Este Sábado, 23 de julio, tenemos dos actividades en CEADS.
Por la mañana, de 10 a 13 horas, el Departamento Social de CEADS, a través del Proyecto "Promoción Humana", promueve gratuitamente, el Seminario "Empoderamiento financiero para el éxito personal", que se desarrollará en tres temas principales:
1. La importancia de la educación financiera.
2. Cómo entener su propia situación personal y qué hacer con ella.
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con Renata Moutinho
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Las inscripciones abiertas y gratuitas a todas las personas interesadas en promover su éxido personal.
Para participar en el seminario, envía tu nombre y teléfono de contacto al email socialceads@gmail.com
Ya por la tarde, a las 17:30 horas, tenemos el Estudio Sistematizado de la Doctrina Espírita, con el tema "Sonambulismo, Éxtasis y Doble Vista", del capítulo "Fenómenos de la Emancipación del alma". A continuación, os dejo el texto para previo estudio.
¡Nos vemos en CEADS!
Equipo Divulgación.
Sonambulismo, éxtasis y doble vista
1. Sonambulismo
En consonancia con el Espiritismo, el sonambulismo natural es un estado de
independencia del Espíritu más completo que en el sueño, estado en el que sus
facultades adquieren mayor capacidad. El alma tiene entonces percepciones que no
posee durante el sueño, que es un estado imperfecto de sonambulismo. En el
sonambulismo, el Espíritu se encuentra en plena posesión de sí mismo. Como los
órganos materiales están, en cierta forma, en estado de catalepsia, no reciben
las impresiones exteriores. Ese estado se presenta, principalmente, durante el
sueño, que es cuando el Espíritu puede abandonar provisoriamente el cuerpo
porque éste se encuentra gozando del reposo indispensable para la materia. Los
fenómenos sonambúlicos se producen cuando el Espíritu, preocupado por una u
otra cosa, se entrega a una determinada acción para cuya ejecución necesita
valerse del cuerpo. Lo utiliza entonces como utilizaría una mesa u otro objeto
material en el fenómeno de las manifestaciones físicas, o como se vale de la
mano del médium en las comunicaciones escritas. Los fenómenos del sonambulismo
natural se producen espontáneamente y no dependen de ninguna causa exterior
conocida. Pero, en ciertas personas dotadas de una organización especial,
pueden ser provocados artificialmente mediante la acción de un agente
magnético. El estado al que se denomina sonambulismo magnético sólo difiere del
natural en que uno es provocado mientras que el otro es espontáneo. El
sonambulismo natural es un hecho notorio al que ya nadie pone en duda, a pesar
del aspecto maravilloso de los fenómenos que produce. ¿Por qué habría de ser
entonces más extraordinario o irracional el sonambulismo magnético? ¿Sólo
porque se produce artificialmente como tantas otras cosas? (...) En realidad,
para (...) el Espiritismo, el sonambulismo es más que un fenómeno psicológico:
es una luz que se proyecta sobre la psicología. En este fenómeno se puede
estudiar el alma, porque es donde ésta se muestra al desnudo. Ahora bien, uno
de los fenómenos que la caracterizan es el de la clarividencia, independiente
de los órganos visuales comunes. Los que refutan este hecho, se basan en que el
sonámbulo no siempre ve y a voluntad del experimentador, como ve con los ojos.
¿Podrá causar asombro que los efectos sean diferentes cuando los medios son
diferentes? ¿Será razonable que se pretenda obtener los mismos efectos cuando
está el instrumento y cuando no lo está? El alma tiene sus propiedades como los
ojos tienen las suyas. Es conveniente considerarlas en sí mismas y no por
analogía. La clarividencia del sonámbulo magnético y la del sonámbulo natural
se originan en una misma causa. Es un atributo del alma, una facultad inherente
a todas las partes del ser incorpóreo que existe en nosotros y cuyos límites no
son sino aquellos que tenga la misma alma. El sonámbulo ve en todos los lugares
donde su alma pueda transportarse, cualquiera sea la distancia. En el caso de
la visión a distancia, el sonámbulo no ve las cosas desde donde está su cuerpo
como si lo hiciera por intermedio de un telescopio. Las ve presentes, como si
se encontrara en el lugar donde ellas existen, porque en realidad, su alma está
allá. Por eso es que su cuerpo queda como aniquilado e insensible hasta que el
alma regresa a habitarlo nuevamente. Esa separación parcial del alma del cuerpo
es un estado anormal que puede tener una duración más o menos prolongada, pero
no en forma indefinida. Esa es la causa de la fatiga que siente el cuerpo
después de cierto tiempo, sobre todo, cuando el alma se entrega a un trabajo
activo. Nótese con todo, que el (...) poder de la lucidez sonambúlica no es
ilimitado. Aunque esté completamente libre, el Espíritu tiene sus facultades y
conocimientos restringidos al grado de perfeccionamiento que haya logrado.
Cuando está unido a la materia, tiene aún más limitados esos conocimientos y
facultades, porque está sujeto a la influencia de ésta. Eso es lo que motiva
que la clarividencia sonambúlica no sea universal ni infalible. Tanto menos se
puede contar con su infalibilidad cuanto más se la desvíe de la finalidad que
la naturaleza le atribuye y sea transformada en objeto de curiosidad o de
experimentación. En el estado de desprendimiento en que queda, el Espíritu del
sonámbulo se pone más fácilmente en comunicación con los otros Espíritus,
encarnados o no, comunicación que se establece a través del contacto de los
fluidos que componen los periespíritus y que sirven de transmisión al
pensamiento, como el hilo eléctrico. Por lo tanto, el sonámbulo no necesita que
los pensamientos se manifiesten a través de la palabra articulada, lo siente y
adivina. Es lo que lo torna eminentemente impresionable y sometido a las
influencias de la atmósfera moral que lo envuelva. Como se sabe, en (...) cada
una de sus existencias corporales el Espíritu incrementa sus conocimientos y
experiencias. Los olvida parcialmente cuando está encarnado en materia bastante
grosera, pero los recuerda como Espíritu. Es así que algunos sonámbulos revelan
conocimientos superiores al grado de instrucción que poseen, y superiores
también a sus aparentes capacidades intelectuales. Por lo tanto, de la
inferioridad intelectual y científica del sonámbulo cuando está despierto, no
se puede deducir una conclusión sobre los conocimientos que pueda revelar en
estado de lucidez. Según las circunstancias y la finalidad que se persiga, los
puede extraer de su propia experiencia, de su clarividencia de las cosas
presentes o de los consejos que reciba de otros Espíritus. Pero, como su
Espíritu es más o menos adelantado, le es posible decir cosas más o menos
ciertas. A través de los fenómenos del sonambulismo, ya sea el natural o el
magnético, la Providencia nos da la prueba irrefutable de la existencia y de la
independencia del alma, y nos hace presenciar el sublime espectáculo de su
emancipación. La literatura espírita está plagada de fenómenos de sonambulismo.
Como ejemplo de esto, he aquí el relato de uno de ellos realizado por Allan
Kardec, según consta en la Revista Espírita. Son sus palabras: Cuando vivía en
Bercy, en la calle Chareton, 43, el Sr. Marillon había desaparecido desde el día
13 de enero último. Todas las investigaciones para descubrir su paradero fueron
infructuosas; ninguna de las personas de las casas donde iba habitualmente lo
habían visto; no había ningún motivo que justificara su prolongada ausencia.
Por otra parte, su carácter, su posición y su estado mental lo apartaban de
toda idea de suicidio. Quedaba la posibilidad de que hubiera sido víctima de un
crimen o de un accidente, pero, de haber sido así, hubiera sido fácilmente
reconocido y llevado a su casa o, por lo menos, enviado al cementerio. De ese
modo, todas las posibilidades apuntaban a un crimen y en él se concentraban los
pensamientos, acrecentados por el hecho de que el Sr. Marillon había salido
para efectuar un pago. Pero, ¿dónde y cómo se había producido el crimen? Nadie lo
sabía. Entonces, su hija recurrió a una sonámbula, la Sra. Roger, que en muchas
otras circunstancias parecidas a esta había dado pruebas de una notable
lucidez, que nosotros mismos constatamos. La Sra. Roger siguió al Sr. Marillon
desde la salida de su casa a las tres de la tarde, hasta cerca de las siete de
la noche, cuando se disponía a regresar. Lo vio descender las márgenes del Sena
para satisfacer una urgente necesidad fisiológica, y allí lo acometió un ataque
de apoplejía. Ella describió que lo vio caer sobre una piedra que le abrió una
herida en la frente, y después, rodar dentro del agua. No se trataba pues de un
suicidio, ni de un crimen. Aún tenía el dinero y una llave en el bolsillo de su
paletó. La sonámbula indicó el lugar del accidente, pero agregó que el cuerpo
ya no se encontraba en ese sitio debido a que había sido fácilmente arrastrado
por la corriente. En efecto, lo encontraron en el lugar que ella informara.
Tenía la herida en la frente; la llave y el dinero estaban en el bolsillo; sus
ropas indicaban claramente que la sonámbula no se había equivocado en cuanto al
motivo que lo había llevado a orillas del río. Ante tantos detalles preguntamos
dónde podría haberse producido la transmisión de algún pensamiento.
2. Éxtasis
El éxtasis es, a su vez, y según la enseñanza espírita, (...) un
sonambulismo más depurado. El alma del extático es más independiente. De hecho,
en el (...) sueño y en el sonambulismo el Espíritu deambula por los mundos
terrenales. En el éxtasis penetra en un mundo desconocido: el de los Espíritus
etéreos, con los cuales se pone en comunicación sin poder exceder ciertos
límites porque, al transponerlos, se romperían totalmente los lazos que lo unen
al cuerpo. Lo rodea entonces un resplandeciente e inusitado fulgor, queda
extasiado ante armonías que se desconocen en la Tierra, un indefinible
bienestar lo invade; goza anticipadamente de la beatitud celeste, y bien se
puede decir que posa un pie en el umbral de la eternidad. En el estado de
éxtasis, el aniquilamiento del cuerpo es casi total. Solamente le queda la vida
orgánica. Siente que su alma pende sólo de un hilo, que un pequeñísimo esfuerzo
más lo cortaría irremediablemente. En ese estado desaparecen todos los
pensamientos terrestres y surge el sentimiento purificado que constituye la
esencia misma de nuestro ser inmaterial. Totalmente entregado a tan sublime
contemplación, el extático encara la vida como una estadía momentánea.
Considera los bienes y los males, las alegrías groseras y las miserias de este
mundo como fútiles incidentes de un viaje cuyo término tiene la dicha de
vislumbrar. Con los extáticos sucede lo mismo que con los sonámbulos: pueden
tener una lucidez más o menos perfecta, o ser Espíritus con mayor o menor grado
de aptitud para conocer y comprender las cosas, según sean más o menos
elevados. Pero muchas veces, hay en ellos más exaltación que verdadera lucidez,
o, mejor dicho, muchas veces la exaltación perjudica su lucidez. Por eso es que
frecuentemente, sus revelaciones son una mezcla de verdades y de errores, de
cosas grandiosas y absurdas, y hasta ridículas. De esa exaltación, que siempre
es una causa de debilidad cuando el individuo no sabe refrenarla, es de la que
los Espíritus inferiores suelen valerse para dominar al extático, y con esa
intención toman ante sus ojos apariencias que lo aferran aún más a las ideas
que nutre cuando está en estado de vigilia, éste es un escollo, pero no todos
los casos son así. Nos cabe juzgar fríamente y pesar esas revelaciones en la
balanza de la razón. Además, hay una particularidad especial en lo referente al
éxtasis, y es que si el extático queda entregado a sí mismo, corre el riesgo de
que se produzca su desencarnación. 3 Por eso (dicen los Espíritus Superiores)
es que se torna necesario llamarlos para que regresen, recurriendo a todo
aquello que los retengan en este mundo, y, sobre todo, que comprendan que si se
rompe la cadena que los mantiene presos al planeta terreno, esa será la manera
más segura de no quedar allá, donde ven que serían felices. De esta forma, como
dice Denis, la (...) felicidad de los extáticos, el júbilo que sienten al
contemplar las magnificencias del Más Allá, serían más que suficientes para
demostrarnos la magnitud de los gozos que nos reservan las esferas espirituales
si nuestras groseras concepciones no nos impidieran muchísimas veces
comprenderlas y presentirlas. 8 A modo de ilustración, hemos extraído de la
Revista Espírita de Allan Kardec el siguiente caso de éxtasis, que según la
tradición tuvo el famoso compositor italiano de música religiosa Giovanni
Battista Pergolesi, quien vivió en el siglo XVIII. El fenómeno fue relatado por
el Sr. Ernest Le Nordez: Sabéis con qué
piedad celebramos aquí aún en nuestros días, a despecho del debilitamiento de
la fe, el aniversario de la muerte de Cristo. La semana en la que la Iglesia
recuerda este hecho a sus hijos, es realmente para nosotros, una semana santa.
Así, transportándoos a la época de fe en la que vivía Pergolesi, podéis
imaginar con qué fervor acudía el pueblo en masa a las iglesias para meditar
sobre las enternecedoras escenas del sangriento drama del Calvario. El viernes
santo, Pergolesi acompañó a la multitud. Cuando se aproximaba al templo, una
calma desconocida para él desde hacía mucho tiempo se produjo en su alma, y
cuando transpuso el portal, se sintió como envuelto por una nube espesa y
luminosa al mismo tiempo. Después, no vio nada más; un profundo silencio se
produjo en su entorno. Luego, ante sus ojos asombrados y en medio de la nube en
la cual le parecía que había sido transportado hasta ese momento, vio que se
delineaban los rasgos puros y divinos de una virgen totalmente vestida de
blanco. Vio que ella posaba sus dedos sobre las teclas de un órgano, y escuchó
como un concierto lejano de voces melodiosas que se iban aproximando a él. El
canto que esas voces repetían lo henchían de encanto, pero no le resultaba
desconocido; le parecía que ese canto era aquel del cual sólo había podido
percibir vagos ecos. Esas voces eran aquellas que durante largos meses habían
perturbado su alma y ahora le producían una felicidad sin límite. Sí, ese canto y esas voces eran realmente el sueño que había perseguido, el pensamiento,
la inspiración que inútilmente había buscado durante tanto tiempo. Pero,
mientras su alma arrebatada por el éxtasis bebía a grandes sorbos las sencillas
y celestes armonías de ese concierto angelical, su mano, movida por una fuerza
misteriosa, se agitaba en el espacio y trazaba, sin la intervención su
voluntad, notas que traducían los sonidos que escuchaba. Poco a poco las voces
se alejaron, la visión desapareció, la nube se desvaneció, y al abrir los ojos,
Pergolesi vio escrito por su mano en el mármol del templo, ese canto de sublime
sencillez que lo inmortalizaría: el Stab Mater, que desde ese día todo el mundo
cristiano repite y admira. El artista se levantó, salió del templo sereno,
feliz, y no se sintió más inquieto ni agitado. Pero, desde ese día, una nueva
aspiración se apoderó de esa alma de artista: oía el canto de los ángeles, el
concierto de los cielos. Ya no le bastaban las voces humanas y los conciertos
terrestres. Esa sed ardiente, impulso de un gran genio, terminó por agotar el
soplo de vida que le quedaba, y fue así que a los treinta y tres años, en la
exaltación, en la fiebre, o mejor dicho, en el amor sobrenatural de su arte, Pergolesi
encontró la muerte.
3. Doble Vista
El fenómeno designado como doble vista tiene relación con el sueño y con el
sonambulismo, ya que, según enseña la Codificación Espírita, todo eso (...) es
una sola cosa. Lo que se llama doble vista, es también el resultado de la
liberación del Espíritu, aunque el cuerpo no está adormecido. La doble vista o
segunda vista, es la vista del alma. Efectivamente, el alma se emancipa también
en estado de vigilia produciendo, en este caso, el fenómeno llamado doble
vista, que (...) es la facultad mediante la cual quien la posee, ve, oye y
siente más allá de los límites de los sentidos humanos. Percibe lo que existe hasta donde el alma
extiende su acción. Ve, por decirlo así, a través de la vista ordinaria y por
una especie de espejismo. En el momento que se produce el fenómeno de la
segunda vista, el estado físico del individuo se encuentra sensiblemente
modificado. La mirada es vaga; mira sin ver. Toda su fisonomía refleja una
exaltación. Se percibe perfectamente que los órganos visuales son ajenos al
fenómeno porque la visión persiste a pesar de que los ojos estén cerrados. A
aquellos dotados de esta facultad les parece algo tan natural como la que todos
tenemos de ver. Para ellos es un atributo de sus seres, que no consideran
excepcionales. Generalmente, el olvido se produce después de esa lucidez
pasajera cuyo recuerdo se hace cada vez más vago, hasta que acaba por
desaparecer, como el de un sueño. El poder de la doble vista varía: desde una
sensación confusa hasta la percepción clara y nítida de las cosas presentes y
ausentes. Cuando es rudimentaria, le otorga a las personas tacto, perspicacia,
una cierta seguridad en sus actos que se podría calificar de precisión, de agudeza
moral. Cuando está un poco más desarrollada, despierta los presentimientos, y
si está más desarrollada aún, muestra los acontecimientos que se produjeron o
que están por producirse. Son muchos los casos de doble vista que se encuentran
en la literatura espírita. A título de ejemplo, citamos el siguiente que está
inserto en el libro La Muerte y su Misterio de Camille Flammarion: Una noche,
el profesor Boehm, que enseñaba matemáticas en Marburg, estaba reunido con
amigos, y de repente, tuvo el convencimiento de que debía regresar a su casa.
Pero, como estaba tomando tranquilamente su té, no atendió esta primera
impresión a la cual volvió a sentir con tanta fuerza, que se vio obligado a
obedecer. Cuando llegó a su morada, vio que allí todo estaba como lo había
dejado, pero se sentía impulsado a cambiar de lugar su lecho. Aunque le pareció
muy absurda esta imposición mental, entendió que debía hacer ese cambio, y
llamó a la criada con cuya ayuda colocó la cama en el otro extremo del cuarto.
Después que hizo esto quedó satisfecho y regresó donde estaban sus amigos hasta
que terminó la reunión. A las diez se despidió de ellos, regresó a su casa, se
acostó y se durmió. Durante la noche un gran estrépito lo despertó, y vio que
una gruesa viga se había desmoronado arrastrando una parte del techo, y que
habían caído en el lugar donde antes estaba su lecho.
Resumiendo, podemos decir que el (...) sonambulismo natural y el
artificial, el éxtasis y la doble vista son varios efectos o diversas
modalidades de una misma causa. Esos fenómenos, como los sueños, están dentro
de los fenómenos naturales. Esa es la razón por la cual se han producido en
todos los tiempos. La Historia demuestra que siempre fueron conocidos y hasta
explotados desde la más remota antigüedad; en ellos tenemos la explicación de
una inmensidad de hechos que los prejuicios hicieron que se tuvieran como
sobrenaturales.
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