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lunes, 23 de diciembre de 2019

Las larvas mentales y la importancia de orar y vigilar


Por Dr. Marcelo Cury



Recientemente, en nuestro grupo de estudios de la AME-MS, estudiando las obras de André Luiz, nos ha llamado la atención el análisis de “formas pensamientos” y sus aspectos negativos, las llamadas “larvas mentales”, y la posibilidad terapéutica que este conocimiento nos puede traer.

André Luiz, en sus excursiones de aprendizaje por la costra terrestre, en compañía de sus instructores, muchas veces se ha sorprendido al observar aquello que él describe como corpúsculos negros con movilidad, fieras microscópicas, seres oscuros, bacilos psíquicos, entre otras denominaciones que utiliza para referirse a estas manifestaciones.

La primera descripción aparece en el capítulo treintaitrés del libro Nuestro Hogar, con la presencia de animales como parte de un grupo de socorristas, los Samaritanos, como una caravana de rescate en las regiones del umbral. Entre perros y mulas, se destaca la presencia de aves llamadas "ibis viajeras", que son responsables de devorar las "formas mentales odiosas y perversas" presentes en la atmósfera.

Más tarde, en Los Mensajeros, André avista sobre las vías públicas de Rio de Janeiro, “nubes de sombras y grandes núcleos parduzcos o completamente oscuros”. Aniceto, su mentor, aclara: “Son zonas de materia mental inferior, materia que es expelida incesantemente por cierta clase de personas”. Y además, dice que tal materia mental, una vez expelida, pasa a tener vida propia, afectando a los hombres que tienen afinidad con tales vibraciones.

En el capítulo dieciocho de la misma obra, el trabajador Alfredo se refiere al tema, diciendo: “Reducido número de hombres y mujeres continúa cultivando la espiritualidad superior. Es natural, por lo tanto, que se intensifiquen a lo largo de la costra, espesas nubes de residuos mentales de los encarnados que no están vigilantes, multiplicando las tormentas destruidoras.

Sin embargo, es en su tercer libro, Misioneros de la Luz, donde podemos encontrar más detalles sobre tales observaciones. En el capítulo tres, titulado Desarrollo Mediúmnico, André Luiz describe la condición de tres médiums afectados por larvas mentales creadas por ellos mismos, debido a la desviación del pensamiento y de la conducta moral. El primer caso, trata de un joven que presenta un comportamiento sexual degradante. El autor observa aluviones de corpúsculos negros invadiendo sus órganos sexuales, destruyendo y alimentándose de sus células reproductivas. El segundo, envuelto por la adicción al alcohol, albergaba a lo largo de las venas del hígado “pequeñitas figuras espeluznantes” que luchaban con los elementos sanguíneos y “larvas destruidoras” que exterminaban sus células hepáticas. El último caso, describe una señora aficionada a la glotonería. André describe en su sistema digestivo, corpúsculos semejantes a feroces babosas que se agrupaban en grandes colonias y atacaban los jugos nutritivos de su tracto intestinal.

El autor aclara además, de qué manera somos responsables por tales creaciones: “La cólera, la intemperancia, los desvaríos sexuales, las adicciones de todo tipo forman creaciones inferiores que afectan profundamente la vida íntima. Casi siempre, el cuerpo enfermo denota una mente enferma.

“Las acciones producen efectos, los sentimientos generan creaciones, los pensamientos dan origen a formas y consecuencias de infinitas expresiones.
Debido a que cada Espíritu representa un universo en sí, cada uno de nosotros es responsable por la emisión de las fuerzas que liberamos en las corrientes de la vida. La ira, la desesperación, el odio y el vicio, proporcional el terreno para gérmenes psíquicos peligrosos en la esfera del alma. Tal como ocurre en el campo de las dolencias del cuerpo, el contagio aquí es un hecho consumado, a partir del momento que la imprudencia o la necesidad de pelea establezca un ambiente propicio entre compañeros del mismo nivel”.
En el capítulo doce del libro Obreros de la Vida Eterna, una joven colaboradora de la Casa Transitoria Fabiano de Cristo, llamada Irene, explica: “…los pensamientos ejercen un contagio poderoso…”.
Finalmente, André Luiz agrega que las desviaciones morales, responsables de la creación de estos corpúsculos inferiores, hace que los encarnados atraigan a compañeros desencarnados afines a sus conductas inapropiadas y éstos se alimentan de las energías vitales presentes en esas larvas, dando origen a dolorosos cuadros de obsesión.
Para comprender mejor la influencia del pensamiento en el mecanismo de la vida, es necesario entender que éste es una manifestación de los sentimientos y emociones del espíritu. Partiendo del principio de que la trinidad universal está compuesta de Dios, Espíritu y Materia, y el pensamiento no puede ser el mismo Dios o el Espíritu, el pensamiento tiene que ser Materia. Materia mental. Pero una materia aún imponderable para nuestros sentidos y para la tecnología actual. O si prefieren, la energía mental, pues Einstein ya ha demostrado que lo que diferencia la energía de la materia es solo su velocidad de vibración.
De modo que, el pensamiento se asemeja a una energía electromagnética que después de emitirse, impregna el ambiente y la psicosfera o aura del emisor. Esta energía o forma mental será atraída o repelida hacia aquél que se identifique con su sintonía vibratoria.
En el capítulo ocho del libro Pensamiento y Vida, el bienhechor Emmanuel destaca: “…también en la vida ordinaria, el alma resuena con las corrientes mentales en las que respiran las almas que se asemejan a ella. Asimilamos los pensamiento de aquellos que piensan igual que nosotros. Pues sintiendo, mentalizando, hablando o actuando, nos ponemos en sintonía con las emociones e ideas de todas las personas, encarnadas o desencarnadas, de nuestro nivel de simpatía. En todo momento estamos atrayendo o repeliendo recursos mentales que se suman a los nuestros, fortificándonos para bien o para mal, según la dirección que elijamos”.
Las formas mentales que producimos no son, necesariamente, nocivas. Pueden ser muy beneficiosas según el sentimiento o acción que las generó. Los sentimientos elevados, los patrones morales correctos y las actitudes de amor y caridad emiten energías constructivas, como cuando hacemos una oración sincera.
De ahí la importancia de Orar y Vigilar. Somos los responsables de las corrientes mentales que creamos y con las cuales nos asociamos. Somos creadores de enfermedades o curaciones, según con qué sintonicemos. Las formas mentales inferiores o larvas, en un primer momento, producen trastornos en el cuerpo periespiritual y más tarde se manifiestan en el cuerpo físico, causando lo que llamamos enfermedades.
Curiosamente, André Luiz nos informa que gran parte de las emisiones mentales inferiores generadas por la humanidad diariamente, se desintegran a través de la luz solar, y que la oración es uno de los mejores remedios contra estas emisiones. Sin embargo, no sirve de nada eliminarlas en un instante para luego volver a producirlas. El remedio, en tal caso, es una reforma íntima sincera y duradera, el equilibrio de actuar y pensar correctamente y el cultivo de las buenas obras. Dejemos las puertas y las ventanas de nuestras casas abiertas diariamente a la luz solar y nuestros corazones abiertos a la luz divina para iluminar nuestros sentimientos y pensamientos. De esa manera, hagamos nuestra parte, emitiendo y recibiendo la energía más pura del Universo, que es el Amor.
A través de esta información, podemos comprender que la energía electromagnética mental es parte de la materia y está sujeta a nuestra interferencia. Puede que la mayoría de nosotros no controle los impulsos más profundos generados en nuestro ser esencial, pero ya somos capaces de elegir el rumbo de nuestros pensamientos. Podemos elegir la dirección que daremos a estos pensamientos, podemos direccionarlos para el bien, podemos elegir conversaciones saludables y programas de televisión o mensajes de Internet que alimentarán nuestras formas de pensamiento positivas. Podemos, incluso, evitar el contagio con pensamientos tóxicos que nos envuelven y evitarlos.
Debemos recordar que el proceso de la enfermedad del cuerpo físico a menudo puede estar asociado a las larvas mentales y en un futuro cercano, podremos intervenir erradicando físicamente este tipo de materia. Las futuras terapias deben incluir la eliminación de larvas mentales y el tratamiento de la obsesión en gran parte de los pacientes portadores de dolencias físicas. De momento, podemos prestar atención a la calidad y el enfoque de nuestros pensamientos, educar la mente, participar de conferencias educativas, además de la terapia espírita, pases y agua fluidificada. Con tales medidas, podremos prevenir los trastornos del cuerpo físico y del alma. 

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