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miércoles, 31 de diciembre de 2014

Las penas futuras según el Espiritismo

CAPÍTULO VII - LAS PENAS FUTURAS SEGÚN EL ESPIRITISMO
(Silver Chiquero)


Debilidad de la carne.

El Espíritu es el artesano de su propio cuerpo al que modela con el propósito de ajustarlo a sus necesidades y a la manifestación de sus inclinaciones. De esta forma, la perfección en los cuerpos de razas adelantadas es la consecuencia del trabajo del Espíritu, que perfecciona su instrumento a medida que sus facultades aumentan. Bajo el imperio de la sensibilidad, el organismo se aviene a las disposiciones normales del Espíritu. La acción del Espíritu sobre el cuerpo es tan evidente que vemos a menudo producirse graves desórdenes orgánicos generales debido a violentas conmociones morales.

A veces el estado físico influye sobre el moral, producto de una causa externa, accidental, independiente del Espíritu, como la temperatura, el clima, los vicios hereditarios de la constitución, una molestia pasajera, etc. La moral del Espíritu puede verse afectada sin que su naturaleza intrínseca sufra modificación alguna.


Foto: Marcelo Nogare
La carne es débil cuando el Espíritu también lo es, pero la carne que no piensa ni tiene voluntad, jamás prevalece sobre el Espíritu. La responsabilidad moral de los actos de la vida debe guardar una relación lógica con el desarrollo intelectual del Espíritu. Junto con la inteligencia y el sentido moral nacen las nociones del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto.

Esta ley explica el fracaso de la Medicina en ciertos casos. Los esfuerzos médicos se ven paralizados por las disposiciones morales del Espíritu, que opone resistencia inconsciente y neutraliza la acción terapéutica. Esto prueba la necesidad que tienen los médicos de prestar atención al elemento espiritual cuando buscan la causa de un proceso orgánico. Dad coraje al cobarde y se verá cómo desaparecen los efectos fisiológicos del miedo.

Orígenes de la Doctrina Espírita acerca de las penas futuras.

La Doctrina Espírita en lo que respecta a las penas futuras se apoya en observaciones, éstas son las que le otorgan autoridad. Los espíritus después de la muerte vienen para iniciarnos en los misterios de la vida futura, han venido a completar la enseñanza de Jesús. Se trata de innumerables ejemplos brindados por Espíritus de diversas categorías – desde el más elevado al más inferior - a muchísimos intermediarios diseminados por el mundo de forma tal que la revelación no es privilegio de nadie y que nadie está obligado a creer lo que otros creen.

Código penal de la vida futura.


Foto: cortesía de Salvatore Vuono en freedigitalphotos.net

El código penal de la vida futura, condensado por Kardec en 33 leyes, puede resumirse en estos tres principios: 1. El sufrimiento es inherente a la imperfección; 2. Toda imperfección y toda falta, que es su consecuencia, lleva en sí misma su propio castigo, por sus consecuencias naturales e inevitables; 3. Todo hombre puede liberarse de sus imperfecciones por obra de su voluntad, pudiendo de tal manera ahorrarse los males que son su consecuencia y asegurarse su felicidad.


Dios quiso que el progreso fuese la ley general del Universo. ¿Qué puede haber más justo que la libertad de acción que corresponde a cada cual? Dios da la felicidad como un premio al trabajo, para que cada cual sea dueño del mérito. Tal es Ley de la Justicia Divina: a cada cual según sus obras, así en la Tierra como en el Cielo.



Código penal de la vida futura

1) El estado, feliz o desdichado del alma o Espíritu, es inherente al grado de pureza o impureza que tenga.

2) Toda cualidad buena adquirida es causa de dicha, atenuando los sufrimientos.

3) La suma de la dicha es proporcional a la suma de las virtudes.

4) Toda alma posee la posibilidad de adquirir el bien que le falta conforme a sus esfuerzos y voluntad y cada cual es dueño de los méritos de sus obras.

5) La dicha depende de la perfección. Por tal motivo, el alma lleva en sí misma su propio castigo donde quiera que se encuentre.

6) El bien y el mal realizados son el producto de las buenas y malas cualidades que tenemos. El Espíritu debe sufrir no sólo en razón del mal que obró, sino también del bien que pudo hacer y no lo hizo durante su estancia terrestre.

7) La atención del Espíritu se ve constantemente atraída por las consecuencias de ese mismo mal, pues así comprende mejor lo que hizo y es llevado a corregirse.

8) No hay una sola buena acción, una sola intención del alma de hacer el bien que se pierda.

9) Quien salda su cuenta en la presente existencia no deberá pagar una segunda vez.

10) Todas las miserias y vicisitudes que se sufren en la vida terrenal son la consecuencia de nuestras expiaciones por faltas cometidas, ya sea en la existencia presente o en las anteriores.

11) La expiación depende de la naturaleza y gravedad de la falta, según las circunstancias atenuantes o agravantes de la falta cometida.

12) No existe, en relación a la naturaleza y duración del castigo, una regla absoluta y uniforme.

13) La duración del castigo está subordinada al mejoramiento del Espíritu culpable. Dios exige un regreso sincero al bien.

14) La duración del castigo depende del progreso del Espíritu.

15) Una condición inherente a la inferioridad de los Espíritus es creer que sufrirán eternamente.

16) El arrepentimiento, la expiación y la reparación son las tres condiciones necesarias para borrar las huellas de una falta y de sus consecuencias.

17) La reparación consiste en hacer el bien a quien se ha hecho mal, siendo humilde si fue orgulloso, dulce si fue duro, caritativo si fue egoísta, benévolo si fue malévolo, trabajador si fue perezoso, útil si fue inútil, sobrio si fue disoluto, dando el buen ejemplo si lo dio malo.

18) Los Espíritus imperfectos son excluidos de los mundos felices en los que turbarían la armonía, hasta el momento en que merezcan encarnar en mundos más adelantados, moral y físicamente.

19) Ningún Espíritu deja de progresar, tarde o temprano.

20) Dios no abandona nunca a sus criaturas. Todas poseen su ángel guardián que vela por ellas quien actúa generalmente de manera oculta, sin ejercer ningún tipo de presión.

21) Cada cual es responsable de sus propias faltas y las de su prójimo siempre que haya sido el causante.

22) Hay penas inherentes a la inferioridad de los Espíritus cuyas consecuencias son casi siempre idénticas.

23) Un fenómeno muy frecuente entre los Espíritus inferiores es el de creerse aún vivos.

24) Para el criminal, la visión incesante de sus víctimas y de las circunstancias del crimen constituyen un suplicio cruel.

25) Ciertos Espíritus sufren los males, dolores y necesidades que hicieron sufrir  los demás hasta ver la posibilidad de poner, ellos mismos, término a esa situación.

26) Orgullosos, hipócritas, Sensualistas, avaros, egoístas.

27) La manera de atenuar las consecuencias de las malas acciones en la vida futura, consiste en deshacerse lo antes posible de esas imperfecciones.

28) Si el Espíritu no sabe aprovechar la oportunidad, volverá  recomenzar la tarea otra vez, cada vez en mejores condiciones y siempre deja abierta la puerta para regresar al bien.

29) Por misericordia infinita debemos entender que Dios no es inexorable y que siempre deja abierta la puerta para regresar al bien.

30) Las penas son a la vez castigo y remedio que ayudan a curar las heridas del mal.

31) Las miserias y vicisitudes presentes son deudas del pasado que sirven para nuestro adelanto.

32) Dios quiso que el progreso fuese la ley general del Universo. ¿Qué puede haber más justo que la libertad de acción que corresponde a cada cual? Dios da l felicidad como un premio l trabajo, para que cada cual sea dueño del mérito.

33) El código penal de la vida futura puede resumirse en estos tres principios.
a. El sufrimiento es inherente a l imperfección
b. Toda imperfección y toda falta , que es su consecuencia, lleva en sí misma su propio castigo, por sus consecuencias naturales e inevitables
c. Todo hombre puede liberarse de sus imperfecciones por obra de su voluntad, pudiendo de  tal manera, ahorrarse los males que son su consecuencia y asegurarse su felicidad.

Tal es Ley de la Justicia Divina: a cada cual según sus obras, así en la Tierra como en el Cielo.

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