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domingo, 2 de febrero de 2014

De camino...

Hola familia,

ayer en CEADS, como cada primer sábado de mes, dedicamos la clase al Estudio Sistematizado del Evangelio según el Espiritismo.

El tema que deberíamos tratar era “El hombre de bien” y empezamos la clase nombrando a hombres y mujeres de bien que eran conocidos de todos. Sonaron nombres como el de Gandi, Teresa de Caucuta, Martin Luther King… entre otros. Pero también se nos preguntó, ¿Conocéis algún hombre o mujer de bien? Muchos dijimos que sí, todos alguna vez tuvimos o tenemos la oportunidad de convivir con alguien que considerábamos una personas especial. Los nombramos, aún que fueran personas desconocidas para los demás: Maria, Dolores, Raúl, Jose… Se nos invitó a que, durante la clase, pensáramos en esta persona para entender porqué y en qué medida esta persona puede considerarse alguien de bien.

Después de leer el texto que habíamos publicado en el blog durante la semana, nos dividimos en dos grupos y utilizamos algunas preguntas para guiar el estudio de la tarde. Os pongo a continuación un poco de lo que se dijo:

1 ¿Cómo puede verificar el hombre si está cumpliendo, verdaderamente, la ley de justicia, de amor y de caridad?

Cada uno deber interrogar su propia conciencia. Allí es donde encontrará la respuesta que busca. Pero en seguida salta la duda, ¿cómo hacerlo? Uno que es un malhechor muchas veces tiene el beneplácito de su propia conciencia. Alguien que sabe que está en un error quizá no sea capaz de hacer un análisis honesto de sus actos. Los espíritus nos enseñan a interrogar nuestra conciencia, afirmando: “Si [el hombre de bien] pregunta a su conciencia sobre sus propios actos, mira si (…) no ha hecho daño, si ha hecho todo el bien que ha podido, si ha despreciado voluntariamente alguna ocasión de ser útil, si alguien tiene quejas contra él; en fin, si ha hecho a otro lo que hubiera querido que hicieran por él.” Tal vez esta no sea la receta perfecta o definitiva, pero lo que está claro es que si somos capaces de ponerla en la práctica, ya estaremos de camino de saber en qué medida cumplimos la ley de justicia, de amor y de caridad.


2 ¿Cómo saber si el hombre realmente tiene fe?

La fe es algo personal y hay infinitas formas de demostrarla. De todos modos, no se trataba de afirmar si uno mismo tiene fe o si el otro la tiene o no. Se trataba de que dijéramos, “Cuando miro a una persona y digo, ¡creo que fulano tiene fe¡, ¿por qué lo hago?”. ¿Qué es lo que veo, qué es lo que hace que me da la sensación de que tiene fe? Dijimos que reconocemos que una pensamos que una persona tiene fe principalmente cuando no se desespera ante la adversidad, cuando es capaz de mantener la esperanza aún viviendo problemas y situaciones dolorosas. El hombre de bien tiene fe, confía en Dios y en su justicia, asumiendo como transitorios y necesarios los momentos más duros.

3 ¿Por qué el sentimiento de caridad y amor al prójimo están incluidos entre las cualidades del hombre de bien?

Porque la caridad es la esencia del altruismo, del olvido de uno mismo, que es lo mismo que amar al prójimo. El que ha progresado en el camino de la caridad piensa en los demás antes que en sí mismo, porque ha dominado su ego por lo menos lo suficiente para reconocer que las necesidades de los demás son tan importantes como las suyas propias. Si alguien piensa sólo en sí mismo o piensa poco en las necesidades de los demás está más lejos de convertirse en un hombre de bien que alguien que ya ha empezado en el camino de la caridad.

4 “El hombre de bien, en todas las circunstancias, toma por guía la caridad.” Comentar esta frase.

Los que estamos más lejos de ser hombres o mujeres de bien utilizamos la caridad como guía algunas veces… cuando nos sobra tiempo o recursos, cuando la persona a quién servimos no nos ha ofendido, cuando no contrariamos nuestros propios intereses personales. El hombre y la mujer de bien, sin embargo, utilizan la caridad en TODAS las circunstancias.  


5 Los hombres que cumplen sus obligaciones sociales, ¿son hombres de bien?

No necesariamente. Para ser un hombre de bien no basta con cumplir con la sociedad y hacer ver a los demás que se hace la caridad. Programas asistenciales de grandes fortunas, donativos en épocas de catástrofes, la el asistencialismo que se hace tras las cameras de televisión o los focos del cine no es suficiente para hacernos progresar en el camino del hombre de bien. Caminamos en la dirección correcta cuando dedicar amor y compasión hacia el prójimo, sea quién sea, de forma anónima y altruista.

6 ¿Cuál es el camino para ser hombres de bien?

Seguir los pasos de Jesús, conocer sus enseñanzas, esforzarse por ponerlas en la práctica.


La principal conclusión de la clase es que el hombre de bien, tal como nos lo describen los espíritus, es un ser que roza la perfección, si es que no la ha alcanzado. Precisamente por esto empezamos la clase nombrando al Maestro Mayor, luz y guía de la humanidad terrestre; seguimos nombrando a maestros que transcendieron tiempo y espacio con mensajes de amor, humildad y resistencia pacífica; pero también nombramos a maestros menores, personas que han hecho ya algún progreso en alguna de las características que los espíritus describen como rasgos del hombre de bien. Haber convivido con estas personas nos debe motivar a creer que también nosotros podemos progresar en este camino de perfeccionamiento. Todos los que nos esforzamos por poner en la práctica las enseñanzas de Jesús y las instrucciones de los espíritus, estamos de camino de ser hombres y mujeres de bien. Lo seremos, presentando todas y cada una de las características nombradas por los espíritus… pero antes, habrá que domar el ego, aprender a amar y a pensar en los demás antes que en uno mismo. Pongamos manos a la obra, porque depende sólo de uno mismo pasar del nivel del deseo al de la práctica. Todo viaje de millares de kilómetros empieza con el primer paso.

Que hoy podamos dar un paso importante y decidido en el camino de nuestro propio perfeccionamiento, con el amparo y orientación de la espiritualidad amiga.


Cariños de la hermana menor

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