una magnitud que es varias veces la de la gravedad, por lo que la sangre se les baja a los pies. Así, el cerebro se queda sin oxígeno y se produce lo que se llama un black-out: va desapareciendo la visión periférica, cerrándose el campo visual en un túnel hasta que, por fin, se pierde el conocimiento.  (el bebé antes del parto se prepara para periodos de hipoxia y anoxia y no se lesiona). 


Hipoxia 

La corteza visual se desinhibe, de modo que las neuronas empiezan a dispararse anárquicamente. Dado que el 90% de las células de la retina (y, por tanto, del córtex visual) se afectan, la percepción que se tiene de ese disparo o flash por apagado brusco es la visión de un centro más iluminado que se va ampliando según más células empiezan a descargar.

Se ha intentado refutar esta teoría de la anoxia basándose en que las personas que han sufrido una ECM han sido capaces de razonar con claridad, mientras que en la hipoxia sabemos que ocurre lo contrario, pues se caracteriza por una capacidad de juicio reducida y un pensamiento errático. Sin embargo, quien dijo esto no tuvo en cuenta que esa clarividencia no se ha determinado objetivamente, sino que se basa en la impresión subjetiva de quien ha sufrido la ECM, en cuyo caso sí concordaría. De hecho, ese es el principal problema de los pilotos que vuelan en condiciones de bajo oxígeno: su capacidad mental está disminuida, pero ellos se sienten eufóricos, “iluminados” (parecido a un estado alterado de conciencia). 

En cualquier caso, de momento podemos explicar la visión de túnel, pero no otros fenómenos como las visiones divinas y los flashbacks de memoria. En este sentido, ciertos trastornos epileptiformes del lóbulo temporal se han asociado con la aparición de sentimientos místicos, los mismos que en la ECM. Sin embargo, no todas las ECM involucran a la hipoxia, y los episodios que ella genera tienen poco parecido con lo que ocurre durante las experiencias cercanas a la muerte. 


Teorías neuroquímicas


a) Secreción endógena de endorfinas 

Según las hipótesis neuroquímicas, las liberaciones de endorfinas pueden explicar algunas manifestaciones de las experiencias cercanas a la muerte, en concreto, la sensación de paz y bienestar, la percepción de estar fuera del cuerpo y de estar muerto. No obstante, estos planteamientos no contemplan otros rasgos de estos fenómenos, como la aparición de seres fallecidos, o la revisión de la vida del sujeto. 

Esto concordaría con el hecho de que aquellas personas en las que se ha empleado naloxona(un antagonista de opioides) durante la reanimación reportan ECM’s mas bien desagradables. (esto sería más plausible en drogadictos, no en los demás) 


b) DMT N, N-dimetriltriptamina (similar a la serotonina) 

DMT puede estar relacionado con el fenómeno del sueño visual. el cerebro aumenta periódicamente para inducir alucinaciones oníricas visuales y posiblemente otros estados naturales de conciencia. Rick Strassman sugiere que puede estar relacionado con las experiencias cercanas a la muerte, alucinaciones y la visión de fantasmas. Su síntesis podría darse en la glándula pineal. 


Teorías neuroanatómicas 

Las hipótesis neuroanatómicas indican que las experiencias ECM pueden deberse a la actividad anormal del sistema límbico y los lóbulos temporales. Para comprobar esto, se ha realizado la estimulación eléctrica de los lóbulos temporales, pero los médicos han reconocido que la estimulación eléctrica no es lo mismo que la actividad eléctrica fisiológica, y que dicha estimulación no genera una actividad completamente ubicada en la zona afectada.


Trauma muy fuerte o en etapas muy avanzadas de algunas enfermedades 

La conciencia de hallarse muerto puede encontrarse en otra enfermedad neurológica, el síndrome de Cotard o del «cadáver ambulante», por el que el paciente percibe la ilusión de que ha fallecido después de un trauma muy fuerte o en etapas muy avanzadas de algunas enfermedades a consecuencia de cambios en la corteza parietal y prefrontal. (El Síndrome de Cotard es una condición neuropsiquiátrica poco frecuente, se ve en esquizofrénicos y psicóticos). 


Hipótesis Psicoanalítica

En 1976 se sugirió que la ECM era una forma de despersonalización, de disociación, que actúa como defensa ante la amenaza de muerte en situaciones de extremo peligro. Psiquiátricamente, la disociación se define como una respuesta adaptativa a un trauma físico o emocional intolerable y, según el DSM-IV, no debe ser considerada patológica por sí sola.

La disociación es la capacidad de abstraerse de la realidad; este tipo de respuesta aparece en algunas víctimas de trauma (secuestros, violaciones…) que, inconscientemente, intentan evitar esta realidad desagradable con fantasías más apacibles. 

En estudio de Greyson, publicado en 2003, afirma que existen personalidades “proclives” a la ECM y, lo que es más curioso, que esta tendencia es independiente de la religiosidad. 

De todas formas, y a pesar de esta aparente correlación entre ECM y disociación no se trata del mismo tipo de fenómeno, ya que las ECM son percibidas como completamente reales, al contrario de la despersonalización típica. La despersonalización es una alteración de la percepción o la experiencia de uno mismo de tal manera que uno se siente "separado" de los procesos mentales o cuerpo, como si fuese un observador externo a los mismos. 


Hipótesis Espiritual 

Para algunos, las ECM son una prueba de que la mente, conciencia, psiquis, alma o espíritu como entidad inmaterial, separado del cuerpo físico y que actúa como mero soporte material, para dirigirse a otro reino o dimensión. 

Se han realizado experimentos en hospitales por Sam Parnia y Bruce Greyson, mostrando imágenes que sólo pueden ser vistas desde el techo con resultados no concluyentes. 

Sam Parnia lidera la investigación científica AWARE, las siglas en inglés de "conciencia durante la reanimación", englobado dentro del Proyecto de la conciencia humana que documenta a gran escala experiencias cercanas a la muerte en 25 hospitales de América del Norte y Europa. Los resultados finales de la investigación están pendientes de una revisión por pares, habiéndose completado la primera fase del estudio y presentado los resultados para su publicación en una revista médica. 

A pesar de esto, existen miles de relatos vividos por personas que experimentaron el fenómeno, incluso ciegos (por ejemplo aquellos que recogen Elisabeth Kubler-Ross y Kenneth Ring7​ en sus investigaciones) y describen con detalle el entorno físico (personas, situaciones, objetos, etc.) en que se encontraban durante la experiencia, a la postre coincidentes con la realidad. Es más, incluso personas con formación científica y académica aseguran haber experimentado tal fenómeno, como Eben Alexander, neurocirujano de Harvard, que ha dado testimonio de una realidad extracorpórea tras sufrir nueve días en coma documentándolo en el libro La prueba del cielo (2012).​ Por otra parte, destacados médicos y científicos, como Robert Lanza, defensor de la teoría del biocentrismo, afirman que la vida después de la muerte ya es científicamente compatible con las últimas versiones de la mecánica cuántica. 


Hipótesis Telepática 

Las Experiencias Cercanas a la Muerte donde los reanimados relatan con detalle las maniobras de reanimación, podrían ser un ejemplo de telepatía: la hipótesis sería que la mente al despertar y aun antes de que el sujeto retome la conciencia, interroga telepáticamente a los participantes en la maniobra y construye una imagen onírica de lo sucedido. Al respecto, los monjes zen, afirman que en lo más profundo de la mente hay una conexión con algo que está más allá de nuestra comprensión y que justamente hay que anular la razón como primer paso para alcanzar dicha conexión, que es lo que buscan los monjes al meditar. 


Como conclusión de estas hipótesis y de todas las explicaciones proporcionadas sobre una base fisiológica, no todas parecen factibles, y, de las verosímiles, ninguna cubre todos los hechos o eventos que ocurren en una ECM. Además, hay descripciones de ECM en ausencia de daño físico (Ejemplo: por desdoblamiento, éxtasis), donde la relevancia de estos mecanismos fisiológicos quedaría muy en entredicho. 

La ciencia cada vez más está borrando la frontera entre la vida y la muerte. 

Se afirma en base a estudios científicos y multidisciplinarios las siguientes conclusiones o argumentaciones: 

- Los avances en estudios retrospectivos y prospectivos con amplia población, multidisciplinarios y multihospitalarios se van acercándo a la afirmación de que la mente o conciencia es independiente del cuerpo físico, y sobrevive a este, ambos conceptos lo niegan los materialistas (fisicalismo en la actualidad). 

- Se empieza a valorar los fenómenos psíquicos y las experiencias religiosas (avalados por estudios). Ambos conceptos lo niegan los materialistas (fisicalismo). 


Consecuencias de estas anteriores afirmaciones desde el punto de vista emocional de las personas que las experimentan son: 

1 -  Cambios en la percepción del yo, en las creencias y actitudes respecto a la vida, y en las relaciones interpersonales: 

    - Disminución en el temor hacia la muerte. 
    - Un sentido renovado de su propósito en la vida. 
    - Deseos de aprender. 
    - Mejorías en su autoestima. 


2 - Consideran tener una relación íntima y sincera con Dios (hacia lo trascendente) 

3 - Hay una menor preocupación por las posesiones materiales y por el estatus. 

4 - Una mayor comprensión y amor hacia los otros, así como un mayor deseo por brindar ayuda a los demás. 

5 - Disminución de la depresión o la ansiedad. 


Dificultades después de una Experiencia Cercana a la Muerte 

- Miedo a contarle a alguien sobre la experiencia. Temen que la gente piense que están "locos" y que no los crean. Y para ellos es más que real. 

- Fuerte nostalgia La experiencia se acompaña de un sentimiento de aceptación incondicional. Y este sentimiento choca con la dureza y frialdad de las relaciones humanas. De aquí surge un sentimiento de pérdida y de nostalgia de la situación vivida. 

- Conciliación con las creencias religiosas o filosóficas anteriores. 

- Dificultad de mantener obligaciones sociales bajo los nuevos valores que asumen alejados de convencionalismo y el apego a lo inmediato. Pueden parecer anti-sociales los que les conocían anteriormente. 

- Rechazo de la experiencia: Ante la dificultad de integrar su experiencia en su desarrollo vital estas personas pueden llegar incluso a dejarla en el olvido o considerar que no ha existido o no tiene importancia. La ECM se ha convertido en una fuente de dificultades y de problemas que no sabe cómo asumir. 


En definitiva, los que vuelven a la vida no lo hacen en las mismas condiciones físicas y psicológicas en que se fueron. La Experiencia produce cambios y exige que el sujeto asuma de alguna manera los cambios que se han producido o se deberían producir, pero estos son más positivos que negativos produciendo un crecimiento emocional y espiritual en la gran mayoría de la ECM. 


Bibliografía

Moody, Raymond. “Vida después de la Vida”. 
Kûbler-Ross, Elisabeth. On Life After Death. Por qué estamos aquí. 
Greyson, Bruce. Coautor de Irreducible Mind  y  The Handbook of Near-Death Experiences - Parnia, Sam. ¿Qué sucede cuando morimos? El efecto Lázaro. 
Alexander III, Eben. La prueba del cielo: el viaje de un neurocirujano a la vida después de la muerte. 

El suicidio en tiempos de Covid-19

Jordi Santandreu


Existe una obra monumental en la literatura espírita, escrita por la médium Yvonne do Amaral Pereira, bajo la orientación del espíritu de Camilo Castelo Branco. En ella, el protagonista de la historia describe a Yvonne el vía crucis que él mismo experimentó hasta su recuperación. 
Camilo Castelo Branco fue un famoso escritor portugués, de vida tumultuosa, que se suicidó por un disparo en la cabeza. El proyectil entró en su cabeza a través de la sien derecha, hacia las tres de la tarde del 1 de junio de 1890, en su casa de San Miguel de Ceide, una pequeña freguesia del norte de Portugal. 
Las peripecias descritas en la primera parte del libro son crudas, hirientes, difíciles de leer. Comparables, en cierta medida, con lo que vivió André Luiz en las regiones del Umbral en las que permaneció ocho largos años, como nos narra él mismo en Nuestro Hogar, a través de las manos de Chico Xavier. Después de más de diez años, en el caso de Camilo, de incesante sufrimiento en zonas umbralinas, el pobre escritor luso se encontraba totalmente exhausto, tanto física como mentalmente, cuando fue rescatado por las Siervas de María, enfermeras espirituales que lo trasladaron al hospital astral María de Nazaret, en una ciudad espiritual cercana. 
Las de Yvonne son descripciones extensas que recogen y desarrollan la esencia de lo que nos explican los Espíritus en el capítulo V de la segunda parte de El Cielo y el Infierno, donde encontramos el testimonio de varios espíritus desencarnados por suicidio. 
En El Libro de los Espíritus Kardec dedica también un apartado a indagaciones relativas al suicidio, para quien lo comete y para quienes le inducen a ello, advirtiéndonos de las consecuencias severas del crimen que se comete en ese acto: 
“¡Pobres Espíritus -afirman en la cuestión 946-, que no tienen valor para soportar las miserias de la existencia! Dios ayuda a los que sufren, pero no a los que no tienen fuerza ni valor. Las tribulaciones de la vida son pruebas o expiaciones. ¡Dichosos los que las soportan sin quejarse, pues serán recompensados!”. 
Con el suicidio no desaparece aquello por lo que sufrimos, aquel error por el que nos culpamos. No nos libera de la agonía moral, ni siquiera de la física. Quien incurre en él tan sólo suma otra falta a las anteriores. 
“Las consecuencias del suicidio -nos explican los Espíritus a continuación- son muy diversas. No hay penas fijas y, en todos los casos, siempre son relativas a las causas que lo ocasionaron. Con todo, una consecuencia de la que el suicida no puede escaparse es la contrariedad. Por lo demás, la suerte no es la misma para todos, sino que depende de las circunstancias. Algunos expían su falta de inmediato; otros lo hacen en una nueva existencia”. 


Cuáles son los datos más recientes sobre el suicidio


Antes de nada, permitidme ofrecer algunos breves datos y definir algunos conceptos que suelen salir en los estudios y conferencias sobre trastornos mentales en general, y suicidio en particular. 
En 2019 se registraron en España 3.671 suicidios. Esto supone que cada día se suicidan en España una media de, al menos, diez personas. Hay que tener en cuenta que a los datos registrados hay que sumar aquellos que, por diferentes motivos, no se contabilizan: o bien porque la familia lo oculta de alguna manera, o bien porque se interpreta como accidente, bien porque muere posteriormente, no por el acto concreto del suicidio, sino porque lo hace días o semanas después, como consecuencia de los daños causados.
En términos porcentuales esto se traduce en que en España la tasa de suicidios se acerca a 8 de cada 100.000 habitantes, menor que la media de suicidios a nivel mundial, que es de 9,4.

De los 3.671 suicidios registrados en 2019, 2.771 fueron suicidios de hombres y 900 de mujeres. Los hombres triplican a las mujeres. En intentos es al revés: hay tres veces más mujeres que lo intentan con respecto a los hombres. La diferencia entre la tasa de suicidios masculina y la femenina es bastante grande, lo que es habitual en la mayor parte de países.

De todos quienes lo han intentado una vez, la mitad lo vuelve a intentar en el año siguiente, y el 10 % lo consume en los siguientes diez años.


Gráfico 2. Porcentaje de suicidios por 100.000 habitantes, en España, de 2005 a 2019. Fuente: Instituto Nacional de Estadística.
Gráfico 2. Porcentaje de suicidios por 100.000 habitantes, en España, de 2005 a 2019. Fuente: Instituto Nacional de Estadística.














Sin duda el suicidio es una causa de muerte muy importante en el mundo (800.000 muertes al año, una a cada 40 segundos), pero aunque fuese mucho menor, no dejaría de ser tan importante, porque son muertes evitables.


Gráfico 1. Datos generales sobre el suicidio en España durante el año 2019. Fuente: Observatorio del Suicidio.
 Gráfico 1. Datos generales sobre el suicidio en España durante el año 2019. Fuente: Observatorio del Suicidio.


















Si analizamos la tendencia de los últimos 15 años, vemos que el número de suicidios por cien mil habitantes se ha mantenido relativamente estable, con un periodo de crecimiento  de 2011 a 2014, seguido de un ligero descenso hasta los datos más recientes.    



Los factores de riesgo en el suicidio


Los factores de riesgo de suicidio son aquellas características personales que hacen que el  individuo tenga mayores probabilidades de cometer el acto. Existen numerosos factores y para cada grupo de edad varían en cierta medida. Cuantos más factores de riesgo acumule, mayor el riesgo.


Citamos a continuación algunos de los más importantes:


1 - Sufrir depresión o algún otro trastorno psicológico o psiquiátrico moderado o grave como, por ejemplo, esquizofrenia, adicciones a tóxicos, incluido el alcohol, trastornos de la personalidad o los que padecen trastornos del impulso.

A veces estos trastornos no son fáciles de detectar. En ocasiones, quien los sufre lo oculta por numerosos motivos, a veces por no hacer daño o perjudicar a su entorno.

Puede que piense que con ello la vida de su familia será más fácil. Por ejemplo, esto es lo que pensaba el Sr. Travis, marido de Lori Prichard, cuando se suicidó (el año pasado) el día del cumpleaños de su mujer. Llevaban casados quince años y él le ocultaba una profunda depresión de la que ella sólo fue consciente tras su muerte. Podéis ver su testimonio en YouTube. Vale la pena.


2 - Haberlo intentado antes, incluso en otras vidas pasadas.


3 - Ser un sobreviviente de un suicidio de alguien querido y cercano, como en el caso de Lori Prichard que veíamos antes, y


4 - Padecer enfermedades físicas terminales, malignas, dolorosas, incapacitantes y degenerativas, como el caso de Ramón Sanpedr


5 - Minorías étnicas, sexuales, inmigrantes, desplazados, torturados, víctimas de violencia.


6 - Soledad, aislamiento, falta de habilidades sociales, de asertividad.


7 - En la infancia particularmente: un ambiente doméstico violento o humillante, separación familiar complicada, abusos, muerte de un ser querido de referencia.


8 - En la adolescencia: además de los anteriores, amores tóxicos, embarazo no deseado, estrés académico, bullying


9 - En la adultez: entre otros podemos referirnos al desempleo, escándalos sexuales en personalidades públicas, quiebras financieras.


10 - En la vejez: la institucionalización, viudez, malos tratos, insomnio crónico, deterioro mental, pérdida de autonomía física y económica.  


El suicidio y la pandemia de Covid-19


La pandemia es un factor de riesgo más en esta ecuación irresoluble que se medita en el silencio de una noche que parece eterna. Provoca o alimenta factores como el desempleo, la presión emocional intrafamiliar, la muerte de seres queridos, la ansiedad asociada al riesgo de contagiarse o al confinamiento, la sobreinformación y la desinformación, etc. 

Un evento de tamaña envergadura constituye un reto extraordinario, enorme, especialmente para las personas más vulnerables económica, social y, sobre todo, psicológicamente, es decir, las que más factores de riesgo reúnen.


Muchos analistas temían que la pandemia, que nos trajo aislamiento, incertidumbre, dificultades económicas o la presencia de estrés, provocaría un aumento en el número de suicidios. Los más optimistas, por el contrario, confiaban en que nuestra capacidad de adaptación nos haría avanzar en políticas de prevención y manejo de estas situaciones, protegiéndonos. Ven este periodo como una ocasión maravillosa para fortalecer la cohesión social y, con ello, activar factores de protección fundamentales, como el apoyo social o la distribución de información fiable sobre la ayuda público-privada para situaciones de crisis. Vamos a ver cuál ha sido la realidad, hasta el día de hoy.

En mayo de este año, la prestigiosa revista británica The Lancet publicó el primer estudio internacional sobre el impacto de la pandemia en el suicidio. Recogieron datos de países tan dispares como España, Brasil, Estados Unidos, Corea del Sur, Japón o Nueva Zelanda.
Y compararon el número de suicidios del año anterior a la pandemia con los datos obtenidos en los primeros cinco meses de confinamiento, es decir, del 1 de marzo de 2020 al 31 de julio de ese mismo año. 
Este estudio internacional arrojó un dato claro: el número de suicidios observado hasta ese momento no fue significativamente mayor que el número de suicidios esperado en ningún país ni en ninguna de las áreas estudiadas (incluyendo España). Por el contrario, sí recoge evidencia estadística de una disminución de los casos de suicidio en comparación con el número esperado, en doce de los países incluidos en el estudio. ¡Son buenas noticias!


          Gráfico 3. Resultados del estudio publicado en The Lancet, donde podemos apreciar un descenso significativo en el número de suicidios, en relación al periodo anterior.


Estos datos están en sintonía con los que presentaba la OMS en junio de 2021: entre los años 2000 y 2019 la tasa mundial de suicidios se redujo en un 36 %. Excepto en las estimaciones para el continente americano, que reflejaban un aumento de 17 %, en el resto del mundo los índices son esperanzadores. 


Gráfico 4. Evolución de la tasa de mortalidad por suicidio mundial entre 2000 y 2018.  Fuente: OMS.
Gráfico 4. Evolución de la tasa de mortalidad por suicidio mundial entre 2000 y 2018. Fuente: OMS.


Veamos las explicaciones que nos dan los expertos para esta deceleración, de manera sintética:


    1. En primer lugar, aunque es cierto que los niveles de ansiedad, depresión y otros trastornos mentales han aumentado, esto no se ha traducido en un aumento correlativo en el número de suicidios. Tal correlación no existe. Una cosa no siempre lleva a la otra. 


    2. Es evidente, por otro lado, que en pleno confinamiento el acceso a medios de autolisis es más complicado: no se podía salir a la calle, no se podía acceder a puentes, comprar  materiales para provocar el suicidio, como cuerdas o venenos. En este sentido, el confinamiento ha podido ser un factor de protección.


    3. Otro motivo que esgrimen los investigadores es el mayor acceso telemático a los servicios de salud mental especializados en situaciones de crisis, que ha aumentado realmente de manera muy remarcable.


    4. Otro factor es la renovada sensación de identidad colectiva ante la adversidad, junto con la permanencia de largos periodos de tiempo acompañados en el hogar, reduciendo así la sensación de aislamiento y soledad. Recordad cuando salíamos a aplaudir en los balcones a los profesionales de sanidad, nos saludábamos animados y compartíamos la esperanza de acabar con todo esto juntos.


Es probable que en otros casos haya sido un factor de estrés importantísimo pero, en términos generales, que es lo que el estudio tiene en cuenta, parece que ha protegido más que perjudicado.


    6. Finalmente, los investigadores afirman que el esfuerzo de los gobiernos junto con las iniciativas privadas por apoyar a las economías domésticas y las empresas a través de ayudas, aunque limitadas, ha contribuido también a reducir los factores de riesgo relacionados con los recursos económicos. 


El citado estudio concluye, en fin, que la pandemia es un factor más en el conjunto de factores de riesgo que hacen aumentar la probabilidad de cometer el acto suicida: la conducta suicida está mediada por el contexto biográfico del individuo, en el que participan multitud de elementos, más que por factores globales.


Aumento de la tentativa de suicidio en jóvenes y adolescentes


Otra fotografía diferente, no tan buena, es la que nos muestran los datos sobre las tentativas de suicidio en jóvenes y adolescentes. Si en adultos se han disparado los casos de depresión, ansiedad y estrés postraumático (como mínimo, un aumento del 20 %), en adolescentes han aumentado las autolesiones y las tentativas de suicidio. 


El Código Riesgo Suicidio de Cataluña, el protocolo catalán que monitoriza las tentativas y suicidios consumados, reportó el pasado mes de febrero un aumento de las tentativas en menores del 81% con respecto al año anterior. Los datos que nos ofrece este servicio indican que el aislamiento social fruto del confinamiento ha tenido peores consecuencias en ellos que en los adultos, sobre todo, a partir de la segunda ola.


Durante mucho tiempo no ha habido ocio por causa de las fuertes restricciones horarias, y las relaciones sociales, en general, se veían reducidas a la mínima expresión o a la virtualidad. Muchos han sufrido duelos complicados de familiares de primer y segundo grado, de los que no se han podido despedir. No había válvula de escape, excepto Internet. Fueron muchas horas encerrados en casa, a veces en ambientes domésticos empobrecidos o incluso hostiles. Sumemos el miedo al contagio y los contagios entre los jóvenes, que se han dado más tardíamente. 


En un informe publicado en julio de este año, la Fundación Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo (ANAR), que gestiona líneas de ayuda telefónica y un chat para menores que sufren violencia o problemas psicológicos, destaca que se alcanzaron niveles récord de ansiedad y depresión. Atendieron 412 casos de ideación o intento de suicidio, un 145% más que en 2019, y a 205 personas por autolesiones, un 180% de aumento. 


¿Qué ha protegido a los adultos ante el estrés emocional que ha provocado la pandemia?

La madurez propia del desarrollo evolutivo normal; estrategias de sobrevivencia emocional aprendidas de anteriores crisis; mayor conciencia de la temporalidad de crisis; más recursos de afrontamiento, mayores responsabilidades, entre ellas el cuidado de los hijos, entre otros factores. Los jóvenes no han tenido esta barrera, se han expuesto al gran desafío de nuestra época sin madurez, sin recursos de afrontamiento, sin responsabilidades. 


Conclusiones


Con todo esto, cabe la posibilidad de que en la post-pandemia las tentativas de suicidio aumenten entre los jóvenes especialmente. Todo indica, de acuerdo con la tendencia de la última década, sobre todo de los últimos cuatro años, que los indicadores globales seguirán estables o incluso reduciéndose, pero hay que estar muy atentos a los sectores que más han sufrido durante este periodo. No sólo los jóvenes, sino también los mayores, cuyos datos, estructuralmente, desde hace años, son dramáticos.


    
    
   Gráfico 6. Podemos observar las tasas escandalosas de suicidio entre la población más envejecida, una tendencia estructural


 

¿Qué nos puede proteger de caer en la trampa del suicidio?


1. Creer en Dios y conocer la vida espiritual.

2. Practicar regularmente la oración, la meditación y la caridad.

3. Practicar ocio, deporte, actividades sanas, gratificantes y estimulantes

4. No consumir drogas, incluido el alcohol.

5. Poseer habilidades sociales (pedir ayuda, expresar pensamientos y emociones, autocontrol).

6. Confiar en uno mismo, tener una autoestima y un autoconcepto sanos.

7. Tener un espíritu crítico, ser una persona asertiva.

8. Tener una red social amplia, de amigos y familiares cercanos y presentes, y si esa red comparte creencias espirituales, mejor.

9. En la infancia: una educación familiar y escolar de calidad, que enseña la forma adecuada de enfrentarse a los problemas, a las frustraciones, a los errores y las críticas.

Una familia receptiva a la discusión de los problemas de los hijos, atenta a sus intereses académicos, que estimule la autoestima, la interayuda en momentos difíciles.

Una familia y un entorno que valida, que apoya, no que censura y menosprecia.

10. En la vejez: saber preparar el cambio antes de que ocurra. Mantener el sentido de la vida, proyectos a corto y medio plazo. 

11. El apoyo de ONG’s y de los servicios gubernamentales de solidaridad.


¿Qué hacer si tenemos un familiar, un amigo o un conocido del que sospechamos que está muy deprimido o desorientado y reúne peligrosamente varios factores de riesgo de los que hemos visto al principio?


1. Hablar abiertamente con él sobre lo que le preocupa, y sobre el suicidio en particular. Sin juzgar, sin sermonear, tan sólo mostrando interés, escucha activa y apoyo incondicional. Con tacto, especialmente si hablamos con los sobrevivientes.

Cuántas veces se le dice a la persona que habla de suicidio, o de otros trastornos emocionales, como la ansiedad o la depresión: “eso son tonterías, lo que tienes que hacer es salir más…”, entre otros disparates.


2. Hablar con su entorno para que le ofrezcan cariño, atención, distracciones, estímulos.

Si la persona es un superviviente tendremos un tacto especial, pero hablarlo también.


3. En casos más graves, no dejar sola a la persona en cuestión, activar a todo el entorno para que siempre tenga un ojo encima.


4. Encaminarlo para los servicios de psiquiatría y psicología, para iniciar tratamiento. Si es necesario, llevarlo a Urgencias antes de que realice algún atentado contra su vida.


5. Supervisar medicamentos peligrosos, como antidepresivos, ansiolíticos. Alcohol y drogas. Son medidas de protección necesarias. 


6. Tener a mano el teléfono de urgencias médicas, del psicólogo y del psiquiatra para informar inmediatamente ante cualquier amenaza. Por pequeña que sea, hay que tomarla en serio, siempre.


7. Estar vigilantes a señales como: cartas de despedida, regalos valiosos inesperados a personas cercanas o a desconocidos, mejoras repentinas, compras o acumulación de pastillas u otros mecanismos de posible autolisis. 


8. Colocarlos en las libretas de oración e irradiar paz y amor hacia ellos en las oraciones de los trabajos del centro espírita.


9. Llamar al teléfono de prevención del suicidio de tu comunidad. 


Bibliografía

Fundación Española para la Prevención del Suicidio (Observatorio del suicidio): https://www.fsme.es/

Instituto Nacional de Estadística: www.ine.es

Suicide trends in the early months of the COVID-19 pandemic: an interrupted time-series analysis of preliminary data from 21 countries. Prof Jane Pirkis et al. En The Lancet, volumen 8, issue 7, páginas 579-588, 1 de julio de 2021 

Organización Mundial de la Salud (OMS), www.who.int

Fundación Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo, www.anar.org