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viernes, 18 de marzo de 2022

El Libro de los Espíritus

Flávia Roggerio

En las ediciones anteriores realizamos aclaraciones respecto a la Doctrina Espírita. A partir de ahora vamos a profundizar en los estudios realizados por Allan Kardec recogidos en la obra “El Libro de los Espíritus”.

La Doctrina Espírita, como toda novedad, tiene sus adeptos y sus adversarios. Vamos a intentar dar respuesta a algunas de las objeciones planteadas por estos últimos examinando la validez de los motivos en que se apoyan, sin abrigar empero la pretensión de convencer a todo el mundo, pues hay quienes creen que la luz ha sido hecha exclusivamente para ellos. Nos dirigimos a las personas de buena fe, sin ideas preconcebidas o irrevocables, con sinceros deseos de instruirse. Les demostraremos que la mayor parte de las objeciones que se le plantean a la doctrina proviene de una observación incompleta de los hechos y de una opinión formada con demasiada ligereza y precipitación. 


Recordemos ante todo, en pocas palabras, la serie progresiva de los fenómenos que han dado nacimiento a esta doctrina. El primer hecho observado fue el movimiento de objetos diversos. Se lo asignó vulgarmente con el nombre de mesas giratorias o danza de las mesas. Ese fenómeno, que aparentemente fue observado primero en América, o mejor dicho, que se reiteró en esa región –pues la historia demuestra que proviene de la más remota antigüedad–, se produjo acompañado de circunstancias extrañas tales como ruidos insólitos y golpes cuya causa ostensible no se conocía. 


Desde América se propagó con rapidez por Europa y el resto del mundo. Al principio provocó mucha incredulidad, pero pronto la multiplicidad de experiencias dio lugar a que ya no se dudara de su realidad. Si dicho fenómeno se hubiera limitado al movimiento de los objetos materiales podría explicarse mediante una causa puramente física. Estamos lejos de conocer la totalidad de los agentes ocultos de la naturaleza, o todas las propiedades de los que conocemos. La electricidad, por otra parte, cada día multiplica hasta lo infinito los recursos que proporciona al hombre y parece destinada a iluminar la ciencia con una nueva luz. Existía la posibilidad, pues, de que la electricidad modificada por ciertas circunstancias o algún otro agente desconocido fuese la causa de ese movimiento. 


La reunión de muchas personas, que aumentaba el poder de acción, parecía dar sustento a esa teoría dado que era posible considerar dicho conjunto como una pila múltiple cuya potencia tenía relación con el número de los elementos. El movimiento circular no tenía nada de extraordinario, está en la naturaleza. Los astros se mueven en círculo. Podríamos, pues, tener en escala reducida un reflejo del movimiento general del universo; o mejor dicho, una causa hasta entonces desconocida estaba en condiciones de producir accidentalmente, con los objetos pequeños y en circunstancias determinadas, una corriente análoga a la que impulsa a los mundos. 


Sin embargo, el movimiento no siempre era circular. Solía ser brusco, desordenado. El objeto era violentamente sacudido, derribado, arrastrado en cualquier dirección e incluso, en oposición a las leyes de la estática, levantado del suelo y suspendido en el espacio. Con todo, nada había en esos hechos que no pudiera ser explicado mediante el poder de un agente físico invisible.


¿Acaso no vemos que la electricidad derriba edificios, arranca árboles, arroja lejos los cuerpos más pesados, los atrae o los repele? En la suposición de que los ruidos insólitos y los golpes no fuesen alguno de los efectos ordinarios de la dilatación de la madera o de alguna otra causa accidental, podían muy bien ser producidos por la acumulación de un fluido oculto. ¿No produce la electricidad los más violentos ruidos? 


Hasta aquí, como vemos, todo puede incluirse en el dominio de los hechos puramente físicos. Más aún, sin salir de ese círculo de ideas en esos hechos había materia para estudios serios y dignos de llamar la atención de los científicos. ¿Por qué no fue así? Es penoso decirlo pero se debe a causas que prueban, entre otros mil hechos semejantes, la frivolidad del espíritu humano. 


Si los fenómenos que nos ocupan se hubiesen limitado al movimiento de objetos se habrían mantenido –como hemos dicho– en el dominio de las ciencias físicas. Pero no ha sido así: les estaba reservado ponernos en la vía de un extraño orden de hechos. Se creyó descubrir –no sabemos por iniciativa de quién– que el impulso dado a los objetos no era el simple producto de una fuerza mecánica ciega sino que en ese movimiento intervenía una causa inteligente. 


Una vez abierta esa vía se ingresó en un campo de observaciones completamente nuevo. Se levantaba el velo de muchos misterios. ¿Hay, en efecto, un poder inteligente? Esa es la cuestión. Si ese poder existe ¿Cuál es su naturaleza, su origen? ¿Es ajeno a la humanidad? Tales son las cuestiones que derivan de la primera. Las primeras manifestaciones inteligentes tuvieron lugar por medio de mesas que se levantaban y daban con una de sus patas un número determinado de golpes. De ese modo respondían sí o no, según lo convenido, a una pregunta formulada. 


Hasta aquí nada resultaba convincente, por cierto, para los escépticos pues se podía creer en un efecto del acaso. Se obtuvieron a continuación respuestas más desarrolladas por medio de las letras del alfabeto: el objeto móvil daba una cantidad de golpes que correspondía al número de orden de cada letra. Se llegaba así a formar palabras y frases que respondían a las preguntas que se habían formulado. La precisión de las respuestas y su correlación con cada pregunta causaron asombro. El ser misterioso que contestaba de ese modo, interrogado acerca de su naturaleza declaró que era un Espíritu o genio, se asignó un nombre y proporcionó diversas informaciones sobre sí mismo. Esta es una circunstancia muy importante de señalar. Nadie imaginó, pues, a los Espíritus como un medio para explicar el fenómeno; el fenómeno mismo reveló esa palabra.


Ese medio de correspondencia era lento e incómodo. El Espíritu – y esta también es una circunstancia digna de señalar – indicó otro. Uno de esos seres invisibles aconsejó adaptar un lápiz a una cesta u otro objeto. La cesta colocada sobre una hoja de papel se puso en movimiento por el mismo poder oculto que movía las mesas. Sin embargo, en vez de un simple movimiento regular el lápiz trazaba por sí mismo caracteres que formaban palabras, frases y discursos enteros de varias páginas desarrollando las más elevadas cuestiones de filosofía, moral, metafísica, psicología, etc., con tanta rapidez como si se escribiera con la mano. 


Dicho consejo fue transmitido simultáneamente en América, en Francia y en otras regiones. Estos son los términos en que lo recibió en París el 10 de junio de 1853, uno de los más fervientes adeptos de la doctrina que hacía ya varios años –desde 1849– se ocupaba de la evocación de los Espíritus: “Ve al cuarto de al lado y toma la cestita; átale un lápiz; colócala sobre el papel; pon los dedos en el borde”. Unos instantes más tarde, la cesta se puso en movimiento y el lápiz escribió de modo muy legible esta frase: “Esto que os he dicho, os prohíbo expresamente que se lo digáis a nadie; la primera vez que escriba, lo haré mejor”. 


Dado que el objeto al que se adaptó el lápiz no era más que un instrumento, su naturaleza y su forma eran por completo indiferentes, se buscó la disposición más cómoda. Por eso muchas personas hacían uso de una pequeña tablilla. La cesta o la tablilla sólo se ponía en movimiento bajo la influencia de ciertas personas dotadas en este aspecto de un poder especial, a quienes se designó con el nombre de médiums, es decir medio o intermediarios entre los Espíritus y los hombres. Las condiciones que otorgan ese poder dependen de causas a la vez físicas y morales aún imperfectamente conocidas, pues se encuentran médiums de todas las edades, de ambos sexos y en los más diversos grados de desarrollo intelectual. Esa facultad, además, se desarrolla con el ejercicio. 


Posteriormente se reconoció que la cesta y la tablilla en realidad constituían un apéndice de la mano y cuando el médium tomó directamente el lápiz se puso a escribir por un impulso involuntario casi febril. Por este medio las comunicaciones se tornaron más rápidas, fáciles y completas. Hoy en día es el más difundido, a tal punto que el número de personas dotadas de esa aptitud es muy considerable y se multiplica día a día. La experiencia, por último, permitió que se conocieran muchas otras variedades de la facultad mediadora y se supo que las comunicaciones también podían tener lugar por medio de la palabra, el oído, la vista, el tacto, etc., e incluso a través de la escritura directa de los Espíritus, es decir, sin el concurso de la mano del médium ni del lápiz. Una vez producido el hecho, restaba constatar un punto esencial: el papel del médium en las respuestas y su grado de participación en las mismas, tanto mecánica como moralmente. 


Dos circunstancias principales que no escaparían a un observador atento, permitieron resolver la cuestión. La primera es el modo en que la cesta se movía bajo la influencia del médium, con sólo apoyar los dedos en el borde. El examen demuestra la imposibilidad de imprimirle alguna dirección. Esa imposibilidad resulta patente, sobre todo, cuando dos o tres personas se colocan al mismo tiempo frente a la misma cesta. Debería haber entre ellas una concordancia de movimientos verdaderamente extraordinaria. Sería menester, además, concordancia de pensamientos para que se pusieran de acuerdo acerca de la respuesta que habrían de dar a la pregunta formulada. 


Sucedía con frecuencia, por último, que la cesta escribía de modo espontáneo, sin una pregunta previa, acerca de un asunto cualquiera y absolutamente inesperado. Esas respuestas tenía en ciertos casos un sello tal de sabiduría, de profundidad y exactitud, revelaban pensamientos tan elevados y sublimes que no podían emanar más que de una inteligencia superior identificada con la moralidad más pura. Otras veces eran tan superficiales, frívolas e incluso triviales, que la razón se rehusaba a admitir que procedieran de la misma fuente. Esa diversidad de lenguajes sólo encuentra una explicación en la diversidad de las inteligencias que se manifiestan. Dichas inteligencias, ¿pertenecen a la humanidad o son ajenas a ella? Tal es el punto a esclarecer acerca del cual se encontrará la explicación completa en esta obra, conforme ha sido dada por los propios Espíritus. 


Se trataba, pues, de efectos patentes que se producían fuera del círculo habitual de nuestras observaciones, que no ocurren misteriosamente sino a plena luz, que todo el mundo puede ver y constatar, que no son privilegio de un individuo aislado sino que millares de personas los repiten cada día a voluntad. 


Esos efectos tenían forzosamente una causa y desde el momento en que revelaban la acción de una inteligencia y de una voluntad escapaban al dominio puramente físico. Varias teorías se emitieron a este respecto. Las examinaremos más adelante para ver si justifican la totalidad de los hechos que se producían. Admitamos, entretanto, la existencia de seres distintos a la humanidad, puesto que tal era la explicación proporcionada por las inteligencias que se manifestaban y veamos qué nos dicen. 


Los seres que se comunicaban de esa manera se designaban a sí mismos –como hemos dicho– con el nombre de Espíritus o genios y decían haber pertenecido, algunos por lo menos, a hombres que vivieron en la Tierra. Constituían el mundo espiritual, así como nosotros constituimos durante nuestra vida el mundo corporal. Resumimos aquí en pocas palabras los puntos más destacados de la doctrina que nos transmitieron, a fin de responder más fácilmente a ciertas objeciones.


La ciencia espírita comprende dos partes: una experimental que trata acerca de las manifestaciones en general, otra filosófica que trata de las manifestaciones inteligentes. Quien sólo haya observado la primera de ellas se encuentra en una posición semejante a la de esa persona que cree saber física porque presenció algunas experiencias recreativas, sin haber penetrado en el fondo de dicha ciencia. 
La verdadera doctrina espírita se encuentra en la enseñanza que imparten los Espíritus y los conocimientos que esa enseñanza contiene son demasiado importantes como para adquirirlos de otro modo que no sea mediante un estudio serio y continuo llevado a cabo en silencio y con recogimiento. Solamente en esas condiciones se puede observar un número infinito de hechos y matices que pasan inadvertidos al observador superficial y permiten fundar una opinión. 


Si el resultado de este libro fuese apenas mostrar el lado serio de la cuestión y promover estudios en ese sentido, ya sería bastante. El mérito, pues, es por completo de los Espíritus que lo han dictado. Confiamos en que habrá de obtener también este otro resultado: guiar a los hombres deseosos de instruirse, pues les mostrará en esos estudios una meta grande y sublime, la meta del progreso individual y social. Asimismo, les indicará el camino a seguir para alcanzarla. 


Concluyamos con una última consideración. Al sondear los espacios, los astrónomos encontraron en la distribución de los cuerpos celestes vacíos que no podían ser justificados y se hallaban en contradicción con las leyes del conjunto. Sospecharon que esos espacios vacíos estaban ocupados por mundos que no captaban con la mirada. Por otra parte, observaron determinados efectos cuya causa desconocían. Entonces se dijeron: “Allí tiene que haber un mundo porque ese vacío no puede existir y esos efectos deben tener una causa”. Al juzgar, pues, la causa por el efecto pudieron calcular la ubicación de los elementos y más tarde los hechos vinieron a confirmar sus previsiones. 


Apliquemos ese razonamiento a otro orden de ideas. Si observamos la serie de los seres descubriremos que ellos forman una cadena sin solución de continuidad desde la materia bruta hasta el hombre más inteligente. En cambio entre el hombre y Dios, alfa y omega de todas las cosas, ¡cuán inmenso es el vacío! ¿Será racional pensar que en el hombre se interrumpen los eslabones de esa cadena y que él atraviesa sin transición alguna la distancia que lo separa de lo infinito? La razón nos dice que entre el hombre y Dios debe haber otros escalones así como indicó a los astrónomos que entre los mundos conocidos tenía que haber otros desconocidos. 


¿Cuál es la filosofía que ha llenado ese vacío? El Espiritismo nos lo muestra ocupado por los seres de todas las categorías del mundo invisible. Esos seres no son otros que los Espíritus de los hombres que han alcanzado los diferentes grados que conducen a la perfección. De ese modo todo se vincula, todo se encadena desde la alfa hasta la omega. Vosotros, los que negáis la existencia de los Espíritus ¡llenad, pues, el vacío que ellos ocupan! Y vosotros, los que os reís de ellos ¡osad reíros de las obras de Dios y de su omnipotencia!


Estas palabras de Allan Kardec nos traen a las preguntas formuladas a los Espíritus en cuanto duraron sus estudios sobre el asunto. “El Libro de los Espíritus” es la recopilación de su enseñanza. En la próxima edición empezaremos a publicar sus preguntas y respuestas. Os invitamos a leerlas y a reflexionar sobre cada una de ellas. Un mundo que se abre a nuestros ojos desde el punto de vista de quién está del otro lado de la vida.


sábado, 18 de diciembre de 2021

Allan Kardec

Flávia Roggerio


Hasta la última edición hemos hecho, en cada nueva publicación, una introducción sencilla sobre los pormenores del Espiritismo, donde en incontables ocasiones, hemos citado a Allan Kardec. Antes de seguir disertando sobre sus obras, profundizaremos en quién fue.


Allan Kardec, codificador del Espiritismo, fue el organizador escrupuloso de un material que fundamentó la corriente espiritista del siglo XIX. Pero, en modo alguno se trató de un escritor imaginativo y  tampoco de estilo místico.


Primeramente, debemos saber que Francia, el 3 de Octubre de 1.804, día del nacimiento de Hippolyte León Denizard Rivail (más tarde veremos cómo pasaría a llamarse Allan Kardec), ya había pasado por la época de la Enciclopedia y, esta línea de pensamiento, dejó en las bases de su sociedad, a grandes pedagogos muy rigurosos, formadores de la conciencia intelectual de Kardec.


Allan Kardec nació en un hogar donde la elevada cultura estaba ya profundamente asentada. Hizo sus primeros estudios en Lyon y los completó en Yverdon (Suiza), en el Instituto del célebre profesor Pestalozzi, conocido por ser uno de los más respetados centros de enseñanza de toda Europa, y por donde pasaron famosos intelectuales de aquella época. Nuestro hombre se reveló aquí como un discípulo brillante en Ciencias y Letras.




Se entregó a fondo a la lingüística; hablaba correctamente el alemán, el inglés, el español y el holandés. De vuelta a París funda allí un Instituto de Enseñanza semejante al de Yverdon. Y como educador publica numerosos libros, gracias a los cuales, a pesar de verse arruinado por problemas familiares, consigue sobrevivir económicamente. Daba también clases de química, física, astronomía y anatomía comparada.


Prosiguiendo su carrera pedagógica hubiera podido desarrollar su vida, pero en 1854, con 50 años, oye hablar por primera vez del fenómeno de las mesas giratorias, que estaba de moda. Fue su viejo amigo Fortier, un magnetizador, el que le dijo:  “He aquí una cosa  extraordinaria. No solamente se hace girar la mesa, magnetizándola, sino que se le hace hablar: se le interroga y ella contesta.” Nuestro codificador contestó: “Yo creeré en ello cuando lo vea y se me haya probado que una mesa tiene cerebro para pensar, nervios para sentir, y que puede convertirse en sonámbula. Hasta entonces permitidme que no vea en ello más que un cuento de niños”. 


Al principio de 1855, encontró a Carlotti (otro viejo amigo). Éste vuelve a relatarle los fenómenos, y a sugerir el hecho de que pudieran estar provocados por espíritus. Esto despierta su irresistible curiosidad de estudioso e investigador y, en Mayo de 1855, visita la casa de una conocida sensitiva, Madame Roger, acompañado de su amigo Fortier.


Allí mantiene una conversación con diversas personas que le redundaron en la idea antes sugerida por Carlotti. Esta reunión le causa honda huella, allí mismo  es ya convidado a asistir a una sesión de experiencias. Cuando sale dice: “fue allí, donde por primera vez puedo dar testimonio del fenómeno de las mesas giratorias, que saltaban y corrían, en tales condiciones que la duda no era posible. Allí vi también algunos ensayos imperfectos de escritura mediúmnica”.


Todavía escéptico, pero impresionado, traba amistad con la familia Baudin, a cuyas reuniones es invitado. Nos cuenta: “Fue allí donde hice mis primeros estudios sobre Espiritismo, más fundamentados sobre las observaciones que sobre las revelaciones. Apliqué a esta nueva ciencia, como lo había hecho siempre, el método experimental. Jamás senté una teoría preconcebida. Observaba con atención, comparaba, deducía y sacaba conclusiones; de los efectos me remontaba a las causas mediante la deducción y el encadenamiento lógico de los hechos y admitiendo la viabilidad de una explicación solamente cuando podía resolver ella todas las dificultades inherentes al tema… Este es el procedimiento que utilicé toda mi vida, a partir de los veinticinco o veintiséis años. De entrada, comprendí la gravedad de la investigación que emprendía y entreví en estos fenómenos la clave del oscuro y controvertido problema del pasado y del porvenir de la humanidad, la solución y la respuesta a todas mis búsquedas. Se trataba de una revolución completa en las ideas y en las creencias; por tanto debía actuar con circunspección y no a la ligera; ser positivista y dejar los ideales de lado para evitar afirmaciones ilusorias”. 


En 1855 recibe de Carlotti y de un grupo de estudiosos 50 cuadernos conteniendo relatos de experiencias y comunicaciones diversas, pidiéndole que analizara y ordenara el contenido. Una noche, en una de las sesiones en casa de Baudin, nuestro hombre (todavía Rivail) recibe una comunicación de su espíritu protector. Éste, nombrado Espíritu de la Verdad, le revela una anterior encarnación con los druidas en la Galia y cuyo nombre, en aquellos tiempos, fue Allan Kardec.


También le comunica su ayuda en la importante tarea para la que ha sido destinado. A partir de este momento Allan Kardec se lanza al trabajo, recibiendo instrucciones a través de diferentes médiums (Japhet, Croset, Dufaux, Aline, hermanas Baudin, etc.) diversificando de este modo los intermediarios de su comunicación con los espíritus, para mejor contrastar la verdad.


El 18 de Abril de 1857 publica un libro que marcará el inicio del espiritismo, El Libro de los Espíritus. Este libro ya aparece firmado con el nombre Allan Kardec, apartando así la época de escritor y pedagogo prestigioso que firmaba con el de su nacimiento. En los pocos años que le quedaban ya por vivir en esta reencarnación escribió todos los libros que completan la codificación espírita y completó el primero.


En 1858 editó la Revue Spirite (Revista Espírita). 



En 1861 publica El Libro de los Médiums. Su texto comprueba el carácter científico de la Doctrina Espírita, y provoca un gran revuelo y el catolicismo se levanta contra Allan Kardec. Ese mismo año, 300 libros espíritas son quemados en Barcelona por la inquisición española. Tiempo después, al respecto de este hecho, Kardec recibió, a través de un médium, el siguiente mensaje del obispo de Barcelona, autor del acto de fe que decretó la incineración de los libros, y que ya había desencarnado: “Está escrito. Tú quemaste las ideas y las ideas te quemaron. Rogad por mí; rogad, porque es agradable a Dios la oración del perseguido para con su perseguidor. Habla el que fue obispo y ahora no es más que penitente”. 


En 1864 publica El Evangelio según el Espiritismo. En 1865 publica El Cielo y el Infierno. En 1868 publica La Génesis según el Espìritismo. Allan Kardec desencarnó en 1869, cuando contaba casi 65 años. La obra de Allan Kardec es de obligatorio conocimiento para descifrar el Espiritismo. Muchos libros espíritas se han publicado después, pero en los del codificador se resume el carácter original de esta transmisión espiritual, y la orientación para acercarnos nosotros a los mensajes. Además, estos libros, por su extenso tratamiento del tema, contienen innumerables descubrimientos, muchos de ellos verificados después por la ciencia.



Debemos recordar que en el mismo año de la desencarnación de Kardec, la Sociedad Dialéctica de Londres nombró un comité para estudiar los fenómenos del Espiritismo, cuyo conocimiento se propagaba por toda Europa. Tras meses de investigaciones, sus 22 miembros concluyeron que los fenómenos eran auténticos. A ésta han seguido muchas otras investigaciones sobre los fenómenos y las tesis espíritas, que igualmente han concluido aceptando la propuesta del Espiritismo.

Contada la historia de Kardec, y creyendo que con sus credenciales solo tornará más factible la creencia en sus estudios y en las enseñanzas traídas por los Espíritus comunicadores, empezaremos a discurrir sobre El Libro de los Espíritus a partir de la próxima edición.


Os invitamos a seguir descubriendo la doctrina, que en muchos sentidos calma nuestros corazones, y nos trae la verdad olvidada después de cada reencarnación.




domingo, 3 de octubre de 2021

La doctrina de la vida

Alvaro Velez Pareja


Hay una doctrina que no ha sido escrita y que no figura en gruesos volúmenes que envejecen en las bibliotecas. No tuvo un autor que un día se sentó a escribirla; no ha tenido promulgadores, divulgadores, defensores; no ha necesitado exégetas ni apologistas. Tampoco tuvo un codificador que le diera orden, forma pedagógica y estructuración lógica.  

Esa doctrina no dio lugar a la formación de escuelas del pensamiento, ni sectas ni religiones; por ella nadie fue perseguido, condenado, ejecutado. Esa doctrina nunca fue enseñada en templos, academias, universidades.

Sin embargo, es una doctrina profunda, amplia, sólida, inmutable, imperecedera. Sin signos, sin palabras, sin libros; te enseña, te orienta, te conduce firmemente y sin vacilaciones por el camino recto y verdadero de la vida.

En cuanto la conoces, no dudas de sus principios y enseñanzas y no sometes a discusiones ni debates sus postulados no escritos. Cuando la comprendes, la aceptas y aplicas invariablemente en tus pasos y acciones, en tus pensamientos y sentimientos, en tu vida.

Esa doctrina tan particular, especial e intangible es la Doctrina de la Vida. Nunca la podrás ignorar, evadir, negar, manipular o tergiversar, porque está indeleblemente escrita en la naturaleza, en las leyes universales y en tu conciencia.

Cuando la encuentres y la conozcas, la aceptarás sin discusiones, jamás olvidarás sus sabias lecciones y te conducirá inexorablemente por lo nobles caminos de la Verdad, de la Belleza, del Bien y del Amor.



domingo, 27 de junio de 2021

Autenticad y calidad de la Divulgación Espírita

 | Alvaro Velez Pareja


Autenticad y calidad de la Divulgación Espírita

Cuando Allan Kardec recibió la Revelación Espírita a través de numerosos médiums bajo su supervisión, conteniendo las enseñanzas de los espíritus superiores sobre las realidades espirituales, las seleccionó, organizó, sistematizó y publicó como Doctrina Espírita en términos claros, precisos, específicos, lógicos y comprensibles, consignados en la denominada Codificación Espírita, ampliamente difundida, pero no muy bien conocida por el público en general y sorprendentemente no muy bien estudiada y asimilada por un amplio sector del movimiento espírita, a tal punto que muchos intentan adicionarles y mezclarle principios, enseñanzas y prácticas propias de otras creencias y doctrinas espiritualistas, creyendo equivocadamente que con eso están siendo amplios, tolerantes e incluyentes, convirtiéndose en divulgadores no garantizados del Espiritismo.


A pesar de que el codificador Allan Kardec lo expresó varias veces y procuró dejar muy bien definido y establecido lo que es el Espiritismo o Doctrina Espírita para que no se cometieran posteriores equívocos, desviaciones, mixturas y tergiversaciones, eso no fue así y hoy lamentablemente lo estamos viendo, tanto por quienes no lo conocen, como por cierto sector de los propios espíritas, así como los mal llamados “espiritistas” que por ignorancia o por oportunismo se han apropiado indebidamente del termino para confundir o explotar, proyectando una imagen tergiversada de lo que es el verdadero y auténtico Espiritismo.


Una de las causas es que muchos llaman “Espiritismo” al simple “mediumnismo”, asumiendo equivocadamente que toda creencia en la comunicabilidad de los espíritus y la sola práctica de la mediumnidad es Espiritismo, sin ninguna fundamentación y orientación doctrinaria, filosófica y ética. Grave equívoco de todos aquellos que incluyen en el Espiritismo toda una serie de prácticas religiosas, espiritualistas y esotéricas que pertenecen a otras creencias que nada tienen que ver con el Espiritismo kardeciano.  


Nunca estará de más recordar que el Espiritismo no es ni tiene que ver con adivinación, quiromancia, cartomancia, cristalomancia, naturismo, ocultismo, santería, hechicería, superstición, brujería, magia, satanismo, angelología, elfología, homeopatía, cromoterapia, astrología, acupuntura, futurología, ufologia, etc. El Espiritismo en sí tiene suficientes y bien fundamentados recursos doctrinarios, científicos, filosóficos y morales, por lo que no necesita tomar prestados enseñanzas, fundamentos y practicas exógenas y diversas, casi siempre discordantes, por muy respetables que pudieran ser para sus seguidores. 


Siendo conscientes de que el Espiritismo es un saber en construcción y evolución, que debe marchar a la par de la ciencia, de la lógica, del sentido común y de los tiempos actuales, sabemos que es saludable y conveniente mantener un dialogo intelectual y cultural con los valiosos aportes de la antigua Metapsíquica, la Parapsicología, la Psicobiofísica y la actual transcomunicación instrumental, sin perder su identidad, pero teniendo en cuenta las conquistas y comprobaciones de las llamadas ciencias psíquicas de antes y de hoy, que a su vez pueden ser enriquecidas con los fundamentos espíritas.


Hoy en día, a partir del auge del internet, las páginas web y las redes sociales, podemos constatar el notable incremento de la divulgación espírita , mediante el uso de esta valiosa herramienta de difusión como nunca antes en toda la historia del Espiritismo, pero a la vez podemos observar con  pesar y preocupación la gran diversidad de publicaciones, contenidos y enseñanzas que no siempre tienen la adecuada fidelidad, concordancia, calidad y lenguaje espírita, proyectando, a veces  sin querer, una imagen distorsionada y equivocada del Espiritismo. Muchos “divulgadores” espíritas no tienen la suficiente formación, estructuración, experiencia y capacidad para ser adecuados y garantizados transmisores de una doctrina que no conocen muy bien, que a menudo mezclan y confunden con otras creencias, o le incorporan pareceres y opiniones personales que no corresponden a los principios, fundamentos y enseñanzas de la Doctrina Espírita en sí. La actividad de este tipo de “divulgadores” puede ser más nociva y perjudicial que la opinión de los propios opositores y detractores del Espiritismo. 


Es por esto que los dirigentes, trabajadores y divulgadores del Espiritismo a nivel espírita nacional e internacional debemos velar por la autenticidad, concordancia, claridad y buena calidad de todos los contenidos audiovisuales que se coloquen diariamente en los medios digitales y virtuales, por el bien de la propia Doctrina Espírita. 💕


Pase Espirita: Magnetización

| Flávia Roggerio


Pase espírita: Magnetización

Cuando dos mentes se sintonizan, una pasivamente y otra activamente, se establece entre ellas una corriente mental cuyo efecto es el de plasmar las condiciones ideales para que el ser “activo” logre ejercer influencia sobre el ser “pasivo”. Ese fenómeno se denomina magnetización: proceso por el cual el hombre, emitiendo – por su voluntad – energía propia, actúa sobre cuerpos animados e inanimados, como también en el ser humano. 

El Espiritismo y el Magnetismo nos dan la clave de una multitud de fenómenos sobre los cuales ha forjado la ignorancia una infinidad de fábulas, en las que la imaginación ha exagerado los hechos. 

Entretanto los orígenes de la terapia Espírita conocida como Pase equivale a realizar un largo viaje hacia tiempos inmemoriales, hacia los horizontes primitivos de la prehistoria del hombre:

  • En Caldea y en la India los magos y los brahmanes, respectivamente, curaban a través de la mirada estimulando el letargo y el sueño.

  • En Egipto los sacerdotes curaban en el Templo de Ísis imponiendo las manos. 

  • Los Griegos aprendieron de los egipcios el arte de curar a través de las fricciones magnéticas, según Heródoto. 

  • Galeno, uno de los padres de la medicina, curaba a algunos paciente gracias a sus sueños inspirativos.

  • Hipócrates, igualmente, vivió las mismas intuiciones.

  • Reyes como Eduardo, el Confesor, Olavo Santo Rey de Noruega, entre otros, se utilizaban de toques reales.

  • En la edad media muchos se servían del magnetismo para curar y realizar tratamientos de salud, siendo interpretados como brujos, curanderos, mágicos, hechiceros.

  • Jesús imponía las manos para curar...

Con el Espiritismo resurge la práctica magnética a través del Pase Espirita, que consiste en la aplicación de bioenergía a un paciente actuando directamente sobre él de diferentes maneras:

  • como revitalizador, recomponiendo las energías perdidas

  • dispersando fluidos negativos

  • auxiliando en la cura de enfermedades a partir del reequilibrio del cuerpo espiritual o periespíritu.

Con soporte científico, gracias sobre todo a las experiencias de la "Kirliangrafía" o “Efecto Kirlian" (donde por medio de una cámara se obtiene una especie de aureola magnética que rodea los objetos fotografiados), utilizada por investigadores de la Parapsicología, además de las nuevos descubrimientos de la Física en el campo de la energía, el pase conquista cada vez más aceptación, siendo utilizado en la psiquiatría y en la medicina moderna.



Acelerando el crecimiento y la movilidad de bacterias 


Entre innúmeros experimentos realizados con encimas, hemoglobina, bacterias, hongos, plantas, agua, etc., vale la pena citar los del Dr. Robert Miller, ingeniero químico, y los de la Dr.ª Elizabeth Rauscher, especialista en medicina nuclear. Ambos trabajaran con los curadores Dr. Alex Tanous y Dra. Olga Worrall. Experimentos comprobaron que la imposición de las manos sobre cultivos de bacterias aceleró su crecimiento y movilidad, aún con la presencia de inhibidores de crecimiento como la tetraciclina y cloranfenicol o inhibidores de movimiento como el fenol.



Interacción Espíritu, Periespíritu y Cuerpo 


Espíritu 

Es el principio inteligente del Universo. En el Espíritu se manifiestan dos niveles mentales: el consciente y el inconsciente. Se interactúan uno sobre el otro, siendo este último mucho más complejo, por ser el repositorio de todas las experiencias individuales.

El Espíritu posee tres fuerzas actuantes: el pensamiento, el sentimiento y la voluntad.

Juntas estas fuerzas desarrollan importante papel en la transmisión de energías curadoras. Forman la corriente mental. 


Periespíritu 

Es el envoltorio del Espíritu, parte intermedia entre éste y el cuerpo físico. Es el fluido cósmico universal alrededor de un foco de inteligencia. 


Los fluidos

Los fluidos son el vehículo del pensamiento de los Espíritus, tanto encarnados como desencarnados. Todos están sumergidos en el fluido cósmico universal, sustancia básica de la Creación (...). Los fluidos espirituales están impregnados de los pensamientos de los Espíritus, y por lo tanto, varían de calidad a lo infinito. La atmósfera fluídica es formada por la calidad de los pensamientos en ella predominantes.        

                        

Clasificación

Respondiendo a Allan Kardec (El Libro de los Médiums), los espíritus afirman que “la fuerza magnética reside en el hombre, sin duda, pero es ampliada por la acción de los espíritus que acuden a su llamado de auxilio...” 


Kardec afirma aún, que “la acción magnética puede producirse de tres formas”


Pase Espiritual


Es una especie de magnetización hecha por los buenos Espíritus, sin intermediarios, directamente en el periespíritu de las personas enfermas o perturbadas.

En el pase espiritual el necesitado no recibe fluidos magnéticos del médium, pero sí otros más finos y puros traídos de los planos superiores de la vida por el Espíritu que vino a asistirlo. Por el hecho de no estar combinado con el fluido animalizado, el pase espiritual es más limitado que las otras modalidades de pases. Por lo general son administrados en grandes cantidades durante las reuniones espíritas públicas.



Pase Magnético


La persona dona sus fluidos utilizando la fuerza magnética existente en el propio periespíritu. En teoría cualquiera puede administrarlo. Sus cualidades varían según la condición moral del pasista, su capacidad de donar fluidos y su deseo sincero de amparar al prójimo. En el pase magnético generalmente se recibe asistencia espiritual.

Eso sucede porque los Espíritus superiores siempre ayudan a aquellos que, llenos de buena voluntad, atienden a los más necesitados.



Pase Magnético Espiritual


Es una modalidad de pase donde se mezclan los fluidos del pasista con los de la Espiritualidad. La combinación es mucho mayor que el pase magnético y sus efectos más saludables. Generalmente es éste el tipo de pase más aplicado en los centros espíritas.



El Agua Fluidificada


El pase puede ser complementado con el agua fluidificada o magnetizada, la cual es energizada por los amigos espirituales. Ella es de gran valor inclusive en los casos en que no se dispone de pasistas.


El agua fluidificada ha tenido óptimos resultados en los tratamientos de ayuda espiritual, por tal motivo es recomendada por los Espíritus superiores y son ellos mismos quienes la fluidifican o magnetizan después de nuestra oración, por eso debe ser usada como medicamento. En el libro «El Consolador», el Espíritu Emmanuel afirma: «el agua puede ser fluidificada, en forma general, para beneficio de todos; así como puede ser en carácter particular para determinado enfermo, en este caso es conveniente que su uso sea personal y exclusivo».


El agua energizada o fluidificada al ser ingerida es asimilada por el organismo, que absorbe las quintaesencias (materia de la dimensión espiritual) que irán a actuar en el periespíritu semejante a un remedio homeopático.


El cambio de propiedades del agua por voluntad de los Espíritus es producida por medio del fluido magnético, produciendo un fenómeno análogo con los fluidos del organismo con efecto curativo.


El trabajo del investigador japonés Masaru Emoto es sorprendente. Durante 8 años él y su equipo cristalizaron y fotografiaron moléculas de agua en varias partes del mundo. Las muestras fueron extraídas de los ríos, lagos, lluvia, nieve y sometidas a las vibraciones de pensamientos, sentimientos, palabras, ideas y músicas. Lo más admirable es que fue posible registrar en imágenes la reacción de las moléculas de agua a esos estímulos, tanto los considerados positivos como los negativos.

Con todas estas explicaciones podemos entender que cada uno de nosotros es un  potencial conductor de energías. Somos capaces de contagiar a los demás con nuestro magnetismo, lo que nos hace responsables no solo de lo que tenemos dentro sino también de aquello que transmitimos a los demás. 

Practiquemos el auto-amor, el amor al prójimo. Cuidemos nuestra energía para que podamos con una mirada, un toque, un abrazo, poder contagiar a los que nos rodean. Quizás con nuestro amor lleguemos a ser capaces de curar a nuestros enfermos. 💕


lunes, 29 de marzo de 2021

Energía sexual, amor y Doctrina Espírita

Janaina de Oliveira


La energía sexual es potencia creativa del alma. Ella nos impulsa a la producción, nos da la capacidad transformadora de la realidad intima, mental, y también de la realidad exterior, material. En “Vida y Sexo”, nos habla Emmanuel, a través de la mediumnidad de Chico Xavier, de la energía sexual como un recurso de la ley de atracción. Según Emmanuel, esta energía genera cargas magnéticas en todos los seres y está revestida de potencialidades creativas. La energía sexual nos convierte en seres gregarios, dotándonos del deseo de establecer vínculos, buscar la compañía de otros seres y pertenecer a grupos sociales. 

Todo cuanto necesita la materia para expresarse goza de energía sexual para poseer forma, para ser completo y existir en el mundo. De la energía sexual proviene la capacidad y la pulsión de unión. La energía sexual se manifiesta a través de la cohesión que atrae y mantiene unidos los elementos de la materia. En los seres en proceso de individuación, es decir, que ya han alcanzado mayor discernimiento y por ello experimentan las consecuencias felices e infelices del uso que hacen de su libre albedrío, la energía sexual empieza a estar sometida a valores morales que aseguran su empleo digno. A medida que evoluciona, el ser que busca la plena conciencia de su individualidad hace progresivamente un uso más amoroso de la energía sexual que le anima. 

En el Evangelio según el espiritismo aprendemos que el sentimiento de amor se alcanza a través de un proceso evolutivo que uno intuye que ser bastante largo. Nos dice el espíritu que se identifica como Lázaro, en el capítulo XI, que en su origen el ser experimenta sensaciones y que éstas, a través de la instrucción y la purificación, llegan a ser sentimientos. El amor, nos dice Lázaro, es el punto exquisito del sentimiento; un sol interior que condensa y reúne en su ardiente foco todas las aspiraciones y todas las revelaciones sobrehumanas. 

En el nivel evolutivo medio en el que nos encontramos en el planeta Tierra, todavía no hacemos un uso amoroso de la energía sexual. En el libro “Sexo y Destino”, Emmanuel, en plegaria, afirma que la Doctrina Espírita nos es enviada, en nombre del Evangelio del Cristo, para sosegar los corazones y comunicarnos que el amor es la esencia del universo; que las criaturas humanas nacieron de exaltación divina para amarse unas a otras; que el sexo es un legado sublime y que el hogar es un refugio santificante. Viene la Doctrina Espírita, además, a explicar que el amor y el sexo generan responsabilidades naturales en la consciencia de cada uno, y que quien menoscaba el tesoro afectivo de alguien se impone dolorosas reparaciones. 

El sexo es vida a servicio de la felicidad y de la armonía del universo; reclama responsabilidad y discernimiento dondequiera que se exprese. Por ello mismo, debemos saber qué hacer con las energías genésicas, entendiendo que todos los compromisos de la vida sexual están igualmente sometidos a las leyes de causa y efecto. Cuando encontramos personas con quiénes nos sentimos afines y establecemos relaciones basadas en el respeto y en el compartir, respetando siempre los límites de la individualidad, producimos intercambios energéticos saludables que se manifiestan a través de ideas, pensamientos, sentimientos y afecto que mueven la vida. En “Amor a dos”, Andrei Moreira nos recuerda que el uso abusivo de la energía sexual y la desconsideración del afecto y de la dignidad del otro son responsables por incontables dramas afectivos y pasionales, asociando la humanidad a través de los siglos a dolorosos procesos de rescate y redención.

La gran realidad es que somos espíritus todavía imperfectos, conviviendo unos con los otros para que busquemos la perfección propia y colectiva en conjunto. Para alcanzar este objetivo, falta mucha educación de la energía sexual en nuestra consciencia. El amor, en nuestro nivel evolutivo, no fluye de forma natural e instintiva en las relaciones personales y sociales. Todavía predomina el egoísmo, el orgullo y la vanidad, las llagas vivas de la humanidad terrestre. Por ello es necesario que de forma voluntaria y consciente, nos dispongamos a amar. El amor debe ser un acto deliberado, una elección consciente, una decisión que se toma en afirmación del deseo que se tiene de encender el sol interior del que nos habla Lázaro en El Evangelio Según el Espiritismo.  No estamos en el momento de sentir en nuestro interior el ardiente foco de todas las aspiraciones y todas las revelaciones sobrehumanas, pero, conscientes de que este es al camino, decidimos amar. 

La decisión activa, voluntaria y consciente de amar al prójimo, sea este ser un compañero o compañera sentimental, un hijo o hija que nos convierten en co-creadores divinos, un compañero o compañera de ideal espírita, o un desconocido en la calle, esta decisión moviliza en cada uno de nosotros la potencia creativa del alma. La fuerza que proviene de esta decisión es energía sexual, que agrega, une y transforma la realidad intima y colectiva. Cuando canalizada de esta manera, la energía sexual es fuente de gran satisfacción, gratitud y paz interior. 

Si falta amor en las relaciones familiares, si falta amor en nuestros centros espíritas, si falta amor en el movimiento espírita español e internacional, es que todavía esperamos que el amor fluya naturalmente de nosotros, como si no tuviésemos hacer nada al respecto. Los síntomas más evidentes del uso inconsciente de la energía sexual son la ruptura de los lazos personales, familiares, sociales e institucionales, el distanciamiento y la indiferencia hacia las realizaciones colectivas. No es que falte amor, lo que que falta es la decisión de amar. Falta la predisposición voluntaria y consciente, la decisión, fundada en el mejor uso del libre albedrío, de amar al prójimo y canalizar la energía sexual hacia el bien común. En capítulo VI de el Evangelio según el Espiritismo, el Espíritu de Verdad nos convoca: “¡Espiritistas! amaos: he aquí el primer mandamiento; instruíos: he aquí el segundo.” Jesús elevó a ley la dulzura, la moderación, la mansedumbre, la afabilidad y la paciencia. Cultivemos estas expresiones de amor, canalizando la energía sexual que nos anima, para que en todas las relaciones personales y sociales, sentimentales,  familiares, profesionales o doctrinarias, podamos dar pasos seguros hacia la consciencia plena de nuestra individualidad.



Espiritualismo y Espiritismo

Álvaro Vélez Pareja, Cartagena, Colombia.


Usualmente los espíritas nos hemos habituado a definir el espiritualismo de una manera muy simplificada, basándonos casi siempre en aquella frase de Allan Kardec que aparece en el primer párrafo de la Introducción al Estudio de la Doctrina Espírita de El Libro de los Espíritus que dice: “El espiritualismo es el opuesto del materialismo. Cualquiera que crea tener en sí algo más que la materia es un espiritualista”; pero es conveniente ampliar nuestra información y visión respecto de este término, entendiendo que se refiere y es aplicable a un ámbito conceptual y cultural mucho más amplio y diverso de lo que creemos. 

Veamos las principales definiciones de “espiritualismo” que normalmente se encuentran en los diccionarios: 

1 - “Doctrina filosófica que admite la existencia del espíritu como realidad sustancial” (Diccionario Larousse). 

2 - “Doctrina que reconoce la existencia de otros seres, además de los materiales”. “Sistema filosófico que defiende la esencia espiritual y la inmortalidad del alma y se contrapone al materialismo” (Diccionario de la Real Academia Española). 

3 - “Doctrina que admite la existencia de seres espirituales. Doctrina filosófica que defiende la esencia espiritual y se opone a la interpretación materialista del alma” (Diccionario Anaya de la Lengua.). 

4 - “Doctrina filosófica que reconoce la existencia de otros seres, además de los materiales”. (Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano, Montaner y Simón Editores) 

5 - “Sistema filosófico que defiende la esencia espiritual y la inmortalidad del alma, y se contrapone al materialismo”. (Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano, Montaner y Simón Editores). 

6 - “El espiritualismo es la doctrina que afirma ante todo y sobre todo, como primera realidad, la del espíritu, y como primera y fundamental cualidad del espíritu, el pensamiento o el intelecto”. (Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano, Montaner y Simón Editores). 

7 - “Corriente filosófica, directamente opuesta al materialismo, que no sólo afirma la presencia en el universo de elementos no materiales, sino también que el universo se interpreta mejor desde una perspectiva no materialista, dando primacía al espíritu y no a la materia o a lo empírico” (Enciclopedia Herder). 

8 - “Predisposición o inclinación hacia lo que se considera propio del espíritu” (Google). 

9 - “Doctrina filosófica que defiende que la sustancia última de lo que existe es de carácter espiritual” (Google). 

10 - “El espiritualismo filosófico hace referencia a un sistema de filosofía que defiende la esencia espiritual y la inmortalidad del alma, surgiendo como respuesta al positivismo” (Wikipedia).

Partiendo de todas estas definiciones y concepciones, podríamos intentar una clasificación de las distintas expresiones del espiritualismo, sujeta por supuesto a redefiniciones y ampliaciones, de la siguiente manera: 


Espiritualismo general
Creencia general, popular e indefinida, en la existencia de algo más que materia. 

Espiritualismo religioso
Incluye todas las religiones que por principio admiten la existencia de Dios, del alma o espíritu y su supervivencia después de la muerte. Comprende las religiones animistas, politeístas y monoteístas. 

Espiritualismo filosófico
Incluye todas las múltiples formas, concepciones, expresiones y escuelas del espiritualismo filosófico, por cierto muy extenso, diverso, ecléctico y complejo. Solamente a título informativo podríamos mencionar: la metafísica antigua, el neoplatonismo,  la metafísica contemporánea, el tradicionalismo y eclecticismo francés, el espiritualismo italiano, el idealismo alemán, el personalismo, el antipositivismo, el neoidealismo, la neoescolástica y muchos otros sistemas filosóficos complejos que surgieron en Europa, en el marco de la denominada filosofía contemporánea del siglo XIX y primera mitad del siglo XX. Igualmente surgieron otras clasificaciones y expresiones como el espiritualismo monista, espiritualismo dualista, el espiritualismo psicológico, el espiritualismo ético-sociológico y el espiritualismo estético-literario. 

Espiritualismo mistico-esotérico
Incluye todas las múltiples concepciones, creencias, escuelas místicas, esotéricas y ocultistas del pasado y de la actualidad que creen en la existencia de Dios, del alma, su trascendencia, así como en los poderes, dones y facultades metafísicas del alma, y/o de la mente.  Por ejemplo: la Gnosis, la Teosofía, el Rosacrucismo, la Masonería, así como la creencia en seres extrahumanos como la Angelología, la doctrina de las Hadas, la Elfologia, etc. 

Espiritualismo paranormal
Incluye todas las doctrinas, escuelas y pràcticas que consideran la existencia y comunicabilidad de los espíritus como el antiguo Espiritualismo Moderno, La Metapsíquica,  la Psicobiofísica y la Transcomunicación Instrumental TCI, así como los que creen en naturaleza metafísica, paranormal y extrasensorial del ser humano, como la Parapsicología Espiritualista (pues hubo una parapsicología materialista) y la Psicotrónica. A algunas de estas disciplinas se les puede denominar “espiritualismos” no porque crean en la existencia del espíritu, sino por creer e investigar en la existencia de “algo más allá de la materia” propiamente dicha. 

Espiritualismo espírita
Doctrina científica, filosófica y moral que considera la existencia de Dios, del espíritu o alma, su supervivencia después de la muertes física, la existencia del mundo espiritual, la comunicabilidad, acción e influencia de los espíritus, la reencarnación, la ley de causa y efecto, la evolución espiritual, la pluralidad de mundos habitados y la fraternidad universal. Allan Kardec consideró que, como generalidad, la Doctrina Espírita se incluye dentro las doctrinas espiritualistas, una de cuyas fases representa, lo cual resulta para nosotros más que claro y evidente. 

Como podemos constatar, el término “espiritualismo” resulta ser muy amplio, heterogéneo, a veces ambiguo y hasta contradictorio, aplicado a muy diversas formas de creencias, pensamiento, escuelas y prácticas de la antigüedad y de la actualidad, y que desde un punto de vista muy general la Doctrina Espírita, como bien lo expresó Kardec, “es una filosofía espiritualista”, pero en definitiva resulta insuficiente para definir y explicar al Espiritismo tal como es y lo conocemos. De esta manera, los espíritas entendemos y respetamos todas las expresiones espiritualistas que han surgido a través de los tiempos, comprendiendo que cada una de estas corresponde a los muy diversos estados intelectivos y morales de quienes las postularon y las profesan.