Buscar este blog

martes, 30 de junio de 2020

Visión Espírita | Año 11 | nº 44

¡Extra!

Ya tenemos nuestra edición de Visión Espírita de verano.
¡Qué disfrutéis!





La epidemia de la Isla Mauricio

Por Jordi Santandreu

Isla Mauricio es un país insular situado en el Océano Índico, a la altura de Mozambique, a unos pocos cientos de kilómetros de la Isla de Madagascar. Muy al norte le quedan Pakistán e India, aunque a varios miles de kilómetros. Tiene muy cerca otra isla hermosa, la conocida Reunión.
Mauricio es una isla paradisíaca, conocida por sus playas cristalinas y sus arrecifes de coral. Tiene un poco más de un millón de habitantes en la actualidad, y en tamaño se parece a la isla de Mallorca, con apenas 60 kilómetros de largo.
Hacia el año 1500 de nuestra era, los navegantes portugueses la visitaron, aunque no se quedaron en ella. Tal vez no consideraron que tuvieran recursos valiosos y decidieron seguir su viaje. Era una isla deshabitada, y posiblemente sus intereses iban en otra dirección.
Después de los portugueses arribaron los holandeses, quienes les dieron el nombre de Isla Mauricio, en honor a un príncipe navegante holandés. Pero acabaron abandonándola unas décadas después, puesto que tampoco hallaron recursos que les motivaran. Tras ellos, la ocuparon los franceses, ya en el siglo XVIII, tras una batalla naval contra los británicos, quienes lograron hacerse con ella en 1810, aunque población francesa se mantuvo en la isla. 
Por lo tanto, a pesar de ser una isla humilde, ha sido discutida y ocupada por varias potencias mundiales durante la segunda mitad del segundo milenio, y dada su cercanía con África e India, tiene también mucha influencia de estas otras dos culturas. De hecho, la mitad de la población es hinduista: la tradición religiosa hindú cuenta que Shiva visitó la isla en un momento dado de la nohe de los tiempos, derramando unas gotas del agua sagrada del río Ganges sobre un lago de la misma. El actual primer ministro es descendiente de indios. Todo un popurrí. Es un jardín del Edén en el que se encuentran África, Ásia y Europa.
Hubo esclavos africanos hasta al menos 1835, cuestión que, aún en la actualidad, genera debates políticos y acciones sociales en la isla, con el objetivo de compensar la expropiación de tierras y el abuso que sufrió la población esclavizada. Luego, la mano de obra pasó a ser india.
Es famosa también por un animal, el Dodo, un pájaro ya extinto, muy curioso, símbolo hoy en día de la protección de los animales en peligro de extinción.
En la década de 1860, cuando ocurrió lo que iremos a contar a continuación, Isla Mauricio estaba habitada por muchos franceses, y curiosamente algunos de ellos amigos de Kardec y espíritas. Las noticias del inicio del movimiento espírita se expandían rápidamente, y ya estaban publicados cuatro de los cinco libros de la codificación.
A inicios de 1867, en una reunión mediúnica de la  Sociedad Espírita de París, un espíritu alertó a los miembros del grupo que Isla Maurício estaba siendo devastada por una terrible epidemia, que diezmaba la población rápidamente. Este aviso se confirmó poco tiempo después, cuando, el 8 de mayo de 1867, llegó una carta a la sede del grupo en la capital francesa.
En ella, el grupo espírita de la Isla describía como una fiebre sin nombre se apoderaba súbitamente de todos aquellos a quien atacaba. Los médicos no sabían de que se trataba. Ningún infectado conseguía sobrevivir. 
“Para mí -decía la carta- veo en todo esto uno de esos flagelos anunciados, que deben retirar del mundo una parte de la generación presente, que tiene como finalidad operar una renovación que se volvió necesaria”.
Sigue contando, en esa carta, como los farmacéuticos especulaban con los remedios, subiendo los precios deliberadamente para enriquecerse a costa de la vida de los más vulnerables. De siete francos la onza, subieron hasta los 800. Los especuladores ignoraban deliberadamente las consecuencias de su egoísmo, y a pesar de que los remedios aliviaban los síntomas temporalmente, realmente no existía una cura definitiva para la enfermedad: en la pequeña isla contaban en un momento dado con más de sesenta mil fallecidos, aunque, al menos en ese momento, ninguno pertenecía al grupo espírita, que sobrellevaba las circunstancias con templanza, aunque disperso, sin poder reunirse. 
Mientras “los flagelos destruidores que deben castigar la Humanidad, no sobre un punto, sino sobre todo el globo terrestre, son presentidos en todas partes por los Espíritus” -sigue diciendo- “es preciso ser verdaderamente espírita para encarar la muerte con esa sangre fría y esa indiferencia, cuando ella extiende sus daños alrededor nuestro, y cuando se sienten sus ataques. La fe seria en el futuro proporciona una poderosa fuerza moral que nos protege. Esto no quiere decir que los espíritas estemos necesariamente libres aunque, ciertamente, hasta ahora hemos sido los menos alcanzados”.  
Más tarde, en otra comunicación recibida el 21 de julio de 1867 en París, los Espíritus comunicaron que “se aproxima la hora, la hora marcada en el gran cuadrante del infinito, en la que comenzará a operarse la transformación de vuestro globo, para gravitar hacia la perfección. ¿No es preciso que todo muera para regenerarse? La muerte no es sino la transformación de la materia. El Espíritu no muere, tan sólo cambia de vestido. ¡Como son felices aquellos que en esas terribles pruebas fueron tocados por la fe espírita! Ellos permanecen tranquilos en medio de la tormenta, como el marinero aguerrido en medio de la tempestad. Tengo fe en el bienestar general para las generaciones futuras, que será consecuencia de estos males pasajeros. La gran emigración es útil, y se aproxima la hora en la que se debe efectuar. Ella ya comienza. ¿Para quién será apenas una desgracia y para quién será además provechosa?”
Como última curiosidad, en aquellos momentos se comentó que al comienzo de la epidemia no sólo se multiplicaron los fenómenos anímicos y mediúnicos, como apariciones, comunicaciones, presentimientos, sino que vieron una extraordinaria lluvia de estrellas, más potente de lo que era habitual por esas fechas, del 13 al 14 de noviembre de 1866. Como una señal anticipatoria de lo que iría a venir en breve, como una advertencia para prevenirse del peligro al que serían sometidos. 
Al parecer, tales estrellas fugaces o meteoritos dispersaron sobre la isla elementos tóxicos que fueron causantes de la enfermedad. Se consideró, sin embargo, como una causa secundaria, siendo la fuente primaria de orden psicológico y moral.
En otra comunicación, subrayan los Espíritus que “en las crisis aparentemente trágicas, que diezman paso a paso las diferentes regiones del globo, nada se produce por casualidad; ellas son las consecuencia de las influencias de los mundos y de los elementos que actúan unos sobre los otros, ella son preparadas con mucha anticipación, y su causa es, en consecuencia, perfectamente normal”. 
 “Sin duda -continua esta comunicación datada en 1868-, es aterrador pensar en peligros de esa naturaleza pero, por el hecho de ser necesarios y no provocar sino felices consecuencias, es preferible, en vez de esperarlos temblando, prepararse para enfrentarlos sin miedo, sean cuales sean sus resultados. Para el materialista, es la muerte horrible y la nada como consecuencia; para el espiritualista, y en particular para el espírita, ¡que importa lo que suceda! Si escapa del peligro, la prueba lo encontrará siempre inalterable. Si muere, lo que conoce de la otra vida le hará encarar el tránsito sin empalidecer”. 
La epidemia fue desapareciendo hacia finales de 1868. En una última comunicación, los Espíritus amigos afirman: “Los flagelos son instrumentos de los que se sirve el gran cirujano del Universo para extirpar del mundo, destinado a seguir adelante, los elementos gangrenados que en él provocan desórdenes incompatibles con su nuevo estado. Cada uno debe prepararse para soportar la prueba en las mejores condiciones posibles, mejorándose e instruyéndose, a fin de no ser sorprendido de imprevisto”.

Bibliografía: Revista Espírita, julio de 1867 y noviembre de 1868.

Un virus es una mirada a nosotros mismos

Claudia Santos es periodista y editor de Folha Espírita (nº 554)
Traducción libre: Silver Chiquero


No han sido ni una ni dos las epidemias que han asolado a la humanidad en los últimos siglos. Los libros de historia tienen varias registradas, sabiendo que algunas de ellas, diezmaron gran parte de la población. Sin embargo, ninguna hizo lo que el Covid-19, más conocido como Coronavirus, está provocando en la Tierra en estos momentos. El aislamiento social, adoptado por la mayoría de los países hace que nos miremos a nosotros mismos, llevándonos a reflexionar sobre nuestro modo de vida, nuestra familia, los amigos, la sociedad como un todo y finalmente, sobre nuestras necesidades reales. El problema que sucede al otro lado del mundo comienza a ser percibido como nuestro también.
“La aparición de una pandemia es el resultado de una agenda global que no ha sabido universalizar grandes conquistas de la humanidad: la educación ciudadana, la salud preventiva, la tecnología transformadora. Aunque también es la gran oportunidad de valorar la solidaridad, la importancia del amor, de la afectividad, de las acciones de atención al prójimo como a uno mismo”, comenta André Henrique de Siqueira, Director de Comunicación de la Federación Espírita Brasileña (FEB).
“Las personas están tan abrumadas por tantas cosas que ver que se vuelven ciegas. Son tantas cosas, tantas series, tantas películas, tantas ropas, tantos coches, tantos viajes, tantas fiestas, tantas fantasías que la realidad pierde su color y no ven las señales de la presencia de Dios en el día a día”, piensa el psicólogo clínico, escritor y conferenciante Rossandro Klinjey.
La vida es un ciclo de experiencias, en el que alternamos entre momentos de alegría y de dificultades, de tristezas y de aprendizajes, de sacrificios y de reflexiones. Mediante nuestras experiencias, como recuerda el director de la FEB, ampliamos nuestra comprensión del mundo, nuestras habilidades sociales y nuestro autoconocimiento. “De todo ello resulta una gran adaptación a la realidad de las cosas. El conjunto de experiencias que nos ha traído la crisis del Covid-19 resultará en más aprendizajes para la humanidad, pues nos hará recordar, nuevamente, las cosas que realmente importan”.
“Conozco personas con muchas posesiones que, durante la cuarentena, se aislaron en sus casas lejos de la capital paulista y que, con el devenir de los días, se sintieron vacías porque se dieron cuenta con incomodidad, de estar lejos del problema real. Pienso que todos estamos aprendiendo con este virus, que es democrático, a ser solidarios. He visto todos los días cómo acontece el Evangelio, ya sea cuando los chinos se embarcan para ayudar a los italianos, cuando los hospitales son reorganizados para atender a los pacientes, cuando el aire que respiramos va purificándose. ¡El cielo está lindo! ¡Veo la naturaleza viva! Esto me induce a tener la certeza de que esto va a pasar y que todo lo que estamos viviendo es un primer paso para todo el proceso de regeneración que viviremos. Todos hablábamos de guerras y hecatombes, pero nadie imaginaba que el movimiento podría ser otro”, afirma Fábio Narsi, médico geriatra y presidente de la Asociación Médico-Espírita de São Paulo. “Estamos ‘aislados’, sin embargo, más conectados que antes”, completa el psicólogo clínico y neurocientífico Julio Peres.
Para Océano Vieira de Melo, cineasta e investigador espírita, “las lecciones serán enormes si sabemos usar nuestro tiempo disponible para perfeccionar los sentimientos y conocimientos en el arte y la literatura. Hoy tenemos muchos libros y películas edificantes disponibles para satisfacer cualquier tipo de exigencia intelectual y moral. Tiempo para releer a nuestros escritores espíritas que dejaron sus marcas indelebles en el Movimiento y ampliar nuestro ideal”.
“Frente a este momento difícil, el Movimiento Espírita Brasileño ha recomendado atender al recogimiento social y al uso de los recursos tecnológicos para facilitar encuentros para el estudio, el consuelo y la iluminación espiritual. Las conferencias y estudios están disponibles en los medios sociales. Las acciones de ayuda a los más necesitados están en curso: las cestas básicas se están comprando en supermercados cercanos a las áreas de vulnerabilidad social para que las familias puedan subsistir. Estamos teniendo una oportunidad única de entender que los tiempos están cambiando y que después de esta pandemia el mundo ya no va a ser el mismo. Incumbe a cada uno de nosotros reinventar nuestro mundo y a todos nosotros, independientemente de la religión, entender que estamos todos en el mismo barco. Es necesario cuidar y estamos haciendo esfuerzos por cuidar, conscientes de que la caridad es la acción en todo momento y la experiencia más efectiva para el bienestar general: que cada uno haga su parte de la mejor manera posible. Esta es la lección que aprendemos con la Doctrina Espírita”, resalta André Henrique de Siqueira, Director de Comunicación del FEB.

“Las personas que no llevan dentro de sí mismos el Evangelio, que no están entendiendo lo que es la cuarentena, tienden a sufrir más, lo cual es una pena, porque pienso que estamos teniendo una oportunidad única de entender que los tiempos están cambiando y que después de esta pandemia el mundo ya no va a ser igual. Cabe a cada uno de nosotros reinventar el mundo y a todos nosotros, independientemente de la religión, entender que estamos todos en el mismo barco”, destaca Fabio Narsi, Presidente de la AME-SP.

La verdadera propiedad



Por Janaina Minelli De Oliveira


En el capítulo XVI de “El Evangelio según el Espiritismo”, el amigo espiritual que se identifica como Pascual nos hace reflexionar sobre lo que realmente poseemos. Pascual nos dice de forma tajante, que sólo es verdaderamente nuestro aquello que podemos llevar de este mundo. Lo que el hombre encuentra a su nacimiento, al igual que lo que deja cuando vuelve a la patria espiritual, lo disfruta mientras permanece en la Tierra. Profundizar en esta advertencia debería hacernos replantear el orden de prioridades que damos a muchas cosas. Antes o después, todos abandonaremos el cuerpo físico, llevando exclusivamente lo que nos pertenece. ¿Qué es? El amigo Pascual nos lo aclara: “Nada de lo que es para uso del cuerpo; todo lo que es para uso del alma: la inteligencia, los conocimientos, las cualidades morales. Eso es lo que trae y lo que se lleva consigo, lo que nadie puede arrebatarle, lo que le será de mayor utilidad en el otro mundo que en este. De él depende que sea más rico al partir que al llegar, porque de todo lo bueno que haya conquistado depende su posición futura.”


Ser más rico al partir que al llegar, en el sentido que nos propone Pascual, es el objetivo de todos los que hemos abrazado las ideas espíritas. Cada día que pasamos a este lado de la vida es una oportunidad de crecimiento moral e intelectual. El cultivo y desarrollo de valores éticos y morales, el autoconocimiento y la mejor gestión de las emociones son un programa que todo espírita sincero debe emprender. Momentos como los que vivimos actualmente ponen a prueba todas estas propuestas: la solidaridad, el respeto y la responsabilidad son valores que nos hacen reflexionar a cada día sobre quiénes somos en la relación con los otros y con nosotros mismos; las reacciones que exteriorizamos ante el desconocido, desagradable o indeseable nos ofrecen información sobre aspectos de nosotros que no suelen salir a la luz en tiempos de prosperidad, seguridad y confort; el miedo, la ansiedad y la rabia, si no se “ponen a raya”, pueden dificultar visualizar caminos de superación de las dificultades.


Pascual nos propone una metáfora. Imaginemos que nos preparáramos para viajar a un país lejano. ¿No prepararíamos el equipaje según lo que fuéramos a necesitar ahí? Antes del viaje, nos tendríamos que informar sobre qué temperatura hace en este país para seleccionar la ropa más adecuada. Según el objetivo del viaje, también tendríamos que tomar decisiones. No es lo mismo un viaje de ocio que un viaje profesional. Ahora, pensemos que estamos de camino a la patria espiritual. De retorno, mejor dicho. En el equipaje sólo podremos llevar lo que hayamos aprendido, el bien que hayamos hecho, las lágrimas que hayamos consolado, la madurez emocional que hayamos conquistado. Es posible que, contemplando nuestro equipaje, nos entre una necesidad enorme de posponer el viaje un poco más. ¿Estaría preparado para partir esta noche?


Al otro lado de la vida, no se nos preguntará si fuimos príncipes o artesanos. De hecho, no se nos preguntará nada. La conciencia de uno mismo ya se encarga de establecer las condiciones que nos esperan. Por esta razón, es tan importante, mientras todavía estamos de camino, llamar la conciencia al hecho de que estamos temporalmente encarnados. La lucha por la posesión de bienes materiales, el culto al cuerpo y el placer, a menudo nos tienen despistados de lo que debe tener una papel prioritario en nuestras vidas. Sin una visión clara de prioridades, uno se deja arrastrar por valores que siquiera diría compartir, pero acaban por caracterizarlo por el hecho de vivir en una sociedad materialista, consumista y narcisista.

Los espíritas estamos convocados a vivir con una conciencia despierta. Nuestra aceptación de las situaciones desafiadoras se basa en el conocimiento de que las leyes cósmicas son perfectas. Todo cuanto sucede es lo que nos merecemos y necesitamos, individual y colectivamente, para seguir en la senda incesante del progreso. Con esperanza vivimos estos días y entregamos, cada uno en su propia esfera de influencia, el amor que ya somos capaces de sentir. No buscamos la angelitud; simplemente trabajamos con entrega al proyecto de ser mejores seres humanos a nuestra partida que a nuestra llegada a este mundo.

Clases de Mediums

Por Flavia Roggerio




En esta edición, seguiremos explicando el tema de la mediumnidad y su finalidad específica frente a la Humanidad. Anteriormente explicamos qué es un médium y los tipos de mediumnidad que existen. Pues continuemos entonces con la división de las dos grandes categorías de médiums que hay:


I - DE EFECTOS FÍSICOS
Son médiums dotados de facultades capaces de producir efectos materiales ostensivos. Sus trabajos tienen la finalidad de llamar la atención de los incrédulos respecto a la existencia de los Espíritus y del mundo invisible.

II - DE EFECTOS INTELECTUALES
Están dotados de facultades que producen comunicaciones inteligentes, con las cuales es posible aprender conceptos morales y filosóficos. Estas manifestaciones nos ayudan a comprender el mundo invisible y la forma de vida de sus habitantes. Los tipos más comunes son:


1) MEDIUMS OYENTES O AUDITIVOS
Son aquellos capaces de oír la voz de los Espíritus de forma clara. Tales fenómenos ocurren generalmente en las reuniones mediúmnicas. Pueden conversar con los desencarnados, oyendo lo transmitido por sus instrucciones para el plano material. Este tipo de mediumnidad es agradable si el médium sólo oye Espíritus buenos, ya que cuando cae presa de un Espíritu malo, puede caracterizarse en una tenaz obsesión.


2) MEDIUMS PARLANTES O DE PSICOFONÍA
Son los que reciben comunicaciones de los Espíritus a través de la palabra. Pueden tener conciencia de lo que dicen, expresando ideas totalmente contrarias a sus conocimientos. Algunos guardan recuerdos claros de lo que transmiten, otros no. Hay médiums que reciben las ideas de los Espíritus por medio de la intuición, también denominada mediumnidad natural y exponen con sus propias palabras lo que la espiritualidad quiere revelar.


3) MEDIUMS VIDENTES
Son aquellos con capacidad para captar imágenes del mundo espiritual. Algunos poseen esta facultad en estado normal, perfectamente conscientes. Otros la tienen en estado sonambúlico o próximo al sonambulismo. Los médiums videntes no ven con los ojos carnales, pero sí con los del alma. Por esa razón pueden tener los ojos abiertos o cerrados. Para observar a los Espíritus es preciso saber separar la videncia, de las apariciones accidentales y espontáneas. La videncia, aunque varíe de intensidad, consiste en la posibilidad más o menos frecuente de ver a los Espíritus.


4) MEDIUMS SONÁMBULOS
Son los que, durante el trance de desdoblamiento mediúmnico, actúan bajo la influencia de su propio Espíritu. Son ellos mismos que, desprendiéndose de sus cuerpos físicos, se proyectan al mundo espiritual y conversan con los desencarnados, viendo, oyendo y percibiendo lo que va a suceder a su regreso.


5) MEDIUMS PSICÓGRAFOS O ESCRIBIENTES
Son los que tienen la facultad de escribir ellos mismos, bajo la influencia de los Espíritus. Hacia esta mediumnidad deben dirigirse todos los esfuerzos, porque permite establecer con los Espíritus relaciones tan seguidas y tan regulares como las que existen entre nosotros. Deben dedicarse con mayor motivo, porque por ella los Espíritus revelan del mejor modo su naturaleza y el grado de su perfección o de su inferioridad. Por la facilidad que tienen en expresarse nos hacen conocer sus pensamientos íntimos y nos ponen, de este modo, en disposición de juzgarles y apreciarles en su valor. La facultad de escribir por un médium es también la más susceptible de desarrollarse con el ejercicio. La psicografía es la mediumnidad más popularizada porque es, a la vez, la más sencilla, la más cómoda, la que produce resultados más satisfactorios y completos. 


Los médiums psicógrafos se dividen en tres clases:


a) Mecánicos
No tienen conciencia de lo que escriben. La influencia del pensamiento del médium en la comunicación es casi nula. La idea del Espíritu desencarnado se expresa con mayor claridad, pues hay gran dominio de la entidad sobre la facultad mediúmnica. 


b) Semi-mecánicos
La comunicación sufre una influencia un poco mayor del pensamiento del médium. La dominación del Espíritu sobre sus facultades no son tan profundas. 

c) Intuitivos
Son los que reciben las ideas del comunicante y la interpretación de acuerdo con sus conocimientos personales. 


6) MEDIUMS CURADORES
Son los que tienen la facultad de curar las enfermedades orgánicas, aliviar dolores a través de la imposición de manos o por la oración. La fe, aliada al magnetismo del médium y el auxilio de los buenos Espíritus, realiza fenómenos de cura. Generalmente es una facultad espontánea y, aunque se utilice el fluido magnético, algunos sanadores no saben siquiera lo que es el magnetismo. Esta facultad está muy extendida en casi todas partes, no obstante no es el médium el que cura sino los espíritus protectores que trasmiten la energía a través de él. Los médiums curadores también son clasificados como médiums de efectos físicos.


7) MEDIUMS DE EFECTOS FISICOS
Son los aptos a producir los fenómenos materiales, como los movimientos de  cuerpos inertes, o ruidos, etc. Los Espíritus utilizan una sustancia llamada ectoplasma (de origen psíquico que emana del cuerpo humano). Se trata de una sustancia delicada que se sitúa entre el periespíritu y el cuerpo físico. Es extraída por los orificios del cuerpo del médium para que el Espíritu pueda presentarse. Se tornan visibles y generalmente se presentan con la apariencia de su última encarnación. Sin el ectoplasma no habrían mecanismos para entrelazar los planos físico y espiritual. 


Aconsejamos que se estudien también las otras muchas variedades de médiums. En «El Libro de los Médiums» de Allan Kardec hay un capitulo que trata de su clasificación.


FRANCISCO CÁNDIDO XAVIER (Chico Xavier), considerado la mayor antena entre los dos planos de vida (material y espiritual), tuvo la siguiente conversación con Emmanuel, su guía espiritual:

«¿Estás realmente dispuesto a trabajar en la mediumnidad con Jesús? - Sí, si los buenos Espíritus no me abandonan. - No serás desamparado - le dijo Emmanuel - pero para eso, es necesario que trabajes, estudies y te esfuerces en el bien. - ¿Y el Señor cree que yo estoy en condiciones de aceptar el compromiso? - volvió a preguntar Chico. - Perfectamente, siempre que busques respetar los tres puntos básicos para el servicio... Como el protector guardó silencio, el joven preguntó: - ¿Cuál es el primero? - Disciplina. - ¿Y el segundo? - Disciplina - ¿Y el tercero? - Disciplina. 
Otra importante orientación dada a Chico sobre la mediumnidad: «Recuerdo que en uno de los primeros contactos conmigo, él me avisó que pretendía trabajar a mi lado por largo tiempo, pero que debería, primeramente buscar las enseñanzas de Jesús y las lecciones de Allan Kardec y añadió que si un día, él, Emmanuel, me aconsejara algo que no estuviese de acuerdo con las palabras de Jesús y Kardec, que yo debía permanecer con Jesús y Kardec, procurando olvidarlo». 
Tal fue el camino que Chico Xavier adoptó. Una vida dedicada al servicio, renuncia y caridad. Con cientos de libros psicografiados del más allá, se convirtió por su mediumnidad cristiana en el mayor médium del siglo XX.



LA CIENCIA, LA HISTORIA Y LA MEDIUMNIDAD

Transcomunicación Instrumental (TCI) es el término creado por el Prof. Ernest Senkowski, para designar la comunicación con los Espíritus a través del uso de aparatos electrónicos. En 1927 el famoso inventor americano Thomas Edison declaró estar investigando un aparato que le permitiese establecer contacto con el otro mundo. Sólo en 1959 se obtuvieron los primeros resultados cuando Friedrich Jurgenson grabó accidentalmente las primeras voces de Espíritus. Diversos investigadores pasaron a estudiar los fenómenos como el profesor Kostantin Raudive consiguiendo obtener más de 72 mil frases de Espíritus grabadas. La transcomunicación es hoy una realidad, aunque en estado experimental continúa siendo estudiada en diversos países, principalmente en Europa y Brasil.


Sócrates (470 - 399 a.C.), el filósofo griego, tenía un guía espiritual denominado «daemon», el cual lo acompañó desde su infancia conforme narra: «Gracias al favor celestial soy acompañado por un ser casi divino, cuya voz me aconseja a veces a emprender cualquier cosa, pero jamás me obliga a ejecutar tal o cual acción». 


Moisés (siglos XIV - XIII a.C.) fue sin duda un gran médium de la época, prohibió la mediumnidad por el mal uso que de ella hacía el pueblo hebreo. ¿Por qué Moisés prohibió al pueblo judío la comunicación con el plano espiritual? La prohibición hecha por Moisés en «La Biblia Sagrada», Deuteronomio y Levítico, ha servido como argumento de algunas doctrinas para condenar la práctica mediúmnica. Al analizar con profundidad apreciaremos a qué se refería con ello Moisés. En primer lugar, si la comunicación con los Espíritus fue prohibida es porque ésta era posible y si la ley mosaica debe ser tan rigurosa en este punto, forzoso es que lo sea igual en todos los otros. ¿Por qué habría de ser buena en lo relativo a las evocaciones y mala en otras de sus partes? Si se conoce que la ley mosaica ya no está de acuerdo con nuestra época y costumbres en algunos casos como apedrear a la mujer adúltera, la misma razón puede ser aplicada a la prohibición de la que trata. Además, es preciso considerar los motivos que justificaban esa prohibición y que hoy han desaparecido por completo. El legislador hebreo quería que su pueblo abandonase las malas costumbres adquiridas en Egipto, donde las evocaciones estaban en boga y daban lugar a abusos. El intercambio era grosero y perjudicial. En aquella época había un verdadero comercio con los adivinadores, asociado a las prácticas de magia y sortilegio que eran acompañadas hasta de sacrificios humanos. La prohibición tenía, pues, razón de ser. En los días actuales el ser humano ha logrado nuevas conquistas, el progreso se ha hecho debido al predominio de la razón y la práctica de intercambio espiritual defendida por el Espiritismo, que tiene otras finalidades como son la moralizadora, la consoladora y la religiosa. El propio Moisés, quien prohibiera a los hebreos la comunicación con los Espíritus, mil cuatrocientos años después se presentaría a Jesús en el Monte Tabor durante la transfiguración junto con Elías y en esa ocasión conversan ambos con el Maestro. De ello puede deducirse que la prohibición había cesado. (Mateo, cap. 17, v. 3 a 4)



LA MEDIUMNIDAD PARA LA HUMANIDAD

La práctica de la mediumnidad en el Espiritismo no tiene como objetivo solamente la producción de fenómenos físicos destinados a despertar a los incrédulos, el curar enfermedades orgánicas y espirituales. Las actividades curativas, más allá de demostrar la acción de la Misericordia Divina, sirven para alertar al ser humano de que él es algo más que materia. Debe despertarnos para el real sentido de la vida, provocándonos modificaciones de orden moral. Frente al mundo terreno repleto de intereses inmediatos el hombre busca su felicidad perdiéndose en las ilusiones generadas por la materia. Se desgasta en pasiones transitorias atentando contra el noble ideal de la vida, que es el aprendizaje y progreso del Espíritu como ser inmortal. La mediumnidad es un medio por el cual los Espíritus superiores presentan nuevos conceptos y horizontes más amplios a las personas. Eso les renueva el ánimo y las esperanzas con relación al futuro. La mediumnidad esclarece que moriremos, que viviremos, que reencarnaremos en otras ocasiones, en una condición social o en otra, que los principios morales enseñados por Jesús, el Cristo, hacen nacer en la intimidad de los hombres el tan soñado Reino de Dios. El contacto con los «muertos» a través de la mediumnidad nos muestra que, por la acción de la Ley de Causa y Efecto, cosechamos todo aquello que sembramos. Que una vida egoísta y orgullosa sólo conduce al sufrimiento, al paso que una conducta pautada en las orientaciones del Evangelio nos encamina para un estado de equilibrio y verdadera felicidad. 
Todos los hombres son médiums, todos tenemos un Espíritu que nos dirige hacia el bien cuando sabemos escucharle. Que unos nos comuniquemos directamente con él por una mediumnidad particular o que otros no le oigamos sino por la voz del corazón y de la inteligencia poco importa, no por esto deja de ser el Espíritu familiar que nos aconseja. Llamadle Espíritu, razón, inteligencia, siempre es una voz que responde a nuestra alma y nos dicta buenas palabras, aunque nosotros no las comprendamos siempre. Escuchad, pues esta voz interior, a este buen genio que os habla sin cesar, y llegaréis a oír progresivamente a vuestro ángel guardián que os tiende la mano desde lo alto de los cielos. Repito, la voz íntima que habla al corazón es la de los buenos Espíritus y bajo este punto de vista todos los hombres son médiums.


¡Cierra los ojos... escucha!


Las exigencias irracionales

por Jordi Santandreu


La crisis sanitaria y económica que ha provocado el Covid-19 nos ha llevado a las puertas de un enorme desafío para la salud mental. Seguimos viviendo bajo la amenaza del contagio, el aislamiento, el desempleo, el duelo y la incertidumbre de la desescalada, y todavía nos quedan algunos meses por delante para recuperar la estabilidad económica y social.

Los especialistas alertan que se han disparado los casos de ansiedad, sobre todo al principio de la 
crisis, con el shock inicial y la escalada, y en adelante veremos un aumento de los casos de depresión y estrés postraumático. Además, se agudizan los trastornos previos que estaban en recuperación, problemas más complejos como los trastornos psicóticos y bipolares.

Aumentan, además, las demandas de divorcio, señal de que la convivencia tan intensa pasa factura en las parejas, y han aumentado también las denuncias por violencia de género. Y muchas más cosas, como el insomnio, el sobrepeso, la apatía, etc, que pueden ser síntomas aislados, sin más, o ser parte de algo más complejo como la ansiedad o la depresión. 

Tal vez sean problemas incluso que algunos de nosotros estemos pasando, actualmente. Si bien, cada grupo de edad, cada sector social, tipo de familia, se enfrenta a problemas un poco diferentes. No es lo mismo vivir el confinamiento en un piso de cuarenta metros cuadrados, tres personas o cuatro, o en una habitación alquilada, una o dos personas, que en un ático de cien metros cuadrados, por ejemplo. Tampoco es lo mismo a lo que se enfrentan los adolescente, en ese momento complicado de sus vida de autoafirmación, de descubrimiento de la sexualidad, frente a los ancianos, que viven con más temor el contagio y al aislamiento; o los profesionales sanitarios, que han estado directamente en contacto con la enfermedad y la muerte, frente a los que nos hemos quedado en casa encerrados. Cada uno lo vive de manera diferente.

¿Qué herramientas nos ofrecen la Psicología y el Espiritismo para enfrentarnos al malestar emocional, general, común a todos, que se deriva de esta crisis?

La Psicología, como sabemos, se centra en la forma en la que funciona nuestra mente. Para ella, los pensamientos son lo más importante. En líneas generales, afirma que emociones y conducta son producto de lo que pensamos. Epicteto, un filósofo griego de la antigüedad, decía, “no es lo que nos pasa lo que nos perturba, sino lo que nos decimos sobre lo que nos pasa”. Ramón de Campoamor,  poeta asturiano contemporáneo de Kardec, decía: “en este mundo traidor nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”. 

No podemos negar que los que nos sucede tiene un impacto en nuestro estado mental. Ese impacto inicial, sin embargo, se puede gestionar, lo podemos trabajar para nuestro propio bien. De ello se encarga pues, la Psicología Cognitiva, de encontrar la forma más racional de encarar la realidad.¿Porqué interpretamos las cosas de una manera o de otra? Es una pregunta interesante que seguro que os hacéis. De entre la multitud de factores que intervienen, podemos destacar tres:

Efectivamente, el aprendizaje en la primera infancia es fundamental, ya que es cuando más moldeables somos. Aunque vengamos con tendencias de vidas pasadas, este periodo es una oportunidad increíble para construir una estructura mental sana y estable. Sobre todo, nos referimos aquí a la educación y a los valores que recibimos de nuestros cuidadores más próximos, en la mayoría de casos, nuestros padres.

En segundo lugar, por cuestiones genéticas. Aún así, la expresión genética no deja de ser, al menos en cierta medida, consecuencia de nuestros pensamientos, nuestra conducta y de la influencia del entorno, como, todavía más importante, si cabe, de la programación espiritual a la que tenemos que responder. 

En tercer lugar, todas aquellas creencias que son social y culturalmente alimentadas a través de la publicidad, las películas, la tele, etc. Muchas de ellas, absolutamente irracionales, ¡falsas!, pero que las tenemos instaladas en nuestro software mental. Fijaos en estas ideas que solemos repetirnos a menudo:

“Sin ti no soy nada”
“Te necesito como el aire que respiro”
“No puedo vivir sin ti”
“Nada valgo sin tu amor”
“Nunca te des por vencido”
“Nada es imposible”
“Lo que imaginas, lo haces realidad”
“Nunca es tarde”

¿No suenan mal del todo, no? Nos enganchan fácilmente. Pero si nos parásemos a analizarlas científicamente veríamos que son completamente absurdas. En algunas puede costar más que otras verlo, y podemos buscar argumentos que las defiendan. Pero es así: son creencias irracionales, son validez empírica, ni lógica ni pragmática.

Si nos conducimos por la vida sin cuestionarnos nuestras creencias nunca fundamentales, se nos pueden colar ideas ilógicas e irracionales. Sin embargo, con un poco de vigilancia podemos pasar a elegir conscientemente lo que pensamos. Al menos, filtrar lo que no nos interesa. Simplemente, hay que observar un poco más, no creerse todo lo que viene a nuestra mente.

Es interesante afirmar esto porque nosotros sabemos que los Espíritus desencarnados ejercen mucha influencia en lo que pensamos y en lo que sentimos, ¿no es así? A pesar de ello, nuestra vigilancia mental puede ser capaz de poner freno a los pensamientos que no nos ayudan, para quedarnos solamente con aquellos que voluntariamente elegimos pensar. 

En la cuestión 461 de El Libro de los Espíritus, Kardec les pregunta si es posible distinguir nuestros pensamientos de los de los Espíritus. Responden ellos que es posible, pero innecesario: “no hay -dicen- gran interés para vosotros en hacer esa distinción, y es frecuentemente útil que no lo sepáis: actuaréis más libremente: si os decidís por el bien o por el mal camino, será vuestra responsabilidad”.
De todos los pensamientos que circulan por nuestra mente a lo largo del día, que son más de 60 mil, somos capaces, si nos lo proponemos, de alimentar algunos y de poner a dieta otros. No nos hemos de creer, en definitiva, todo lo que nos pasa por la mente, sea de origen inconsciente o espiritual: hemos de elegir conscientemente lo que pensamos y descartar lo que no nos interesa.

¿Qué forma de pensar nos puede ayudar a vivir mejor estos momentos desafiantes? Veremos ahora algunas sugerencias. En primer lugar, hablaremos de la aceptación racional. 

La aceptación racional no quiere decir aceptar todo porque sí; no es una aceptación ciega. La aceptación racional es aquella que comprende que estamos sometidos a ciertas leyes universales de las que no podemos escapar, por nuestro propio bien, como la ley de Causa de Efecto y la reencarnación, entre otras. La aceptación racional es aquella que alcanza a comprender la justicia de las aflicciones, como nos enseña el capítulo quinto de El Evangelio según el Espiritismo, según el cual las vicisitudes de la vida derivan de una causa justa, aunque ésta permanezca enterrada en el olvido.

Implica aceptarlo desde un punto de vista amplio y esperanzador, es decir, siendo capaces de ver como en una foto panorámica, más allá de lo inmediato, de lo que tenemos apenas delante de las narices. En este caso, podemos entender que epidemias como ésta suceden cada cierto tiempo, y que siempre las hemos superado como especie, mejorando tras la crisis en algunas cosas importantes. 
Entendiendo que, aunque nos cubra la capa oscura de la temida muerte, a nosotros o a algún ser querido, abriremos de nuevo los ojos en el hogar al que en realidad siempre hemos pertenecido, para continuar con el viaje que no tiene fin. 

También nos dice el Evangelio que no nos perdamos en dolorosos lamentos por quienes mueren prematuramente: “precisamos -dicen los Espíritus en aquél mismo capitulo, cuando habla sobre las muertes prematuras- elevarnos encima de la inmediatez de la vida, para comprender que el bien, muchas veces, está donde juzgáis ver el mal, la sabia providencia donde pensar divisar la ciega fatalidad del destino”.

Aceptar, también con esperanza, significa aceptar con calma, confiando: ante la multitud hambrienta que había estado escuchando las palabras del Maestro, los discípulos sucumbían ante la preocupación por no saber cómo alimentar a esas cinco mil personas. Discuten porque sólo tienen un puñado de panes y dos peces. Él les manda sentarse, tener calma, confiar una vez más en Él. ¿Recordáis? Algo parecido sucedió en el Mar de Galilea, cuando la lluvia y el viento pusieron en peligro la barca en la que viajaban los Apóstoles con Jesús. ¿Porqué teméis? Les dijo. ¿Dónde está vuestra fe?
En caso de tratarse de una corrección, si así fuera, aceptemos la corrigenda ya que, como sabemos, “bienaventurado el espíritu que comprende la corrección del Señor y la acepta sin quejarse”, sostienen Emmanuel y Chico Xavier en Pan Nuestro. “A veces -escriben- la reprensión generosa de lo Alto, símbolo de su desvelado amor, alcanza al hombre en la forma de advertencia sagrada y silenciosa. En la mayoría de ocasiones, la mente encarnada repele el aguijón salvador, se sumerge en la noche de la rebeldía, elimina posibilidades preciosas y cualifica de infortunio insoportable la influencia renovadora, destinada a clarearle el oscuro y triste camino”. 

El Evangelio según el Espiritismo nos aconseja: “solamente las pruebas bien soportadas pueden conducirnos al reino de Dios. El desánimo es una falta, así como la falta de coraje. La oración es un bálsamo para el alma, pero no es suficiente: es preciso que tenga por base una fe viva en la bondad de Dios. Más opulenta será la recompensa, de que penosa la aflicción”.

A la oración y a la fe en Dios, la Psicología añade el pensamiento racional. Éste se basa, en primer lugar, en desmontar ciertos mitos -que llamamos creencias irracionales-, como los que hemos visto antes. 

Una tendencia muy común, por ejemplo, es la de “terribilizar”, término acuñado por mi hermano Rafael y que quiere decir que, sin darnos cuenta, nos desbordamos emocionalmente al considerar lo que nos pasa como algo absolutamente terrible, catastrófico, apocalíptico. 

La realidad que conocemos nos demuestra que hemos conseguido superar varias epidemias en nuestra historia; incluso Kardec vivió una; crisis económicas; enfermedades; ¡dos guerras mundiales! Incluso la muerte, sabemos nosotros, para nada significa el fin de la existencia; que este mundo ni siquiera es el más importante.

Pero aún así, hacemos nuestro muchas veces ese discurso de terribilitis, aún sin pruebas, aún viendo que nos conduce a largo plazo a la depresión y a la ansiedad; aún viendo que es ilógico pensar que por el hecho de preferir vivir una vida tranquila y feliz, la vida no pueda incluir momentos de crisis e inestabilidad. Una cosas es preferir, otra exigir a la vida que sea de una manera determinada. Hablaremos de ello un poquito más adelante. 

Todo esto es doloroso, es incómodo, pero no es para nada insoportable. Esta es la segunda creencia irracional más extendida: la “nosoportantitis”. Veamos el caso de Stephen Hawking, el famoso científico británico que padeció ELA; O Christopher Reeve, el actor de Superman, que quedó tetrapléjico tras caerse del caballo; o Pablo Ráez, un joven español que padeció leucemia y se hizo famoso por luchar a favor de las donaciones de médula ósea; o Albert Espinosa, el creador de las Polseras Vermelles, esa serie de TV sobre unos niños que estaban hospitalizados tratándose de cáncer. 

¿Qué tienen en común estas personas? Es muy difícil, por no decir imposible, ponerse en la piel de alguien que pasa por estas circunstancias tan difíciles. Pero su testimonio nos demuestra que, aun siendo doloroso, no es insoportable. Y encontraremos otros ejemplos, como Viktor Frankl, fundador de la logoterapia, que pasó tres años en varios campos de concentración nazis, incluidos Auschwitz y Dachau.

Volvamos un momento a esas creencias absurdas de “sin ti no soy nada” y demás. ¿Qué creencias irracionales esconden detrás, y que conducen irremediablemente a la locura? Lo que Rafael denomina “necesititis”. 

La necesititis es esa enfermedad mental sostenida por creencias del tipo: “necesito el amor de esta mujer para ser feliz”. Cuántas personas consiguen esa mujer o ese hombre “para ser felices”, y al cabo de un tiempo dicen: “necesito... ¡verme libre de ese hombre o de esa mujer para ser feliz!”.

La “necesisitis” expresa un pensamiento extremo, fijaos bien, absolutista, radical, que también se expresa en la forma de “deberías”: por ejemplo: ¡el gobierno debería hacer tal cosa!; ¡la vida debería ser de otra manera! 

Cuando pensamos en nuestros ancianos que han fallecido en residencias de la tercera edad: cuántas veces pensamos: “esto no debería ser así”, “deberíamos tratar mejor a nuestros padres y abuelos”. Y parece un pensamiento racional, pero no lo es, y nos dejamos llevar por la rabia, la desesperación y la depresión.

Las cosas no “deben” ser como nosotros pensamos que “deben” ser. Nada. Ni nuestro cónyuge, ni nuestros hijos, ni el gobierno, ni los Espíritus. Las cosas simplemente “son”, y lo que hay que mejorar, mejorémoslo. Lo que nos demos cuenta que ya no funciona, arreglémoslo. Pero las cosas no “deben” ser.

En todo caso, “hubiéramos preferido”, o “preferiríamos” que fueran diferentes. Es ilógico pensar que por desear que las cosas sean diferentes, éstas deban de ser diferentes. Hay una transformación mágica e irracional aquí. 


Por lo tanto, manejarse por la vida a partir necesititis, deberías, terribilitis, nosoportantitis... nos conducirá a la depresión, a la ansiedad, a la ira, a la culpa, a la vergüenza, etc. Manejarse por la vida con un pensamiento más flexible y sobre todo más racional, puede que nos lleve a momentos incómodos, desagradables, tristes, molestos, pero desde luego no fatales, ni horribles, y perfectamente soportables.