Buscar este blog

jueves, 24 de junio de 2010

Los Espíritus Protectores



Queridos compañeros CEADS,
El próximo sábado 26/06 estudiaremos un tema que refleja toda la misericordia de Dios: los espíritus protectores. En su perfección, ha querido Dios que no carguemos solos con nuestras imperfecciones. Cada uno de nosotros tiene amigos espirituales que nos cuidan y nos orientan, siempre respetando nuestro libre albedrío. La elevación de estos espíritus es siempre proporcional a la nuestra misma y a la elevación de nuestra “misión” en la Tierra. Bueno, Alfredito ya nos ha explicado que TODOS somos espíritus en misión, enviados a luchar por su propia evolución y para amparar a los demás compañeros de caminada. Pues esto también se aplica a nuestros espíritus protectores: también ellos luchan por su propia evolución mientras nos apoyan en nuestra caminada. ¡Qué no se nos olvide nunca! En el caminar juntos, encarnados y desencarnados, en compartir esperanzas, conocimientos, AMOR y experiencias, está la clave de la evolución. Por esto nos juntamos, por esto nos unimos en la espiritualidad o en la Tierra, atraídos por la sintonía de nuestros sentimientos y pensamientos.
Este sábado lo dedicaremos a recordar nuestros queridos y dedicados amigos guías espirituales. Entender cómo trabajan y porque lo hacen es muy importante para facilitarles el trabajo, por una parte, y vivir en una actitud de gratitud constante, por otra parte.
El texto que os dejo a continuación no será el que estudiaremos en clase, pero Patricia e yo hemos pensado que sería bonito empezar el estudio leyendo los apuntes de nuestro amado codificador, Allan Kardec, sobre su guía espiritual. El texto está extraído dela segunda parte del libro Obras Póstumas, que reúne escritos inéditos publicados por la Revue Spirite, de Paris, tras el fallecimiento de Allan Kardec (para leer Obras Póstumas, visite este link; para escucharlo, este otro.)
Luz a todos, gracias a nuestros guías. ¡Qué Dios renueve en ellos la determinación de apoyarnos y nos bendiga los esfuerzos individuales y colectivos de iluminación!
Hasta el sábado.
(…)
25 de marzo de 1956
(Casa deMr. Baudin.- Médium Mlle. Baudin)
Mi Guía Espiritual
Por esta época habitaba yo en la calle de los Mártires, Nº 8, 2ª habitación interior. Una noche, estando en mi gabinete de trabajo, percibí el ruido de pequeños golpes dados en el tabique que me separaba de la pieza vecina. Al principio no les di importancia ni les preste atención, pero como persistieran cada vez con mayor fuerza y cambiando de lugar, me levante y fui a examinar ambos lados del tabique, y escuché si podrían provenir de alguna otra estancia contigua. Nada en claro pude sacar de mi examen minucioso. Lo particular era, que cada vez que me levantaba para proceder al examen; los golpes cesaban, y en cuanto reanudaba mi trabajo, volvían a dejarse oír. A eso de las diez mi esposa entró en el gabinete, y no tardó en darse cuenta de ellos y en preguntarme a que eran debidos. No lo se, le respondí; hace ya más de una hora que duran. Nos sentamos uno junto al otro y no volvimos a ocuparnos del asunto; a medianoche, hora en que nos retiramos a descansar, todavía continuaban.
Al día siguiente tuvimos sesión en casa de Mr. Baudin; conté el hecho, y solicité se me explicara.
Pregunta. Estaréis sin duda enterados del hecho que acabo de referir; ¿podríais decirme la causa de aquellos golpes tan persistentes?
-Respuesta. Era tu Espíritu familiar.
-P. ¿Con que objeto golpeaba así?
-R. Quería comunicarse contigo.
-P. ¿Podríais decirme que quería?
-R. Puedes preguntárselo a él mismo, ya que está presente.
Nota - En esta poca no había hecho aún la distinción entre las diversas categorías de Espíritus simpáticos y a todos los englobaba bajo la denominación genérica de Espíritus familiares.
Pregunta. Mi Espíritu familiar, quien quiera que seáis, os agradezco que os hayáis dignado visitarme. ¿Querríais decirme quien sois?
-Respuesta. Para ti, me llamo la Verdad, y todos los meses, durante un cuarto de hora, estaré aquí a tu disposición.
Pregunta. Cuando golpeasteis mientras trabajaba, ¿teníais algo de particular que decirme?
-Respuesta. Lo que quería decirte se relacionaba con el trabajo que estabas realizando; no me satisfacía lo que escribías y quería hacerte cesar.
Nota. - Lo que escribía precisamente era relativo al estudio que venía haciendo sobre los Espíritus y sus manifestaciones.
Pregunta. Vuestra desaprobación, ¿recae sobre el capítulo que escribía o sobre el conjunto del trabajo?
-Respuesta. Sobre el capítulo de ayer. Te constituyo en juez de tu obra; léelo esta noche y verás cómo reconoces y corriges sus faltas.
- P. Tampoco yo estaba muy satisfecho, y lo he rehecho hoy; ¿es este mejor?
-R. Mejor es, pero no está bien. Lee de la tercera a la trigésima línea, y reconocerás un grave error.
Pregunta. Ya rompí lo que hice ayer.
-Respuesta. No importa; lo que rompiste no priva que en lo que hoy has hecho la falta subsista. Léelo y verás.
Pregunta. El nombre de Verdad que vos tomáis, ¿es una alusión a la verdad que yo busco?
-Respuesta. Puede ser; por lo menos será un guía que te protegerá y te ayudará.
-P. ¿Puedo evocaros por mi?
-R. Si, te asistiré por el pensamiento; pero por la escritura, pasará mucho tiempo antes de que recibas mis instrucciones.
Nota. - En efecto, durante un año, no pude obtener por mí, ninguna comunicación escrita, y cada vez que encontré un médium con el que esperaba lograr alguna cosa, cualquiera circunstancia imprevista se oponía a ello. No conseguí sus comunicaciones de este género hasta que me serví a mi mismo de instrumento.
Pregunta. ¿Podríais comunicarnos más a menudo que todos los meses?
- Respuesta. Sí, pero no te lo prometo hasta nueva orden.
-P ¿Habéis animado alguna persona conocida sobre la tierra?
-R. Ya te he dicho que para ti soy la Verdad, y este para ti quiere decir discreción; de ello no saldrás sin ventajas.
Nota. - Por la noche, concentrándome en mi mismo, releí lo que había escrito, y así en la copia arrojada al cesto de los papeles, como en la nueva, en la línea 30 reconocí un error grave que me sorprendió lo hubiera cometido. Después de este momento, ninguna comunicación del mismo género tuvo lugar. Las relaciones con mi Espíritu protector quedaron establecidas, mas como aquellas manifestaciones no eran necesarias, cesaron. El intervalo de un mes que él asignó para sus comunicaciones, no fue observado más que al principio, y aún entonces muy raramente, más tarde no se comunicó. Esto fue, sin duda, una advertencia acerca del deber en que me hallaba de trabajar por mi mismo y no recurrir a él para solventar cualquiera dificultad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario