Este
mes de junio, el Centre Espírita Amalia Domingo Soler, cumple 20 años, nosotros y nosotras, con mucho cariño, dedicamos cuatro ediciones sobre CEADS en
nuestro blog, volviendo a publicar los textos escritos por Teresa Vázquez, de una serie
de los primeros seis números de nuestra Revista Visión Espírita (enero 2010 - 2011)
Agradecemos
inmensamente a la familia Tendero por su dedicación, especialmente a Doña Isabel
por sus palabras tiernas y su mirada compasiva, a las hermanas Anna y Teresa
Vázquez por los pilares solidos que mantienen nuestra casa espírita, a todos
los trabajadores incansables, asistentes, niños, niñas, jóvenes y a la
Espiritualidad amiga que nos ampara.
Muchas
gracias, de todo nuestro corazón, de toda nuestra alma.
El
equipo Divulgación.
La historia del Centre Espírita Amalia
Domingo Soler - Parte 1
Los
orígenes de nuestro centro los encontramos en la Cataluña de los años 20 del
siglo pasado, donde el Espiritismo, a pesar de los obstáculos sociales y
culturales del momento, consiguió enraizar en el seno de la familia Tendero.
Catalina Mira García |
Remontándonos
en la historia del Centre Espirita Amalia Domingo Soler, llamaba abreviadamente
CEADS, no transporta alrededor de los años 20 del siglo pasado, concretamente
al año 1921, cuando Catalina Mira García y Matías Tendero Tendero
comprometieron sus vidas y lazos de amor y respeto. En aquellos momentos de la
historia del país, la cultura y las costumbres dificultaban que los vínculos de
amor entre diferentes clases sociales pudieran hacerse realidad. Catalina
provenía de una familia de la burguesía catalana y Matías era hijo de
trabajadores de la clase obrera.
El amor
que surgiría entre ambos hizo posible que las barreras sociales no impidiesen
su unión matrimonial, aunque Catalina renunció a las ventajas sociales y
económicas de su familia apoderada.
Explican
que en sus pensamientos profundamente republicanos les hacían defender los
derechos de los trabajadores y de las mujeres, participando en asambleas,
mítines y otras manifestaciones en favor de los más desfavorecidos de la
sociedad catalán de aquella época. Sus inquietudes políticas y sociales les
llevaron a tierras andaluzas, concretamente a Sevilla, donde Matías puso un
taller de pintura de coches y Catalina, con sus hijos, trabajaban haciendo
alpargatas. Su casa siempre estaba llena de visitas, amigos, vecinos, compañeros
de ideología…, nunca faltaba ni una sonrisa ni un trozo de pan para compartir.
Fue allí entierras andaluzas que vinieron los dos primeros hijos, Macià (el
mayor) y Anna María.
La
situación política era muy difícil en el país y decidieron volver a tierras
catalanas, concretamente a Barcelona, donde nació la tercera hija llamada
Isabel. Cuando estalló la guerra civil española, en los inicios del año 36,
Macià enfermó gravemente de una afección hepática que no pudo superar,
desencarnando en Sitges con pocos años de vida.
Al
finalizar la guerra, finales del 39, una bronconeumonía se llevó su segunda
hija Anna María. El dolor de la muerte de ambos hijos fue un golpe terrible y
se trasladaron a Barcelona para rehacer sus vidas, pero a Catalina la tristeza
la iba hundiendo lentamente en un mar de melancolía que no podía superar. Se
pasaba los días escuchando su hija pequeña Isabel de cinco años como seguía
jugando con sus hermanos desencarnados. Para Isabel la muerte no era una
realidad dolorosa porque los seguía viendo con ella jugando y hablando
naturalmente.
Matías Tendero Tendero |
La
desesperación de Catalina frente a la muerte de sus dos primeros hijos, llevó a
que unos amigos le hablasen de una señora espiritista llamada María Mellado que
vivía en el barrio de Pueblo Seco. Ella hablaba con los muertos y ayudaba a las
personas a encontrar consuelo frente a las pérdidas de sus seres queridos
mediante la mediumnidad.
Matías
y Catalina fueron atendidos por la Sra. María Mellado quien les explicó los
principios del Espiritismo, ofreciéndoles una explicación racional al fenómeno
de la muerte y un sentido más amplio de la vida. Alejados de toda creencia
religiosa que permitiera que en nombre de Dios se actuase impunemente contra la
igualdad, la fraternidad y la libertad de los seres humanos, Catalina y Matías
encontraron en el Espiritismo el consuelo y conocimiento necesarios para
aceptar la muerte de sus dos hijos y vivir en paz y con sentido.
Francisco Vázquez e Isabel Tendero, en el día de su boda. |
Isabel
Tendero, la tercera hija de Catalina Mira y Matías Tendero, creció entre
tierras andaluzas y catalanas. Instalados en Barcelona definitivamente cuando
Isabel tenía 16 años, Matías abrió un taller de pintura de coches en la calle
Córcega. Era un de los primeros talleres donde trabajaba la pintura “al duco”,
una técnica innovadora en aquella época. Mantenían reuniones espiritistas
clandestinas en su casa, donde Isabel educaba su mediumnidad ostensiva bajo los
sabios consejos de la Sra. María, una anciana espiritista, instruida y
experimentada, que les aconsejó comprar el Libro de los Espíritus y el Libro de
los Médiums, prohibidos en aquellos momentos y bajo penas de prisión. Para
conseguirlos, fueron a una librería de la Plaza Universidad, donde a escondidas
y con mucha precaución se los pudieron vender.
El
tiempo fue pasando. Entre familiares y amigos estudiaban la doctrina y
realizaban reuniones mediúmnicas, donde los espíritus desencarnados encontraban
consuelo y los guías espirituales los instruían. Isabel estudiaba contabilidad
y comercio y trabajaba de modista. Entre los estudios, el trabajo y las
reuniones espíritas, Isabel tenía sueños premonitorios. Uno de ellos le
mostraba a un hombre bien parecido. A los pocos días en un baile de barrio
donde las chicas y los chicos se cortejaban acompañados de sus madres, Isabel
conoció al chico de sus sueños. Se llamaba Francisco Vázquez, Paco para los
amigos. Se casaron el 7 de mayo de 1960. Tuvieron dos hijas, Ana y Teresa.
Paco
era un hombre instruido, carpintero de oficio, aunque trabajaba como planchista
en el taller de plancha y pintura de coches de su suegro. Le apasionaba leer,
tenía una extensa biblioteca donde podías encontrar de todo excepto temas
espirituales, que nunca le interesaron. Aunque la palabra Espiritismo nunca se
nombró hasta la desencarnación de Paco, que sucedió en 1975, sus hijas fueron
criadas bajo la luz de la Doctrina de los Espíritus, porque la mejor educación
es la que ofrecemos con el ejemplo e Isabel se ocupaba de instruir y educar en
los misterios de la vida y la muerte a Ana y Teresa bajo la sabiduría de la
filosofía espiritista.
Las pequeñas Anna (izquierda) y Teresa (derecha) |
Fue
cuando Paco desencarnó a la edad de cuarenta y ocho años que Isabel se decidió
a hablar abiertamente de la Doctrina Espiritista. Junto con algunos familiares,
comenzaron a realizar periódicamente sesiones espiritistas por la casa, en las
cuales participaban Ana y Teresa con 13 y 12 años respectivamente. Así fue
hasta que a la edad de dieciocho años aproximadamente, Isabel y sus hijas
sintieron la necesidad de buscar otros grupos espiritistas en la ciudad, donde
poder compartir experiencias y estudios.
En los
años siguientes, fueron participando de las actividades de un grupo espiritista
familiar del barrio de Horta y posteriormente en el Grupo “Fraternidad Espírita
Cristiana” dirigida por el querido “abuelo” Salvador Sanchís.
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