Querida familia CEADS,
Ayer, como es habitual, nos reunidos una vez más en nuestro querido Centro Espírita Amalia Domingo Soler. Llevamos varias semanas estudiando el tema de la obsesión, como podéis comprobar en el blog: primero nos dedicamos a entender qué es la obsesión, sus variedades y los sentidos de la obsesión.
Ayer, como es habitual, nos reunidos una vez más en nuestro querido Centro Espírita Amalia Domingo Soler. Llevamos varias semanas estudiando el tema de la obsesión, como podéis comprobar en el blog: primero nos dedicamos a entender qué es la obsesión, sus variedades y los sentidos de la obsesión.
En la clase de ayer nos dedicamos a comprender quién es el obsesor y quién es el obsesado. Las conclusiones de la tarde de estudio son las que os resumo a continuación:
- El obsesor y el obsesado son espíritus que no solo tienen la misma naturaleza, ya que son ambos criaturas de Dios, sino que afines, es decir, se unen por las leyes de sintonía por los hábitos inferiores (vicios y actitudes en contra de la ética y la moral) y emociones desequilibradas (de odio o deseos de venganza).
- A ambos se les debe considerar como seres enfermos, dignos de compasión y necesitados de amor y amparo.
- Solo el amor, el perdón y la mejora intima pueden cambiar la relación que existe entre un obsesor y su obsesado. Perdon y amor por nuestros enemigos son palabras mayores. nadie ha dicho que es facil, pero seamos todos concientes de que este es el único camino para la felicidad. Podemos posponer la rectificación de nuestros corazones, pero haciéndolos, solo perpetuamos el sufrimiento.
- La pena no es la actitud que debemos cultivar hacia obsesores u obsesados. Si Dios permite que se encuentren unos y otros, es para su crecimiento mutuo y cabe a ambos aprender las lecciones de humildad, paciencia, tolerancia y resignación que muchas veces solamente el sufrimiento hace florecer en corazones endurecidos por la persistencia en el orgullo, la vanidad y egoísmo y el sensualismo. Un proceso obsesivo, por tanto, debe ser entendido y vivido como una oportunidad de crecimiento, aprendizaje y recate.
- Los obsesores pueden utilizar armas de diferente naturaleza para infringir el mal a su obsesado: éstas pueden ser de orden emocional, aprovechando nuestras debilidades para aumentar la culpabilidad o la depresión que experimentamos, o pueden ser de orden física, produciendo desequilibrios físicos que afectan a nuestra salud. Es probable que la capacidad que tiene un obsesor para hacernos daño dependa del odio que nutra por nosotros (cuyas causas se encuentran en un pasado más o menos lejano), de su capacidad intelectual y de su asociación a otros espíritus desencarnados dedicados al mal. En todo caso, la única forma de liberarse de su influencia es el cultivo de emociones superiores, la práctica sincera de la caridad y la persistencia en el bien.
Os deseo a todos una semana de paz, luz y amor.
Cariños de la hermana menor,
Janaina