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miércoles, 27 de julio de 2011

OBSESIÓN: PROFILAXIS Y TERPÉUTICA

¡Hola a todos!

¡Este Sábado finalizamos el Estudio Sistematizado de la Doctrina Espírita! Fueran meses de mucho conocimiento, la convivencia, amistades, gente nueva, aprendizaje, dinámicas, teatros (lo de la obsesión jamás me olvidaré), trabajos en grupo, música, risas y principalmente, tolerancia. Sí, esta virtud ha estado con nosotros desde entonces, la paciencia y el amor al prójimo fue nuestras herramientas más importantes...pero, ¡cómo es difícil saber usarlas!

A todos los asistentes de las clases del sábado de los últimos ocho meses agradezco la experiencia de ser vuestra monitora, de haber aprendido MUCHO con vosotros, de haber compartido vuestra amistad y conocimientos. A Alfredo le agradece de toda mi alma la paciencia y las enseñanzas, las risas y las bromas en los domingos por la noche cuando planificábamos las aulas del próximo sábado...echaré de menos...

Entonces, os dejo un pequeño texto introductorio del cuaderno del ESDE para la próxima clase. Además os indico la lectura de la pregunta 469 del Capítulo IX - Intervención de los Espíritus en el mundo corporal y todo el Capítulo XIV - Los Fluidos de La Génesis.

El próximo semestre tenemos monitores nuevos en todas las actividades del CEADS. Yo estaré en una de ellas, así que, no os librareis de mi tan fácilmente... :)

Un besito con mucha luz y amor,
 
Andrea


OBSESIÓN: PROFILAXIS Y TERPÉUTICA

Neutralizar la influencia de los Espíritus de naturaleza inferior, equivale a prevenir la obsesión. Para ello es necesario - conforme con la respuesta dada a Kardec en relación con la pregunta 469 de El Libro de los Espíritus - hacer el bien y depositar toda nuestra confianza en Dios. Aconseja además el benefactor espiritual: «(…) Guardaos de atender a las sugestiones de los Espíritus que os sugieren los malos pensamientos, que siembran la discordia entre vosotros y que os incitan a las pasiones malas. Desconfiad, especialmente, de los que exaltan el orgullo, puesto que esos os atacan por el lado débil. (…)»
La obsesión proviene siempre, como ya hemos visto, de una imperfección moral que favorece la acción del obsesor, por una cuestión de sintonía. Deriva de allí, para el obsesado, la necesidad de trabajar para mejorarse a si mismo, lo que muchas veces es suficiente para liberarlo del obsesor, sin el socorro de terceros. Este socorro, sin embargo, se hace necesario cuando la obsesión progresa hacia la subyugación o posesión, pues en ese caso el obsesado pierde la voluntad y el libre albedrío. En los casos graves de obsesión, el obsesado parece quedar envuelto e impregnado con un fluido pernicioso del cual es preciso despojarlo. Para eso es necesaria la acción de un fluido bueno, capaz de neutralizar el fluido malo, lo que puede obtenerse mediante la terapéutica del pase. El pase, nos enseña André Luiz, como método de auxilio sin ninguna contraindicación, es siempre valioso en el tratamiento de toda clase de enfermedades. El obsesor y el obsesado, sabemos que son enfermos del alma, y por lo tanto, se benefician con el pase. Sin embargo, difícilmente alcanza con una acción mecánica; es necesario obrar sobre el ser inteligente, al que es preciso hablar con autoridad. Esa autoridad no la posee quien no tenga superioridad moral. Cuanto mayor la depuración moral de quien socorre, mayor también es su autoridad.
Pero todavía no es todo. Para asegurar la cura del proceso obsesivo, es indispensable que el obsesor sea convencido de renunciar a sus designios, que se arrepienta sinceramente de los perjuicios causados a su victima, que aprenda a perdonar y a desear el bien. Las instrucciones suministradas con habilidad lo auxiliaran a retomar el proceso evolutivo. El trabajo se hace más fácil cuando el obsesado, al comprender la situación, procura auxiliar con su voluntad y con la plegaria. Las dificultades, sin embargo, serán muy grandes cuando el Espíritu dominado se ilusiona con las cualidades de su obsesor y se complace en el error al que fue inducido.
En todos los casos de obsesión, la plegaria es el más poderoso del que disponemos para disuadir al obsesor de sus propósitos maléficos. En todos los casos, la necesidad primordial del Espíritu también es cultivar el amor fraternal, para que se vea curado de las enfermedades que los perjudican. Solamente el amor, tal como es enseñado y ejemplificado por Jesús, conseguirá armonizar a obsesores y obsesados, poniendo fin a las venganzas,
a los sufrimientos, a las persecuciones y a las deudas del pasado. He aquí por qué las enseñanzas evangélicas podrán prestar una excelente contribución en la terapéutica de la obsesión.

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