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miércoles, 21 de mayo de 2014

Conocimiento de Sí Mismo

Hola familia,

los monitores de la clase de sábado nos envían el texto para que nos preparemos a la perfección ;)

Cariños de la hemana menor

La Perfección Moral
Conocimiento de Sí Mismo

919. ¿Cuál es el medio práctico más eficaz para mejorarse en la presente existencia y resistir a las instigaciones del mal? 
- Un sabio de la antigüedad os lo dijo: “Conócete a ti mismo”.

919 a. Bien comprendemos toda la sabiduría de esa máxima, pero la dificultad estriba precisamente en conocerse a sí mismo. ¿De qué manera podemos lograrlo?

 - Haced lo que yo hacía cuando moraba en la Tierra. Al término de la jornada interrogaba a mi conciencia, pasando en revista cuanto había realizado ese día, y me preguntaba si no había faltado a algún deber; si nadie había tenido que quejarse de mí. Así llegué a conocerme y a averiguar qué era lo que debía reformar en mí. Aquel que, llegada cada noche, recuerde todas sus acciones de la jornada y se pregunte qué ha hecho de bien o de mal, rogando a Dios y a su ángel de la guarda que lo iluminen, adquirirá gran energía para perfeccionarse: porque, creedme, Dios ha de asistirlo. Formularos preguntas, pues, inquiriendo sobre lo que habéis hecho y con qué objeto obrasteis en determinada circunstancia; si hicisteis algo que censuraríais a otra persona; si habéis ejecutado una acción que no os atreveríais a confesar. También preguntaos esto: “Si determinara Dios llamarme en este preciso instante, al retornar al Mundo de los Espíritus, donde nada permanece oculto, ¿tendría que temer el ver de nuevo a alguien?” Examinad lo que pudierais haber hecho contra Dios, después contra el prójimo, y por último contra vosotros mismos. Las respuestas serán un descanso para vuestra conciencia, o la indicación de un mal que es menester curar.  

El conocimiento de sí es, por tanto, la clave del mejoramiento individual. Pero, alegaréis vosotros,
¿cómo  juzgarse a sí mismo? ¿Acaso no nos engaña nuestro amor propio, empequeñeciendo las faltas que cometemos y haciendo que nos las excusemos? El avaro se cree simplemente ahorrativo y previsor. El orgulloso piensa que lo que posee es tan sólo dignidad. Esto es demasiado cierto, pero vosotros disponéis de un medio de control que no puede induciros a error. Cuando os halléis indecisos acerca del mérito de una de vuestras acciones, preguntaos cómo la calificaríais si la realizase otra persona. Si la reprobáis en los demás, no podría ser más legítima para vosotros, porque Dios no tiene dos medidas para la justicia. Asimismo, tratad de averiguar lo que piensen de ella los otros, y no descuidéis tampoco la opinión de vuestros enemigos, porque éstos no tienen interés alguno en hermosear la verdad, y con frecuencia Dios los pone a vuestro lado como un espejo para advertiros con más franqueza que la que usaría con vosotros un amigo. Aquel que tiene el serio propósito de mejorarse explore su conciencia, pues, a fin de extirpar de ella las malas inclinaciones, del modo mismo que arranca de su jardín las malas hierbas. Haga, pues, el balance cotidiano de su jornada moral, así como el comerciante hace el de sus pérdidas y ganancias, y os aseguro que al primero le dejará más beneficios que al segundo. Si puede afirmar que su jornada ha sido buena estará en condiciones de dormir en paz y aguardar sin temor su despertar en la otra vida.


Plantead, pues, preguntas claras y precisas, y no temáis abundar en ellas. Bien es posible gastar a diario unos pocos minutos para conquistar una felicidad eterna. ¿Acaso no trabajáis todos los días a fin de reunir bienes que os proporcionarán descanso en la vejez? Ese reposo, ¿no es el objeto de todos vuestros anhelos, la meta cuyo logro os hace que soportéis fatigas y privaciones momentáneas? Pues bien, ¿qué es ese descanso de algunos días, perturbado por los achaques del cuerpo, si se compara con el que aguarda más adelante al hombre de bien? ¿No vale la pena que por este último se hagan algunos esfuerzos? Sé que muchos objetan que lo presente es positivo y lo por venir, incierto. Ahora bien, esta es precisamente la idea que estamos encargados de quitaros, porque queremos lograr que comprendáis ese futuro de una manera que no pueda dejar la menor duda en vuestra alma. Por eso hemos llamado primero vuestra atención con fenómenos tales que impresionaran vuestros sentidos, y después os hemos dado instrucciones que cada uno de vosotros está encargado de difundir. Con este objeto hemos dictado El Libro de los Espíritus. SAN AGUSTÍN




Muchas faltas que cometemos nos pasan inadvertidas. Si, en efecto, siguiendo este consejo de San Agustín interrogáramos más a menudo a nuestra conciencia, comprobaríamos cuántas veces hemos fallado sin pensarlo, por no haber escrutado la índole y el móvil de nuestros actos. La forma interrogativa tiene algo de más preciso que una máxima, que con frecuencia no creemos que nos esté destinada. Aquélla exige respuestas categóricas – sí o no -, que no da lugar a alternativa. Son otros tantos argumentos personales, y por la suma de las respuestas se pueden computar los totales del bien y del mal que en nosotros residen.

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