Por Silver Chiquero
Es la primera vez que asisto a un Congreso
Espírita Nacional, del que ya me habían hablado muy bien diferentes compañeros
de doctrina en varias ocasiones.
Al entrar me sorprendió lo inmensamente grande
que es el salón del evento y lo llenísimo que estaba de asistentes, aunque es
lógico sabiendo que la conferencia de apertura corría a cargo del muy apreciado
Divaldo Pereira Franco. Pude darme cuenta del poder de convocatoria que atesora
esta gran persona pues en el resto de conferencias la asistencia ya no fue la
misma, cosa que me entristeció un poco porque fueron todas muy interesantes.
El hotel supo estar a la altura en todo momento
por instalaciones, organización y profesionalidad del personal pues, por
ejemplo, en el restaurante y a pesar de coincidir con todo un equipo de
ciclismo que realizaba un “stage” de temporada, no se notó falta de mesas ni de
género en un buffet muy variado, con buenos platos y muy bien cocinados.
Entre conferencias y restaurante siempre se
encontraba un momento en cualquier lugar, aunque preferentemente en el café del
Hall, para socializar, ampliar conocimientos o negociar colaboraciones con el
propio u otros centros. Quizá ese es el segundo aspecto más destacable después
de las conferencias, que arrojaron mucha luz a mis sombras existenciales y de
ejecución.
Como ya dijeron mis compañeros antes del evento
y he podido comprobar personalmente, he vuelto muy contento y con el ánimo
reforzado para continuar andando pasito a pasito por la senda. Ha sido una
grata y completa experiencia que habrá que intentar repetir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario