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miércoles, 16 de septiembre de 2015

Vuelve el ESDE de sábado

Hola familia,

el sábado volvemos a tener clase del ESDE, después de buenas y merecidas vacaciones. Seguimos con el tema de la mediumnidad. Esta vez trataremos el tema de las diferentes comunicaciones mediúmnicas. Para los más aplicados, os deja el texto de la clase.

Cariños de la hermana menor

1. Naturaleza de las comunicaciones mediúmnicas

Las comunicaciones que recibimos de los Espíritus pueden ser buenas o malas, legítimas o falsas, profundas o frívolas, en consonancia con la naturaleza de aquellos que se manifiestan. Los que dan muestras de sabiduría y erudición, son Espíritus evolucionamos que marchan rumbo al progreso; los que se presentan ignorantes y malos, son los aún atrasados, pero que con el tiempo progresarán. Los Espíritus sólo pueden responder sobre aquello que saben, según el estado de progreso que tengan y dentro de los límites de lo que les sea permitido decirnos, porque hay cosas que no deben revelar debido a que el hombre no está aún en condiciones de conocer. De esa forma, las manifestaciones mediúmnicas de los desencarnados (…) han de reflejar la elevación o la bajeza de sus ideas, de su saber o su ignorancia, de sus vicios y virtudes. (...). Por la diversidad de cualidades y aptitudes de los Espíritus, llegamos a la conclusión de que no basta que nos dirijamos a un Espíritu cualquiera para obtener una respuesta exacta sobre alguna cuestión, porque acerca de muchas cosas no nos dará más que una opinión personal, que puede ser legítima o errónea. Si es prudente, confesará su ignorancia sobre aquello que desconoce; si es frívolo o mentiroso, responderá de cualquier forma, sin importarle la verdad; si es orgulloso, expondrá sus ideas como verdades absolutas.


Por eso, es siempre oportuno recordar el consejo del apóstol Juan: “No creáis en todos los Espíritus, sino examinad si ellos son de Dios.” (Primera Epístola. Juan, 4:1) La experiencia demuestra la sabiduría de ese consejo. Hay imprudencia y liviandad en aceptar sin examinar todo lo que proviene de los Espíritus. Es necesario que conozcamos bien el carácter de aquellos que están en relación con nosotros. Se reconoce la calidad de los Espíritus por su lenguaje. El de los Espíritus verdaderamente buenos y superiores es siempre digno, noble y sin contradicciones. En él se respira sabiduría, benevolencia, modestia y la más pura moral; es conciso y sin redundancias. En el de los Espíritus inferiores, ignorantes u orgullosos, el vacío de las ideas está casi siempre colmado de palabras. Todo pensamiento evidentemente falso, toda máxima contraria a la sana moral, todo consejo ridículo, toda expresión grosera, trivial o simplemente frívola, en fin, toda manifestación de malevolencia, de presunción o de arrogancia, son incuestionables signos de la inferioridad de los Espíritus.

Se pueden agrupar en cuatro categorías principales los matices que (las comunicaciones
de los Espíritus) presentan. Según sus caracteres más acentuados, se dividen en groseras, frívolas, serias e instructivas.

2. Comunicaciones mediúmnicas groseras

Son (..) aquellas que se expresan en términos que hieren el decoro. Sólo provienen de Espíritus de bajo nivel, cubiertos aún por las impurezas de la materia, y no difieren en nada de las que provienen de los hombres viciosos y groseros. Repugna a todos aquellos que no posean un mínimo de delicadeza de sentimientos, por la sencilla razón de que, en consonancia con el carácter de los Espíritus, esas comunicaciones serán innobles, obscenas, insolentes, arrogantes, malévolas y aún impías. Los Espíritus inferiores son ignorantes en mayor o menor grado; su horizonte moral es limitado, su perspicacia restringida. Sólo tienen una idea muchas veces falsa e incompleta de las cosas, y, además, se encuentran aún sujetos al dominio de los prejuicios terrestres que muchas veces toman como verdades. Por eso es que son incapaces de resolver ciertas cuestiones, y pueden inducirnos a error voluntaria o involuntariamente en aquello que no comprenden.

Se puede establecer como regla invariable y sin excepción que (...) el lenguaje de los Espíritus está siempre en relación con el nivel de progreso al que hayan llegado. Así, el lenguaje (...) de los Espíritus inferiores o vulgares siempre refleja algo de las pasiones humanas. Toda expresión que manifieste bajeza, pretensión, arrogancia, fanfarronería, acrimonia, es indicio característico de inferioridad y de engaño si el Espíritu se presenta con un nombre respetable y venerado.

3. Comunicaciones mediúmnicas frívolas

Las comunicaciones frívolas provienen de Espíritus triviales, burlones o traviesos, más maliciosos que malos, los cuales no le dan ninguna importancia a lo que dicen. Como no contienen nada de indecoroso, esas comunicaciones agradan a ciertas personas que se divierten con ellas porque encuentran placer en las maquinaciones fútiles donde mucho se habla y nada se dice. Esos Espíritus tienen muchas veces salidas ingeniosas y mordaces, y en medio de bromas vulgares dicen algunas verdades que casi siempre hieren con justicia. En torno de nosotros pululan los Espíritus frívolos que aprovechan todas las ocasiones para inmiscuirse en las comunicaciones. La verdad es lo que menos les preocupa, de ahí el maligno encanto que sienten en engañar a los que tienen la debilidad y hasta la presunción de creer en su palabra. Las personas que se complacen en ese género de comunicaciones, lógicamente, dan acceso a Espíritus frívolos y embaucadores. Los Espíritus serios se apartan de ellas del mismo modo que en la sociedad humana los hombres serios evitan la compañía de los irresponsables.3 La frivolidad de las reuniones (mediúmnicas) tiene como consecuencia atraer a Espíritus triviales que sólo buscan la ocasión de engañar y de burlarse.

En vano se alega la utilidad de realizar ciertas experiencias curiosas, frívolas y divertidas, con el fin de convencer a los incrédulos; se llega a un resultado contrario. El incrédulo, propenso de por sí a ridiculizar las cosas más sagradas, no puede ver algo serio en aquello de lo cual se burla, ni puede respetar lo que no se presente ante él en modo respetable. Por eso se retira siempre con una mala impresión de las reuniones fútiles y frívolas donde no encuentra orden, seriedad ni recogimiento. Lo que sí puede convencerlo, es la prueba de la presencia de seres cuyo recuerdo le es querido. (...) Pero por el mismo hecho de que tenga respeto, veneración y amor por la persona cuya alma se le presenta, queda penosamente impactado y escandalizado al ver que se manifiesta en una reunión irreverente (...). Las reuniones de esa naturaleza hacen siempre más mal que bien, porque aparta de la Doctrina a un gran número de personas en vez de atraerlas. Además, favorecen las críticas de los detractores que de esa manera tienen fundados motivos para burlarse.

4. Comunicaciones mediúmnicas serias

Las comunicaciones mediúmnicas serias son relevantes en cuanto al tema y elevadas en lo referente a la forma. Toda comunicación que carezca de frivolidad y de grosería que persiga un fin útil, aunque sea de carácter particular, es, por ese simple hecho, una comunicación seria. No todos los Espíritus serios son esclarecidos. Hay muchas cosas que ignoran y sobre las que pueden equivocarse de buena fe. Por eso es que los Espíritus verdaderamente superiores nos recomiendan continuamente que sometamos al tamiz de la razón y de la más rigurosa lógica a todas las comunicaciones. En lo referente a las comunicaciones serias, es necesario que se distingan las verdaderas de las falsas, lo cual no siempre es fácil, porque precisamente, amparados en la elevación del lenguaje es que ciertos Espíritus presuntuosos o pseudo sabios tratan de hacer prevalecer las ideas más falsas y los más absurdos sistemas. Para obtener mayor credibilidad y ostentar más importancia, no tienen ningún escrúpulo en adornarse con los nombres más respetables y hasta con los más venerados. Ese es uno de los mayores escollos de la ciencia (espírita) práctica (…).

Los Espíritus superiores no van a las reuniones triviales, como el sabio en la Tierra no va a una asamblea de jóvenes frívolos. El simple buen sentido nos dice que eso no puede ser de otro modo. Con todo, si ellos se presentan algunas veces en esos lugares, es solamente con el fin de brindar un consuelo fortalecedor, combatir vicios, conducir nuevamente hacia el buen camino a aquellos que se hubieran apartado de él. Pero, si no son atendidos, se retiran. Se forma un juicio completamente erróneo aquel que cree que los Espíritus serios estén dispuestos a responder trivialidades o cuestiones superfluas donde se manifieste poco afecto, falta de respeto y ningún deseo de instruirse, y mucho menos que se presten a brindar un espectáculo para entretener a los curiosos. Si estuvieran vivos (encarnados), no lo harían; muertos (desencarnados), tampoco lo hacen.

5. Comunicaciones mediúmnicas instructivas

Instructivas son las comunicaciones serias cuyo principal objetivo consiste en brindar alguna enseñanza impartida por los Espíritus sobre las ciencias, la moral, la filosofía, etc. Son más o menos profundas según el grado de perfeccionamiento y de desmaterialización del Espíritu. Para que se pueda extraer frutos reales de esas comunicaciones, es necesario que sean regulares y que se continúen con perseverancia. Los Espíritus serios se vinculan con aquellos que desean instruirse y secundan sus esfuerzos; dejan a los Espíritus frívolos la tarea de divertir a los que sólo ven en esas manifestaciones una distracción pasajera. Únicamente por la regularidad y frecuencia de esas comunicaciones se puede apreciar el valor moral e intelectual de los Espíritus que las brindan, y la confianza que ellos merecen. Si para juzgar a los hombres se necesita experiencia, mucho más aún se la necesitará para juzgar a los Espíritus.

El concepto espírita de reunión mediúmnica está necesariamente asociado al de reunión instructiva, según los siguientes esclarecimientos de Allan Kardec: La primera de todas las condiciones es que sean serias en la integral acepción de la palabra. Es importante que todos se persuadan de que los Espíritus cuyas manifestaciones se desean son de naturaleza especialísima; que como no se puede aliar lo sublime con lo trivial ni el bien con el mal, quien quiera obtener buenos resultados necesita llamar a buenos Espíritus. Pero, no basta que se evoquen a los buenos Espíritus; es necesario, como condición contundente, que los asistentes estén en condiciones favorables para que ellos consientan en venir. Los Espíritus superiores no concurrirán a las reuniones de hombres triviales y superficiales, así como no concurrían cuando estaban vivos (encarnados).

Una reunión sólo es verdaderamente seria cuando se ocupa de cosas útiles, con exclusión de todas las demás. Al calificar a las comunicaciones como instructivas, las suponemos verdaderas, porque lo que no sea verdadero no puede ser instructivo, aunque haya sido expresado en el lenguaje más imponente. Por consiguiente, dentro de esa categoría no podemos incluir ciertas enseñanzas que de serias sólo tienen la forma muchas veces pomposa y enfática con que la dictan los Espíritus, más presuntuosos que instruidos, con el objetivo de engañar a los que las reciben. Pero como no pueden completar los elementos que les falta, son incapaces de sustentar durante mucho tiempo el rol que pretenden desempeñar. Poco después, cuando sus mensajes continúan o cuando se los ha llevado a sus últimos reductos, se traicionan a sí mismos y ponen al desnudo sus falencias.

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