LA REVOLUCIÓN SOBRE LA SALUD
Vicente Pessoa (Asociación Médico Espírita de Goiania - Brasil)
Traducción: Gilda Aguilera
En este mismo siglo XX, se descubre la molécula de la vida. Localizada en el núcleo de las células, llamado ácido desoxirribonucleico o, simplemente, ADN. Se nos dieron a conocer sus componentes, su estructura, sus funciones y los factores que pueden influenciar en el ejercicio de estas funciones. Fue la revolución genética del siglo XX, cuya evolución culminó con el mapa genético de todos los genes que componen el código genético humano, o proyecto genoma y reconocimiento de la epigenética.
Basado en los descubrimientos que siguieron a la revolución tecnológica y digital, que la revolución industrial proporcionó, y también apoyada en la explosión de conocimientos en biología molecular, las prácticas en salud tuvieron un profundo impacto positivo en el siglo XX. En los últimos 50 años se ha producido un salto sobre los mecanismos de las dolencias y sus tratamientos, como nunca antes la humanidad había visto. Las enfermedades consideradas antes como letales e intratables, hoy caminan, si no para la cura definitiva, sí para el control efectivo. Proporcionando una vida más larga y de mayor calidad para sus portadores.
Las vacunas eliminaron la viruela, y muchas otras enfermedades están próximas a su erradicación. Los antibióticos combaten infecciones antes inevitablemente letales. La insulina sintética y los antihipertensivos controlan bien la diabetes mellitus y la hipertensión arterial. Las técnicas quirúrgicas se han vuelto mínimamente invasivas y con poquísimo dolor. El pronóstico y supervivencia de enfermos de cáncer, han mejorado muchísimo con nuevos métodos de diagnósticos, cada vez más precoces y con intervenciones terapéuticas, cada vez más resolutivas. Los órganos han sido trasplantados con éxito y hemos llegado al punto de conseguir transformar una célula diferenciada, como la de la piel, en célula llamada pluripotente, capaz de transformarse en cualquier otra célula del cuerpo humano.
Entre tanto no podemos olvidar, de que las prácticas en salud tienen una doble vertiente. Esto significa que, tanto el paciente, el portador de una condición clínica, como también el terapeuta y el profesional de la salud, necesitan de su propia revolución personal moral e íntima, para poder alcanzar curaciones definitivas y perennes.
Lo que podemos ver en nuestra práctica profesional diaria, son terapeutas y profesionales de la salud muy necesitados de una revolución moral y de una reforma íntima. Trabajan respaldados por el aparato tecnológico y digital de la revolución industrial y por los recursos innovadores y sorprendentes de la biología molecular, pero se olvidan del factor humano. Pero, ¿qué es el factor humano?
A nuestro entender, el factor humano, se explica por las máximas evangélicas de “amar al prójimo como a sí mismo” y “por hacer al otro lo que le gustaría que le hicieran a uno”. Los terapeutas modernos formados y entrenados en academias materialistas se olvidan de que los pacientes son personas que poseen valores y una historia tras sus condiciones. Ven a sus pacientes como una maquinaria fisiológica y adoptan sus decisiones con el objetivo de restablecer el buen funcionamiento de la máquina, cuando el ideal es el restablecimiento del operador.
Foto: Marcelo Nogare |
De esa forma, los profesionales de la salud, consiguen colocarse en posición de auxiliar y consolar mucho más que de curar y, sin percatarse, están aplicando justamente las máximas de “amar al prójimo como a tí mismo” y de “hacer al prójimo aquello que te gustaría que te hicieran a tí”.
El benefactor Emmanuel, en la pregunta 94 de “El Consolador”, esclarece: “la medicina humana, comprendida y aplicada dentro de sus finalidades superiores, constituye una noble misión espiritual. El médico honesto y sincero, amigo de la verdad y dedicado al bien, es un apóstol de la Providencia Divina; de la cual recibe la asistencia e inspiración necesaria, sean cuales fueren los principios religiosos por él escogidos en la vida.
Es por ello que creemos que la gran revolución en las prácticas de la salud, mucho más que la revolución industrial, digital y molecular, es la revolución en la que Chico Xavier creía “la revolución en la que creo es aquella enseñada por nuestro Señor Jesús Cristo. Que comienza por la reforma de cada uno en base a: que hagamos a los otros aquello que deseemos que los otros nos hagan” En los tiempos de regeneración en que vivimos esperamos encontrar cada vez más prácticas de esta revolución dentro de la asistencia de la salud. Cuando esa práctica sea la realidad dominante, podremos decir que caminamos firmemente rumbo a la verdad y a la vida.
Vicente Pessoa. Médico infectólogo, perteneciente a la AME-Goiânia
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