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lunes, 29 de febrero de 2016

Intervención de los demonios en las manifestaciones modernas


Capítulo X - Intervención de los demonios en las manifestaciones modernas
(Silver Chiquero)


Los hechos extraordinarios, desconocidos por la razón, siempre fueron considerados sobrenaturales por la ignorancia, la superstición los amplificó y de ahí nacieron una infinidad de leyendas, mezcla de un poco de verdad con mucho de falsedad.
Los fenómenos espíritas mejor comprendidos por la razón y los adelantos de la ciencia, confirmaron la intervención de inteligencias ocultas que actúan dentro de los límites de las leyes naturales, revelando la existencia de una nueva fuerza y leyes desconocidas hasta hoy.
 
La Iglesia mantiene sus viejas creencias sobre los demonios y mientras la humanidad avanza, la religión se inmoviliza en sus viejos errores, tanto en materia espiritual como científica, llegando el momento en que es desbordada por la incredulidad. Sostiene que los ángeles y los demonios son creaciones aparte del hombre y que las almas son de una creación especial, inferior a los demonios en inteligencia, conocimientos y facultades.
Si Dios permite arrastrar a los hombres a su perdición ¿Por qué les otorgó semejante poder y plena libertad para hacer el mal sin permitir a los ángeles buenos actuar en sentido contrario, provocando manifestaciones de igual naturaleza orientadas hacia el bien?
En la época en que la magia florecía, se tenía una muy imperfecta idea sobre la naturaleza de los Espíritus, a quienes se consideraba seres dotados de un poder sobrehumano. La crítica malévola se ha complacido en representar a las comunicaciones espíritas como rodeadas de las prácticas ridículas y supersticiosas de la magia y la necromancia. El empleo de todo signo u objeto material, ya sea para atraerlos o rechazarlos, carece de efecto, pues basta el pensamiento. 

¿Por qué los mismos hechos serían en la actualidad obra del demonio a manos de ciertas personas, mientras que logrados por mediación de otras son consideradas milagros santos? Sostener semejante tesis es abdicar de toda lógica. Dichos fenómenos son perfectamente explicables y por tal razón ya no se los considera sobrenaturales o maravillosos.
La Iglesia afirma que “las almas de los muertos” pueden venir sin el permiso divino, en tanto que el Espiritismo sostiene que no y va más lejos aún pues, cuando atienden la llamada de los vivos no es para ponerse a sus órdenes. El Espíritu evocado viene voluntariamente porque él juzga si es útil acudir y decide conforme a su libre albedrío.
La Iglesia acusa a charlatanes, explotadores, practicantes de magia y hechicería y en este punto tiene razón porque esto ayuda a mantener la pureza y la salud de la Doctrina. No es lógico acusar al Espiritismo por los abusos que éste condena o por los errores que cometen quienes no lo comprenden.
Una religión que se declara sin base segura si se le quitan sus demonios, su infierno, sus penas eternas y su dios sin piedad, es una religión que se suicida.
Dios nos envía a los Espíritus para confirmar su palabra, completarla y ponerla al alcance de todos, propagándola por toda la Tierra, van por doquier y no es posible contenerlos. Hablan al corazón y a la razón y por eso llegan al alma de los más humildes. Cristo es el Mesías divino, su palabra es la verdad. La religión fundada sobre su palabra es inquebrantable a condición que se la siga y practique en todas sus sublimes enseñanzas y de no convertir ese Dios justo y bueno en un dios arbitrario, vengador y sin piedad.

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