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domingo, 9 de julio de 2017

Para entender a Dios...

¡Buenos días!

¡Ayer la casa estaba llena! Podíamos contar los encarnados, que llenaban todo el espacio de nuestro querido centro espírita y, no podemos imaginar la cantidad de desencarnados que también recibían orientación y atendimiento por parte de los verdaderos Espíritus maestros, sanitarios, psicólogos, ...

Nosotros desde nuestra pequeñez de alumnos, intentamos que el mensaje de la Doctrina Espírita pueda ser entendido, intentamos que ese mensaje no sufra distorsiones de nuestros egos, para que el mensaje puro de Jesús y de los Espíritus Superiores de la Codificación Espírita sea comprendido en su máxima pureza.

Lejos de saber o detener la Verdad absoluta, nos centramos en las enseñanzas del pasado, con la propia codificación y de los pioneros espiritistas, con manos dados a las nuevas enseñanzas que los Espíritus más sabios nos siguen enviando a través de las psicografias modernas.

Entre esta mezcla de pasado, como base, y presente como continuidad de la constante evolución de nuestro entendimiento, poco a poco, nos desvelan los "misterios" de la vida, de la creación, para que, un día, despojados de todo nuestro apego material podamos entender Dios.

De eso hemos hablado en la clase de ayer.

La idea de Dios nos persigue desde de los tiempos más remotos, cuando simplemente la creencia se basaba en el miedo al desconocido, a lo todo lo que no entendíamos o no podíamos controlar. Se ha desarrollado por los tiempos, hasta los días actuales, que nos hace pensar que toda obra tiene un autor, y nos escapa entender el funcionamiento perfecto de todo lo que conocemos, de todo que posee vida, en nuestro planeta y fuera de el.

Desde esa perspectiva racional, los Espíritus Superiores nos han informado, de siete atributos necesarios para que ese Autor Universal pueda existir y mantener esa perfección cósmica, donde todo tiene vida, donde todo funciona sin nuestra intervención.

Eterno, no tuvo principio y no tendrá fin. A diferencia de nosotros, seres inmortales que hemos tenido un inicio pero no tenemos fin, pues somos creaciones del amor Divino, con nuestras propia individualidades. Nos hace entender que somos Espíritus que caminan hacía al entendimiento del todo, con nuestras propias individualidades y que jamás seremos el todo en su propia concepción.

Inmutable, Dios no está sujeto a transformaciones si así fuera, las leyes que rigen el Universo no tendrían estabilidad alguna. Dejaría ser ser perfectas y se mutarían según nuestra pequeñez humana, cultural o social de cada ámbito donde nos movamos en la existencia futura. Seria un verdadero caos.


Inmaterial, a igual que no sabemos exactamente el origen de los principios inteligentes, llamados espíritus, Dios no es materia y no está sujeto a sus transformaciones. Es Inteligencia Suprema, causa primera de todas las cosas. Es amor incondicional sin intervenciones del ego o vanidad.

Omnipotente, su superioridad es moral, de amor puro, por eso el poder atribuido no tiene ninguna relación con las imperfecciones del hombre. Decir que Dios es todo-poderoso no quiere decir que su poder es autoritario, mandatario, vengador o explotador, significa que su amor es el poder más perfecto y completo, algo que nos escapa al entendimiento. Aunque Jesús haya llegado a estado de Espíritu Puro, acercándose muy de cerca del entendimiento de sus atributos, jamás el hijo será Dios pero de Él ha aprendido la verdadera esencia del amor y de la justicia del Creador.

Soberanamente Justo y Bueno, su justicia está reflejada en las leyes universales que mantienen equilibrado todo el Universo y sus creaciones, que se aplican de manera correcta a todas las acciones tomadas según el libre albedrío que nos fue concedido.

Esa justicia perfecta no tiene nada que ver con castigos o venganzas, son aplicaciones de las leyes para nuestra evolución y entendimiento del bien. Podríamos vincular esa justicia directamente a su bondad, esa vinculada a nuestras acciones, como reacciones para el bien o para la corrección de actos incorrectos. Podemos pensar que Dios no es justo cuando no hay bondad o justicia en los ejemplos de la vida material, como asesinatos, muertes prematuras, malos tratos, etc.

De ninguna manera, nosotros estamos predestinados a hacer el mal, tampoco venimos con el plan re-encarnatorio de matar o maltratar a otros seres, ni nacemos con genes del mal; todo lo mal que hacemos es consecuencia de nuestra ignorancia y mal uso del libre arbitrio. La justicia y la bondad del Creador se refleja hasta en estos momentos de error y sufrimiento: los que se han equivocado tendrán que re-equilibrarse según las leyes de acción y reacción y destrucción; los que han sufrido del error son amparados por la Espiritualidad Superior para que puedan seguir su senda evolutiva.

La bondad de Dios no está vinculada a acciones siempre buenas, pero si a acciones de corrección aunque muchas veces la vemos como castigos o maldad de la vida, la achacamos a la mala suerte, etc.

Tenemos total libertad de acción en la vida, no estamos condicionados a pensar o actuar según otros pensamientos o influencias, pero somos muy susceptibles a las influencias todavía, nos dejamos llevar por nuestra insensatez espiritual, creyendo muchas veces que estamos haciendo el correcto. Algo bastante natural y aceptable en nuestra condición actual pero inexcusable una vez nos desvela las enseñanzas del Espiritismo sobre el origen y destino de nuestra verdadera vida espiritual.

Dios es Infinitamente Perfecto. No nos cabe ninguna duda de su perfección, pues sus leyes son perfectas, todo en el Universo funciona bajo armonía y equilibrio, mismo cuando intentamos destruir o modificar, todo vuelve a su estado anterior, volviendo a re-equilibrarse nuevamente.



Para algunos puede ser muy difícil aceptar que exista un Ser Superior, mejor que nosotros, de amor, justicia y bondad. Nos cabe esa reflexión diaria, sin obsesionarse con la respuesta pues todavía no estamos aptos a entender y comprender a Dios. Nos falta desarrollar el sentido del amor, despojarnos del velo de la ignorancia y de la materia, cuando tengamos alcanzado el estado de espíritus puros nos acercaremos a Él y al entendimiento de sus leyes; en ese momento seremos co-creadores conscientes, auxiliando y amando incondicionalmente. Esa es la ley, ese es nuestro verdadero destino: Amar a Dios, al próximo y a si mismo, de amor puro y cristalino, tan perfectamente ejemplificado por Jesús.

Dios es Espíritu y nos ha creado en su imagen y semejanza, como Espíritus inteligentes, tenemos como misión amar, ser perfectos y participar de su creación bajo las leyes cósmicas que equilibran el todo. Como verdaderos encargados de su justicia y bondad.

A falta de tiempo no hemos empezado el estudio de la última parte del módulo sobre Dios sobre la Providencia Divina, que seguiremos en los dos últimos sábados de este mes en nuestro estudio del ESDE.


Agradecidos por una tarde tan magnifica de estudio y por la orientación de los verdaderos maestros del más allá, finalizamos nuestra semana comprometidos en poner en práctica todo el estudiado con ese maravilloso grupo de los sábados :)


¡Feliz semana!


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