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martes, 19 de julio de 2016

¡Un sábado lleno de actividades para evolucionar!

Muy buenas noches,

Este Sábado, 23 de julio, tenemos dos actividades en CEADS.


Por la mañana, de 10 a 13 horas, el Departamento Social de CEADS, a través del Proyecto "Promoción Humana",  promueve gratuitamente, el Seminario "Empoderamiento financiero para el éxito personal", que se desarrollará en tres temas principales:
1. La importancia de la educación financiera.
2. Cómo entener su propia situación personal y qué hacer con ella.
3. Herramienta para empezar a tener el control.

con Renata Moutinho
www.renatamoitinho.com

Las inscripciones abiertas y gratuitas a todas las personas interesadas en promover su éxido personal.

Para participar en el seminario, envía tu nombre y teléfono de contacto al email socialceads@gmail.com






Ya por la tarde, a las 17:30 horas, tenemos el Estudio Sistematizado de la Doctrina Espírita, con el tema "Sonambulismo, Éxtasis y Doble Vista", del capítulo "Fenómenos de la Emancipación del alma". A continuación, os dejo el texto para previo estudio.

¡Nos vemos en CEADS!

Equipo Divulgación.



Sonambulismo, éxtasis y doble vista



1. Sonambulismo

En consonancia con el Espiritismo, el sonambulismo natural es un estado de independencia del Espíritu más completo que en el sueño, estado en el que sus facultades adquieren mayor capacidad. El alma tiene entonces percepciones que no posee durante el sueño, que es un estado imperfecto de sonambulismo. En el sonambulismo, el Espíritu se encuentra en plena posesión de sí mismo. Como los órganos materiales están, en cierta forma, en estado de catalepsia, no reciben las impresiones exteriores. Ese estado se presenta, principalmente, durante el sueño, que es cuando el Espíritu puede abandonar provisoriamente el cuerpo porque éste se encuentra gozando del reposo indispensable para la materia. Los fenómenos sonambúlicos se producen cuando el Espíritu, preocupado por una u otra cosa, se entrega a una determinada acción para cuya ejecución necesita valerse del cuerpo. Lo utiliza entonces como utilizaría una mesa u otro objeto material en el fenómeno de las manifestaciones físicas, o como se vale de la mano del médium en las comunicaciones escritas. Los fenómenos del sonambulismo natural se producen espontáneamente y no dependen de ninguna causa exterior conocida. Pero, en ciertas personas dotadas de una organización especial, pueden ser provocados artificialmente mediante la acción de un agente magnético. El estado al que se denomina sonambulismo magnético sólo difiere del natural en que uno es provocado mientras que el otro es espontáneo. El sonambulismo natural es un hecho notorio al que ya nadie pone en duda, a pesar del aspecto maravilloso de los fenómenos que produce. ¿Por qué habría de ser entonces más extraordinario o irracional el sonambulismo magnético? ¿Sólo porque se produce artificialmente como tantas otras cosas? (...) En realidad, para (...) el Espiritismo, el sonambulismo es más que un fenómeno psicológico: es una luz que se proyecta sobre la psicología. En este fenómeno se puede estudiar el alma, porque es donde ésta se muestra al desnudo. Ahora bien, uno de los fenómenos que la caracterizan es el de la clarividencia, independiente de los órganos visuales comunes. Los que refutan este hecho, se basan en que el sonámbulo no siempre ve y a voluntad del experimentador, como ve con los ojos. ¿Podrá causar asombro que los efectos sean diferentes cuando los medios son diferentes? ¿Será razonable que se pretenda obtener los mismos efectos cuando está el instrumento y cuando no lo está? El alma tiene sus propiedades como los ojos tienen las suyas. Es conveniente considerarlas en sí mismas y no por analogía. La clarividencia del sonámbulo magnético y la del sonámbulo natural se originan en una misma causa. Es un atributo del alma, una facultad inherente a todas las partes del ser incorpóreo que existe en nosotros y cuyos límites no son sino aquellos que tenga la misma alma. El sonámbulo ve en todos los lugares donde su alma pueda transportarse, cualquiera sea la distancia. En el caso de la visión a distancia, el sonámbulo no ve las cosas desde donde está su cuerpo como si lo hiciera por intermedio de un telescopio. Las ve presentes, como si se encontrara en el lugar donde ellas existen, porque en realidad, su alma está allá. Por eso es que su cuerpo queda como aniquilado e insensible hasta que el alma regresa a habitarlo nuevamente. Esa separación parcial del alma del cuerpo es un estado anormal que puede tener una duración más o menos prolongada, pero no en forma indefinida. Esa es la causa de la fatiga que siente el cuerpo después de cierto tiempo, sobre todo, cuando el alma se entrega a un trabajo activo. Nótese con todo, que el (...) poder de la lucidez sonambúlica no es ilimitado. Aunque esté completamente libre, el Espíritu tiene sus facultades y conocimientos restringidos al grado de perfeccionamiento que haya logrado. Cuando está unido a la materia, tiene aún más limitados esos conocimientos y facultades, porque está sujeto a la influencia de ésta. Eso es lo que motiva que la clarividencia sonambúlica no sea universal ni infalible. Tanto menos se puede contar con su infalibilidad cuanto más se la desvíe de la finalidad que la naturaleza le atribuye y sea transformada en objeto de curiosidad o de experimentación. En el estado de desprendimiento en que queda, el Espíritu del sonámbulo se pone más fácilmente en comunicación con los otros Espíritus, encarnados o no, comunicación que se establece a través del contacto de los fluidos que componen los periespíritus y que sirven de transmisión al pensamiento, como el hilo eléctrico. Por lo tanto, el sonámbulo no necesita que los pensamientos se manifiesten a través de la palabra articulada, lo siente y adivina. Es lo que lo torna eminentemente impresionable y sometido a las influencias de la atmósfera moral que lo envuelva. Como se sabe, en (...) cada una de sus existencias corporales el Espíritu incrementa sus conocimientos y experiencias. Los olvida parcialmente cuando está encarnado en materia bastante grosera, pero los recuerda como Espíritu. Es así que algunos sonámbulos revelan conocimientos superiores al grado de instrucción que poseen, y superiores también a sus aparentes capacidades intelectuales. Por lo tanto, de la inferioridad intelectual y científica del sonámbulo cuando está despierto, no se puede deducir una conclusión sobre los conocimientos que pueda revelar en estado de lucidez. Según las circunstancias y la finalidad que se persiga, los puede extraer de su propia experiencia, de su clarividencia de las cosas presentes o de los consejos que reciba de otros Espíritus. Pero, como su Espíritu es más o menos adelantado, le es posible decir cosas más o menos ciertas. A través de los fenómenos del sonambulismo, ya sea el natural o el magnético, la Providencia nos da la prueba irrefutable de la existencia y de la independencia del alma, y nos hace presenciar el sublime espectáculo de su emancipación. La literatura espírita está plagada de fenómenos de sonambulismo. Como ejemplo de esto, he aquí el relato de uno de ellos realizado por Allan Kardec, según consta en la Revista Espírita. Son sus palabras: Cuando vivía en Bercy, en la calle Chareton, 43, el Sr. Marillon había desaparecido desde el día 13 de enero último. Todas las investigaciones para descubrir su paradero fueron infructuosas; ninguna de las personas de las casas donde iba habitualmente lo habían visto; no había ningún motivo que justificara su prolongada ausencia. Por otra parte, su carácter, su posición y su estado mental lo apartaban de toda idea de suicidio. Quedaba la posibilidad de que hubiera sido víctima de un crimen o de un accidente, pero, de haber sido así, hubiera sido fácilmente reconocido y llevado a su casa o, por lo menos, enviado al cementerio. De ese modo, todas las posibilidades apuntaban a un crimen y en él se concentraban los pensamientos, acrecentados por el hecho de que el Sr. Marillon había salido para efectuar un pago. Pero, ¿dónde y cómo se había producido el crimen? Nadie lo sabía. Entonces, su hija recurrió a una sonámbula, la Sra. Roger, que en muchas otras circunstancias parecidas a esta había dado pruebas de una notable lucidez, que nosotros mismos constatamos. La Sra. Roger siguió al Sr. Marillon desde la salida de su casa a las tres de la tarde, hasta cerca de las siete de la noche, cuando se disponía a regresar. Lo vio descender las márgenes del Sena para satisfacer una urgente necesidad fisiológica, y allí lo acometió un ataque de apoplejía. Ella describió que lo vio caer sobre una piedra que le abrió una herida en la frente, y después, rodar dentro del agua. No se trataba pues de un suicidio, ni de un crimen. Aún tenía el dinero y una llave en el bolsillo de su paletó. La sonámbula indicó el lugar del accidente, pero agregó que el cuerpo ya no se encontraba en ese sitio debido a que había sido fácilmente arrastrado por la corriente. En efecto, lo encontraron en el lugar que ella informara. Tenía la herida en la frente; la llave y el dinero estaban en el bolsillo; sus ropas indicaban claramente que la sonámbula no se había equivocado en cuanto al motivo que lo había llevado a orillas del río. Ante tantos detalles preguntamos dónde podría haberse producido la transmisión de algún pensamiento.



2. Éxtasis

El éxtasis es, a su vez, y según la enseñanza espírita, (...) un sonambulismo más depurado. El alma del extático es más independiente. De hecho, en el (...) sueño y en el sonambulismo el Espíritu deambula por los mundos terrenales. En el éxtasis penetra en un mundo desconocido: el de los Espíritus etéreos, con los cuales se pone en comunicación sin poder exceder ciertos límites porque, al transponerlos, se romperían totalmente los lazos que lo unen al cuerpo. Lo rodea entonces un resplandeciente e inusitado fulgor, queda extasiado ante armonías que se desconocen en la Tierra, un indefinible bienestar lo invade; goza anticipadamente de la beatitud celeste, y bien se puede decir que posa un pie en el umbral de la eternidad. En el estado de éxtasis, el aniquilamiento del cuerpo es casi total. Solamente le queda la vida orgánica. Siente que su alma pende sólo de un hilo, que un pequeñísimo esfuerzo más lo cortaría irremediablemente. En ese estado desaparecen todos los pensamientos terrestres y surge el sentimiento purificado que constituye la esencia misma de nuestro ser inmaterial. Totalmente entregado a tan sublime contemplación, el extático encara la vida como una estadía momentánea. Considera los bienes y los males, las alegrías groseras y las miserias de este mundo como fútiles incidentes de un viaje cuyo término tiene la dicha de vislumbrar. Con los extáticos sucede lo mismo que con los sonámbulos: pueden tener una lucidez más o menos perfecta, o ser Espíritus con mayor o menor grado de aptitud para conocer y comprender las cosas, según sean más o menos elevados. Pero muchas veces, hay en ellos más exaltación que verdadera lucidez, o, mejor dicho, muchas veces la exaltación perjudica su lucidez. Por eso es que frecuentemente, sus revelaciones son una mezcla de verdades y de errores, de cosas grandiosas y absurdas, y hasta ridículas. De esa exaltación, que siempre es una causa de debilidad cuando el individuo no sabe refrenarla, es de la que los Espíritus inferiores suelen valerse para dominar al extático, y con esa intención toman ante sus ojos apariencias que lo aferran aún más a las ideas que nutre cuando está en estado de vigilia, éste es un escollo, pero no todos los casos son así. Nos cabe juzgar fríamente y pesar esas revelaciones en la balanza de la razón. Además, hay una particularidad especial en lo referente al éxtasis, y es que si el extático queda entregado a sí mismo, corre el riesgo de que se produzca su desencarnación. 3 Por eso (dicen los Espíritus Superiores) es que se torna necesario llamarlos para que regresen, recurriendo a todo aquello que los retengan en este mundo, y, sobre todo, que comprendan que si se rompe la cadena que los mantiene presos al planeta terreno, esa será la manera más segura de no quedar allá, donde ven que serían felices. De esta forma, como dice Denis, la (...) felicidad de los extáticos, el júbilo que sienten al contemplar las magnificencias del Más Allá, serían más que suficientes para demostrarnos la magnitud de los gozos que nos reservan las esferas espirituales si nuestras groseras concepciones no nos impidieran muchísimas veces comprenderlas y presentirlas. 8 A modo de ilustración, hemos extraído de la Revista Espírita de Allan Kardec el siguiente caso de éxtasis, que según la tradición tuvo el famoso compositor italiano de música religiosa Giovanni Battista Pergolesi, quien vivió en el siglo XVIII. El fenómeno fue relatado por el Sr. Ernest Le Nordez:  Sabéis con qué piedad celebramos aquí aún en nuestros días, a despecho del debilitamiento de la fe, el aniversario de la muerte de Cristo. La semana en la que la Iglesia recuerda este hecho a sus hijos, es realmente para nosotros, una semana santa. Así, transportándoos a la época de fe en la que vivía Pergolesi, podéis imaginar con qué fervor acudía el pueblo en masa a las iglesias para meditar sobre las enternecedoras escenas del sangriento drama del Calvario. El viernes santo, Pergolesi acompañó a la multitud. Cuando se aproximaba al templo, una calma desconocida para él desde hacía mucho tiempo se produjo en su alma, y cuando transpuso el portal, se sintió como envuelto por una nube espesa y luminosa al mismo tiempo. Después, no vio nada más; un profundo silencio se produjo en su entorno. Luego, ante sus ojos asombrados y en medio de la nube en la cual le parecía que había sido transportado hasta ese momento, vio que se delineaban los rasgos puros y divinos de una virgen totalmente vestida de blanco. Vio que ella posaba sus dedos sobre las teclas de un órgano, y escuchó como un concierto lejano de voces melodiosas que se iban aproximando a él. El canto que esas voces repetían lo henchían de encanto, pero no le resultaba desconocido; le parecía que ese canto era aquel del cual sólo había podido percibir vagos ecos. Esas voces eran aquellas que durante largos meses habían perturbado su alma y ahora le producían una felicidad sin límite. Sí, ese canto y esas voces eran realmente el sueño que había perseguido, el pensamiento, la inspiración que inútilmente había buscado durante tanto tiempo. Pero, mientras su alma arrebatada por el éxtasis bebía a grandes sorbos las sencillas y celestes armonías de ese concierto angelical, su mano, movida por una fuerza misteriosa, se agitaba en el espacio y trazaba, sin la intervención su voluntad, notas que traducían los sonidos que escuchaba. Poco a poco las voces se alejaron, la visión desapareció, la nube se desvaneció, y al abrir los ojos, Pergolesi vio escrito por su mano en el mármol del templo, ese canto de sublime sencillez que lo inmortalizaría: el Stab Mater, que desde ese día todo el mundo cristiano repite y admira. El artista se levantó, salió del templo sereno, feliz, y no se sintió más inquieto ni agitado. Pero, desde ese día, una nueva aspiración se apoderó de esa alma de artista: oía el canto de los ángeles, el concierto de los cielos. Ya no le bastaban las voces humanas y los conciertos terrestres. Esa sed ardiente, impulso de un gran genio, terminó por agotar el soplo de vida que le quedaba, y fue así que a los treinta y tres años, en la exaltación, en la fiebre, o mejor dicho, en el amor sobrenatural de su arte, Pergolesi encontró la muerte.




3. Doble Vista

El fenómeno designado como doble vista tiene relación con el sueño y con el sonambulismo, ya que, según enseña la Codificación Espírita, todo eso (...) es una sola cosa. Lo que se llama doble vista, es también el resultado de la liberación del Espíritu, aunque el cuerpo no está adormecido. La doble vista o segunda vista, es la vista del alma. Efectivamente, el alma se emancipa también en estado de vigilia produciendo, en este caso, el fenómeno llamado doble vista, que (...) es la facultad mediante la cual quien la posee, ve, oye y siente más allá de los límites de los sentidos humanos.  Percibe lo que existe hasta donde el alma extiende su acción. Ve, por decirlo así, a través de la vista ordinaria y por una especie de espejismo. En el momento que se produce el fenómeno de la segunda vista, el estado físico del individuo se encuentra sensiblemente modificado. La mirada es vaga; mira sin ver. Toda su fisonomía refleja una exaltación. Se percibe perfectamente que los órganos visuales son ajenos al fenómeno porque la visión persiste a pesar de que los ojos estén cerrados. A aquellos dotados de esta facultad les parece algo tan natural como la que todos tenemos de ver. Para ellos es un atributo de sus seres, que no consideran excepcionales. Generalmente, el olvido se produce después de esa lucidez pasajera cuyo recuerdo se hace cada vez más vago, hasta que acaba por desaparecer, como el de un sueño. El poder de la doble vista varía: desde una sensación confusa hasta la percepción clara y nítida de las cosas presentes y ausentes. Cuando es rudimentaria, le otorga a las personas tacto, perspicacia, una cierta seguridad en sus actos que se podría calificar de precisión, de agudeza moral. Cuando está un poco más desarrollada, despierta los presentimientos, y si está más desarrollada aún, muestra los acontecimientos que se produjeron o que están por producirse. Son muchos los casos de doble vista que se encuentran en la literatura espírita. A título de ejemplo, citamos el siguiente que está inserto en el libro La Muerte y su Misterio de Camille Flammarion: Una noche, el profesor Boehm, que enseñaba matemáticas en Marburg, estaba reunido con amigos, y de repente, tuvo el convencimiento de que debía regresar a su casa. Pero, como estaba tomando tranquilamente su té, no atendió esta primera impresión a la cual volvió a sentir con tanta fuerza, que se vio obligado a obedecer. Cuando llegó a su morada, vio que allí todo estaba como lo había dejado, pero se sentía impulsado a cambiar de lugar su lecho. Aunque le pareció muy absurda esta imposición mental, entendió que debía hacer ese cambio, y llamó a la criada con cuya ayuda colocó la cama en el otro extremo del cuarto. Después que hizo esto quedó satisfecho y regresó donde estaban sus amigos hasta que terminó la reunión. A las diez se despidió de ellos, regresó a su casa, se acostó y se durmió. Durante la noche un gran estrépito lo despertó, y vio que una gruesa viga se había desmoronado arrastrando una parte del techo, y que habían caído en el lugar donde antes estaba su lecho.

Resumiendo, podemos decir que el (...) sonambulismo natural y el artificial, el éxtasis y la doble vista son varios efectos o diversas modalidades de una misma causa. Esos fenómenos, como los sueños, están dentro de los fenómenos naturales. Esa es la razón por la cual se han producido en todos los tiempos. La Historia demuestra que siempre fueron conocidos y hasta explotados desde la más remota antigüedad; en ellos tenemos la explicación de una inmensidad de hechos que los prejuicios hicieron que se tuvieran como sobrenaturales. 

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