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viernes, 4 de marzo de 2011

Aprender a amar

Querida familia CEADS,

Mañana en la clase del Evangelio, nuestra queridísima Vera nos guiará en el estudio del capítulo XI, La Ley de Amor.

Igual nos puede parecer que nos estamos repitiendo: hemos hablado del Mandamiento Mayor, del Dar a César lo que es de Cesar… Y ahora, ¡volvemos a hablar sobre el amor! Por algo será que los espíritus que participaron en la codificación se empeñaran tanto en que “aprendiéramos” a amar.

Podríamos preguntar, ¿No sabemos amar por instinto? ¿Hemos de aprender a amar? Las respuestas a las dos preguntas, creo yo, son ¡SÍ! Sí, hay mucho amor en nuestros instintos, como la madre que naturalmente ama a su bebé. Esto se nota en todos los animales en los que se puede facultades, aun que rudimentarias, de conciencia. La pregunta entonces sería, si la capacidad de amar me viene dada en mi bagaje instintivo, ¿Por qué he de aprender a amar? Aquí creo que hemos de alzar la vista y vernos más allá de la localidad de nuestras existencia actual. Para hacerlo hay que pensar en nosotros mismos como espíritus en evolución. Hemos pasado de ser un principio inteligente a ser espíritus con individualidad propia al percibirnos con emociones y sentimientos.

Para seguir progresando, necesitamos entender estos sentimientos, educarlos, seleccionar los que nos pueden encaminar al progreso, silenciar los que nos hacen demorar en zonas inferiores de la vida y finalmente ponerlos al servicio del Creador y de su creación en gesto de gratitud y solidaridad.
"Para amar, uno tiene que aprender a amar en el sentido de dejar circular lo que está estancado. Dar fluidez al sentimiento y dejarlo expresarse. A abrir los límites se aprende: a no tener vergüenza de amar, a no tener vergüenza de lo sublime." (leer más)

En esto estamos, familia. El domingo, si Dios quiere, os cuento cómo ha ido la clase. Mientras, sed buenos y que el Meigo Rabí nos guie a todos.

Cariños de la hermana menor,

Janaina

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