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domingo, 24 de diciembre de 2017

Ego, ¿Cuál es su finalidad?

Por Angélica Sanches


Durante mucho tiempo el ego, al parecer, ha sido identificado como uno de los mayores problemas en el desarrollo del yo “verdadero”, un obstáculo en el camino para una mayor concientización y comprensión espiritual. Se ha hablado de la necesidad de combatir el ego, reprimirlo e incluso, exterminarlo. Pero, ¿es eso cierto?

Esa es una de las preguntas que direccionan los pasos de la Psicología, generan asombro en los temas del desarrollo humano y agudizan muchas cuestiones, incluso las mías.

“Ego” es una palabra que se ha hecho popular y abarca un amplio temario. Hablar del trabajo de los grandes teóricos en el campo de la psique humana es tarea muy compleja, principalmente por su profundidad y por la reestructuración teórica que ha sufrido a lo largo del tiempo. De ese modo, mi propuesta no es profundizar en la teoría, sino, entender cómo funciona el Ego y proporcionar breves reflexiones sobre su influencia directa en la conducta del individuo durante su proceso evolutivo.


La psique y el Ego

Psique es una palabra ambigua que viene del griego psykhé. Se ha conocido como “aliento”, sinónimo de vida”, un concepto que definía el self (uno mismo). Asimismo, ha abarcado las ideas modernas del alma, ego-mente y espíritu (PSIQUE, 2017).

El Ego, según el diccionario de psicología, es el “núcleo de la personalidad de un individuo o principio de una organización dinámica que determina sus vivencias y acciones. Ejerce el control de las experiencias conscientes y regula las acciones entre la persona y el medio. A través del ego aprendemos sobre la realidad externa y orientamos el comportamiento a fin de evitar los estados dolorosos, las ansiedades, las puniciones…” (CABRAL y NICK 2006).

Los abordajes sobre el ego han sido analizados por diferentes concepciones desde la prehistoria, como el hombre conducido por el mito (concepciones míticas), pasando por la concepción racional, la romántica, hasta las perspectivas postmodernas que vivencian la fragmentación del YO.

El término “ego” (palabra latina “yo”) ha sido empleado en la Psicología durante el siglo XIX, inicialmente, por Freud. A partir de ahí, las líneas subsecuentes de la Psicología han ido creando diferentes nombres y maneras de estructurar la psique (integración entre las partes). Freud, el padre del Psicoanálisis, idealizó el id, ego y superego, según el cual el ego (yo) es el mediador. Carl Gustav Jung, de la Psicología Analítica, siguió con el abordaje de los “complejos, las máscaras, la sombra y el self”. Tanto la Psicología Humanista como la Transpersonal avanzaron con pasos largos, introduciendo los estudios sobre el “yo individual y el Yo Superior”.

Poco a poco el ego se ha ido desarrollando, transformándose en elemento básico para la supervivencia consciente del ser, gestionando los deseos y los compromisos, el placer y la realidad, firmándose en la psique y exteriorizándose en la personalidad donde mantiene su campo de desarrollo.

En el modelo constituido por Jung, el ego es el centro de la consciencia. Ocupa una pequeña parte responsable por organizar y vigilar la psique. Él filtra todo el material que entra en la consciencia. Es a través de esa selección y de la eliminación del material psíquico que mantenemos una calidad continua de coherencia que nos permite vivir el proceso de individualización de la personalidad.

En la visión transpersonal, también conocida como Cuarta Fuerza, el ego es una identidad parcial del individuo. Su papel es conducirlo a una relación profunda con la unidad fundamental y cósmica. Consciencia cósmica es aquella en la cual el ego se encuentra plenamente identificado con su realidad espiritual y divina. Esta fuerza invita al individuo a transcender el ego, descubriéndose en su realidad universal.

Cada teoría rescata diferentes definiciones de ego, principalmente diferenciaciones en el proceso de formación y desarrollo del ego. Sin embargo, todas ellas, de una manera u otra, dirán que el ego es una instancia psíquica, inmaterial y responsable por el proceso de adaptación en la vida.


Ego equilibrado no es lo mismo que Ego exterminado.

“Todas las estructuras de la psique son necesarias para llegar a su totalidad. El ego no debe ser destruido, lo que significa la desagregación de la psique, pero debe estructurarse para adquirir consciencia de su realidad no entrando en conflicto con el Self que lo direcciona, única manera de liberar la sombra.” (ANGELIS, 2016).


Joana de Angelis dice que el problema no es la existencia de un Ego, sino tenerlo mal estructurado, tener nuestra identidad fijada solamente en el Ego. De esa manera, el Ego se corrompe por el exceso de uno mismo y se enferma, preso a las apariencias, olvidándose de su esencia y su finalidad vital.

En la pregunta 913 del Libro de los Espíritus, los Espíritus Superiores dicen que encontramos en el Ego enfermo el origen de todos los males. Se considera que en francés, lengua original en que se ha escrito, “vicio” es sinónimo de defectos, inmoralidad y debilidad.

“-913. Entre los vicios ¿cuál se puede considerar radical?
Muchas veces lo dijimos: el egoísmo. De él procede todo el mal. Estudiad cada uno de los vicios y comprobaréis que en el fondo de todos ellos existe el egoísmo. En balde los combatiréis, pues no alcanzaréis a extirparlos en tanto no hayáis atacado el mal en su raíz, destruyendo su causa. Tiendan, pues, todos vuestros esfuerzos hacia ese objetivo, porque allí está la verdadera plaga de la sociedad humana. El que quiera acercarse, ya es esta vida, a la perfección moral, debe arrancar de su corazón todo sentimiento de egoísmo, porque éste es incompatible con la justicia, el amor y la caridad. Él neutraliza todas las demás cualidades.”


El Ego tiene su lugar

El Ego busca, normalmente, seguridad, confort y el control de las situaciones que se presentan. No obstante, como muchas situaciones de nuestra vida escapan a nuestro control cotidiano, aquellos que tienen un comportamiento inmaduro, cuyo Ego no está bien estructurado, se desesperan delante de las situaciones que la vida les trae. Suelen crear mecanismos de escape, como si pudieran huir de los problemas y desafíos existenciales, cuando en realidad, los están postergando o lo repetirán en otros contextos familiares, sociales o profesionales.

El Self necesita un Ego firme y estructurado para que éste pueda aparecer y para que pueda apoyar su parte Divina.

Un Ego firme sabe hacia dónde van a caminar las cosas. Sabe establecer objetivos, imponer límites y sabe decir “no” cuando es necesario. Sabe desarrollar una postura de autorreflexión, autocontrol y de adaptación al mundo exterior. Un Ego firme consigue mirar sus fracasos y decir “va bien, ¿ahora qué va a pasar?”

Estructurar el Ego de forma sana para que él pueda enfrentar los desafíos del día a día. De esa forma, él no necesita crear mecanismos de escape todo el tiempo, sino mecanismos de diferentes elaboraciones.

Como propone la misma bienhechora Joanna de Angelis, cuestionarnos a nosotros mismos frente a un desafío es una valiosa herramienta de evolución: ¿qué quiere decir este desafío? ¿qué aprendizaje  hay por detrás de este suceso?

Y por fin, gracias al coraje y valor de Sigmund Freud, rompiendo los tabúes de su época y a la contribución de los subsecuentes abordajes de la Psicología Junguiana, de la Tercera y Cuarta Fuerzas, es posible tener acceso a valiosas informaciones y herramientas que hoy podrán ser utilizadas por aquellos que intentan perfeccionarse con el fin de ser mejores personas en el mañana.

La gran contribución de esos estudiosos de la psique humana ha sido entender que no existe la posibilidad de anular un sentimiento u olvidarlo, con la falsa creencia de que todo está resuelto.

Según podemos damos cuenta, el Ego es solo una de las innúmeras percepciones y comprensiones de la realidad interna o externa. Aún así, no siempre logramos tener una visión más profunda que abarque la totalidad de la psique.

De modo que, el Ego no es el enemigo del hombre. El Ego es una estructura que nos ha sido suministrada para que, a través de la consciencia, podamos enfrentar nuestros desafíos. En cada reencarnación construimos una identidad y a través de estas construcciones y reconstrucciones sucesivas de diferentes contenidos del Ego, el Espíritu sigue su jornada de realización.

La paz no es la exención de los problemas y desafíos. La serenidad no es un mar de rosas, pero sí la construcción interna que nos hace ver la vida a través de otros lentes, desde otros ángulos, de forma más profunda, enfrentando todo lo que la vida nos trae a cada día, en los desafíos que se presentan.

Cuanto más sabemos tratar nuestra materia sombría, más aprendemos a tratar con los demás.

A partir de ahí sí que se puede evolucionar, en un nivel de respeto, amor y sin la dualidad de lo correcto e incorrecto, del bien y del mal.

Al fin y al cabo, si creemos en un Dios de Amor y de justicia, ¿puede todo eso ser solo parte de un plan de castigo? ¿o es parte de un proyecto mayor de la vida para nuestro perfeccionamiento,  desarrollo y crecimiento como un todo?

Una buena reflexión para hacerse…


Bibliografía:
CABRAL, Álvaro; NICK, Eva. Dicionário técnico de Psicologia. 14. ed. Sao Paulo: Cultrix, 2006.
KARDEC, Allan: O livro dos Espíritos. 181. Ed Araras: IDE 2006
FRANCO, Divaldo; ANGELIS, Joanna (Espírito): Refletindo sobre a Alma. Ed. Leal. 2016
PSIQUE. In: WIKIPÉDIA: a enciclopédia livre. Wikimedia, 2017. Disponível em: < https://pt.wikipedia.org/wiki/Psique#cite_note-1>. Acesso em: 12 out. 2017.


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