Por Janaína de Oliveira Hablar del suicidio no es f á cil. Siempre habr á qui é n diga que es mejor no mencionarlo, como si el silencio lo curara todo. Pero no es as í . El silencio oculta, pero no cura una realidad que s ó lo puede ser afrontada con mucha empat í a, coraje y humildad. Sin empat í a no podemos compartir el dolor de los dem á s, reconocer que su dolor es nuestro tambi é n y decidirnos a implicarnos en la lucha contra el suicidio. Sin coraje no hay acci ó n, se cae en la inercia que sencillamente espera a ver si las cifras de muertes por suicidio bajan por s í mismas, como por arte de magia. Sin humildad no se reconoce el sentimiento de impotencia que experimentamos cuando un ser querido te confiesa que se quiere quitar la vida … ¿ C ó mo le ayudas sin caer en las frases hechas y las im á genes de lugar com ú n que sabes que te va a rebatir ni bien has abierto la boca? ¿ C ó mo traer a alguien de vuelta de este lugar de destierro en que se encuentra, donde los puntos