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miércoles, 21 de diciembre de 2022

El Libro de los Espíritus: La Creación

 Flavia Roggerio

  

El Libro de los Espíritus

Capítulo III - La Creación


¡Hola compañeros de viaje... de aprendizaje!

Seguimos con las preguntas y respuestas recopiladas en “El Libro de los Espíritus” por Allan Kardec. En esta edición veremos el capitulo III del libro, donde el profesor cuestionó a los Espíritus respecto a la “Creación”. Se les preguntó sobre el Universo que  comprende la infinidad de los mundos que vemos y que no vemos; los seres animados e inanimados; los astros que se mueven en el espacio, así como los fluidos que lo llenan.

El texto colocado entre comillas a continuación de cada pregunta es la respuesta que dieron los Espíritus. Debido a la complejidad de algunas respuestas, se han diferenciado con otro tipo de letra las notas y explicaciones añadidas por el autor en los casos en que existía la posibilidad de confundirlas con el texto de las respuestas. Cuando forman capítulos enteros no hay lugar a confusión, de modo que se ha conservado el tipo de letra ordinario. ¡Vamos allá!

 

Formación de los mundos 

37.         El universo, ¿ha sido creado o es eterno como Dios?

“Sin duda no ha podido hacerse solo. Además, si fuese eterno como Dios no podría ser obra de Él.” La razón nos dice que el universo no ha podido hacerse a sí mismo y, dado que no puede ser obra del acaso, debe ser obra de Dios.

 

38. ¿Cómo creó Dios el universo?

“Para servirme de una expresión común: por medio de su Voluntad. Nada describe mejor esa voluntad todopoderosa que las bellas palabras del Génesis: ‘Dijo Dios: Sea la luz, y fue la luz’.”

 

39. ¿Podemos saber de qué modo se produce la formación de los mundos?

“Todo lo que se puede decir y que vosotros podéis comprender, es que los mundos se forman por la condensación de la materia diseminada en el espacio.”

 

40. Los cometas, ¿serían, como se piensa hoy en día, un principio de condensación de la materia y mundos en vías de formación?

“Eso es exacto. Lo absurdo es creer en su influencia. Me refiero a esa influencia que se les atribuye vulgarmente, pues todos los cuerpos celestes influyen en parte sobre ciertos fenómenos físicos.”

 

41. Un mundo completamente formado, ¿puede desaparecer y la materia que lo compone diseminarse de nuevo en el espacio?

“Sí, Dios renueva los mundos así como renueva los seres vivos.”

 

42. ¿Podemos saber cuánto dura la formación de los mundos: de la Tierra, por ejemplo?

“No puedo decírtelo, pues sólo el Creador lo sabe. Además, estaría loco el que pretendiese saberlo o conocer el número de siglos que dura esa formación.”

 

 

Formación de los seres vivos

43. ¿Cuándo comenzó a poblarse la Tierra?

“Al principio todo era caos; los elementos estaban mezclados. Poco a poco cada cosa tomó su lugar. Entonces aparecieron los seres vivos adecuados al estado del globo.”

 

44. ¿De dónde vinieron los seres vivos a la Tierra?

“La Tierra contenía los gérmenes que aguardaban el momento favorable para desarrollarse. Los principios orgánicos se congregaron tan pronto como cesó la fuerza que los mantenía separados, y formaron los gérmenes de todos los seres vivos. Esos gérmenes permanecieron en estado latente e inerte, como la crisálida y las semillas de las plantas, hasta el momento propicio para la eclosión de cada especie. Entonces los seres de cada especie se congregaron y se multiplicaron.”

 

45. ¿Dónde estaban los elementos orgánicos antes de la formación de la Tierra?

“Se encontraban, por decirlo así, en estado de fluido en el espacio, en medio de los Espíritus, o en otros planetas, en espera de la creación de la Tierra para comenzar una nueva existencia en un nuevo mundo.”


La química nos muestra que las moléculas de los cuerpos inorgánicos se unen para formar cristales de una regularidad constante, según cada especie, tan pronto como se encuentran en las condiciones requeridas. La menor perturbación en esas condiciones basta para impedir la reunión de los elementos o, por lo menos, la disposición regular que constituye el cristal. ¿Por qué no habría de suceder lo mismo con los elementos orgánicos? Conservamos durante años simientes de plantas y de animales que sólo se desarrollan a una temperatura determinada y en un medio propicio. Se ha visto germinar granos de trigo después de muchos siglos. Hay, pues, en esas simientes, un principio latente de vitalidad, que sólo espera una circunstancia favorable para desarrollarse. Lo que sucede a diario ante nuestros ojos, ¿no habría podido existir desde el origen del globo? Esa formación de los seres vivos, que salen del caos por la fuerza misma de la naturaleza, ¿le resta algo a la grandeza de Dios? Lejos de eso, responde mejor a la idea que nos hacemos de su poder, el cual se ejerce en los mundos infinitos por medio de leyes eternas. Es cierto que esta teoría no resuelve la cuestión del origen de los elementos vitales. Con todo, Dios tiene sus misterios y ha puesto límites a nuestras investigaciones.

 

46. ¿Hay todavía seres que nacen de modo espontáneo?

“Sí, pero el germen primitivo ya existía en estado latente. Todos los días sois testigos de ese fenómeno. ¿Acaso los tejidos del hombre y de los animales no contienen los gérmenes de una cantidad de gusanos que esperan, para nacer, la fermentación pútrida necesaria para su existencia? Es un pequeño mundo que dormita y que se crea.”

 

47. La especie humana, ¿se encontraba entre los elementos orgánicos contenidos en el globo terrestre?

“Sí, y llegó a su tiempo. Por eso se ha dicho que el hombre se formó del lodo de la tierra.”

 

48. ¿Podemos saber en qué época aparecieron el hombre y los demás seres vivos en la Tierra?

“No. Todos vuestros cálculos son quimeras.”

 

49. Si el germen de la especie humana se encontraba entre los elementos orgánicos del globo, ¿por qué no se forman hombres de modo espontáneo, como en su origen?

“El principio de las cosas forma parte de los secretos de Dios. Sin embargo, se puede decir que los hombres, una vez esparcidos en la Tierra, absorbieron en sí los elementos necesarios para su formación, a fin de transmitirlos según las leyes de la reproducción. Lo mismo ocurrió con las diferentes especies de seres vivos.”

 

Poblamiento de la tierra. Adán.

50. La especie humana, ¿comenzó con un solo hombre?

“No. Aquel a quien llamáis Adán no fue el primero ni el único que pobló la Tierra.”

 

51. ¿Podemos saber en qué época vivió Adán?

“Más o menos en la época que le asignáis: alrededor de 4000 años antes de Cristo.”


El hombre a quien la tradición ha conservado con el nombre de Adán fue uno de los que sobrevivieron, en una región, a algunos de los grandes cataclismos que en diversas épocas trastornaron la superficie del globo, y llegó a ser el tronco de una de las razas que hoy lo pueblan. Las leyes de la naturaleza no admiten que los progresos de la humanidad, comprobados mucho tiempo antes de Cristo, hayan podido realizarse en unos pocos siglos, como habría sucedido si el hombre sólo hubiese estado en la Tierra desde la época asignada a la existencia de Adán. Algunos consideran, con más razón, que Adán es un mito o una alegoría que personifica a las primeras edades del mundo.

 

Diversidad de las razas humanas

52. ¿De dónde provienen las diferencias físicas y morales que distinguen a las diversas razas de hombres en la Tierra?

“Del clima, la vida y las costumbres. Lo mismo ocurre con dos hijos de una misma madre, quienes, educados lejos uno del otro y de modo diferente, no se parecerán en nada en el aspecto moral.”

 

53. El hombre, ¿surgió en varios puntos del globo?

“Sí, y en diversas épocas. Esa es una de las causas de la diversidad de razas. Más tarde, al dispersarse en diferentes regiones y unirse con otras razas, los hombres han formado nuevos tipos.”

53a. Esas diferencias, ¿constituyen especies distintas?

“No, por cierto. Todas son de la misma familia. ¿Acaso las diferentes variedades de un mismo fruto impiden que este pertenezca a la misma especie?”

 

54. Si la especie humana no procede de un solo hombre, ¿deben por eso los hombres dejar de mirarse como hermanos?

“Todos los hombres son hermanos en Dios, porque están animados por el espíritu y tienden al mismo objetivo. Vosotros siempre queréis tomar las palabras al pie de la letra.”

 

Pluralidad de los mundos

55. Los mundos que circulan en el espacio, ¿están habitados?

“Sí. El hombre de la Tierra está lejos de ser, como cree, el primero en inteligencia, bondad y perfección. Sin embargo, hay hombres que se consideran muy importantes y se imaginan que sólo este pequeño mundo tiene el privilegio de contar con seres racionales. ¡Orgullo y vanidad! Creen que Dios ha creado el universo para ellos solos.”

Dios ha poblado los mundos con seres vivos, todos los cuales confluyen en el objetivo final de la Providencia. Creer que los seres vivos se encuentran limitados al único punto que nosotros habitamos en el universo sería poner en duda la sabiduría de Dios, que no ha hecho nada inútil. Él debió asignar a esos mundos un objetivo más serio que el de recrear nuestra vista. Nada, por otra parte, ni en la posición, ni en el volumen, ni en la constitución física de la Tierra, puede razonablemente hacer suponer que sólo ella tiene el privilegio de estar habitada, con exclusión de tantos millares de mundos semejantes.

 

56. Los diferentes mundos, ¿poseen la misma constitución física?

“No. No se parecen en modo alguno.”

 

57. Dado que la constitución física de los mundos no es la misma en todos ellos, ¿se puede concluir que los seres que habitan en ellos poseen una organización diferente?

“Sin duda, como entre vosotros los peces están hechos para vivir en el agua y las aves en el aire.”

 

58. Los mundos que están más alejados del Sol, ¿se encuentran privados de luz y calor, dado que el Sol sólo se presenta a ellos con la apariencia de una estrella?

“¿Creéis, pues, que no hay otras fuentes de luz y de calor más que el Sol? ¿No contáis para nada con la electricidad, que en algunos mundos desempeña un papel que no conocéis, y mucho más importante que en la Tierra? Por otra parte, no hemos dicho que todos los seres vean de la misma manera que vosotros y con órganos conformados como los vuestros.”

Las condiciones de existencia de los seres que habitan en los diferentes mundos deben ser apropiadas al medio donde son llamados a vivir. Si nunca hubiésemos visto peces, no comprenderíamos que algunos seres pueden vivir en el agua. Lo mismo ocurre en los otros mundos, que contienen sin duda elementos que no conocemos. ¿Acaso no vemos en la Tierra las largas noches polares iluminadas por la electricidad de las auroras boreales? ¿Acaso es imposible que en algunos mundos la electricidad sea más abundante que en la Tierra y desempeñe un papel general cuyos efectos no podemos comprender? Esos mundos pueden, pues, contener en sí mismos las fuentes de calor y de luz necesarias para sus habitantes.

 

Consideraciones y concordancias bíblicas referentes a la creación

59. Los pueblos se han formado ideas muy divergentes acerca de la creación, según el grado de sus luces. La razón, apoyada en la ciencia, ha reconocido la inverosimilitud de algunas de esas teorías. La que ofrecen los Espíritus, en cambio, confirma la opinión que los hombres más instruidos admiten desde hace mucho tiempo. La objeción que se puede hacer a esta teoría es que contradice el texto de los libros sagrados. 

Sin embargo, un examen serio permite reconocer que esa contradicción es más aparente que real, y resulta de la interpretación dada a lo que a menudo tiene un sentido alegórico. La cuestión del primer hombre en la persona de Adán, como único tronco de la humanidad, no es la única sobre la cual las creencias religiosas han tenido que modificarse. El movimiento de la Tierra pareció, en cierta época, tan opuesto al texto sagrado, que no hubo un solo tipo de persecuciones a las que esa teoría no haya servido de pretexto. No obstante, a pesar de los anatemas, la Tierra gira, y hoy nadie podría refutarlo sin agraviar a su propia razón.

 La Biblia afirma también que el mundo fue creado en seis días, y fija la época de su creación alrededor del año 4000 antes de la Era cristiana. Con anterioridad a esa época la Tierra no existía, pues fue extraída de la nada: el texto es preciso. Pero sucede que la ciencia positiva, la ciencia inexorable, viene a probar lo contrario. La formación del globo está escrita con caracteres inalterables en el mundo fósil, y está probado que los seis días de la creación son otros tantos períodos, cada uno de los cuales abarcó tal vez varios cientos de miles de años. No se trata de un sistema, una doctrina o una opinión aislada, sino de un hecho tan constante como el del movimiento de la Tierra, y que la teología no puede rehusarse a admitir, pues constituye la prueba evidente del error en el que se puede caer si se toman al pie de la letra las expresiones de un lenguaje que suele ser figurado.

¿Es necesario concluir de ahí que la Biblia está en un error? No. Los hombres se han equivocado al interpretarla. Al explorar los archivos de la Tierra, la ciencia descubrió el orden en que los diferentes seres vivos aparecieron en su superficie, y ese orden concuerda con el indicado en el Génesis, con la diferencia de que en vez de haber salido milagrosamente de las manos de Dios en algunas horas, esta obra se realizó siempre por su voluntad pero de acuerdo con la ley de las fuerzas de la naturaleza, en algunos millones de años. ¿Es Dios menos grande y poderoso por ello? ¿Su obra es menos sublime porque le falta el prestigio de la instantaneidad? Es evidente que no. Sería preciso formarse una idea muy mezquina de la Divinidad para no reconocer su omnipotencia en las leyes eternas que ha establecido para regir los mundos. 

Lejos de menoscabar la obra divina, la ciencia nos la muestra con un aspecto más grandioso y más conforme a las nociones que tenemos del poder y la majestad de Dios, incluso porque se ha realizado sin derogar las leyes de la naturaleza. La ciencia, de acuerdo en esto con Moisés, ubica al hombre en último término en el orden de la creación de los seres vivos. No obstante, Moisés fija el diluvio universal en el año 1654 de la creación del mundo, mientras que la geología nos demuestra que el gran cataclismo se produjo antes de la aparición del hombre, puesto que hasta el día de hoy no se ha encontrado en las capas primitivas ningún rastro de su presencia, ni de la de los animales de su misma categoría desde el punto de vista físico. Sin embargo, nada prueba que esa presencia sea imposible. Muchos descubrimientos ya han planteado algunas dudas al respecto. Puede ser, pues, que de un momento a otro se adquiera la certeza material de que la raza humana es anterior al gran cataclismo, y entonces se reconocerá que en este punto, como en otros, el texto bíblico es figurado. La cuestión es saber si el cataclismo geológico es el mismo que el de Noé. 

Ahora bien, el tiempo necesario para la formación de las capas fósiles impide que estas se confundan. Por eso, cuando se encuentren rastros de la existencia del hombre antes de la gran catástrofe, quedará probado que Adán no fue el primer hombre, o que su creación se pierde en la noche de los tiempos. Contra la evidencia no hay razonamiento posible. Será necesario aceptar este hecho, así como fueron aceptados el movimiento de la Tierra y los seis períodos de la creación. Por cierto, la existencia del hombre antes del diluvio geológico es aún hipotética, pero aquí hay algo que lo es menos. Si se admite que el hombre surgió por primera vez en la Tierra 4000 años antes de Cristo, y si 1650 años más tarde toda la raza humana fue destruida, con excepción de una sola familia, resulta de ahí que el poblamiento de la Tierra comenzó recién en la época de Noé, es decir, 2350 años antes de nuestra era. 

Ahora bien, cuando los hebreos emigraron a Egipto, en el siglo dieciocho antes de Cristo, encontraron ese país muy poblado y bastante adelantado en civilización. La historia prueba que en esa época la India y otras regiones también eran florecientes, incluso sin tener en cuenta la cronología de otros pueblos, que se remonta a una época mucho más lejana. Habría sido preciso, pues, que desde el siglo veinticuatro hasta el dieciocho, es decir, en un espacio de seiscientos años, no sólo la posteridad de un único hombre hubiera poblado las inmensas regiones entonces conocidas suponiendo que las otras no lo estuvieran, sino que en ese corto intervalo la especie humana se hubiera elevado desde la ignorancia absoluta del estado primitivo hasta el más alto grado de desarrollo intelectual, lo que contradice todas las leyes antropológicas. 

La diversidad de razas viene también en apoyo de esta opinión. El clima y los hábitos producen, sin duda, modificaciones en el carácter físico, pero se sabe hasta dónde puede llegar la influencia de esas causas, y el examen fisiológico prueba que entre algunas razas hay diferencias constitutivas más profundas que las que puede producir el clima. El cruzamiento de las razas produce los tipos intermedios; tiende a borrar los caracteres extremos, pero no los produce; sólo crea variedades. Ahora bien, para que tuviese lugar un cruzamiento de razas, habría sido preciso que hubiese razas distintas. En ese caso, ¿cómo se explica su existencia si se les asigna un tronco común y, sobre todo, tan cercano? ¿Es posible admitir que en unos pocos siglos algunos descendientes de Noé hayan podido transformarse hasta el punto de producir la raza etíope, por ejemplo? Semejante metamorfosis no es más admisible que la hipótesis de un tronco común para el lobo y la oveja, el elefante y el pulgón, el ave y el pez. Una vez más, nada puede prevalecer contra la evidencia de los hechos. 

Todo se explica, por el contrario, si se admite la existencia del hombre antes de la época que vulgarmente se le asigna; que existe una diversidad de troncos; que Adán vivió hace 6000 años y fue el poblador de una región aún deshabitada; que el diluvio de Noé fue una catástrofe parcial que se confundió con el cataclismo geológico. Por último, es necesario tener en cuenta la forma alegórica particular del estilo oriental, que se encuentra en los libros sagrados de todos los pueblos. Por eso es prudente no pronunciarse con demasiada ligereza en contra de doctrinas que tarde o temprano pueden, como tantas otras, desmentir a quienes las combaten. Por su parte, las ideas religiosas, lejos de perder, se realzan al marchar con la ciencia. Esa es la única manera de no mostrar al escepticismo un lado vulnerable.

Dios y la ciencia. El creador ofreciendo las respuestas a través de herramientas que puedan demostrar aquello que para muchos no es comprensible. Vuelve a leer, ¡razona!

¿Verdad que es todo muy interesante? 

En la próxima edición presentaremos las preguntas sobre el “Principio Vital”. 

Os invitamos a acompañar las publicaciones, siempre con la misión de reflexionar e interiorizar las enseñanzas de los espíritus, además de observar como estas informaciones influyen en tu manera de ver y vivir esta vida.

¿Cómo mueven objetos los Espíritus?

David Santamaria




Teoría de las manifestaciones físicas - El Libro de los Médiums, segunda parte, cap. IV




Este es un tema que presenta algunos aspectos complejos. Veamos el planteamiento inicial de Kardec (todos los resaltados, de este y del resto de textos comentados, son nuestros):


Desde el momento en que se conoció la naturaleza de los Espíritus, su forma humana, las propiedades semimateriales del periespíritu, la acción mecánica que este puede ejercer sobre la materia, y desde que en casos de aparición se han visto manos fluídicas e incluso tangibles que tomaban objetos y los trasladaban, se creyó, como era natural, que el Espíritu se servía muy simplemente de sus propias manos para hacer que la mesa girara, y de la fuerza de sus brazos para que ella se levantara en el aire. No obstante, en ese caso, ¿para qué se necesitaba un médium? ¿No podía el Espíritu actuar por sí mismo? (ítem 73)


Dejando al margen algunas de las afirmaciones vertidas en este párrafo (realmente no sabemos cuál sea la naturaleza concreta de los espíritus, y siempre nos sorprende la afirmación de esa presunta semimaterialidad del periespíritu), es totalmente comprensible el razonamiento de Kardec al haber constatado la presencia de esas manos tangibles moviendo cosas y, también, la aportación de médiums videntes percibiendo a espíritus en la actitud de estar supuestamente desplazando con su cuerpo espiritual algunos objetos físicos.


¿De qué modo puede un Espíritu operar el movimiento de un cuerpo sólido?

“Combina una parte del fluido universal con el fluido que se desprende del médium apropiado para producir ese efecto.” (ítem 74.8)


¿Qué son esos dos fluidos?


  1. El fluido universal, vemos en este capítulo y en capítulos siguientes, es el elemento universal, el principio elemental de todas las cosas, el elemento básico de toda la materia, la materia cósmica universal, la materia elemental única… 

Así pues, hemos de considerar al fluido universal como la materia en su más simple expresión. 


  1. En cuanto al fluido que se desprende del médium habría que considerar que deben ser algunos componentes de su propio periespíritu. 


Continuemos con el proceso de este fenómeno de mover objetos. 


Si comprendimos bien lo que habéis dicho, el principio vital reside en el fluido universal. El Espíritu extrae de ese fluido la envoltura semimaterial que constituye su periespíritu, y por medio de ese fluido actúa sobre la materia inerte. ¿Es así?

“Así es. Es decir que el Espíritu anima a la materia con una especie de vida artificial. La materia es animada con vida animal. La mesa que se mueve bajo vuestras manos vive como el animal; obedece por sí misma al ser inteligente. El Espíritu no la impulsa como hace el hombre con un fardo. Cuando la mesa se eleva, el Espíritu no la levanta con la fuerza de sus brazos, sino que la mesa misma, animada, obedece al impulso que el Espíritu le confiere.” (ítem 74.13)


Es este un apartado a considerar con cuidado, pues se vierten algunos conceptos que pueden ser dificultosos:


  1. Se afirma que el principio vital reside en el fluido universal. O sea, es una modificación de esa materia elemental. Hay que resaltar que el principio vital es «la fuerza motriz de los cuerpos orgánicos».  Posteriormente se comprenderá mejor la conveniencia de este apartado.
  2. Por medio de ese fluido universal el espíritu actúa en la materia; sin embargo, además de utilizar esa materia elemental (que está en todas partes) también, probablemente, debe aportar recursos energéticos (periespirituales) propios. Volveremos a ello un poco más adelante.
  3. ¿El espíritu puede animar a la materia con vida artificial? Pensamos que no es eso lo que quieren transmitirnos Kardec y sus colaboradores desencarnados, sino que, de alguna manera se la dota momentáneamente de un elemento (¿el principio vital del médium y/o el que se obtiene de una transformación del fluido espiritual, tal vez?) que facilita el dominio mental del espíritu sobre esa realidad material, sea una mesa, una silla o una cestita.
  4. Realmente la mesa no obedece por sí misma al ser inteligente, o sea al espíritu. Es el espíritu quien decide el movimiento que quiere imprimir al objeto, sin que este pueda favorecerlo o impedirlo.

Veamos ahora para qué se necesita la presencia de un médium de efectos físicos para conseguir que se pueda mover la mesa o cualquier otro objeto:


¿Cuál es el papel del médium en ese fenómeno? 


“Ya he dicho que el fluido propio del médium se combina con el fluido universal que acumula el Espíritu. Se requiere la unión de esos dos fluidos, es decir, del fluido animalizado y del fluido universal, para dar vida a la mesa. No obstante, notad bien que esa vida es sólo momentánea: se extingue con la acción, y a menudo antes de que esta haya concluido, tan pronto como la cantidad de fluido deja de ser suficiente para animarla.” (ítem 74.14)


En este párrafo conviene resaltar que:


  1. Ese fluido propio del médium ha de ser, claramente proveniente de su periespíritu, de esa realidad energética que envuelve al alma y le permite interactuar sobre la materia densa.
  2. No debemos confundirnos ante la expresión fluido animalizado. No es que esa energía aportada por el médium adquiera propiedades orgánicas, sino que, posiblemente por la presencia del principio vital como motor orgánico, presenta unas características especiales y diferentes a las de la estructura periespiritual de los espíritus desencarnados.
  3. También es lógico el comentario final de este párrafo: el fenómeno terminará cuando se haya consumido esa aportación energética, esa mezcla de los fluidos; O sea, no es un recurso permanente, sino que se gasta, se agota.

Veamos un completo resumen de todo lo expuesto:


Estas explicaciones son claras, categóricas y sin ambigüedad. Resalta de ellas, como punto esencial, que el fluido universal, donde reside el principio de la vida, es el agente principal de las manifestaciones, y que ese agente recibe el impulso del Espíritu, ya se halle encarnado o errante. Ese fluido condensado constituye el periespíritu, o envoltura semimaterial del Espíritu. En el estado de encarnación, el periespíritu está unido a la materia del cuerpo; en el de erraticidad, está libre. Cuando el Espíritu se encuentra encarnado, la sustancia del periespíritu está más o menos ligada, más o menos adherida, si así podemos decirlo. En algunas personas, como consecuencia de sus organizaciones, hay una especie de emanación de ese fluido, y eso es, hablando con propiedad, lo que constituye los médiums de influencias físicas. La emisión del fluido animalizado puede ser más o menos abundante, y más o menos fácil su combinación, de donde resultan médiums con mayor o menor poder. Esa emisión no es permanente, lo que explica la intermitencia del poder mediúmnico. (ítem 75)


La explicación es clara, solamente es necesario “traducir” algunos de los conceptos como el de fluido animalizado, por ejemplo.


Veamos gráficamente como acaba actuando el espíritu sobre el objeto para moverlo:




Es decir, el espíritu aporta la cantidad necesaria de fluido universal; tampoco sería nada extraordinario que también añadiera algún componente de su propio fluido periespiritual. El médium contribuye con su “emanación” periespiritual (el fluido animalizado que menciona Kardec). Esa mezcla impregna el objeto. Entonces el Espíritu puede establecer un contacto fluídico entre él y el objeto y moverlo solamente por el influjo de su voluntad; por ello indicábamos que algún elemento de su propio periespíritu pueda estar también presente en esa combinación de fluidos, para facilitar esa conexión y acción a distancia.


Un ejemplo material tal vez pueda ayudarnos a entenderlo mejor, aunque ya sabemos que los ejemplos nunca son exactos. Los electroimanes son imanes no naturales: a una masa de hierro se le arrollan diversas capas de cable eléctrico, luego, al pasar corriente eléctrica el bloque metálico se transforma en un poderoso imán capaz de levantar pesos metálicos pesados. En este ejemplo, el papel del espíritu lo representaría el operario que mueve el objeto a distancia; el fluido del médium sería la corriente eléctrica aportada, la masa metálica representaría el acumulado de fluido universal y, finalmente, la conexión espíritu-objeto sería el mecanismo que acciona el operario para mover la máquina que a su vez mueve el objeto “atrapado” por el electroimán.


Veamos finalmente dos cuestiones adicionales que también tienen mucho interés.


¿Puede el Espíritu actuar sin el concurso de un médium?


“Puede actuar sin que el médium lo sepa. Esto significa que muchas personas sirven de auxiliares a los Espíritus, para la producción de ciertos fenómenos, sin que lo sospechen. El Espíritu extrae de ellas, como de una fuente, el fluido animalizado que necesita. A eso se debe que el concurso de un médium, tal como vosotros lo entendéis, no siempre sea necesario, lo que ocurre sobre todo en los fenómenos espontáneos.” (ítem 74.15)


Así, pues, ello significa que esa combinación entre los dos tipos de fluido, entre esas dos realidades diferentes de materia, será siempre imprescindible para la producción del fenómeno. Probablemente tampoco podamos descartar que algún espíritu que intenta desplazar un objeto esté atrayendo, de forma inconsciente, esa emanación periespiritual de algún médium que pueda estar en su cercanía, sin sospechar nada ninguno de los dos. En esta última situación, es posible que el espíritu pueda tener la ilusión de que es él por sí mismo, sin ayuda de nadie, quien está moviendo ese objeto. ¿Podría pasar eso mismo en sentido inverso? Es decir, un médium ¿podría atraer inconscientemente esos recursos de un espíritu desencarnado para realizar ese movimiento creyendo, entonces, que es él solo quien lo realiza? No lo descartaría totalmente, aunque no conozco literatura a ese respecto. 


Dices que el Espíritu no se sirve de sus manos para mover la mesa. Sin embargo, en ciertas manifestaciones visuales se han visto aparecer manos que recorrían el teclado de un piano, oprimían las teclas y producían sonidos. El movimiento de las teclas, en ese caso, ¿no se debe, como parece, a la presión de los dedos? Esa presión, ¿no es tan directa y real como la que sentimos en nosotros mismos cuando las manos que la ejercen dejan marcas en la piel? 

(…) Pues bien, cuando el Espíritu pone los dedos sobre las teclas, los pone realmente, y hasta los mueve. Con todo, no ejerce una presión por medio de una fuerza muscular, sino que anima las teclas, de la misma manera que lo hace con la mesa, y entonces las teclas, que obedecen a su voluntad, se mueven y hacen vibrar las cuerdas. (Ítem 74.24)


La respuesta de los espíritus es totalmente congruente con todo lo expuesto en esta teoría del movimiento de objetos. No obstante, en este caso concreto, tampoco estaría fuera de lugar pensar que podría darse una materialización de esas manos fluidicas y, entonces, sí que podría ser que tocaran directamente sobre las teclas del piano. Evidentemente, con esta apreciación no se puede obviar la imprescindible aportación de un médium de efectos físicos.




miércoles, 21 de septiembre de 2022

El Libro de los Espíritus. Preguntas y Respuestas

Capitulo II



Flavia Roggerio




En la edición anterior empezamos a publicar en nuestra revista las preguntas y respuestas   recopiladas en “El libro de los espíritus” por Allan Kardec. En esta edición seguiremos con el capitulo II, que cuestiona los elementos generales del universo. El texto colocado entre comillas a continuación de cada pregunta es la respuesta que dieron los Espíritus. Debido a la complejidad de algunas respuestas, se han diferenciado con otro tipo de letra las notas y explicaciones añadidas por el autor, en los casos en que existía la posibilidad de confundirlas con el texto de las respuestas. Cuando forman capítulos enteros no hay lugar a confusión, de modo que se ha conservado el tipo de letra ordinario.


Conocimiento del principio de las cosas


17. ¿Es dado al hombre conocer el principio de las cosas?

“No, Dios no permite que todo sea revelado al hombre en la Tierra.”


18. El hombre, ¿penetrará algún día el misterio de las cosas ocultas?

“El velo se levanta ante él a medida que se purifica. No obstante, para comprender ciertas cosas necesita facultades que no posee aún.”


19. ¿No puede el hombre, por medio de las investigaciones de la ciencia, penetrar algunos de los secretos de la naturaleza?

“La ciencia ha sido dada al hombre para su adelanto en todas las cosas, pero él no puede sobrepasar los límites que Dios ha fijado.”

Cuanto más es dado al hombre penetrar en esos misterios, tanto mayor debe ser su admiración por el poder y la sabiduría del Creador. Sin embargo, ya sea por orgullo o por debilidad, su propia inteligencia suele hacerlo juguete de la ilusión. Amontona sistema sobre sistema y cada día que pasa le muestra cuántos errores ha tomado por verdades y cuántas verdades ha rechazado como errores. Esas son otras tantas decepciones para su orgullo.


20. Fuera de las investigaciones de la ciencia, ¿es dado al hombre recibir comunicaciones de un orden más elevado sobre lo que escapa al testimonio de sus sentidos?

“Sí, si Dios lo juzga útil puede revelar lo que la ciencia no llega a conocer.”

Por medio de estas comunicaciones el hombre adquiere, dentro de ciertos límites, el conocimiento de su pasado y de su destino futuro.


Espíritu y materia


21. La materia, ¿es eterna, como Dios, o ha sido creada por Él en un momento determinado?

“Sólo Dios lo sabe. No obstante, hay una cosa que vuestra razón debe indicaros, y es que Dios, modelo de amor y caridad, jamás ha estado inactivo. Por más lejano que pudieseis representaros el comienzo de su acción, ¿podríais concebirlo siquiera un segundo en la ociosidad?”


22. Por lo general se define a la materia como lo que tiene extensión, lo que puede causar una impresión en nuestros sentidos, lo impenetrable. ¿Son exactas estas definiciones?

“Desde vuestro punto de vista son exactas, porque sólo habláis de acuerdo con lo que conocéis. Sin embargo, la materia existe en estados que para vosotros son desconocidos. Puede ser, por ejemplo, tan etérea y sutil que no causa ninguna impresión en vuestros sentidos. Con todo, es siempre materia, aunque para vosotros no lo sea.”


22a. ¿Qué definición podéis dar de la materia?

“La materia es el lazo que encadena al espíritu; es el instrumento del que el espíritu se sirve y sobre el cual, al mismo tiempo, ejerce su acción.”

Desde este punto de vista se puede decir que la materia es el agente, el intermediario con la ayuda del cual y sobre el cual actúa el espíritu.


23. ¿Qué es el espíritu?

“El principio inteligente del universo.”

23a. ¿Cuál es la naturaleza íntima del espíritu?

“No es fácil analizar el espíritu con vuestro lenguaje. Para vosotros no es nada, porque el espíritu no es una cosa palpable; pero para nosotros es algo. Sabedlo bien, la nada no es nada; la nada no existe.”


24. El espíritu, ¿es sinónimo de inteligencia?

“La inteligencia es un atributo esencial del espíritu; pero ambos se confunden en un principio común, de modo que para vosotros son lo mismo.”


25. El espíritu, ¿es independiente de la materia, o no es más que una propiedad de ella, como los colores son propiedades de la luz y el sonido es una propiedad del aire?

“Son distintos; pero se necesita la unión de ambos para transmitirle inteligencia a la materia.”


25a. Esa unión, ¿es necesaria también para la manifestación del espíritu? (Entendemos aquí por espíritu el principio de la inteligencia, haciendo abstracción de las individualidades designadas con ese nombre.)

“Es necesaria para vosotros, porque no estáis organizados para percibir al espíritu sin la materia; vuestros sentidos no están hechos para eso.”


26. ¿Se puede concebir al espíritu sin la materia, y a la materia sin el espíritu?

“Se puede, sin duda, por medio del pensamiento.”


27. ¿Habría, de este modo, dos elementos generales en el universo: la materia y el espíritu?

“Sí, y por encima de todo eso Dios, el creador, el padre de todas las cosas. Dios, el espíritu y la materia son el principio de todo lo que existe, la trinidad universal. No obstante, al elemento material es preciso añadirle el fluido universal, que desempeña el papel de intermediario entre el espíritu y la materia propiamente dicha, demasiado densa para que el espíritu pueda ejercer una acción sobre ella. Aunque, desde cierto punto de vista, se lo puede clasificar como elemento material, el fluido universal se distingue por algunas propiedades especiales. Si fuese materia de modo positivo, no habría razón para que el espíritu no lo fuera también. Está colocado entre el espíritu y la materia. Es fluido, como la materia es materia, y por medio de sus innumerables combinaciones con esta y bajo la acción del espíritu, es susceptible de producir la infinita variedad de las cosas, de las cuales vosotros sólo conocéis una mínima parte. Dado que ese fluido universal, o primitivo o elemental, es el agente que emplea el espíritu, constituye el principio sin el cual la materia estaría en perpetuo estado de división y no adquiriría jamás las propiedades que le otorga la gravedad.”


27a. Ese fluido, ¿sería el que designamos con el nombre de electricidad?

“Hemos dicho que es susceptible de innumerables combinaciones. Lo que llamáis fluido eléctrico y fluido magnético son modificaciones del fluido universal, que sólo es, para hablar con propiedad, una materia más perfecta, más sutil, que se puede considerar independiente.”


28. Puesto que el espíritu es de por sí algo, ¿no sería más exacto, y menos sujeto a confusión, designar esos dos elementos generales con las palabras materia inerte y materia inteligente?

“Las palabras nos importan poco. A vosotros os compete formular vuestro lenguaje de manera tal que os pongáis de acuerdo. Vuestras disputas provienen casi siempre de que no os ponéis de acuerdo acerca de las palabras, porque vuestro lenguaje es incompleto para referirse a las cosas que no afectan a vuestros sentidos.”

Un hecho patente domina todas las hipótesis: vemos materia que no es inteligente y vemos un principio inteligente independiente de la materia. Tanto el origen como la conexión de estos dos elementos son desconocidos para nosotros. Si tienen o no una fuente común y puntos de contacto necesarios; si la inteligencia tiene existencia propia o es una propiedad, un efecto; si es incluso –según la opinión de algunos– una emanación de la Divinidad, eso lo ignoramos. Se nos presentan distintos, por eso admitimos que forman los dos principios constitutivos del universo. Por último, encima de todo ello, vemos una inteligencia que domina a las otras, que las gobierna y se distingue de ellas por sus atributos esenciales. Esa inteligencia suprema se llama Dios.


Propiedades de la materia


29.    La ponderabilidad, ¿es un atributo esencial de la materia?

“De la materia tal como vosotros la entendéis, sí; pero no de la materia considerada como fluido universal. La materia etérea y sutil que forma ese fluido es imponderable para vosotros, aunque no por eso deja de ser el principio de vuestra materia pesada.”

La gravedad es una propiedad relativa. Fuera de las esferas de atracción de los mundos no hay peso, del mismo modo que no hay arriba ni abajo.


30. La materia, ¿está formada por un solo elemento o por muchos?

“Por un solo elemento primitivo. Los cuerpos que consideráis simples no son verdaderos elementos, sino transformaciones de la materia primitiva.”


31. ¿De dónde provienen las diferentes propiedades de la materia?

“Son modificaciones que las moléculas elementales sufren por su unión y en determinadas circunstancias.”


32. Según esto, los sabores, los olores, los colores, el sonido, las cualidades venenosas o saludables de los cuerpos, ¿no serían más que modificaciones de una misma y única sustancia primitiva?

“Sí, sin duda. Sólo existen por la disposición de los órganos destinados a percibirlos.”

Este principio queda demostrado por el hecho de que no todos perciben las cualidades de los cuerpos de la misma manera: alguien encuentra una cosa agradable al gusto, a otro le parece repugnante; algunos ven azul lo que otros ven rojo; lo que es veneno para algunos resulta inofensivo o saludable para otros.


33. La materia elemental, ¿es susceptible de recibir todas las modificaciones y de adquirir todas las propiedades?

“Sí. Eso debe entenderse cuando decimos que todo está en todo.”

El oxígeno, el hidrógeno, el nitrógeno, el carbono y los demás cuerpos que consideramos simples, sólo son modificaciones de una sustancia primitiva. En la imposibilidad en que nos encontramos hasta el presente, de remontarnos de otro modo que no sea mediante el pensamiento hasta esa materia primera, dichos cuerpos son para nosotros verdaderos elementos y podemos, sin mayores consecuencias, considerarlos como tales hasta nuevo aviso.


33a. Esta teoría parece dar la razón a la opinión de los que no admiten en la materia más que dos propiedades esenciales: la fuerza y el movimiento, y que piensan que las demás propiedades sólo son efectos secundarios que varían conforme a la intensidad de la fuerza y la dirección del movimiento.

“Esa opinión es exacta. Aunque es preciso añadir también que varían conforme a la disposición de las moléculas, como puedes verlo, por ejemplo, en un cuerpo opaco que se vuelve transparente, y viceversa.”


34. Las moléculas, ¿tienen una forma determinada?

“Sin duda. Las moléculas tienen una forma, pero vosotros no podéis apreciarla.”


34a. Esa forma, ¿es constante o variable?

“Constante en las moléculas elementales primitivas, pero variable en las moléculas secundarias, que de por sí no son más que aglomeraciones de las primeras. Lo que vosotros llamáis molécula aún está lejos de ser la molécula elemental.”


Espacio universal


35. El espacio universal, ¿es infinito o limitado?

“Infinito. Suponle límites: ¿qué habría más allá? Eso confunde a tu razón, bien lo sé. Sin embargo, tu razón te dice que no puede ser de otro modo. Lo mismo ocurre con lo infinito en todas las cosas. En vuestro reducido ámbito no podéis comprenderlo.”

Si se supone que el espacio tiene un límite, por muy lejano que el pensamiento pueda concebirlo, la razón dice que más allá de ese límite hay algo, y así gradualmente hasta lo infinito, pues ese algo, aunque fuese el vacío absoluto, también sería espacio.


36. El vacío absoluto, ¿existe en alguna parte del espacio universal?

“No, nada está vacío. Lo que para ti es vacío se encuentra ocupado por una materia que escapa a tus sentidos y a tus instrumentos.”


Llegados aquí, ¿no te da la sensación de que muchas cosas se han explicado ya? Y este solo es el capitulo II. En la próxima edición seguiremos con las peguntas y respuestas sobre la Creación. La formación de los mundos, la diversidad humana, etc.  

Os invitamos a acompañar las publicaciones, siempre con la misión de reflexionar e interiorizar las enseñanzas de los espíritus, además de observar como estas informaciones influyen en tu manera de ver y vivir esta vida.