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domingo, 24 de noviembre de 2013

La naturaleza es siempre previsora

Hola familia,

Ayer en CEADS hicimos clase de estudio sistematizado del espiritismo. Llevamos dos semanas estudiando la Ley de Conservación, una de las leyes morales. Nunca está de más recordar que el sentido de la palabra “ley” propuesto por los espíritus en la codificación de la Doctrina Espírita no tiene nada que ver con preceptos establecidos por una autoridad competente, en que se manda o prohíbe algo. Cuando los espíritus nos hablan de leyes, nos están hablando del diseño creado por la Inteligencia Suprema, causa primera de todas las cosas, para el universo. Como nos dicen los espíritus,
Las leyes de Dios son perfectas. La armonía que rige el universo material y el universo moral está fundada en las leyes que Dios estableció para toda la eternidad. (P 616). Todas las leyes de la Naturaleza son leyes divinas, porque Dios es el Autor de todas las cosas. El sabio estudia las leyes de la naturaleza, el hombre de bien las del alma y las practica. (P 617).
Kardec explica que “entre las leyes divinas, las leyes físicas reglamentan el movimiento y las relaciones de la materia bruta y su estudio está en el dominio de la Ciencia”. Las leyes morales, por otra parte, “conciernen especialmente al hombre en sí mismo y en sus relaciones con Dios y sus semejantes, y comprenden así las reglas de la vida del cuerpo, como las del alma”. Así es que, igual que estudiamos la ley moral de la destrucción, comprendiendo su función en el diseño cósmico, en las últimas clases nos hemos dedicado a comprender la ley de conservación.


En un sentido estrictamente físico, la ley de la conservación de la energía afirma que la energía no puede crearse ni destruirse, sólo se puede cambiar de una forma a otra, por ejemplo, cuando la energía eléctrica que alimenta el calefactor se transforma en energía calorífica y hace las noches de invierno más amenas. Cuando nos dedicamos al estudio de las leyes morales, sin embargo, la ley de conservación cobra nueva dimensión. Para que exista equilibrio en nivel individual y social, el hombre debe aprender a conservar. En función del nivel evolutivo predominante en el planeta Tierra, el hombre todavía conserva motivado por el egoísmo o por el miedo. Los espíritus que participan en la codificación del espiritismo nos ofrecen lecciones sabias y profundas sobre los aspectos morales de la ley de conservación.

Hace dos semanas hablamos de la conservación de la vida como instinto básico de supervivencia. Esta semana nos dedicamos a comprender la diferencia entre lo superfluo y lo necesario. Si habrá que decidir entre lo que se destruye y lo que se conserva, está bien que reflexionemos sobre lo que realmente es útil para nuestra evolución y lo que, pese a que los valores de la sociedad materialista en la que vivimos nos machaque con lo contrario, no es esencial para la búsqueda de la felicidad.

En clase, nos dividimos en dos grupos y, mientras uno leyó el texto que ospresenté el el blog antes de la clase, el otro leyó las preguntas del Libro de los Espíritus que os pongo a continuación.

   703 – ¿Con qué objeto ha dado Dios a todos los seres vivientes el instinto de conservación? 
– Porque todos deben concurrir a los objetivos de la Providencia. Por esto Dios les ha dado la necesidad de vivir. Y además la vida es necesaria al perfeccionamiento de los seres, y ellos lo sienten instintivamente sin darse cuenta de ello.
704 – Al dar Dios al hombre la necesidad de vivir, ¿le ha proporcionado siempre los medios? 
– Sí, y si no los encuentra, es porque no los comprende. Dios no podría dar al hombre la necesidad de vivir sin darle los medios, y por esto hace producir a la tierra para abastecer lo necesario a todos sus habitantes, porque solo lo necesario es útil; lo superfluo no lo es
nunca.
 
705 – ¿Por qué la Tierra no produce siempre lo bastante para proporcionar lo necesario al hombre? – Es porque el hombre la descuida, ¡oh ingrato! Y, sin embargo, es una excelente madre. Con frecuencia, también acusa a la Naturaleza de lo que es efecto de su impericia o de su imprevisión. La tierra produciría siempre lo necesario, si el hombre, supiese contentarse con ello. Si no basta a todas las necesidades es porque el hombre emplea en lo superfluo lo que podría ser dado a lo necesario. Mira al árabe en el desierto, siempre encuentra con qué vivir, porque no se crea necesidades artificiales. Cuándo la mitad de los productos se malbarata en satisfacer fantasías, ¿debe admirarse el hombre de no encontrar nada al día siguiente, y tiene razón para quejarse de encontrarse desprovisto cuando viene el tiempo de escasez? En verdad os digo, que no es la Naturaleza la imprevisora, sino el hombre que no sabe gobernarse.
 
706 – ¿Por bienes de la tierra sólo se debe entender los productos del suelo? – El suelo es el origen primero de donde emanan todos los otros recursos, porque, en definitiva éstos no son más que una transformación de los productos del suelo. Por eso, es preciso entender por los bienes de la tierra todos aquellos de que el hombre puede disfrutar en este mundo.
 
707 – Con frecuencia faltan a ciertos individuos los medios de subsistencia, aun en medio de la abundancia que les rodea, ¿a qué se debe atribuir eso? – Al egoísmo de los hombres, que no siempre hacen lo que deben; después, y es lo más frecuente, a ellos mismos. Buscad y encontraréis; estas palabras no quieren decir que basta mirar al suelo para encontrar lo que se desea, sino que ha de buscar con ardor y 
perseverancia, y no con pereza, sin desanimarse ante obstáculos que con mucha frecuencia no son más que medios de poner a prueba vuestra constancia, paciencia y firmeza.
 
Si la civilización multiplica las necesidades, multiplica también las fuentes de trabajo y los medios de vivir; pero preciso es convenir en que, bajo este aspecto, mucho le resta aún por hacer. Cuando haya terminado su obra, nadie podrá decir que carece de lo necesario, a no ser por culpa suya. La infelicidad de muchos consiste en que van por un camino que no es el que le ha trazado la Naturaleza, y entonces es cuando les falta inteligencia para tener éxito. Para todos hay un lugar bajo el Sol, pero con la condición de que cada uno ocupe el suyo y no el de los otros. La Naturaleza no puede ser responsable de los vicios de la organización social y de las consecuencias de la ambición y del amor propio. Sin embargo, se necesitaría ser ciego para no reconocer el progreso realizado bajo este aspecto entre los pueblos más adelantados. Gracias a los laudables esfuerzos que la filantropía y las ciencias reunidas no cesan de hacer para el mejoramiento del estado material de los hombres, y a pesar del aumento incesante de la población, es atenuada la insuficiencia de la producción, en gran parte por lo menos, y los años más calamitosos no tienen comparación con los de otros tiempos. La higiene pública, ese elemento tan esencial de la fuerza y de la salud, desconocido de nuestros padres, es objeto de una solicitud esclarecida. El infortunio y el sufrimiento encuentran lugares de refugio. Por todas partes la Ciencia contribuye para aumentar el bienestar. ¿Quiere esto decir que se haya llegado a la perfección? ¡Oh! Ciertamente que no; pero lo que se ha hecho da la medida de lo que puede hacerse con perseverancia, si el hombre es bastante sabio para buscar su felicidad en las cosas positivas y graves, y no en utopías que le retrasan en vez de adelantarle.

De aquí, amigos, se desprende que la naturaleza es siempre previsora y que de no ser por el egoísmo humano, se podría y se puede satisfacer con creces las necesidades reales de la humanidad. Otra cosa son las “necesidades” ilusorias, fruto del auto-engaño y del engaño colectivo, que ponen en el exterior del ser la satisfacción del bien-estar. Poco a poco despertamos para una realidad tan obvia como obviada por la humanidad: la felicidad no está en la posesión de bienes materiales o en caprichos superfluos, sino en una conciencia armonizada con las leyes cósmicas universales, humilde, generosa, compasiva, solidaria, llena de amor y caridad.

Pidamos al Maestro Mayor, divino amigo, que nos de fuerzas para despertar del engaño en que cada uno de nosotros nos encontramos. ¿Quién podrá decir que está libre de todo engaño? Y que podamos coger la senda de la auténtica felicidad cuanto antes.


Cariños de la hermana menor

2 comentarios:

  1. Sería interesante, que después de publicar en el blog, lo que se estudió en el aula anterior, se anunciara el tema que se estudiará en el aula siguiente, a fin de que pudiéramos consular y prepararnos para dicha aula. Espero que se estudie esta humilde propuesta. Gracias.

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  2. Lo solemos hacer =) Cada semana, los jueves publicamos algo anunciando el tema de la siguiente clase y el domingo, la crónica de cómo ha ido el estudio.

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