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lunes, 29 de marzo de 2021

Visión Espírita. Año 12 | nº 47 | Primavera

Visión Espírita nº47


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Energía sexual, amor y Doctrina Espírita

Janaina de Oliveira


La energía sexual es potencia creativa del alma. Ella nos impulsa a la producción, nos da la capacidad transformadora de la realidad intima, mental, y también de la realidad exterior, material. En “Vida y Sexo”, nos habla Emmanuel, a través de la mediumnidad de Chico Xavier, de la energía sexual como un recurso de la ley de atracción. Según Emmanuel, esta energía genera cargas magnéticas en todos los seres y está revestida de potencialidades creativas. La energía sexual nos convierte en seres gregarios, dotándonos del deseo de establecer vínculos, buscar la compañía de otros seres y pertenecer a grupos sociales. 

Todo cuanto necesita la materia para expresarse goza de energía sexual para poseer forma, para ser completo y existir en el mundo. De la energía sexual proviene la capacidad y la pulsión de unión. La energía sexual se manifiesta a través de la cohesión que atrae y mantiene unidos los elementos de la materia. En los seres en proceso de individuación, es decir, que ya han alcanzado mayor discernimiento y por ello experimentan las consecuencias felices e infelices del uso que hacen de su libre albedrío, la energía sexual empieza a estar sometida a valores morales que aseguran su empleo digno. A medida que evoluciona, el ser que busca la plena conciencia de su individualidad hace progresivamente un uso más amoroso de la energía sexual que le anima. 

En el Evangelio según el espiritismo aprendemos que el sentimiento de amor se alcanza a través de un proceso evolutivo que uno intuye que ser bastante largo. Nos dice el espíritu que se identifica como Lázaro, en el capítulo XI, que en su origen el ser experimenta sensaciones y que éstas, a través de la instrucción y la purificación, llegan a ser sentimientos. El amor, nos dice Lázaro, es el punto exquisito del sentimiento; un sol interior que condensa y reúne en su ardiente foco todas las aspiraciones y todas las revelaciones sobrehumanas. 

En el nivel evolutivo medio en el que nos encontramos en el planeta Tierra, todavía no hacemos un uso amoroso de la energía sexual. En el libro “Sexo y Destino”, Emmanuel, en plegaria, afirma que la Doctrina Espírita nos es enviada, en nombre del Evangelio del Cristo, para sosegar los corazones y comunicarnos que el amor es la esencia del universo; que las criaturas humanas nacieron de exaltación divina para amarse unas a otras; que el sexo es un legado sublime y que el hogar es un refugio santificante. Viene la Doctrina Espírita, además, a explicar que el amor y el sexo generan responsabilidades naturales en la consciencia de cada uno, y que quien menoscaba el tesoro afectivo de alguien se impone dolorosas reparaciones. 

El sexo es vida a servicio de la felicidad y de la armonía del universo; reclama responsabilidad y discernimiento dondequiera que se exprese. Por ello mismo, debemos saber qué hacer con las energías genésicas, entendiendo que todos los compromisos de la vida sexual están igualmente sometidos a las leyes de causa y efecto. Cuando encontramos personas con quiénes nos sentimos afines y establecemos relaciones basadas en el respeto y en el compartir, respetando siempre los límites de la individualidad, producimos intercambios energéticos saludables que se manifiestan a través de ideas, pensamientos, sentimientos y afecto que mueven la vida. En “Amor a dos”, Andrei Moreira nos recuerda que el uso abusivo de la energía sexual y la desconsideración del afecto y de la dignidad del otro son responsables por incontables dramas afectivos y pasionales, asociando la humanidad a través de los siglos a dolorosos procesos de rescate y redención.

La gran realidad es que somos espíritus todavía imperfectos, conviviendo unos con los otros para que busquemos la perfección propia y colectiva en conjunto. Para alcanzar este objetivo, falta mucha educación de la energía sexual en nuestra consciencia. El amor, en nuestro nivel evolutivo, no fluye de forma natural e instintiva en las relaciones personales y sociales. Todavía predomina el egoísmo, el orgullo y la vanidad, las llagas vivas de la humanidad terrestre. Por ello es necesario que de forma voluntaria y consciente, nos dispongamos a amar. El amor debe ser un acto deliberado, una elección consciente, una decisión que se toma en afirmación del deseo que se tiene de encender el sol interior del que nos habla Lázaro en El Evangelio Según el Espiritismo.  No estamos en el momento de sentir en nuestro interior el ardiente foco de todas las aspiraciones y todas las revelaciones sobrehumanas, pero, conscientes de que este es al camino, decidimos amar. 

La decisión activa, voluntaria y consciente de amar al prójimo, sea este ser un compañero o compañera sentimental, un hijo o hija que nos convierten en co-creadores divinos, un compañero o compañera de ideal espírita, o un desconocido en la calle, esta decisión moviliza en cada uno de nosotros la potencia creativa del alma. La fuerza que proviene de esta decisión es energía sexual, que agrega, une y transforma la realidad intima y colectiva. Cuando canalizada de esta manera, la energía sexual es fuente de gran satisfacción, gratitud y paz interior. 

Si falta amor en las relaciones familiares, si falta amor en nuestros centros espíritas, si falta amor en el movimiento espírita español e internacional, es que todavía esperamos que el amor fluya naturalmente de nosotros, como si no tuviésemos hacer nada al respecto. Los síntomas más evidentes del uso inconsciente de la energía sexual son la ruptura de los lazos personales, familiares, sociales e institucionales, el distanciamiento y la indiferencia hacia las realizaciones colectivas. No es que falte amor, lo que que falta es la decisión de amar. Falta la predisposición voluntaria y consciente, la decisión, fundada en el mejor uso del libre albedrío, de amar al prójimo y canalizar la energía sexual hacia el bien común. En capítulo VI de el Evangelio según el Espiritismo, el Espíritu de Verdad nos convoca: “¡Espiritistas! amaos: he aquí el primer mandamiento; instruíos: he aquí el segundo.” Jesús elevó a ley la dulzura, la moderación, la mansedumbre, la afabilidad y la paciencia. Cultivemos estas expresiones de amor, canalizando la energía sexual que nos anima, para que en todas las relaciones personales y sociales, sentimentales,  familiares, profesionales o doctrinarias, podamos dar pasos seguros hacia la consciencia plena de nuestra individualidad.



Espiritualismo y Espiritismo

Álvaro Vélez Pareja, Cartagena, Colombia.


Usualmente los espíritas nos hemos habituado a definir el espiritualismo de una manera muy simplificada, basándonos casi siempre en aquella frase de Allan Kardec que aparece en el primer párrafo de la Introducción al Estudio de la Doctrina Espírita de El Libro de los Espíritus que dice: “El espiritualismo es el opuesto del materialismo. Cualquiera que crea tener en sí algo más que la materia es un espiritualista”; pero es conveniente ampliar nuestra información y visión respecto de este término, entendiendo que se refiere y es aplicable a un ámbito conceptual y cultural mucho más amplio y diverso de lo que creemos. 

Veamos las principales definiciones de “espiritualismo” que normalmente se encuentran en los diccionarios: 

1 - “Doctrina filosófica que admite la existencia del espíritu como realidad sustancial” (Diccionario Larousse). 

2 - “Doctrina que reconoce la existencia de otros seres, además de los materiales”. “Sistema filosófico que defiende la esencia espiritual y la inmortalidad del alma y se contrapone al materialismo” (Diccionario de la Real Academia Española). 

3 - “Doctrina que admite la existencia de seres espirituales. Doctrina filosófica que defiende la esencia espiritual y se opone a la interpretación materialista del alma” (Diccionario Anaya de la Lengua.). 

4 - “Doctrina filosófica que reconoce la existencia de otros seres, además de los materiales”. (Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano, Montaner y Simón Editores) 

5 - “Sistema filosófico que defiende la esencia espiritual y la inmortalidad del alma, y se contrapone al materialismo”. (Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano, Montaner y Simón Editores). 

6 - “El espiritualismo es la doctrina que afirma ante todo y sobre todo, como primera realidad, la del espíritu, y como primera y fundamental cualidad del espíritu, el pensamiento o el intelecto”. (Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano, Montaner y Simón Editores). 

7 - “Corriente filosófica, directamente opuesta al materialismo, que no sólo afirma la presencia en el universo de elementos no materiales, sino también que el universo se interpreta mejor desde una perspectiva no materialista, dando primacía al espíritu y no a la materia o a lo empírico” (Enciclopedia Herder). 

8 - “Predisposición o inclinación hacia lo que se considera propio del espíritu” (Google). 

9 - “Doctrina filosófica que defiende que la sustancia última de lo que existe es de carácter espiritual” (Google). 

10 - “El espiritualismo filosófico hace referencia a un sistema de filosofía que defiende la esencia espiritual y la inmortalidad del alma, surgiendo como respuesta al positivismo” (Wikipedia).

Partiendo de todas estas definiciones y concepciones, podríamos intentar una clasificación de las distintas expresiones del espiritualismo, sujeta por supuesto a redefiniciones y ampliaciones, de la siguiente manera: 


Espiritualismo general
Creencia general, popular e indefinida, en la existencia de algo más que materia. 

Espiritualismo religioso
Incluye todas las religiones que por principio admiten la existencia de Dios, del alma o espíritu y su supervivencia después de la muerte. Comprende las religiones animistas, politeístas y monoteístas. 

Espiritualismo filosófico
Incluye todas las múltiples formas, concepciones, expresiones y escuelas del espiritualismo filosófico, por cierto muy extenso, diverso, ecléctico y complejo. Solamente a título informativo podríamos mencionar: la metafísica antigua, el neoplatonismo,  la metafísica contemporánea, el tradicionalismo y eclecticismo francés, el espiritualismo italiano, el idealismo alemán, el personalismo, el antipositivismo, el neoidealismo, la neoescolástica y muchos otros sistemas filosóficos complejos que surgieron en Europa, en el marco de la denominada filosofía contemporánea del siglo XIX y primera mitad del siglo XX. Igualmente surgieron otras clasificaciones y expresiones como el espiritualismo monista, espiritualismo dualista, el espiritualismo psicológico, el espiritualismo ético-sociológico y el espiritualismo estético-literario. 

Espiritualismo mistico-esotérico
Incluye todas las múltiples concepciones, creencias, escuelas místicas, esotéricas y ocultistas del pasado y de la actualidad que creen en la existencia de Dios, del alma, su trascendencia, así como en los poderes, dones y facultades metafísicas del alma, y/o de la mente.  Por ejemplo: la Gnosis, la Teosofía, el Rosacrucismo, la Masonería, así como la creencia en seres extrahumanos como la Angelología, la doctrina de las Hadas, la Elfologia, etc. 

Espiritualismo paranormal
Incluye todas las doctrinas, escuelas y pràcticas que consideran la existencia y comunicabilidad de los espíritus como el antiguo Espiritualismo Moderno, La Metapsíquica,  la Psicobiofísica y la Transcomunicación Instrumental TCI, así como los que creen en naturaleza metafísica, paranormal y extrasensorial del ser humano, como la Parapsicología Espiritualista (pues hubo una parapsicología materialista) y la Psicotrónica. A algunas de estas disciplinas se les puede denominar “espiritualismos” no porque crean en la existencia del espíritu, sino por creer e investigar en la existencia de “algo más allá de la materia” propiamente dicha. 

Espiritualismo espírita
Doctrina científica, filosófica y moral que considera la existencia de Dios, del espíritu o alma, su supervivencia después de la muertes física, la existencia del mundo espiritual, la comunicabilidad, acción e influencia de los espíritus, la reencarnación, la ley de causa y efecto, la evolución espiritual, la pluralidad de mundos habitados y la fraternidad universal. Allan Kardec consideró que, como generalidad, la Doctrina Espírita se incluye dentro las doctrinas espiritualistas, una de cuyas fases representa, lo cual resulta para nosotros más que claro y evidente. 

Como podemos constatar, el término “espiritualismo” resulta ser muy amplio, heterogéneo, a veces ambiguo y hasta contradictorio, aplicado a muy diversas formas de creencias, pensamiento, escuelas y prácticas de la antigüedad y de la actualidad, y que desde un punto de vista muy general la Doctrina Espírita, como bien lo expresó Kardec, “es una filosofía espiritualista”, pero en definitiva resulta insuficiente para definir y explicar al Espiritismo tal como es y lo conocemos. De esta manera, los espíritas entendemos y respetamos todas las expresiones espiritualistas que han surgido a través de los tiempos, comprendiendo que cada una de estas corresponde a los muy diversos estados intelectivos y morales de quienes las postularon y las profesan.

La depresión

Jordi Santandreu



Según datos recientes del Ministerio de Sanidad, cerca de tres millones de personas se encuentran bajo el yugo de la depresión en nuestro país. Un número que podría ser significativamente mayor si consideramos a todas aquellas que no acuden a los centros de salud para tratarse y que no son contabilizadas en los registros oficiales. Se trata de una pandemia silenciosa, que se instala en nuestras mentes a pesar de todos los avances tecnológicos y de todas las comodidades que disponemos en la actualidad.


Afecta dos veces más a las mujeres que a los hombres y por edades, la última encuesta nacional de salud estimó que fueron las personas entre los 75 y 84 años el grupo de edad con mayor prevalencia, siendo a partir de los 55 años cuando los casos aumentan con mayor celeridad. Hay que tener presente que la depresión se asocia a un mayor riesgo de ideación y comportamientos suicidas, abuso de sustancias y otras enfermedades psiquiátricas y médicas.


Estar triste no es tener depresión

Diariamente, todos nosotros sufrimos desengaños, contrariedades y fracasos que tienen cierto impacto en nuestro estado de ánimo. Es natural sentirnos tristes ante este tipo de circunstancias, que en general no nos impiden continuar con nuestra cotidianeidad: comemos y dormimos habitualmente, la capacidad de concentración se mantiene y cumplimos, en definitiva, con las actividades que realizamos normalmente. 

La duración de esta tristeza suele ser de unas horas o de unos pocos días, pero no se extiende mucho más en el tiempo. Y a pesar de que es una emoción displacentera, forma parte de nuestro repertorio de respuestas adaptativas: nos conduce a la quietud, a la reflexión y al sosiego. Por lo tanto, la tristeza es una emoción sana que hemos de permitirnos, sin alarmarnos y dar tiempo a que nuestro organismo la procese. En la depresión, en cambio, los síntomas son más intensos, variados y se prolongan en el tiempo. Veremos a continuación algunos de los más frecuentes.


Síntomas de la depresión

  1. La queja principal en aproximadamente la mitad de las personas deprimidas es esa sensación de abatimiento, pesadumbre, infelicidad e irritabilidad, aunque en los casos más graves la persona es incapaz de tener cualquier tipo de sentimiento.

  2. La anhedonia o la incapacidad de disfrute, junto con el estado de ánimo depresivo, es el principal síntoma de la depresión. Tareas cotidianas como levantarse de la cama o asearse, pueden resultar extremadamente difíciles para la persona.

  3. Por otro lado, las personas con depresión presentan características cognitivas o modos de pensar como la autodepreciación, culpabilización y pérdida de la autoestima

  4. Es normal que se produzcan cambios físicos, como el insomnio, pérdida de apetito y de deseo sexual, además de diversas molestias físicas como dolores de cabeza, náuseas, vómitos, etc. 

  5. Las relaciones interpersonales pueden verse afectadas, desde el momento en que la persona se aísla de los demás, facilitando que los demás puedan a su vez alejarse de la persona.


Tipos de trastornos depresivos

Tradicionalmente, se han diferenciado varios tipos de depresión, por ejemplo, si se tiene en cuenta el origen del trastorno, si es fundamentalmente neuroquímico o psicológico, o bien en función de la intensidad y la duración de los síntomas, entre otros aspectos. De forma sintética, podemos diferenciar entre depresión mayor, más intensa pero más breve en el tiempo, en ocasiones cíclica, y la depresión menor, menos intensa, pero más prolongada en el tiempo, incluso crónica. No es la terminología estrictamente científica, pero llamarlo así nos servirá para entenderlo. 

El abuso de sustancias también puede conducir a la depresión, aunque el camino también puede ser el inverso, que la depresión lleve al abuso de sustancias. También se suele hablar de la depresión premenstrual (que técnicamente se llama Trastorno Disfórico Premenstrual y puede ser un poco más complejo que un estado depresivo) o la depresión posparto o periparto, asociadas ambas a cambios hormonales, pero también personales y situacionales. 

Hace algunos años era más habitual distinguir entre lo que se llamaba depresión endógena y depresión exógena y se decía que, en la primera, las causas se hallaban fundamentalmente en el déficit de algunos neurotransmisores, como la dopamina o la serotonina; y en la segunda, se produciría por cambios en las circunstancias personales o del entorno más cercano. Sin embargo, hoy en día esta distinción ha caído en desuso ya que es muy difícil separar ambos fenómenos, internos y externos pues suelen ir siempre juntos.

Hay algunas depresiones en las que aparecen algunos síntomas psicóticos, como delirios y alucinaciones. Se da en situaciones que suponen una ruptura muy drástica en la vida de una persona, como una separación, el fallecimiento de un ser querido o un despido traumático.

Finalmente, tal vez ya sabéis que existe la llamada depresión unipolar, únicamente con síntomas depresivos y la bipolar, en la que la persona recorre las etapas de lo que se llama manía o hipomanía, que consiste en estados de ánimo excesivamente elevados o un alto grado de actividad, alternado con períodos depresivos.


¿Por qué nos deprimimos?

Un filósofo británico del siglo XVII popularizó la expresión latina tábula rasa, que seguramente todos habremos oído alguna vez. Con ella John Locke se refería a que, cuando nacemos, el individuo llega como una hoja en blanco, inmaculada y lista para ser escrita por primera vez. Todo lo que vaya aprendiendo a partir de entonces, irá rellenando esa página y las siguientes, conformando el carácter de la persona. Esta expresión, que ya era utilizada de alguna manera por Aristóteles, contrasta con otra corriente filosófica llamada innatismo, según la cual al menos algunos conocimientos son innatos, es decir, que ya venimos con algunas ideas escritas en esa página en blanco de la que hablamos arriba. Platón, al revés de Aristóteles, era partidario de esta teoría.

¿De qué lado dirían que estamos los Espiritistas?

Efectivamente, del lado de los innatistas, sin menospreciar naturalmente la influencia del aprendizaje en la vida presente. Sería una postura intermedia, propia de filósofos como Kant. 

Nosotros sabemos que en nuestra memoria espiritual traemos un cúmulo de experiencias de vidas anteriores que se expresan en mayor o menor medida en la vida presente, también en nuestras predisposiciones psicológicas. Desde este punto de vista, es fácil entender que, aunque no seamos del todo conscientes, puede haber elementos de nuestro pasado espiritual que activen ciertos trastornos mentales, como por ejemplo la depresión. 

Como dice Joanna de Ángelis en Victoria sobre la Depresión, psicografiado por Divaldo Franco, “debido a las herencias ancestrales, el Espíritu mantiene vínculos con las tendencias perturbadoras que, con más facilidad, brotan en su mundo interior, inspirándole conductas agresivas y enfermizas, distintas de aquellas que serían las ideales para su comportamiento”. Más allá de las influencias propias, inscritas en los pliegues del periespíritu, “gracias al proceso de afinidad -continúa la noble mentora-, los individuos de carácter semejante se aproximan más fácilmente, manteniendo un intercambio continuo, influenciándose recíprocamente”. Tanto encarnados como desencarnados establecen lazos de proximidad con aquellos con quienes están en sintonía, a veces por afinidad de pensamientos y estado de ánimo, otras veces por deudas que desean ser saldadas sañudamente.

De todas formas, sin embargo, la última responsabilidad radica en el propio individuo, en el momento presente, que es el único sobre el que podemos ejercer alguna influencia. El pasado no podemos cambiarlo y la influencia espiritual será más o menos impactante en la medida en la que cada uno se maneje en cada momento.


La tríada cognitiva

Los pensamientos e inclinaciones a los que se refiere Joana, tienen que ver con lo que en psicología cognitiva llamamos la tríada cognitiva.

La tríada cognitiva consiste en tres procesos cognitivos que nos inducen a considerarnos a nosotros mismos, al futuro y a las experiencias de manera negativa en cierto modo. Lo veremos con algo más de detalle a continuación:


1. Consideraciones negativas sobre uno mismo

El primer componente de la tríada se centra en la visión negativa del individuo sobre sí mismo. La persona deprimida se siente desgraciada, torpe, enferma y con poca valentía. Tiende a atribuir sus experiencias desagradables a un defecto propio, de tipo psíquico, moral o físico, albergando pensamientos tales como “soy tonto”, “no valgo para nada”, “nada me sale bien”.

Debido a este modo de ver las cosas, la persona cree que, a causa de estos defectos o errores, es un inútil, que carece de valor. Tiende a subestimarse, a criticarse a sí mismo en base a sus defectos. 

Piensa que carece de los atributos que considera esenciales para lograr la alegría y la felicidad. 


2. Consideraciones negativas sobre el mundo

El segundo componente de la tríada se centra en la tendencia a interpretar las experiencias de manera negativa. Le parece que el mundo le solicita demandas exageradas y/o le presenta obstáculos insuperables para alcanzar sus objetivos. Interpreta su interacción con el entorno en términos de derrota o frustración, albergando pensamientos tales como “el mundo es un lugar horrible”, “mi familia es un completo desastre” o “lo que sucede es terrible”.


3. Consideraciones sobre el futuro

El tercer componente se centra en la visión negativa sobre el futuro, sea inmediato (las horas que al día le quedan por delante) o más lejano (la Navidad, cuando estemos en abril). 

Cuando la persona con depresión realiza proyectos de gran alcance, está anticipando que sus dificultades o sufrimientos actuales continuarán indefinidamente. Espera penas, frustraciones y privaciones interminables. Cuando piensa en hacerse cargo de una determinada tarea en un futuro inmediato, inevitablemente sus expectativas son de fracaso, albergando pensamiento como “nada cambiará”, “las cosas van a peor” y “lo pasaremos terriblemente mal”.


Esquemas depresógenos

Estos patrones de pensamiento se van forjando a lo largo de la vida, sobre todo durante la infancia y la adolescencia. Son los cristales tras los cuales interpretamos lo que nos ocurre. Para una persona deprimida sentiría que esas gafas no están bien graduadas, incluso en contra de la evidencia objetiva de que existan factores positivos en su vida; pero no es capaz de verlo. Tiene tan enraizado este modo de ver la realidad, que es necesario un ejercicio consciente y entregado para poder corregir esta visión distorsionada.

En las depresiones más leves, el individuo generalmente es capaz de darse cuenta de sus pensamientos negativos con cierta claridad. A medida que la depresión se agrava, su pensamiento está cada vez más dominado por ideas negativas, aunque pueda no existir conexión lógica entre las situaciones reales y sus interpretaciones. 

En los estados depresivos más graves, el pensamiento del paciente puede llegar a estar completamente dominado por los esquemas depresógenos: está totalmente absorto en pensamientos negativos, repetitivos, perseverantes y puede resultar extremadamente difícil concentrarse en estímulos externos (como leer o responder preguntas) o emprender actividades mentales voluntarias (como la solución de problemas, de recuerdos). Probablemente es en ese momento cuando la obsesión se puede acomodar en el campo vibratorio del individuo depresivo.

Las personas depresivas tienden a estructurar sus experiencias de un modo bastante irracional. Tienden a asumir juicios globales, extremos, con respecto a los acontecimientos que afectan su vida, albergando pensamiento como “nada funcionará”, “todo es un desastre” y sostienen un conjunto de falsas necesidades o exigencias, como “necesito que me ame” o “fallar es horrible”.

Por contra, el pensamiento racional que se basa en datos objetivos y realistas analiza cuidadosamente las conclusiones de su razonamiento, sin precipitarse. Toma cierta distancia con relación a la veracidad del pensamiento que surge, distancia que le ayuda a valorar de forma relativa y prudente sus necesidades, sin emitir juicios negativos e irracionales de forma apresurada, como “me gustaría, pero sé que en realidad puedo vivir sin ella” o “fallar es desagradable, pero lo puedo soportar”.


Modelos conductuales

Además de cómo pensamos debemos tener en cuenta la influencia en lo que hacemos, ya sea en el origen, aunque principalmente, con el prolongamiento de la depresión. El individuo deprimido tiende a aislarse, a dejar de practicar actividades gratificantes o a evitar situaciones incómodas. Esta dinámica retroalimenta las interpretaciones negativas sobre sí mismo, el mundo y el futuro, ahondando cada vez más en la depresión. 

En este sentido es fácil entender que será imprescindible reactivar la vida de la persona, aunque al principio nada le resulte especialmente estimulante. Cualquier refuerzo positivo será beneficioso, especialmente si tiene que ver en entornos de socialización.


Estrategias terapéuticas

Salir de la depresión es más complejo de lo que parece y no debemos subestimar la gravedad de la situación. En demasiadas ocasiones se piensa que los trastornos mentales como este se resuelven saliendo más de casa o viendo las cosas desde el lado positivo, pero no es suficiente. Los fármacos ayudan a sobrellevar los síntomas y en muchas ocasiones son necesarios y de valor inestimable, pero no resuelven el problema de fondo.

El tratamiento de la depresión exige un trabajo duro, en el que se combina lo que llamamos restructuración cognitiva, es decir, identificar y mejorar ciertos patrones de pensamiento que se han convertido en habituales por la activación conductual, recuperando poco a poco áreas abandonadas de la vida. Además, el Espiritismo nos ofrece una tercera clave que a menudo no se tiene en cuenta en la terapia convencional: “fuera de la caridad no hay salvación”.

El desarrollo moral junto con la práctica de la solidaridad no solo nos protege de la inestabilidad emocional, sino que acelera la recuperación cuando, por algún motivo nos desequilibramos. Una vida guiada por el Evangelio de Jesús es la mejor psicoterapia.

En conclusión: si crees que estás pasando por un momento en tu vida en el que sufres los síntomas que hemos descrito en este artículo, si tus pensamientos habituales se centran en el lado negativo de ti mismo, del mundo y del futuro y si te sientes cada vez más alejado de los demás, por favor, pide ayuda a un profesional y asiste a las reuniones del centro espírita de manera regular, implicándote en el estudio y en las actividades de voluntariado. En CEADS encontrarás amigos dispuestos a apoyarte incondicionalmente. 


El camino del convencimiento

David Santamaría


¿Cuál podríamos pensar que es el mejor procedimiento para convencer a alguien de que los postulados espiritistas son ciertos y correctos? ¿Sería por el contacto con la fenomenología mediúmnica? O, tal vez, ¿sería más efectivo hacerlo a través del razonamiento?

De entrada nos encontramos con una condición inherente al espiritismo y es la de ser totalmente contrario al proselitismo. Allan Kardec tenía perfectamente claro que hay que dar explicaciones detalladas a quien manifiesta un interés sincero en tener información; pero, que no tiene ningún sentido intentar convencer a los que tienen animadversión por todo lo que tenga que ver con el espiritismo, ni a aquellas personas que tienen suficiente con sus profundas convicciones religiosas. O sea, que únicamente dedicaríamos atención a aquellos que muestren un interés real, por mínimo que este sea y que, en más de una ocasión, pueden estar en el campo del ateísmo o del materialismo.

En El Libro de los Médiums, primera parte, capítulo III (Método), número 29, Kardec expresa al  respecto de ese camino hacia el convencimiento (todos los resaltados son nuestros):


“Los medios de convencimiento varían enormemente según los individuos. Lo que persuade a unos, no produce nada en otros. Algunos se convencieron al observar determinadas manifestaciones materiales; otros lo hicieron por medio de comunicaciones inteligentes, y la mayor parte a través del razonamiento. Podemos incluso afirmar que, para la mayoría de los que no se preparan mediante el razonamiento, los fenómenos materiales tienen poco peso. Cuanto más extraordinarios son esos fenómenos, cuanto más se apartan de las leyes conocidas, tanto mayor es la oposición que encuentran, y eso se debe a una razón muy simple: la de que todos nos vemos inducidos naturalmente a dudar de un hecho que no ha recibido la aprobación racional. Cada uno lo considera desde su punto de vista y lo explica a su modo: el materialista lo atribuye a una causa puramente física, o a un engaño; el ignorante y el supersticioso creen que se debe a una causa diabólica o sobrenatural. En cambio, una explicación previa produce el efecto de destruir las ideas preconcebidas, y muestra, si no la realidad, al menos la posibilidad del fenómeno, que de ese modo es comprendido antes de que haya sido presenciado. Ahora bien, desde el momento en que se reconoce la posibilidad de un hecho, las tres cuartas partes de la convicción están garantizadas”.


Es verdad que a través del fenómeno se puede acceder al conocimiento de los postulados espiritistas. Veamos algunas de las diferentes situaciones que se pueden presentar:


  1. Hay quienes, como le ocurrió al mismo profesor Rivail/Allan Kardec, que en un contacto no buscado con la realidad mediúmnica, son capaces de trascender el fenómeno y buscar las enseñanzas filosóficas y morales que del mismo se pueden deducir. A pesar de que esta situación sea posible, pensamos que debe ser poco habitual, ya que requiere mucho interés, dedicación, conocimiento y sentido común. Serían esas personas curiosas que saben ir más allá de su legítima curiosidad.


  1. Sin embargo, otras hay que se quedan estancadas, “estacionadas” en el fenómeno sin ser capaces de aprovechar las aportaciones del espiritismo para mejorar sus conocimientos filosóficos y, especialmente, su nivel de comprensión moral.


  1. Otras personas hay, que se acercan al espiritismo porque en su entorno cercano o en ellas mismas se producen percepciones mediúmnicas, muchas veces con un componente disturbado, causa de perturbación en la vida personal de ese individuo y de su ámbito familiar. Algunas de esas personas son capaces de adaptarse, de aceptar las recomendaciones de agrupaciones espiritistas con experiencia en la atención a médiums  noveles. Recomendaciones tales como:

    • Estudio amplio de la Filosofía espiritista y de la teoría de la práctica mediúmnica;
    • Asistencia a conferencias y reuniones de estudio teóricas;
    • Aplicación, si se considerara necesario, de terapia magnética;
    • Asistencia a reuniones de desenvolvimiento mediúmnico;
    • Reformulación de sus valores morales.

Sin embargo, de forma sorprendente,  entre esas personas con fuertes disturbios mediúmnicos y que buscan insistentemente ayuda, las hay que no se avienen a asumir esas actividades y responsabilidades que, aunque fuese a medio o largo plazo, serían la solución a su problemática. Todavía hay muchas personas en esas situaciones que creen, erróneamente, que en los centros espíritas se dispensa una especie de “analgésico espiritual” que todo lo cura. No obstante, el único remedio eficaz, como en casi todas las circunstancias de la vida, es el propio esfuerzo.


  1. También hay personas que, presentando evidentes percepciones paranormales y/o mediúmnicas, son capaces por su propio impulso, por su propio interés, por su propio convencimiento (que tiene evidentes raíces en sus conocimientos inconscientes pretéritos) son capaces –repetimos- de utilizar esos recursos psíquicos dignamente. Es perfectamente posible que acaben encontrándose con el espiritismo. Ciertamente son pocas las personas que sepan encauzar adecuadamente ese potencial.


  1. Finalmente, las hay que, habiendo tenido a la vista o en su propia persona algún tipo de percepción, aunque fuese pasajera, ello ha contribuido a excitar su interés por las aportaciones del espiritismo y conducirlas a su estudio.


También, evidentemente, ha habido siempre personas que han empezado su contacto con el espiritismo a través del conocimiento teórico, antes de adentrarse en la experimentación mediúmnica. Esta sería una de las mejores maneras de adentrarse con paso seguro en la siempre potencialmente complicada práctica medianímica. Ya vemos como en el texto antes citado, Allan Kardec  resalta que el conocimiento previo de la teoría mediúmnica ayuda a superar las ideas preconcebidas y a comprender la mecánica del fenómeno antes de haberlo presenciado. Ello da una mayor tranquilidad a la hora de empezar a asistir a reuniones prácticas, ya que facilita que se entienda un aspecto primordial: qué es lo que se puede y lo que no se puede pedir o esperar de la mediumnidad. 

Tanto El Libro de los Médiums de Allan Kardec como En lo Invisible de Léon Denis constituyen, sin ninguna duda, un profundo y detallado Manual de utilización de los recursos medianímicos. Además, conocer bien y de forma previa el Manual de cualquier actividad humana es algo imprescindible.


Terminaremos con otro apartado (núm. 31) del mismo capítulo antes mencionado (los resaltados también son nuestros):


Hay que comenzar por la teoría. En ella todos los fenómenos son estudiados y explicados; se comprende su posibilidad, y se sabe en qué condiciones pueden producirse, así como los obstáculos que es posible encontrar. Entonces, sea cual fuere el orden en que según las circunstancias esos fenómenos aparezcan, nada en ellos será sorprendente. Este camino ofrece todavía una ventaja más: la de ahorrar una infinidad de decepciones al experimentador, pues este, prevenido acerca de las dificultades, sabrá mantenerse en guardia, y no tendrá que adquirir experiencia a costa de sí mismo. 

Desde que nos ocupamos con el espiritismo, sería difícil calcular la cantidad de personas que vinieron a consultarnos; cuántas entre ellas se mantuvieron indiferentes o incrédulas ante los hechos más patentes, y sólo más tarde se han convencido mediante una explicación racional; cuántas otras se predispusieron a la convicción por medio del razonamiento; cuántas, por último, se han persuadido sin haber visto nada, únicamente porque comprendieron. Hablamos, pues, por experiencia, y por eso afirmamos que el mejor método de enseñanza espírita es el que se dirige a la razón, no a los ojos. Es el método que seguimos en nuestras lecciones, y del cual sólo tenemos que congratularnos”.


Poco se puede añadir a tan lúcido razonamiento, solamente que hemos de aprovechar la opinión de Kardec; opinión fundamentada en el intenso esfuerzo que realizó durante su vida, por difundir el conocimiento del espiritismo, partiendo de la teoría a la práctica. Este será siempre un buen camino para el convencimiento.

¿Qué es el pase espírita?

Flavia Roggerio


El pase espírita es una transfusión de energías psíquicas y espirituales que alteran el campo celular. No es una técnica. Es un acto de amor. La palabra pase, de origen latino, significa pasar, es decir, llevar de un lugar a otro. El pase magnético o imposición de manos se define como una transfusión biopsicoenergética, un acto de socorro fraterno por medio del cual hay un desplazamiento del magnetismo personal del donador hacia el paciente o receptor con la finalidad de equilibrar y restablecer la salud, en el cual se conjugan energías del ser humano y de su ambiente natural. Cualquier persona puede aplicar el pase y, de hecho, todos los seres humanos lo hacemos continuamente aún sin darnos cuenta de ello, como al dar una caricia o un abrazo. 

El pase es una práctica común entre los espíritas. No fue inventado por el Espiritismo pero fue estudiado por él. Antes de dedicarse a las investigaciones de los fenómenos mediúmnicos que antecedieron el surgimiento del Espiritismo, Allan Kardec fue estudioso y practicante del magnetismo. En el inicio de sus contactos con el mundo de los Espíritus a través de la mediumnidad de la niña Ruth Japhet el Espíritu Hahnemann, padre de la Homeopatía, mantuvo con él contactos ocasionales instruyéndole. El maestro de Lyon tenía entre sus colaboradores diversos adeptos al magnetismo de varias escuelas y mucho se discutía sobre sus aplicaciones. 

Todo espírita practicante, que no simplemente se detuvo en la teoría, conoce la importancia del pase espírita como poderoso recurso restaurador del equilibrio psicofísico eficiente en los más variados casos. Ya comprendió y experimentó que en este procedimiento de interactividad magnético-mental-emocional no sólo existe el impulso bioenergético del médium sino también el de competentes Espíritus calificados y comprometidos con la práctica del bien, asumiendo con naturalidad junto con el médium el papel que cabe a todo ser de buena voluntad de cooperar en la gran obra Divina. En esos preciosos momentos pequeñas maravillas ocurren y de ellas consiguen disfrutar los que fueran y continúan siendo beneficiados tanto en la condición de donadores como en la de receptores de esas benefactoras energías físicas y espirituales. 

El pase al ser una transfusión de energías universales entre desencarnados o encarnados, se elige por ser un valioso auxiliar a ser utilizado en el tratamiento de enfermedades a largo plazo, en crisis bruscas y repentinas de dolor y en el combate a las llamadas “enfermedades fantasma”.  Los fluidos curativos son absorbidos por las personas con necesidades por intermedio de los centros vitales, conocido en India como chakras, que son acumuladores y distribuidores de energías y localizados en el periespíritu. Están así explicadas teóricamente las curas realizadas por Jesús y por los curadores de todos los tiempos. 

Oficialmente la Doctrina Espírita no prescribe una metodología para el pase. Cada grupo es libre para realizarlo de un modo u otro desde que sea realizado sin exageración. El pase no dará efecto si el médium no tiene dentro de sí la voluntad de ayudar y condiciones morales saludables para concretizarlo. Aunque se aplique la mejor metodología no se conseguirán buenos resultados si la persona que lo administra fuera alguien que no tuviera buena predisposición. Fe, amor al prójimo, disciplina, voluntad, conocimiento, equilibrio psíquico, humildad, devoción y abnegación son condiciones básicas para el ejercicio de la labor. 


El pasista 

Es la persona que administra el pase. Tiene una tarea de gran responsabilidad, pues se trata de atender, ayudar y bendecir a las personas en nombre de Dios. Personas carentes y sedientas de bienestar buscan en los Centros Espíritas el recurso del pase como forma de alivio de las sesiones psicológicas y apoyo para sus fuerzas morales y físicas. El pasista no precisa ser un santo, pero necesita esforzarse en su transformación interior y en su crecimiento intelectual. Debe gozar de plena salud física, como moral para ofrecer un buen servicio. No debe ingerir alcohol, drogas, ni consumir alimentos en demasía, principalmente en el día del pase. 
Emocionalmente debe estar en condiciones estables, paz interior, libre de estrés y depresiones. Como el trabajador dona de sí una parte de los fluidos que van a fortalecer el lado material y espiritual del necesitado, esos fluidos precisan estar limpios de vibraciones deletéreas oriundas de vicios y/o excesos. En el aspecto mental, la persona que administra el pase debe cultivar buenos pensamientos en su día a día. El egoísmo, la maledicencia, la sensualidad exagerada y la violencia en las actitudes deben ser combatidas. 

La Espiritualidad Superior asocia equipos de Benefactores a los trabajadores que se esfuerzan, multiplicándoles la potencia para la administración del pase. La fe racional y la certeza en el amparo de los buenos Espíritus son sentimientos que deben estar presentes en el corazón de todos los pasistas. Es fundamental en el trabajo de pase donarse con sinceridad a la tarea bajo su responsabilidad, viendo en todo sufridor un alma carente de amparo y orientación. No debe tener preferencia por quien quiera que sea. Su auxilio debe ser igualmente distribuido a todas las personas. Las elevadas condiciones morales del pasista son fundamentales para que consiga obtener un resultado satisfactorio durante el servicio del pase. 



El procedimiento en sí 

La terapia del pase como recurso natural que es debe practicarse con sencillez, sin dramatismo ni gesticulaciones reminiscentes de ritual. Simplicidad es garantía de seriedad. Durante varios minutos previos a la aplicación del pase la persona que lo administra debe concentrarse alejando de su mente ideas extrañas a la tarea que está por realizar, concentrándose únicamente en el firme deseo de ofrecer amor y ayuda al paciente.  Aunque el pase está basado en la exteriorización de la fuerza magnética del hombre, nunca debe dispensarse la participación de amigos espirituales, entidades amorosas y sabias que desean sumarse al proceso de curación. Siendo conveniente que el administrador del pase ore a Lo Alto solicitando protección y colaboración. Recibirá efluvios benéficos de las fuentes puras de la espiritualidad superior, actuando como acumulador, transformador y distribuidor de energías para con el asistido. Importantísimo es mantenerse en sintonía con los amigos espirituales, quienes nos inspiran y sugieren ideas positivas acerca del tratamiento y sumarán al mismo sus propios recursos magnéticos. 

Es recomendable un lugar específico que ofrezca un buen ambiente mental y espiritual. Si bien puede darse en cualquier lugar y horario, es conveniente que su aplicación sea en días y horas determinadas dentro del Centro Espírita, para una buena coordinación entre los pasistas y los trabajos de la Casa Espírita. El pase, por ser un acto de amor y solidaridad, debe darse sin esperar retribución alguna, es decir, simplemente por el deseo de ayudar. Adicionalmente el pase es esencial en los tratamientos de desobsesión pues equilibra al paciente de las influencias de Espíritus perturbadores. 

Las personas que reciben los pases deben permanecer en estado de tranquilidad y con la mente puesta en pensamientos positivos, haciendo una oración. Esta colocación mental ayudará a la absorción del fluido magnético. El tiempo de cada aplicación no debe extenderse demasiado, puede oscilar entre 3 a 10 minutos según sea el caso. El paciente bajo prescripción médica debe continuar su tratamiento hasta que el médico lo indique. El magnetizador no compite con el médico ni lo substituye, por el contrario, puede ayudar positivamente actuando en los efectos de los medicamentos. 


Cura a distancia 

El poder de esta energía benéfica emanada por el médium curador no es afectada por la distancia. En cierto experimento el profesor e investigador Dr. Miller pidió a la curandera  Dr.ª Worral que visualizase por cinco minutos el crecimiento de una planta localizada en un laboratorio a 600 millas de distancia. La planta estaba conectada a un aparato desarrollado por el Ministerio de Agricultura Americano para medir índices de crecimiento de las plantas. La tasa de crecimiento que mostró la planta en cuestión estaba acelerando el crecimiento y la movilidad de bacterias estabilizada en 0,00625 pulgadas por hora. A las 9 horas de la noche, cuando la Dr.ª Worral comenzó a emitir la energía, el registro de lo trazado pasó a marcar un incremento y hasta las 8 horas de la mañana siguiente la planta manifestó un crecimiento de 830% mayor que lo esperado. La conclusión de los investigadores fue que la energía emitida por el sensitivo puede producir manifestaciones visibles en el mundo físico, aunque sea generada a distancia. 

Muchos sufrimientos pueden ser sanados con el intercambio de buenas energías. Las palabras y los pensamientos positivos pueden obrar grandes resultados. Cuando dos mentes se sintonizan se establece entre ellas una corriente mental. Esta conexión, de ser harmoniosa puede actuar como cura en el otro. 

¿Por qué no practicar el abrazo fraterno más a menudo? Aun estando en épocas de distanciamiento social, un abrazo a distancia cargado de energías amorosas tiene el mismo efecto. 

¡Abracémonos!