Como todas las ideas fundamentales del hombre, la
noción de Dios ha seguido un largo curso de tanteo, ensayo, desarrollo y depuración
hasta nuestros días, elaborándose así las concepciones de la Divinidad que en
la actualidad alimentan y dirigen las principales formas de religión en el
mundo. No pocos pensadores, especialmente los que se han dedicado a la
Filosofía de la Religión, han abordado de manera reiterada el tema del origen
de las religiones e implícitamente la noción o el concepto de Dios, desde las formas
más elementales en el hombre primitivo, hasta las formas más elaboradas,
complejas y hasta recargadas que hoy conocemos.
Los filósofos de la religión nos hablan de las
diversas formas elementales de religión, mas, no es posible deslindarlas de la noción
de la Divinidad implícita en cada una de éstas. Veamos las diversas teorías que
se han ido sucediendo a través de la historia:
FETICHISMO. Del latín «factitius», objeto hecho artificialmente;
un fetiche puede ser cualquier objeto o cosa al que se le rinde culto por
atribuírsele naturaleza divina o poderes superiores. El francés Charles De
Brosses observó esta forma elemental de culto entre los pueblos primitivos de
África, comparándola con la religión de los antiguos egipcios. Se ha pensado
que el fetichismo evolucionó hacia el politeísmo, de donde se habría originado
el monoteísmo.
HENOTEISMO. Concepción religiosa referente a una
divinidad superior y otras inferiores a ella. Teoría difundida por el
historiador de las religiones Max Müller en su libro «Mitología Comparada» en
donde sostiene que la noción de Dios y las ideas religiosas se originaron en la
experiencia sensible del hombre primitivo al observar el horizonte por donde
diariamente se elevan y ocultan los astros –el sol, la luna, las estrellas-
siguiendo una secuencia invariable y obedeciendo a una ley superior, de donde nacieron
las nociones de Divinidad, Infinito, Ley y Voluntad Superior.
ANIMISMO. De ánima, espíritu. Creencia que todo en
la naturaleza está dotado y animado por almas o espíritus. Según el escritor
Edward Burnett Taylor en su obra «Cultura Primitiva», el animismo es la forma
más elemental de religión y que el hombre primitivo dedujo la existencia de los
espíritus a partir de experiencias interiores tales como sueños, visiones,
trances, éxtasis y finalmente la muerte; de allí concluyó en la existencia de
un elemento vital que se puede alejar temporal o definitivamente del cuerpo,
pasar a otra vida y posteriormente ser objeto de culto.
TOTEMISMO. De tótem, antepasado. El sociólogo
francés Emile Durkheim en «Las Formas Elementales de la Vida Religiosa» puso de
moda esta noción que posteriormente sería retomada por Sigmund Freud en «Tótem
y Tabú». El tótem puede ser un objeto, un animal o la representación del mismo,
con el cual se forman lazos de parentesco y que a su vez representa a otra
realidad o entidad sagrada a la cual se le rinde culto mediante ritos o
sacrificios. El totemismo prosperó especialmente entre los indígenas de América
del Norte.
POLITEISMO. Creencia y doctrina religiosa que admite
la pluralidad de dioses. La historia de los pueblos y civilizaciones de la
antigüedad está plagada de concepciones politeístas de los más diversos matices,
que fueron evolucionando, especialmente a partir del animismo, hasta las formas
más elaboradas del politeísmo griego y romano. En cierto sentido se pueden
incluir dentro de las religiones politeístas aquellas que admiten las
trinidades. Algunas religiones se consideran como monoteístas por su concepción
y creencia en un Dios único en el que, sin embargo, se distinguen tres personas
divinas en una sola y única esencia o tres aspectos o manifestaciones de una
sola entidad, como es el caso del Hinduismo.
PANTEISMO. El panteísmo es a la vez una concepción
del mundo y una doctrina filosófica según la cual el universo, la naturaleza y
Dios son equivalentes. Sistema, doctrina o creencia de los que identifican a
Dios con el mundo o con el universo. Según ellos, el mundo hace parte de Dios o
Dios es el ser resultante de la totalidad del universo. Dios no sería causa
sino efecto.
MONOTEISMO. Concepción y creencia en un Dios único.
La historia ha conocido diversas formas de monoteísmo. Desde el punto de vista
antropológico y sociológico el Judaísmo vendría a ser una especie de monoteísmo
antropomorfo - por haberse inclinado hacia una concepción de «Dios a imagen y
semejanza del hombre»-. El Catolicismo es un monoteísmo trinitario que, en sus
primeros tiempos, estuvo imbuido en la concepción del dios bíblico, el Dios de
Adán, Noé y
Moisés, igualmente antropomorfo. Algunos filósofos
de la religión han considerado que fue a este dios antropomorfo «creado a
imagen y semejanza del hombre» al que Federico Nietzsche declaró muerto cuando
gritó: «¡Dios ha muerto!» – «¿Dónde se ha ido Dios? Yo os lo voy a decir, les
gritó. Nosotros lo hemos matado, vosotros y yo. ¡Todos somos sus asesinos!».
MONOTEISMO JUDEO-CRISTIANO. Se ha establecido un
hilo conductor entre el Judaísmo, el Judeocristianismo y el Catolicismo en donde
prevalece la noción del Dios bíblico, el Dios de Moisés y de los profetas, el
Dios de la alianza, de la justicia y de la salvación del hombre. Posteriormente
el Maestro Jesús trajo al mundo una noción de Dios más elevada, sublime,
universal; Él nos trajo el Dios de Amor, el Dios benevolente y providente, el
Dios del perdón y la esperanza, de la piedad y de la auténtica caridad.
AUTORES CRISTIANOS
Es importante destacar que en la larga historia del
Cristianismo han sobresalido algunos pensadores –filósofos, santos, moralistas,
escritores- por su concepción elevada de Dios, entre los cuales podemos, por
ejemplo, señalar a San Agustín de Hipona (350 – 430), quien manifestaba que
Dios no era objeto de una percepción inmediata, pero que su existencia era tan
evidente que bastaba una adecuada y sincera reflexión para encontrarlo como el
centro de todas las cosas, como verdad y luz suprema, fuente del Ser, del Bien
y de la Bondad. Su denominada prueba noológica de la existencia de Dios ha sido
sintetizada así: «Detrás de lo imperfecto tocamos lo perfecto; detrás de lo
relativo, lo absoluto; detrás de lo humano, lo trascendente». También postulaba la presencia de Dios en lo
íntimo del hombre, diciendo: «Tu eres más íntimo a mí que mi misma intimidad»
(Confesiones III, 6). San Agustín se refirió a nuestra imposibilidad de
comprender la naturaleza de Dios expresando: «Debemos, en cuanto nos sea
posible, representarnos a Dios como bueno sin la categoría de la cualidad,
grande sin la categoría de la cantidad, creador sin necesidad, colocado por
encima de todo sin situación alguna, abarcándolo todo sin abarcar, omnipresente
sin ubicación, eterno sin tiempo, creador de todas las cosas mutables, sin
mutación de Sí, libre de toda afección y pasión» (De Trinitate, V, 1).
A su vez Juan de Fidanza - San Buenaventura- (1221
– 1274) afirmaba que podíamos conocer a Dios a través de sus indicios en la
naturaleza, que nos conducen hacia Él, pero lo conocemos y sentimos de una
manera más íntima, por vía iluminativa, a través de su imagen en nosotros: el
alma. Este conocimiento se lleva a través de tres etapas: encontrar a Dios en
los vestigios de la naturaleza; buscar Su imagen en nuestra alma; e introducirnos
en los goces místicos del conocimiento y de la adoración. (Itinerario de la
Mente Hacia Dios).
Finalmente podemos citar a Santo Tomás de Aquino
(1225 – 1274), figura central de la Escolástica, amigo personal de San
Buenaventura, quien expresaba que la existencia de Dios no era evidente por sí
misma («Parece que Dios no existe»), pero que había posibilidad y necesidad de
demostrarla a través de la razón («Respondo que puede probarse que Dios existe,
por cinco vías»). Tomás de Aquino reelaboró y mejoró las denominadas pruebas a
posteriori de la existencia de Dios, las famosas cinco vías: demostración por
el movimiento, por la causa eficiente, por la contingencia de los seres, por
los grados de perfección y demostración por la causa final.
DIOS EN LA DOCTRINA ESPÍRITA
La Doctrina Espírita nos ha traído una nueva imagen
de Dios más fresca y agradable, racional, universalista y libre de simbolismos
y dogmas, a partir del momento en que Allan Kardec preguntó a los Espíritus Superiores:
«¿Qué es Dios?», a lo que ellos respondieron con gran claridad y concisión:
«Dios es la Inteligencia Suprema, causa primera de todas las cosas». Los
primeros dieciséis ítems de «El Libro de Los Espíritus» –Libro I, Capítulo 1º. Dios:
Dios y el Infinito, Pruebas de la Existencia de Dios, Atributos de la
Divinidad, Panteísmo- están dedicados al tema de Dios, en donde encontramos los
esclarecimientos superiores de los espíritus, sabiamente complementados por los
comentarios del Codificador, en donde se menciona la naturaleza, la acción y
los atributos de Dios como creador, eterno, inmutable, inmaterial,
único, omnipotente, soberanamente
justo y bueno, y como agrega Kardec, infinito en sus perfecciones. Cuando
Kardec pregunta a los espíritus si puede el hombre comprender la naturaleza
íntima de Dios, ellos responden que «No, no puede; y este es uno de los
sentidos que le falta aún». Y sobre la posibilidad de que algún día pudiera el
hombre comprender el misterio de la Divinidad responden: «Cuando su espíritu no
esté ya ofuscado por la materia y cuando, por medio de la perfección se haya
aproximado a Ella, la verá y la comprenderá». A diferencia de aquellos caminos
tortuosos y oscuros que la idea de Dios tuvo que atravesar hasta nuestros días,
hemos encontrado en los libros que conforman la Codificación Kardeciana,
especialmente en «El Evangelio Según el Espiritismo» y «El Cielo y El Infierno
o La Justicia Divina» y en todo el Capítulo II del libro «La Génesis, Los
Milagros y las Profecías», una visión de Dios más completa, racional, consoladora, esperanzadora y sublime, que nos
libera definitivamente de todas aquellas concepciones dogmáticas y recargadas
del pasado, ayudándonos a seguir avanzando en ese camino, como una vez
diría San Buenaventura : «el itinerario
de la mente hacia Dios» , o como diría Tomás de Aquino, «el regreso del hombre
hacia Dios».
No hay comentarios:
Publicar un comentario