Religiosidad y
espiritualidad en el trastorno bipolar del humor
André Stroppa; Alexander
Moreira-Almeida
Introducción
La
religiosidad y la espiritualidad (R/E) son aspectos importantes en la vida de
la mayoría de las personas y en la cultura de la mayoría de los pueblos. Desde
la antigüedad, espiritualidad y salud estuvieron íntimamente relacionadas. En
occidente, los religiosos se ocuparon de los cuidados a las personas enfermas
desde la Edad Media hasta nuestros días. A finales del siglo XIX, la ciencia se
distanció de la religión, frente a la necesidad de cerrarse al conocimiento
autónomo.
En
los últimos veinte años, estudios sistematizados y bien dirigidos pasaron a
identificar una relación positiva entre R/E y salud. Los estudios sugieren que
R/E puedan tener un efecto protector sobre la salud y parecen influir en la
salud física y mental de varias maneras: a) por medio de reglas de convivencia
y reducción de comportamientos perjudiciales para la salud, como el abuso del
alcohol y drogas, comportamiento violento o sexual de riesgo; b) por medio del
uso de creencias religiosas como forma de lidiar con situaciones adversas, como
una enfermedad; c) por medio de la creación de una red de apoyo social.
La
Organización Mundial de la Salud (OMS) estima para la próxima década un aumento
considerable de la participación de los trastornos mentales entre las
principales causas de años de vida perdidos por muerte o incapacidad. El
trastorno bipolar del humor (TBH) estará entre las diez principales causas.
Objetivo
Revisar
la literatura científica respecto a la relación entre TBH y
religiosidad/espiritualidad.
Método
Las
palabras “bipolar”, “manía” y “manic” fueron cruzadas con las palabras
“religio*” y “espíritu*” en las bases PubMed y PsychINFO, en el mes de
noviembre de 2008. También fueron consultados los textos y referencias citadas
en Libro de bolsillo de Religión y Salud
(Koenig, 2001) y Libro de bolsillo de Religión
y Salud Mental (Koenig, 1998). Para la presente revisión fueron
seleccionados primero, los artículos que presentaban un diseño metodológico
adecuado y que investigaban directamente R/E y TBH.
Resultados
Fueron
encontrados 122 artículos publicados entre los años 1957 y 2008, visto que los
estudios realizados hasta la década de 1970, en su mayoría, ven en la
espiritualidad una evidencia de enfermedad mental. Predominan los relatos de casos derivados en
delirios de contenido místico, creencias y conversiones religiosas y los
estudios realizados a partir de la década de 1980 son más amplios, abarcando
otros aspectos de relación R/E y TB.
Los
estudios más relevantes fueron distribuidos por temas, ellos son: delirios
místicos, R/E, coping religioso y
espiritual (CRE), recursos comunitarios e intervenciones religiosas y
comunidades tradicionales.
Delirios místicos
Los
autores clásicos de la primera mitad del siglo XX señalaban la esquizofrenia y
la epilepsia como los trastornos mentales más frecuentemente relacionados con
sentimientos y síntomas religiosos. Emil Kraepelin, en 1929, llamó la atención
a la significativa aparición de síntomas religiosos entre pacientes bipolares.
En
un estudio transversal de 1966, Sedman y Hopkinson estudiaron a 12
pacientes, siendo siete esquizofrénicos y tres bipolares: evaluaron la aparición
de experiencias por influencia, alucinaciones, experiencias de conversión y
cambios de humor, acompañados por experiencias místicas y religiosas. Durante
el estudio, se dieron cambios de humor en los tres pacientes bipolares con
cuadros maníacos acompañados por experiencias místicas y religiosas. Cuatro de
los pacientes esquizofrénicos presentaron períodos de subidas y bajadas de
humor, visto que en tres de ellos tales fases de cambios de humor fueron
acompañadas también por experiencias místicas y religiosas.
Cothran
y Harvey, en un estudio transversal de 1986, compararon a 23
pacientes esquizofrénicos y 18 bipolares, sin embargo, no identificaron
diferencias en las características de los delirios. La incidencia de los
delirios de contenido místico en este estudio fue igual en ambos trastornos.
Brewerton,
en un estudio transversal de 1994, examinó a 50 pacientes entre maníacos,
esquizofrénicos, esquizofrénicos con alteraciones electroencefalográficas,
deprimidos bajo depresión psicótica y pacientes con síntomas psicóticos
secundarios por el uso de sustancias, siendo cada grupo representado por diez
pacientes. Los delirios religiosos fueron encontrados en todos los trastornos,
con predominio en pacientes maníacos, seguidos por pacientes con psicosis
secundarias por el uso de sustancias psicoactivas y esquizofrénicas con
alteraciones electroencefalográficas.
En
un estudio transversal de 1999, Appelbaum et
al. al entrevistar a 1.136 pacientes extremos internados,
encontraron 328 pacientes delirantes: de 93 pacientes con delirios religiosos,
el 35,5% tenían diagnóstico de esquizofrenia, el 32,9% trastorno bipolar y el
14,3% trastorno depresivo.
Getz
et al., en un estudio transversal
de 2001, estudiaron la influencia de la actividad religiosa sobre la intensidad
de los delirios místicos en pacientes cristianos con psicosis. Examinaron a
católicos, protestantes y pacientes sin afiliación religiosa y encontraron que
los pacientes protestantes experimentaban más delirios que los demás, aunque no
habían ocurrido diferencias en la intensidad de estos. Sin embargo, cuando los
grupos fueron recombinados, los pacientes más religiosamente activos
experimentaron delirios místicos más intensos.
Hempel
et al., en un estudio
transversal de 2002, examinaron a 148 pacientes de una institución penal, 18 de
ellos glosolálicos. Según los autores, todos los pacientes glosolálicos eran
portadores de trastornos de espectro bipolar, con delirios religiosos o
sexuales e hiper-religiosidad.
Algunos
autores atribuyen a pacientes bipolares la mayor frecuencia de delirios
religiosos y místicos, otros destacan igual prevalencia entre bipolares y
esquizofrénicos. Koenig3, sin embargo, señala una diferencia
cualitativa entre los delirios de uno y de otro: los pacientes bipolares
presentan delirios religiosos con intensificación de sus creencias normales y
los pacientes esquizofrénicos tienen delirios místicos autistas y extraños.
Religiosidad y
espiritualidad
La
R/E entre personas portadoras de trastornos mentales ha suscitado poco interés
todavía entre los investigadores y médicos. Una de las más importantes obras
dedicadas al TBH, en su segunda y reciente edición, hace una brevísima
referencia a la relación entre TBH y R/E. Los autores resaltan que el posible
efecto protector de creencias y prácticas religiosas no ha sido estudiado en
individuos con TBH12.
En
1969, en los Estados Unidos, Gallemor et
al. realizaron un estudio transversal involucrando a 62
pacientes bipolares y 40 sujetos de control de la misma edad y sin antecedentes
de trastornos mentales. Se realizó una entrevista estructurada abarcando
cuestiones relativas a la denominación religiosa, la educación religiosa, el interés
y la vida religiosa, además de la postura familiar. Fueron observados períodos
de duda y agnosticismo entre los entrevistados. Los datos para ambos grupos
fueron comparados demostrando una mayor frecuencia de casos de conversión y
experiencias de salvación entre los pacientes bipolares, tanto encontrándose bien
como en el período crítico de la enfermedad.
De
modo semejante Koenig observó entre pacientes bipolares una mayor
incidencia de experiencias místicas en sus vidas religiosas, lo que podría
estar relacionado con el incremento de la afectividad.
Un
estudio transversal de 2003, realizado por Mitchel y Romans en
Nueva Zelanda, involucró a 147 pacientes bipolares. A estos pacientes se les
envió un cuestionario de creencias religiosas, espirituales, filosóficas y
prácticas religiosas. Recibieron 81 (55%) respuestas completas. La identidad
étnica predominante era de origen europeo (73,9%), seis (7%) eran de la etnia maorí
y cinco (6%) de otros grupos étnicos. La mayoría (94%) indicó algún tipo de
conocimiento religioso, espiritual o filosófico respecto al mundo y comentó el
uso de sus creencias para lidiar con su enfermedad, el 45% dijeron ser
cristianos de varias denominaciones. En cuanto a la práctica religiosa, los
evangélicos fueron los más involucrados que los denominados tradicionales y
liberales. Aquellos que no estuvieron bien en los últimos cinco años referían
una mayor implicación religiosa, pero sus creencias no los ayudaron a lidiar
con la enfermedad. No fueron observadas diferencias entre edades y géneros. Se
encontró una relación significativa e inversa entre la intensidad de la
creencia y el cumplimiento de las prescripciones médicas, aquellos con mayores
creencias eran peores cumplidores de las prescripciones médicas. Dieciséis
pacientes (20%) explicitaron una reducción de su fe con el surgimiento de la
enfermedad.
Dantas
et al., en un estudio
retrospectivo realizado en 1999 en Brasil, investigaron el papel de las
creencias y prácticas religiosas sobre la enfermedad mental. El trabajo aportó
datos socioculturales y síntomas psicopatológicos asociados a la presencia y la
intensidad de síntomas con contenidos religiosos. Para ello, revisaron
doscientas interacciones consecutivas realizadas en el hospital universitario.
La media de edad de los pacientes fue de 34,4 ±
13,7 años, con un 46% de hombres (n = 92) y las denominaciones religiosas se
distribuyeron entre católicos, 59,5% (n = 119), protestantes, 20,5% (n = 41) y
otros, 20,0% (n = 40). En cuanto al diagnóstico psiquiátrico: esquizofrenia,
28,0% (n = 56), depresión, 24,0% (n = 48), manía, 19,0% (n = 38), neurosis y
trastornos de la personalidad, 9,5% (n = 19) y otros, 19,5% (n = 39). No hubo
diferencia estadísticamente significativa entre los grupos religiosos en cuanto
al diagnóstico y la puntación media en la escala Brief Psychiatric Rating Scale (BPRS). Los síntomas religiosos
estuvieron presentes en 28 pacientes (15,7%), en su mayoría con síntomas de
espectro maníaco, mostrando significativa correlación entre síntomas y estados
maníacos y experiencias místicas.
Kirov
et al., en un estudio
transversal de 1998 en Inglaterra, investigaron en 49 pacientes (33
esquizofrénicos y 16 bipolares) cómo la enfermedad psicótica influenció su fe
religiosa y cuántas creencias y prácticas religiosas fueron usadas como coping. La muestra tuvo una importante
participación afro-caribeña y altos niveles de actividad religiosa. De los 49
individuos, 34 se declararon religiosos y 15 no religiosos. La mayoría de los
que dijeron ser religiosos comentaron haber usado su religión como coping (61,2%) y fue observado un
aumento de creencias religiosas en 12 individuos y una disminución en 2,
después de la enfermedad. Tres variables estuvieron relacionadas de manera
significativa con la mayor frecuencia de coping:
ser mujer, no blanca y tener TBH. En consonancia con los autores, los pacientes
con mayor frecuencia de coping
presentaron mejor visión propia de su enfermedad, resultando en una mayor
adhesión al tratamiento medicamentoso. La experiencia de la enfermedad mental
contribuyó al incremento de las creencias religiosas en este estudio.
Soeiro
et al. publicaron en
2008, en Brasil, un estudio transversal que investigó la relación entre la
prevalencia de trastornos mentales, denominación religiosa y religiosidad. Acreditaron
253 pacientes de un hospital general aplicando un cuestionario sociodemográfico
y un instrumento para el diagnóstico de trastornos mentales (MINI-plus): en
cuanto al grado de religiosidad referido, 116 (43,2%) personas dijeron ser muy religiosas,
129 (46,9%), religiosas, 27 (9,8%), poco religiosas y 3 (1,1%), no religiosas.
La intensidad de involucración religiosa estuvo moderadamente asociada con la
mayor aparición de trastornos mentales, sobre todo con el trastorno bipolar.
Los pacientes no religiosos y muy religiosos estuvieron relacionados con una
mayor enfermedad mental cuando fueron comparados con personas religiosas.
Varios
autores señalan una menor aparición de síntomas religiosos y místicos en los
cuadros depresivos, con una relación inversa entre síntomas religiosos y
depresivos. Frecuentemente, creencias y prácticas religiosas se relacionan con
menores índices de síntomas depresivos. Los síntomas psicóticos en cuadros
depresivos pueden tener un efecto difuso sobre las creencias religiosas de las
personas. Predominan los delirios de culpa, infravaloración y decaimiento,
pudiendo tomar un significado religioso para el paciente. Las personas
deprimidas tienen una menor frecuencia de experiencias religiosas y menor
creencia en Dios, con mayores sentimientos de culpa por la falta de fe o la
pérdida de la misma.
Los
estudios evidencian la especial importancia de los aspectos religiosos y
místicos en la vida de los pacientes bipolares, por la mayor frecuencia con que
usan sus creencias religiosas para lidiar con situaciones de estrés y con su
dolencia. Gallemore et al.5
señalaron diferencias entre ciertos aspectos de la R/E en pacientes bipolares y
controles normales, con mayor frecuencia de experiencias de conversión y
salvación. Koenig señaló la mayor incidencia de síntomas místicos y
lo atribuyó a las peculiaridades afectivas de la enfermedad. Dantas et al. encontraron una
relación significativa entre síntomas maniáticos y síntomas místicos. Kirov et al. encontraron entre
las mujeres no blancas y portadoras de TBH la mayor frecuencia de uso de coping religioso y espiritual en su
estudio. Soeiro et al. señalaron el TBH como el trastorno mental más frecuente asociado a la
intensidad de la implicación religiosa. En suma, queda verificado por la
literatura disponible la significativa relación del TBH con las más frecuentes
experiencias religiosas y espirituales, así como mayor influencia de RE en sus
vidas.
Coping
religioso y espiritual
Coping puede significar lidiar, manejar, adaptarse o enfrentar.
Se trata de un proceso de interacción entre el individuo y el ambiente, con la
función de reducir o soportar una situación estresante que exceda los recursos
del individuo. Coping religioso y
espiritual (CRE) es el modo en cómo las personas utilizan su fe en situaciones
de estrés y dificultad en sus vidas.
Reger
y Rogers, en 2002 en los Estados Unidos, estudiaron CRE entre
personas con trastornos mentales crónicos. El estudio investigó el número de
estrategias usadas, el tiempo de uso y la percepción de haber sido ayudado.
Participaron en el estudio 415 personas con trastornos mentales persistentes,
siendo 149 (36%) esquizofrénicos, 80 (19%) depresivos, 69 (17%)
esquizoafectivos, 58 (14%) bipolares y 59 (14%) con otros trastornos
psicóticos, del humor y ansiedad. Los resultados señalaron alta prevalencia e
importancia del uso de CRE en la muestra. Para los autores el CRE fue más
evidente, duradero y variado en pacientes esquizofrénicos, esquizoafectivos y
bipolares. Estos pacientes usaron el CRE por más tiempo y percibieron más
beneficios al lidiar con frustraciones y dificultades diarias.
Phillips
y Stein, en 2007 en los Estados Unidos, investigaron el CRE y su
relación con las variables demográficas y religiosas en un estudio
longitudinal, con un grupo de control de estudiantes universitarios y duración
de un año. Fueron estudiados 48 adultos jóvenes esquizofrénicos y bipolares.
Utilizaron tres subescalas de RCOPE (Pargament et al., 2000): una de CRE positivo y dos de CRE negativo. Aquellas
con trastorno mental grave usaron las mismas formas de CRE que los jóvenes del
grupo de control. Fue entonces estadísticamente significativo el uso de CRE
negativo entre los individuos con trastorno mental grave en el momento inicial
del estudio. Los autores llaman la atención al hecho de que personas con
trastorno mental grave usan formas de CRE positivas y negativas, aunque las
formas negativas merecen atención por traer un prejuicio significativo para los
pacientes.
Pollack
et al., en un estudio
transversal de 2000 en los Estados Unidos, compararon a 80 individuos blancos y
42 negros bipolares hospitalizados y encontraron, entre los pacientes negros,
mejores recursos internos cognitivos, emocionales y espirituales. El
enfrentamiento más frecuente a situaciones adversas, una visión más positiva de
los problemas y una mayor preocupación religiosa durante la educación, fueron
señalados por los autores, como aprendizajes que persistieron en la vida
adulta.
En
pacientes bipolares el CRE es frecuentemente utilizado, muchas veces benéfico y
variado. Son utilizadas estrategias de coping
positivas que resultan en bien estar, confianza y calma. Pero también negativas
que implican culpa, miedo y autodesvalorización, sentimientos desaventajados
para la salud psíquica. Las actividades psicoeducacionales pueden orientar
estrategias de CRE con importante beneficio para pacientes religiosos.
Recursos
comunitarios e intervenciones religiosas
Un
importante salto de calidad en el tratamiento del TBH se dio con el uso de las
sales de litio y otros estabilizadores del humor. Sin embargo, aún son
frecuentes las recaídas. Varios autores han demostrado la importancia de la
asociación del tratamiento farmacológico con abordajes psicosociales.
Pollack
et al. llaman la
atención a la relevancia en cuestiones como la adhesión al tratamiento y
estresantes capaces de precipitar nuevos episodios. Han sido relacionados
varios factores con una mayor aparición de TBH: soporte social inadecuado,
desajuste en actividades sociales y de ocio, mala calidad de las relaciones
interpersonales, principalmente familiares.
Chakrabarti
et al., en 1992, en la
India, estudiaron a 90 pacientes portadores de trastornos del humor y
observaron que la sobrecarga referida por familiares de pacientes bipolares,
era mayor que la referida por familiares de pacientes depresivos. Esta mayor
sobrecarga era atribuida a los reflejos sociales causados por la aparición de
manías. El número de episodios maniáticos, la duración de la enfermedad, la
severidad y la disfunción de las fases fueron determinantes de la mayor
sobrecarga.
Stueve
et al., en 1997, en los
Estados Unidos, investigaron la sobrecarga percibida por los cuidadores negros,
blancos y latinos de pacientes bipolares. Los negros tendieron a referir menor
sobrecarga que los blancos y latinos. Entre ambas causas señaladas, estaba el
mayor desarrollo religioso identificado entre los negros, lo que funcionaba
como un importante recurso de coping
y red de apoyo social y emocional.
Phillips
et al., en un estudio abierto y no
controlado de 2002, en los Estados Unidos, utilizando recursos religiosos,
métodos de coping y técnicas de
grupo, desarrollaron un programa de tratamiento dirigido a personas con
trastornos mentales graves. Fue seleccionado un grupo de diez pacientes, todos
blancos, la mayoría del sexo femenino, portadores de varios trastornos
mentales. El programa de tratamiento fue constituido por siete encuentros
semanales de 90 minutos de duración cada uno y en formato psicoeducacional.
Fueron abordadas cuestiones relacionadas con conflictos espirituales, recursos
religiosos y su influencia sobre la enfermedad. Los participantes refirieron
una mayor comprensión de sus sentimientos, de sus preocupaciones espirituales y
relaciones interpersonales.
La
preocupación con el desarrollo de estrategias psicosociales gana cada vez mayor
importancia para quien trabaja y a quien investiga sobre TBH. La calidad del
soporte social, de las actividades sociales y de las relaciones interpersonales
ha sido relacionada con una menor aparición de la enfermedad. Es probable que
R/E hagan diferencias entre pacientes bipolares al proporcionar, con
frecuencia, soporte social y relaciones interpersonales de buena calidad.
Comunidades
tradicionales
Las
comunidades tradicionales, con frecuencia, relacionan trastornos mentales con
causas espirituales. Sus creencias acerca de la salud y la enfermedad no son
substituidas por conceptos médicos, lo que debe ser considerado en la
administración del tratamiento. En un estudio en Nueva Zelanda sobre
religiosidad y coping, las personas
de la etnia maorí, refirieron conflictos entre su comprensión de la enfermedad
y el modelo médico occidental, con prejuicios en el cumplimiento del
tratamiento.
Raguram
et al., en un estudio
abierto y no controlado en 2002 e la India, describieron el tratamiento de 31
personas con trastornos psicóticos graves, de entre los cuales, tres pacientes
eran bipolares. Los pacientes fueron tratados en un templo hindú durante seis
semanas, sin el uso de terapias biológicas. Los autores observaron una
reducción del 20% en las puntuaciones de los síntomas psiquiátricos medidos por
la escala BPRS.
Egeland
et al., en un estudio
abierto y no controlado realizado en 1983 en los Estados Unidos, revisaron
algunos de los factores culturales más comunes y relevantes para el diagnóstico
del TBH entre los Old Order Amish (amish). Los amish forman una comunidad religiosa cristiana bastante tradicional
en sus usos y costumbres. Un médico no familiarizado con la cultura puede tener
dificultad para identificar una fase maniática. También la temática religiosa
de una persona de otra cultura puede ser fácilmente tomada por experiencia
psicótica. El diagnóstico de esquizofrenia en pacientes bipolares amish fue recurrente por largo tiempo,
en razón del desconocimiento o desvalorización de las diferencias culturales.
Muchos
pacientes bipolares relataron conflictos significativos entre médicos y
consejeros religiosos sobre cómo entender y lidiar con su enfermedad. Es
frecuente que psiquiatras, psicólogos y otros profesionales de salud mental
ignoren o critiquen las creencias religiosas de sus pacientes. También es
frecuente que los líderes religiosos tengan reservas en relación a los
tratamientos de salud mental. Sin embargo, los pacientes psiquiátricos dan una
gran importancia a sus creencias y atribuyen a ellas un papel importante para
lidiar con su enfermedad. Varios autores han identificado problemas para
pacientes que han sido un modelo de enfermedad muy diferente de sus médicos,
resultando en peor adhesión al tratamiento. Los resultados sugieren ser esta un
área que merece esfuerzos en el sentido de reducir las incertidumbres existentes.
Las
comunidades tradicionales llaman la atención a la diversidad cultural y los
paradigmas diferentes de enfermedad. Los maoríes tuvieron menor adhesión al
tratamiento en razón de su comprensión de la enfermedad, muy diferente del
modelo médico occidental. Los amish
fueron diagnosticados erróneamente durante décadas en razón de las diferencias
culturales no consideradas.
Discusión
Manía
y depresión son dos momentos de un mismo trastorno mental, y los síntomas
psicóticos son una evidencia de la gravedad de esos momentos (fases). En esta
revisión, la literatura trató frecuentemente el TBH como parte de los
trastornos psicóticos y escasamente lo relacionó con la depresión.
A
pesar de la importante prevalencia y gravedad del TBH, su relación con R/E aún
es poco conocida. Los estudios obtenidos apuntan a una mayor aparición de la
conversión religiosa y experiencias de salvación entre pacientes bipolares que
entre pacientes con otros trastornos mentales, además de una mayor frecuencia
de delirios de contenido místico durante la vigencia de la manía.
Los
pacientes bipolares están entre aquellos que con mayor frecuencia utilizan CRE,
pero no se sabe si predominan CRE positivo o negativo. Todavía se conoce poco
sobre las estrategias de CRE usadas por estos pacientes y cómo lidiar con su
R/E en su beneficio-
No
se sabe si R/E y CRE podrían influenciar la adhesión al tratamiento y reducir
la aparición de fases de la enfermedad o la necesidad de internación
hospitalaria en una realidad socioeconómica, cultural y religiosa como la
latinoamericana. No se encontró en la literatura ningún estudio comparado R/E y
CRE en pacientes bipolares maníacos, eutímicos o depresivos, lo que deja en
abierto muchas cuestiones relacionadas con la enfermedad y la religiosidad en
el TBH.
Frente
a la frecuencia con que los pacientes bipolares se llaman religiosos, las
estrategias de tratamiento psicosocial de contenido espiritual pueden
constituirse en una forma de ayuda y dar calidad al tratamiento farmacológico.
Los
estudios acerca de comunidades tradicionales y grupos étnicos abordan
conflictos de paradigmas de enfermedad entre pacientes y profesionales de la
salud. Estas investigaciones apuntan a la repercusión negativa de este
conflicto sobre el tratamiento, pero también apuntan a la posibilidad de
conciliación de estrategias de tratamiento asociadas al respeto por las
creencias y cultura locales. Los beneficios de una asociación entre los
recursos de la medicina convencional y otras tradiciones deben ser consideradas
en nombre del bienestar de muchas personas con creencias religiosas y
espirituales.
Para
algunos autores, los delirios místicos son más asiduamente encontrados entre
bipolares y esquizofrénicos. Sin embargo, existe en la literatura de gran parte
del siglo XX un factor que dificulta el diagnóstico diferencial entre
esquizofrenia y TBH, al infravalorar el diagnóstico del TBH durante muchas
décadas. A medida en que el TBH está siendo identificado más frecuentemente,
también su relación con R/E se ha vuelto más clara.
En
esta revisión hay tres estudios que indican igual aparición de delirios
místicos y religiosos entre pacientes bipolares y esquizofrénicos. Otros cinco
estudios señalan la coincidencia entre síntomas maníacos y mayor aparición de
síntomas místicos. El estudio de Sedman y Hopkinson apunta hacia una frecuente coincidencia entre la aparición de delirios místicos
y alteraciones del humor. A pesar de la pequeña muestra, los tres pacientes diagnosticados
como bipolares y tres de los cuatro pacientes diagnosticados como
esquizofrénicos, presentan delirios místicos durante el período de exaltación
del humor. Esta misma correlación entre delirios y síntomas maníacos fue
señalada por Dantas et al.
Koenig defiende, en una reciente revisión, que los delirios religiosos existen en un continuum entre creencias normales y
fantásticas. Su mayor aparición estaría ligada a factores como el diagnóstico,
gravedad del trastorno mental e intensidad de la implicación religiosa del
individuo.
Conclusión
Existen
evidencias de una mayor preocupación e implicación religiosa y espiritual entre
pacientes bipolares, también es más frecuente el uso de CRE que en otros
trastornos mentales. Por esta razón, el número de estudios sobre prácticas
religiosas saludables y recursos de CRE, merece ser ampliado así como su
relación con la adhesión al tratamiento y las apariciones del trastorno.
Estudios
longitudinales con pacientes bipolares examinados en sus fases de manía,
eutimia y depresión podrán esclarecer aspectos todavía oscuros de la R/E en el
TBH.
Las
estrategias psicoeducacionales y psicoterapéuticas que aborden cuestiones
espirituales, se pueden constituir en un importante instrumento en el
tratamiento de personas con TBH. Es importante conocer técnicas de
psicoeducación de base espiritual usadas con éxito en otras culturas y
desarrollar técnicas aplicables a una realidad afro-latino-americana como la
brasileña, rica en sus manifestaciones religiosas y en el papel en que R/E
ejercen en la vida de las personas y de sus comunidades.
Versión impresa ISSN 0101-6083 / Versión On-line ISSN 1806-938X
Revista clínica psiquiátrica, vol. 36, nº 5, São Paulo 2009
REVISIÓN DE LITERATURA
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