Querida familia CEADS,
ayer en la clase hablamos de un largo período de la historia. Empezando con la llegada de Jesús y su mensaje de amor, vimos como sus enseñanzas fueron primero perseguidas, luego distorsionadas hasta ser transformadas en objeto de poder y dominación en la Edad Media. La reacción fue una serie de movimientos filosóficos, con el materialismo dialéctico y el anarquismo y el comunismo, científicos, artísticos e incluso religiosos, co el protestantismo, que rechazaban la manera como la Iglesia Católica presentaba a Dios y la religiosidad. Aquí os dejo los textos de lectura básica estudiados en clase.
La revolución Francesa y sus consecuencias
Al apagarse las luces del siglo XVIII, Francia, una monarquía gobernada por Luis XVI, era todavía un país agrario con una industria incipiente. La sociedad francesa estaba formada por tres grupos sociales básicos: el clero, la nobleza y la burguesía. El clero, también denominado Primer Estado, representaba el 2% de la población total y estaba exento de impuestos. Había un gran desnivel entre el alto clero, de origen noble, que disponía de importantes ingresos provenientes de las rentas eclesiásticas, y el bajo clero, de origen plebeyo, reducido a su propia subsistencia. La nobleza, conocida como Segundo Estado, constituía el 2,5 % de una población de 23 millones de habitantes. No pagaba impuestos y tenía acceso a los cargos públicos. Estaba subdividida en: alta nobleza, cuyos ingresos provenían de los tributos señoriales y la nobleza rural, que poseía derechos de señorío y de explotación agrícola, y nobleza burocrática, de origen burgués, que ocupaba los altos puestos administrativos. Aproximadamente el 95 % de la población – que incluye desde los ricos comerciantes hasta los campesinos – formaba el Tercer Estado, que englobaba la burguesía (fabricantes, banqueros, comerciantes, abogados, médicos), los artesanos, el proletariado industrial y los campesinos. Los burgueses tenían poder económico debido, principalmente, a sus actividades industriales y financieras. No obstante, equiparada al pueblo, la burguesía no tenía derecho a participar en la política ni al ascenso social. Fue esa situación la que desencadenó una serie de conflictos que culminaron en la Revolución Francesa el 14 de julio de 1789.
Pese a los innegables beneficios sociales y políticos producidos por la Revolución Francesa, entre ellos la célebre Declaración e los Derechos del Hombre y del Ciudadano, se sucedieron años de terror que favorecieron el golpe de estado concretado por Napoleón Bonaparte hacia fines del siglo dieciocho. Los sublimes ideales de la Revolución Francesa fueron desvirtuados por el abuso de poder ejercido por quienes asumieron el gobierno el país.
A fines del siglo dieciocho y comienzos del diecinueve (desde 1799 hasta 1815), la política europea se centra en la figura carismática de Napoleón Bonaparte, uno de los grandes jefes militares promulga una nueva Constitución, restaura el aparato burocrático, crea la enseñanza controlada por el Estado (enseñanza pública), declara el Estado laico desvinculado de la religión, promulga el Código Napoleónico - que garantiza la libertad individual, la igualdad ante la ley, el derecho a la propiedad privada, el divorcio, – y adopta el primer código comercial.
En lo referente al desempeño de este emperador francés, Emmanuel nos recuerda que “(...) las actividades de Napoleón poco se aproximaron a las generosas ideas que habían conducido al pueblo francés a la revolución. Su historia, repleta por igual de aspectos brillantes y oscuros, da evidencia de que su personalidad de general oscilaba entre las fuerzas del mal y las del bien.
Después de Napoleón, Francia pasa por un nuevo período de transformaciones históricas, debido a que “(...) se adoptaron algunos de los principios liberales de la Revolución, tales como el de la igualdad de los ciudadanos ante la ley y el de la libertad de cultos, estableciéndose a la par de las conquistas
El movimiento democrático en Francia mezcla la política con la literatura. Así es que numerosos escritores se enrolan en la lucha política y social, tanto mediante sus obras como por sus acciones. De ese modo, Lamartine y Víctor Hugo son elegidos diputa-dos y Lamartine fue jefe del gobierno provisorio.
La revolución Industrial y sus repercusiones
Otra revolución iniciada en Inglaterra a mediados del siglo XVIII, la Revolución Industrial, causó profundas transformaciones en la sociedad al modificar el aspecto de las relaciones humanas dentro y fuera de los países. Sirvió de palanca para el progreso tecnológico que presenciamos actualmente, a través de la invención de máquinas y equipos cada vez más sofisticados. Propició el desarrollo de las relaciones internacionales, especialmente en las áreas económicas, comerciales y políticas, con lo que convirtió al mundo en una aldea global. Condujo a la urbanización de conglomerados humanos y a la construcción de modernos conjuntos rurales. Desarrolló las redes de comunicaciones de corta y larga distancia, sobre todo mediante el empleo inteligente de la energía eléctrica y de la electrónica. Amplió los medios de transporte, en especial el marítimo y el aéreo. Favoreció las investigaciones médico-sanitarias tendientes al control de las enfermedades epidémicas, lo que dio por resultado el incremento de los niveles de supervivencia humana.
La Revolución Industrial ocasionó también algunas distorsiones y ciertos perjuicios, de algún modo esperados, si se tiene en cuenta el atraso moral de nuestra humanidad. En esencia, los principales daños producidos por la Revolución Industrial provinieron de las relaciones laborales, que lamentablemente estuvieron caracterizadas por la explotación del trabajo y por las deficientes condiciones de seguridad e higiene, puestas de manifiesto en diferentes escalas.
Es oportuno destacar que los ideales de la Revolución Francesa al igual que los principios de la Revolución Industrial se difundirán por el continente incitando la burguesía y trabajadores contra el poder estableciendo cuestionando pensamientos religiosos, filosóficos y políticos.
Manifestaciones artísticas y culturales del siglo XIX
Las actividades artísticas y culturales del siglo XIX revelan una predominante preferencia romántica. El Romanticismo influye en las ideas políticas y sociales abrazadas por la burguesía revolucionaria de la primera mitad del siglo, que asocian sus manifestaciones a los ideales de libertad, igualdad y fraternidad. El artista romántico tomaba su inspiración de las personas sencillas, con franca manifestación en contra del elitismo y la aristocracia. Se investigaba la cultura popular y el folclore para la producción de pinturas, esculturas y piezas musicales. Las obras románticas de carácter épico resaltan el heroísmo. Como ejemplo citamos Goethe (1749 – 1832), Víctor Hugo, Jacques-Louis David (1746– 1828), Eugene Delacroix (1798 – 1863).
Se sustituye el virtuosismo del siglo anterior por interpretaciones musicales de intenso colorido emocional. Para los románticos la música no era solamente una obra de arte, sino un medio de comunicación con los estados del alma. Beethoven (1770 – 1827) rinde homenaje a Napoleón Bonaparte en su Novena Sinfonía. La Rapsodia Húngara de Liszt (1811 – 1886) y las Polonesas de Chopin (1810 – 1849), son manifestaciones nacionalistas.
Al idealismo romántico se contrapone el Realismo, que profesa el respeto por los hechos materiales y estudia al hombre según su comportamiento y en su medio, a la luz de teorías sociales o fisiológicas. Escritores realistas como Stendhal, Balzac, Flaubert, y naturalistas como Zola, escribieron novelas con pretensiones científicas.
En la segunda mitad del siglo XIX la pintura europea surge el Impresionismo. Los pintores impresionistas se proponen captar la cotidianeidad de la vida urbana y rural, al igual que tratan de registrar en las telas las impresiones de los efectos de la luz sobre la escena que les interesa. Los exponentes más importantes de ese movimiento fueron: Edouard Manet (1832-1883), Claude Monet (1840-1926), Renoir (1841-1920), Cézanne (1839-1906), Degas (1834-1917).
Impresionismo. Nenúfares y puente japonés, Monet |
Cada uno de estos movimientos o reacciones a las ideas y desigualdades sociales que predominaron en la Edad Media tuvieron sus luces y sombras, aportaron mucho a la humanidad, pese a que también tuvieron a sus ideales inspiradores distorsionados. De forma cíclica la humanidad avanza. En el esquema que podemos ver a continuación, nuestros queridos monitores procuraban resumir el contexto histórico de que hablábamos en clase. Las reflexiones compartidas fueron muy interesantes. La Doctrina nos invita constantemente a la ampliación de nuestra cultura, al ejercicio del razonamiento y sobretodo a la renovación de nuestras posturas hacia el bien, el amor y la paz.
Una semana de paz y bien para todos.
Equipo de Divulgación
CEADS
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