Buscar este blog

domingo, 4 de marzo de 2018

La cuna y el túmulo

¡Buenas tardes!

Ayer hemos compartido una maravillosa tarde de estudio sobre el Evangelio según el Espiritismo, con uno de los temas más delicados que podemos afrontar como seres humanos: Muertes prematuras.

El Capitulo V - Bienaventurados los afligidos, quizás sea el capítulo más largo del Evangelio según el Espiritismo, podría ser porque trata de temas de nos toca el alma desde el más profundo de la esencia. Trata de temas difíciles de entender sin la perspectiva de la vida inmortal, de la esperanza en el porvenir, del consuelo de las comunicaciones mediúmnicas, de amor infinito del Padre Creador hacía nosotros.

Desde hace unos meses venimos estudiando cada una de los temas de este capítulo, reflexionando respecto la necesidad de su entendimiento y como ponerlo en práctica en la existencia actual. En ningún momento nos habla los espíritus codificadores que seria tarea fácil, pero en todo momento nos esclarecen, nos encorajan a seguir adelante, nos orientan que nada es imposible, que la clave principal es desapegarse de las ideas materialistas e inmediatas.

Lo primero que nos viene a nuestro pensamiento cuando de la muerte prematura de un ser querido es que Dios es injusto, que se lleva a los más jóvenes antes de los mayores, a los buenos antes de los malos, etc. Aqui podemos detectar nuestra falta de perspectiva hacía el porvenir, la falta de fe, nuestra egoismo y juicio hacía las cosas que no comprendemos. Todos estamos susceptibles a este pensamiento, sea espíritas o no, los que creen el algo o no.



Pero, ¿cómo entender el por qué de esta pérdida? ¿Cómo vivir en ella?

Hay una gran diferencia entre entender y comprender. Ya hemos estudiado anteriormente que aún no podemos comprender todo lo que pasa en nuestra vida inmortal, simplemente por la falta de madurez debido a la nuestra niñez espiritual, pero tenemos aceptar este dolor de la perdida, esa separación momentánea entre los dos lados de la vida, con amor y respeto hacia uno mismo y al otro que se encuentra del otro lado.

Comprender que estar en la carne es la vez una dádiva para aprender y una cárcel para el espíritu, podría ayudarnos a aceptar el cambio de plano (muerte física) de manera más activa. Que el dolor pueda ser sustituido por la añoranza y doses de oración, beneficiando el ser que se encuentra del otro lado, y a nosotros con los dulces bálsamos del amor del Padre.

Tenemos total consciencia que no es tarea fácil pero tantos testimonios, ayer mismo en nuestra clase, de madres y padres que tuvieron de afrontar la pérdida de un hijo o de una hija prematuramente, nos consuelo, nos hace creer que si es posible, transformar el dolor en más amor, en los dos lados de la vida.

Los pequeninos que han partido hacia la vida espiritual están amparados, nos cumplido con su existencia en el momento, han podido depurar faltas y aprender más que nadie que es ser amado... el amor no tiene tamaño ni dosis, nunca se acaba, traspasará las fronteras del conocido y del desconocido, sin formulas o comprensión racional, simplemente viajan con el pensamiento a través del Fluido Cósmico Universal, hacia aquellos que lo esperan; y nosotros recibiremos en cambio el mismo amor o más si estamos conscientes y de brazos abiertos.

Tomamos con pinzas para decir que la muerte prematura es un designio divino pero el Evangelio de Jesús es el camino donde encontramos la preparación y el fortalecimiento para soportarla.

La cuna el túmulo son puertas de entrada y salida de la escuela de la vida física, en la caminata evolutiva rumbo a la felicidad definitiva del espíritu inmortal.


"Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados."


¡Os deseamos una maravillosa semana!


No hay comentarios:

Publicar un comentario