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sábado, 25 de septiembre de 2021

Evangelio en el hogar

Flávia Roggério 


Los males de la Humanidad tienen su origen en la imperfección del hombre; por sus vicios se dañan unos a otros. En tanto que los hombres sean viciosos serán infelices porque la lucha de los intereses engendrará sin cesar las miserias. Las buenas leyes contribuyen sin duda al mejoramiento social pero son impotentes para asegurar la dicha de la Humanidad porque reprimen y no extirpan las malas pasiones, porque son más coercitivas que moralizadoras, porque no fiscalizan más que los actos más sobresalientes y dejan de lado las causas. Por lo mismo la bondad de las leyes está en razón de la bondad de los hombres, tanto que aquellos que estén dominados por el orgullo y el egoísmo harán leyes en provecho de las ambiciones personales. La ley civil sólo modifica la superficie; la ley moral es la que penetra en el fuero interno de la conciencia reformándola. 


Está comprobado que para evitar el disgusto causado por el contacto de los vicios de los hombres malhechores, el único remedio es elevar el nivel moral. Una vez que en las imperfecciones se encuentra la causa de los males, la dicha aumentará a medida que los vicios disminuyan. Así es la ley de Causa y Efecto. El principio del mejoramiento está en la naturaleza de las creencias porque ellas son el móvil de las acciones que modifican el sentimiento. El hombre que trabaja seriamente por su propio mejoramiento asegura su dicha en esta vida y obtiene la satisfacción de su conciencia, viéndose exento de las miserias materiales y morales que son las consecuencias inevitables de sus imperfecciones. Obtendrá la calma porque las vicisitudes sólo lo rozarán levemente; gozará la salud porque su cuerpo no se entrega jamás a los excesos; poseerá riquezas porque la riqueza mayor es saberse contentar con lo necesario; gozará de la paz del alma porque no se rodeará de necesidades ficticias ni será atormentado por la sed de los honores y de lo superfluo, porque no conocerá la fiebre de la ambición, de la envidia y de los celos. 


Siendo indulgente para con las imperfecciones ajenas, que le excitarán su piedad y no su cólera, evitando todo lo que pueda perjudicar a su prójimo en palabras y acciones y queriendo por el contrario todo aquello que pueda ser útil y agradable a los demás, nadie sufrirá con su contacto. Se asegura su felicidad en la vida futura porque cuanto más depurado esté más se elevará en la jerarquía de los seres inteligentes y más pronto abandonará este mundo de expiación y prueba por los mundos superiores; porque el mal que haya reparado en esta vida no tendrá que repararlo en otras existencias; porque en la erraticidad no encontrará más que seres amigos y simpáticos y no estará atormentado por la vista incesante de aquellos que tuvieran que compadecerlo. 


Con la fe en la vida futura el círculo de las ideas se ensancha, el porvenir está en el presente y el progreso personal tiene un objeto, una utilidad efectiva. De la continuidad de las relaciones entre los hombres nace la solidaridad; la fraternidad se funda en la ley de la naturaleza y en el interés de todos. La creencia en la vida futura es, pues, el elemento del progreso, porque es el estimulante del espíritu. Sólo ella nos puede dar valor en las pruebas porque sólo ella nos suministra la razón de sí mismas y nos exhorta a la perseverancia en la lucha contra el mal si queremos alcanzar nuestro destino. La Doctrina Espírita marca una etapa importantísima en el progreso humano, no impone una creencia sino que invita al estudio depurando la razón, el sentimiento y satisfaciendo  la conciencia.


En las últimas ediciones hemos discurrido sobre la fuerza de la buena conducta y de los buenos pensamientos y como estas decisiones pueden afectar nuestra existencia en la Tierra. En cómo el cuidar de nuestra energía puede hacer toda la diferencia en nuestras vidas. Muchas personas se preguntarán de qué manera pueden poner en práctica lo aprendido con las lecturas hasta aquí y cómo pueden seguir aprendiendo. Pues el “Evangelio en el Hogar” es un camino muy sencillo y al alcance de todos.


Se entiende por "Evangelio en el Hogar" la reunión de la familia para el estudio del Evangelio y la oración en conjunto. Es un momento, en día y hora previamente marcados, cuando los miembros del núcleo familiar se unen para estudiar «El Evangelio según el Espiritismo» de manera sistemática, para comprender las lecciones de Jesús «en espíritu y verdad» y aplicarlas en la vida diaria. El Evangelio bien comprendido puede ser mejor sentido y ejemplificado. De esta manera se mantiene el hábito del estudio y de la oración en familia, fortaleciendo la amistad y el sentimiento de fraternidad que debe existir en cada uno y unir a todos. Los corazones que vibran unidos fortalecen los lazos de amor. También mantiene en el ambiente doméstico momentos de paz y de comprensión, higienizando el hogar a través de pensamientos y de sentimientos elevados, lo que facilita el amparo de los Mensajeros del Bien que vienen en nombre de Jesús. Cuando Cristo entra en casa el hogar se transforma en templo de luz. Fortalece en los integrantes del hogar el coraje y la esperanza, la alegría y la buena voluntad para con todos. Condiciones necesarias para vencer las dificultades materiales y espirituales de la vida en el mundo. Vibraciones fortificadas en el bien robustecen el alma para las luchas redentoras. 



Cómo realizar el evangelio en el hogar:



Explicamos las pautas para la realización del Evangelio en el Hogar para aquellos que quieran probar los beneficios de esta reunión:


1.- Escoger un día y una hora de la semana en que sea posible la presencia de todos los familiares o de la mayor parte de ellos, inclusive los niños. Observar rigurosamente el día y el horario establecido para el Evangelio en el Hogar. 


2.- Reunir a los familiares y posibles amigos que estén presentes en un lugar de la casa donde puedan estudiar y orar tranquilamente sin ser interrumpidos. Nada debe interferir en la realización de la reunión: ni visitas, ni llamadas telefónicas, ni conversaciones. 


3.- Colocar, por cada persona presente, un pequeño vaso con agua para ser magnetizada por las buenas vibraciones. El agua, ingerida, transmitirá fluidos que revitalizan. 


4.- La reunión podrá ser dirigida por el responsable de la familia o por quien él determine. Éste escogerá quien hará la oración inicial, quién hará la lectura, quién las vibraciones y quién hará la oración final de la reunión. Organización en las funciones y disciplina darán mayor seguridad y aprovechamiento a la reunión. 


5.- Iniciar la reunión con una oración corta, simple y espontánea en que el corazón más que las palabras solicite la presencia de Jesús y de los amigos espirituales que velan por el hogar. El pensamiento bien dirigido atraerá las bendiciones de lo Alto. 


6.- Hacer la lectura en secuencia de un trecho de «El Evangelio según el Espiritismo». En seguida cada participante tratará de comentarlo con simplicidad, buscando la esencia del pensamiento evangélico y su aplicación en la vida diaria. Cada uno debe comentar el párrafo que más le gustó, el que halló más bonito e importante. Todos pueden hablar con simplicidad y sin miedos para que el tema quede bien comprendido. 


7.- Hacer una vibración, oración direccionada, con palabras simples el participante encargado de hacerla encaminará los pensamientos pidiendo: 


a) protección para el hogar, apartando las vibraciones enfermas que pudieran estén envolviéndolo; 

b) protección para los familiares presentes o ausentes, los amigos y los vecinos; 

c) asistencia espiritual a todos los enfermos, para ancianos y niños, para jóvenes, para desencarnados, para toxicómanos, encarcelados, suicidas y otros; 

d) paz para su barrio, para su ciudad, para su país y el mundo; 

e) vibraciones para casos especiales; 

f) la fluidificación del agua. La vibración de amor es el vehículo natural de la paz. 


8.- Hacer la oración final o de cierre, con palabras sencillas de agradecimiento a Dios, a Jesús y a los amigos espirituales.



Recomendaciones:  


  • No permitir conversación poco digna antes, durante o después de la reunión. 
  • No permitir comentarios poco edificantes sobre tragedias, personas o religiones. 
  • No suspender la reunión por motivo de visitas inesperadas (éstas serán invitadas a participar), paseos o acontecimientos fútiles. 
  • Los niños presentes serán invitados a participar de las actividades de la reunión, con un canto o una poesía de fondo moral elevado, contando una historia o haciendo una oración, o inclusive participando de los comentarios de todos conforme su edad, capacidad o posibilidad.
  •  La reunión deberá tener una duración entre 30 minutos y 1 hora.



Cuando el Evangelio penetra en el hogar, el corazón abre más fácilmente la puerta al Maestro Divino. ¿Por qué no organizar un tiempo en la agenda familiar para reflexionar sobre las enseñanzas de Jesús? ¿Te apuntas?


domingo, 27 de junio de 2021

Dos historias del otro mundo

 | Janaina de Oliveira


Dos historias del otro mundo


Os narraré una historia.

Dos hombres acababan de morir. Mientras vivían, había ordenado Dios que se colocaran en bolsas diferentes las buenas acciones de cada uno. 

En el momento de su muerte, se pesarían estas bolsas. He aquí que las bolsas de estos dos hombres estaban ahora dispuestas delante de cada uno de ello. La del que había sido rico, estaba llena. La del hombre que había sido pobre, casi vacía. Dios ordenó que se pesaran y el hombre que había sido rico vió con asombro que su bolsa, pese a estar llena, apenas movía el platillo de la balanza. Dios se lo explicó: “Diste mucho, es cierto, pero diste por ostentación, para que tu nombre figurase en los templos del orgullo. Además, al dar no te privaste de nada.” La bolsa del hombre que había sido pobre, sin embargo, cuando fue depositada sobre la balanza, pese a que parecía estar casi vacía, pesaba mucho. “Tú has dado poco, amigo mío. Sin embargo, todo cuanto hay en tu bolsa representa una privación para ti. Practicaste la caridad con naturalidad, sin pensar en ninguna recompensa. Fuiste indulgente; te abstuviste de juzgar a tu semejante. 
Disculpaste todas sus acciones. Así pues, pasa a la derecha y ve a recibir tu recompensa”.

Un Espíritu Protector compartió esta historia del otro mundo en 1861, en Lion.

La encontraremos en el Evangelio según el Espiritismo (Cap. XIII, ítem 15).

El buen amigo nos quería hacer despertar para la caridad. Nadie es tan pobre que no tenga nada que ofrecer, nos quiere enseñar el amigo espiritual. La indulgencia, el perdón de las ofensas, una palabra de consuelo, la tolerancia y la paciencia son ejemplos de cómo la caridad está al alcance de cualquiera. No hay que esperar a tener dinero o tiempo para llenar la bolsa de buenas acciones.

Cada día tenemos muchas oportunidades de hacer la caridad moral. El mayor beneficiario, debemos estar atentos, somos nosotros mismos. A menudo pensamos que la caridad la hacemos por el otro, pero el primer asistido por la autentica caridad es el que la practica. Tolerar al que dice cosas de una manera que no aprobamos, tener paciencia con el que tarda en hacer lo que pensamos que es urgente, perdonar al que se ha equivocado y ser indulgente con el que seguramente vive desafíos que desconocemos es siempre difícil para los que todavía no somos humildes. Cuando nos proponemos a ser pacientes, tolerantes e indulgentes, abrimos espacio en nuestras almas para la humildad.

El orgullo no conoce la paciencia, no espera y exige que se cumpla lo que él dice, cuando lo dice. El orgullo tampoco tolera a nada, ni a nadie. Considera grave que no se sepa reconocer quién es y la importancia que tiene. El orgullo no perdona ni es indulgente. Hacerle daño es una equivocación irreparable. Los que hemos abrazado la Doctrina Espírita debemos comprender que todavía hay orgullo dentro de nosotros en mayor medida de la que nos gustaría reconocer. Por esta razón, somos llamados a la práctica de la caridad moral.

Cuando nos esforzamos por ser pacientes, abrimos espacio para la humildad. Cuando intentamos tolerarnos los unos a los otros, pese a lo difícil que es muchas veces, empezamos a comprender la humildad. Cuando nos perdonamos y somos indulgentes, empezamos a vivir la caridad. Todo esto, sin embargo, es solo el comienzo.

El objetivo es que no tengamos nada que perdonar jamás.

Os narraré otra historia del otro mundo.

Dos hombres acababan de morir. Uno llevaba dentro de una pesada bolsa todo el perdón que había dado a los demás, toda la paciencia que había tenido y toda la tolerancia hacia las equivocaciones ajenas.

El otro, llevaba una bolsa ligera. No había tenido que perdonar a nadie, no se sintió testado en la paciencia y ni había tenido que perdonar al prójimo. La bolsa aparentemente vacía se puso en el platillo de la balanza y pesaba mucho, porque el hombre había vivido con gran humildad. El hombre cuya bolsa iba llena de perdón, tolerancia y paciencia tuvo miedo. Pensó que todo su esfuerzo tal vez habría sido en balde. Resulta que no era una competencia. Su bolsa llena se abrió y espació por el espacio puntos de luz que le condujeron a una nueva encarnación.

Se dice que este hombre volvió a nacer muchas veces. Cada vez que renacía, vivía más leve y feliz, pese a las dificultades que no cesaban. Se conoce que en más de una encarnación trabajó sin quejas por la erradicación de la ignorancia de la realidad espiritual. Cada vez que volvía al momento de la verdad ante su conciencia, tenía una bolsa aparentemente más vacía. Poco a poco iba aprendiendo a vivir con humildad.

Empecemos por perdonar, para que llegue el día que no haya nada que perdonar. Empecemos a tolerar para que un día no haya nada que tolerar. Empecemos a practicar la caridad para que llegue el día que no hayamos hecho nada más que vivir en humildad.

Por algún lugar, hay que empezar. No es una competencia. Todos llegaremos al mismo lugar.
Empecemos por perdonar, para que llegue el día que no haya nada que perdonar. Empecemos a tolerar para que un día no haya nada que tolerar. 

Empecemos a practicar la caridad para que llegue el día que no hayamos hecho nada más que vivir en humildad. 

Por algún lugar, hay que empezar. No es una competencia. 

Todos llegaremos al mismo lugar.💕


martes, 30 de junio de 2020

La verdadera propiedad



Por Janaina Minelli De Oliveira


En el capítulo XVI de “El Evangelio según el Espiritismo”, el amigo espiritual que se identifica como Pascual nos hace reflexionar sobre lo que realmente poseemos. Pascual nos dice de forma tajante, que sólo es verdaderamente nuestro aquello que podemos llevar de este mundo. Lo que el hombre encuentra a su nacimiento, al igual que lo que deja cuando vuelve a la patria espiritual, lo disfruta mientras permanece en la Tierra. Profundizar en esta advertencia debería hacernos replantear el orden de prioridades que damos a muchas cosas. Antes o después, todos abandonaremos el cuerpo físico, llevando exclusivamente lo que nos pertenece. ¿Qué es? El amigo Pascual nos lo aclara: “Nada de lo que es para uso del cuerpo; todo lo que es para uso del alma: la inteligencia, los conocimientos, las cualidades morales. Eso es lo que trae y lo que se lleva consigo, lo que nadie puede arrebatarle, lo que le será de mayor utilidad en el otro mundo que en este. De él depende que sea más rico al partir que al llegar, porque de todo lo bueno que haya conquistado depende su posición futura.”


Ser más rico al partir que al llegar, en el sentido que nos propone Pascual, es el objetivo de todos los que hemos abrazado las ideas espíritas. Cada día que pasamos a este lado de la vida es una oportunidad de crecimiento moral e intelectual. El cultivo y desarrollo de valores éticos y morales, el autoconocimiento y la mejor gestión de las emociones son un programa que todo espírita sincero debe emprender. Momentos como los que vivimos actualmente ponen a prueba todas estas propuestas: la solidaridad, el respeto y la responsabilidad son valores que nos hacen reflexionar a cada día sobre quiénes somos en la relación con los otros y con nosotros mismos; las reacciones que exteriorizamos ante el desconocido, desagradable o indeseable nos ofrecen información sobre aspectos de nosotros que no suelen salir a la luz en tiempos de prosperidad, seguridad y confort; el miedo, la ansiedad y la rabia, si no se “ponen a raya”, pueden dificultar visualizar caminos de superación de las dificultades.


Pascual nos propone una metáfora. Imaginemos que nos preparáramos para viajar a un país lejano. ¿No prepararíamos el equipaje según lo que fuéramos a necesitar ahí? Antes del viaje, nos tendríamos que informar sobre qué temperatura hace en este país para seleccionar la ropa más adecuada. Según el objetivo del viaje, también tendríamos que tomar decisiones. No es lo mismo un viaje de ocio que un viaje profesional. Ahora, pensemos que estamos de camino a la patria espiritual. De retorno, mejor dicho. En el equipaje sólo podremos llevar lo que hayamos aprendido, el bien que hayamos hecho, las lágrimas que hayamos consolado, la madurez emocional que hayamos conquistado. Es posible que, contemplando nuestro equipaje, nos entre una necesidad enorme de posponer el viaje un poco más. ¿Estaría preparado para partir esta noche?


Al otro lado de la vida, no se nos preguntará si fuimos príncipes o artesanos. De hecho, no se nos preguntará nada. La conciencia de uno mismo ya se encarga de establecer las condiciones que nos esperan. Por esta razón, es tan importante, mientras todavía estamos de camino, llamar la conciencia al hecho de que estamos temporalmente encarnados. La lucha por la posesión de bienes materiales, el culto al cuerpo y el placer, a menudo nos tienen despistados de lo que debe tener una papel prioritario en nuestras vidas. Sin una visión clara de prioridades, uno se deja arrastrar por valores que siquiera diría compartir, pero acaban por caracterizarlo por el hecho de vivir en una sociedad materialista, consumista y narcisista.

Los espíritas estamos convocados a vivir con una conciencia despierta. Nuestra aceptación de las situaciones desafiadoras se basa en el conocimiento de que las leyes cósmicas son perfectas. Todo cuanto sucede es lo que nos merecemos y necesitamos, individual y colectivamente, para seguir en la senda incesante del progreso. Con esperanza vivimos estos días y entregamos, cada uno en su propia esfera de influencia, el amor que ya somos capaces de sentir. No buscamos la angelitud; simplemente trabajamos con entrega al proyecto de ser mejores seres humanos a nuestra partida que a nuestra llegada a este mundo.

jueves, 27 de junio de 2019

Los sanos no tienen necesidad de médico

Por Janaina de Oliveira



El Evangelio de San Mateo (cap. IX, v. 10, 11 y 12) recoge un momento de la vida de Jesús en que éste se disponía a comer en compañía de publicanos y pecadores, siendo criticado por los fariseos. Como gran conocedor del alma humana, el Maestro responde a las críticas con una máxima que sigue resonando en nuestros oídos a través de los siglos: Los sanos no tienen necesidad de médico sino los enfermos.


Imaginemos a este corazón puro sentado lado a lado con los hombres y mujeres considerados de la peor clase por su pobreza, enfermedad o profesión. Algunos estarían sucios, casi todos con vestimentas humildes, aquí y allí los signos de la enfermedad física que les caracterizaría, los modales a la mesa probablemente no serían los más sofisticados. Seguramente estarían felices por compartir la mesa con Jesús, aunque ninguno comprendiera en su justa medida la elevación del espíritu que tenían ahí a su lado. Con estas personas se  dispuso Jesús a comer, a compartir el pan. ¿Estuve yo sentada en esta mesa al lado de Jesús, ignorante de su misión, comiendo festivamente en compañía del guía y modelo de la humanidad? ¿Estuviste , amigo lector, amiga lectora?

Es curioso pensar que Jesús nos podría haber propuesto un ayuno especial para la purificación del cuerpo, pero lo que queda recogido en los evangelios es la disposición del Cristo en compartir con la humanidad el alimento. Este alimento es a la vez material y espiritual. La humanidad entera se ve representada en estos publicanos y pecadores. Jesús conoce la miseria del alma humana y por esto viene a traer su mensaje de amor y esperanza, pan de la vida para los corazones hambrientos que deambulan por las sendas del dolor. Todos necesitamos a este médico.

En El Evangelio según el Espiritismo Kardec comenta la aplicación que la escena puede tener para el Espiritismo. Algunas personas pueden pensar que hay médiums que no se merecen la facultad mediúmnica y que ésta debería recaer solamente sobre los buenos y justos. Esto, sin embargo, significa ignorar la función misma de la mediumnidad en un planeta de pruebas y expiaciones. La mayor parte de los médiums encuentran en la mediumnidad una puerta de rescate de débitos pasados a través de los muchos inconvenientes que ésta les produce y de la oportunidad de trabajo renovador en el bien que representa. Es como si el Maestro invitara a los médiums a un gran banquete. Él se acerca a los que se equivocaron mucho en el pasado y sufren las consecuencias de sus actos en el presente. ¿Qué médium podrá eludir la necesidad de desarrollar su facultad ancorada en la Buena Nueva? Todos necesitamos al médico de almas.

El banquete del amor y la esperanza está servido. Los invitados somos todos, todos los que hemos de renovar actitudes, rescatar deudas pasadas, dar pasos firmes en la dirección de la renovación de las actitudes íntimas. Jesús se sienta a la mesa con nosotros, comprendiendo nuestras necesidades materiales y espirituales. Depende de cada uno de nosotros aceptar esta invitación para compartir el pan con el Maestro y los hermanos de humanidad.

domingo, 2 de diciembre de 2018

Trabajo de humildad para alcanzar la felicidad

¡Buenas tardes!

Ayer nuestras monitoras nos han propuesto el estudio de El Evangelio según el Espiritismo, capitulo VIII - Bienaventurados los limpios de corazón, Instrucciones de los espíritus: Dejad venir a mí a los niños. - Bienaventurados los que tienen cerrados los ojos.

Para muchos estudiar el evangelio puede ser aburrido y lleno de palabras sin sentido, pero en el Espiritismo no es así. Es nuestro libro de cabecera básico para entender nuestras emociones, convivir en sociedad, buscar respuestas a las inquietudes, al dolor, sufrimiento, es nuestro psicólogo por excelencia.

Nos dividimos en dos grupos:. uno con los ítems 19 y 20, el otro con los 21 y 22.

Dejad a los niños venir a mí: los espíritus nos aclaran objetivamente la enseñanza principal de esta pasaje: Jesús, como maestro y hermano mayor, ya conocedor del amor absoluto de Dios, nos pone a disposición las enseñanzas para que seamos felices. No se acerca él a nosotros, somos nosotros que, llegado nuestro momento, nos acercaremos, como niños espirituales sedientos de conocimiento, con humildad y compromiso para aprender la verdad sobre la vida eterna y felicidad.
Todos somos niños espirituales en este momento evolutivo de la Tierra, pero nos urge acercarnos a las enseñanzas de Jesús, con actitud de aprender y asumir nuestra responsabilidad ante nuestra felicidad.

Bienaventurados los que tienen los ojos cerrados: en este pasaje, Jesús nos hace reflexionar más allá de la propia ceguera física, ésta sí que le da la oportunidad al espíritu de estar más atento a los demás sentidos y resignar sobre alguna falta. Cuando nos dejamos llevar ciegamente por las Leyes de Amor del Padre y las enseñanzas del Maestro, dejamos se sufrir y caminamos más leves entre nuestras pruebas físicas y psicológicas de las sucesivas existencias.
Bendito los escándalos que nos hacen evolucionar pero llegará el momento que ya nos hará falta esta herramienta.

Finalizamos el estudio, con la confección de dos frases representativas y resumen de cada grupo:

"Al momento que asumimos nuestra responsabilidad para la evolución, podemos acercarnos a Jesús con compromiso y confianza, así encontraremos armonía, equilibrio y amor."

"Necesitamos confianza, compromiso y responsabilidad para adquirir armonía y equilibrio para alcanzar la felicidad."



¡Feliz Semana!




sábado, 22 de septiembre de 2018

Reencarnación en el Evangelio


Por Flávia Roggerio


Dando continuidad al tema de la reencarnación, en esta edición profundizaremos en el abordaje del tema desde el punto de vista del Evangelio.

Jesús fue el ser que enseñó la reencarnación con la mayor contundencia de todos los tiempos. Aunque él hablaba arameo, un dialecto con un vocabulario muy limitado, en el que un mismo término admite distintos significados, en todo el Evangelio predica la resurrección, tanto de la carne como del espíritu.

La resurrección de la carne debe entenderse como reencarnación. En su diálogo con Nicodemo dice «En verdad, en verdad os digo, que nadie podrá ver el reino de Dios si no naciere de nuevo». Indaga entonces Nicodemo: «¿Cómo puede un hombre nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer de nuevo?». Y explica nuevamente Jesús: «Si un hombre no naciere de agua y del Espíritu no puede entrar en el  reino de Dios. Lo que es nacido de carne, carne es y lo que es nacido de Espíritu, Espíritu es. No te maravilles, de que te dije: Os es necesario nacer otra vez. Respondió Nicodemo: «¿Cómo puede suceder esto?» Y Jesús contestó: «¿Tú eres maestro de Israel e ignoras estas cosas? Si no me creéis cuando os hablo de las cosas terrenales, ¿cómo me creeréis si os hablo de las cosas del cielo?» (Juan, cap. 3, v. del 1 al 12).

Cuándo Jesús anunció «nadie puede ver el reino de Dios si no naciere de nuevo», se estaba refiriendo a la reencarnación. En base a que el Espíritu no alcanza en una sola existencia la gloriosa condición angélica y no percibe inmediatamente el «reino de Dios», de ahí que necesita muchas vidas. Lenta y constantemente el Espíritu comienza a progresar a través del propio esfuerzo, para integrarse a la vida elevada. He ahí  porqué Jesús anunció categóricamente «nadie puede ver el reino de Dios si no naciere de nuevo».

La reencarnación es necesaria para la evolución del espirito que, cuanto más evolucionado, más se acerca al reino de Dios. La reencarnación formaba parte de los dogmas judaicos bajo el nombre de resurrección. En Juan, cap. 3, v. 1 a 15 está narrado con detalles el diálogo que Jesús mantuvo con Nicodemo, miembro del Sanedrín y maestro de Israel, explicándole la necesidad de nuevas existencias para entrar en el reino de Dios.


Explicando un poco la Evolución

Así como el cuerpo pasa de la niñez a la fase adulta y después a la viejez, la vida del Espíritu también pasa por transformaciones a lo largo del tiempo, que es diferente al del mundo material. «La vida del Espíritu recorre en conjunto las mismas fases de la vida corporal. Pasa gradualmente del estado de embrión al de infancia, para llegar por una serie de períodos hasta al de adulto, que es el de la perfección; (...) realiza su progreso no en un solo mundo, sino pasando por diversos mundos».

Lamentablemente los hombres no han sabido interpretar correctamente los pensamientos y principios de Jesús. Un buen ejemplo de esto es el concepto que dice, «si el hombre renace de agua y del Espíritu…», ¿Se está refiriendo al proceso del bautismo? ¡No! Bajo tal simbólico concepto se estaba refiriendo a la reencarnación. De esta forma explicaba que si un hombre no renace del agua es evidente que no tendría cuerpo físico, puesto que el cuerpo humano es aproximadamente un 70% agua. Esta interpretación está, adicionalmente, justificada con estas palabras: «Lo que es nacido de carne, carne es; y lo que es nacido de Espíritu, Espíritu es». Jesús hace aquí una distinción positiva entre el Espíritu y el cuerpo. «Lo que es nacido de carne, carne es». Él indica claramente que el cuerpo sólo procede del cuerpo y que el Espíritu es independiente del cuerpo. De ahí los lazos que nos unen tan amorosamente a otros seres que no son de nuestra familia de sangre. Allan Kardec, el codificador de la Doctrina Espirita, explica que antiguamente se sabía que el agua era el elemento generador absoluto. De este modo, no quiere decir el agua del bautismo. El agua venía a ser el símbolo de la naturaleza material, como el Espíritu era el de la naturaleza inteligente. Las palabras: «Si el hombre no renace de agua y del Espíritu, o en agua y en Espíritu», significan, pues: «Si el hombre no vuelve a nacer de cuerpo y alma». En este sentido fueron comprendidas originalmente.

Todo se encadena en la naturaleza desde el átomo primitivo hasta el arcángel, que a su vez ha empezado por ser átomo. Recordemos el episodio en que Jesús asevera que Juan Bautista (izquierda) es la reencarnación de Elías (derecha).«Sus discípulos le preguntaban: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga antes? Jesús les respondió: «Es verdad que Elías debe venir y restablecer todas las cosas; más yo os declaro que Elías ya vino, y no lo reconocieron, más hicieron con él todo lo que quisieron». Entonces sus discípulos entendieron que les estaba hablando de Juan el  Bautista». (Mateo cap. 17, v. 10 al 13 - Marcos cap. 11, v. 9 al 13).

La reencarnación puede ocurrir en diferentes mundos y en distintos tiempos. La terrestre no es la primera y seguramente no será la última; podemos decir, eso sí, que es una de las más materiales y lejanas de la perfección. La reencarnación es la “herramienta” que nos fue regalada para poder progresar. Cada nueva reencarnación es una nueva oportunidad de hacer más y mejor, de aprender, de enseñar….de dar un paso más hacia el reino de Dios.

miércoles, 30 de mayo de 2018

Sábado de estudio... ¡qué gran cita!

¡Buenas noches!!

Este Sábado seguiremos con el estudio del Capítulo V - Bienaventurados los Afligidos, de El Evangelio según Espiritismo (ESE)

En la pasada clase sobre del ESE habíamos revisado las pruebas voluntarias, en esa clase finalizaremos el tema e introduciremos el próximo item de estudio "Verdadero Cilicio". Os dejamos el texto de pre-estudio para el nuevo tema de estudio.


Pruebas voluntarias.- El verdadero silicio 

26. Preguntáis si os es permitido aligerar vuestras propias pruebas; esta pregunta tiene relación con esta otra: Al que se ahoga, ¿le es permitido el que procure salvarse? Al que se clave una espina, ¿sacársela? Al que está enfermo, ¿llamar al médico? Las pruebas tienen por objeto ejercitar la inteligencia, del mismo modo que la paciencia y la resignación; un hombre puede nacer en una posición penosa y embarazosa, precisamente para obligarle a buscar los medios de vencer las dificultades. El mérito consiste en soportar sin murmurar las consecuencias de los males que no se pueden evitar, en perseverar en la lucha, en no desesperarse si no se sale bien del negocio; pero no en el abandono, que sería más bien pereza que virtud. Naturalmente esta pregunta conduce a esta otra. Puesto que Jesús dijo: "Bienaventurados los afligidos", ¿hay mérito en proporcionarse aflicciones agravando sus pruebas con sufrimientos voluntarios? A esto contestaré muy claro. Si hay un gran mérito cuando los sufrimientos y las privaciones tienen por objeto el bien del prójimo, porque es la caridad por el sacrificio; no, cuando no tienen otro objeto que uno mismo, porque eso es un egoísmo fanático. Aquí debe hacerse una gran distinción; en cuanto a vosotros, personalmente, contentáos con las pruebas que Dios os envía, y no aumentéis la carga, ya de por sí muy pesada a veces: aceptadlas sin murmurar y con fe; es todo lo que El os pide.
No debilitéis vuestro cuerpo con privaciones inútiles y maceraciones sin objeto porque tenéis necesidad de todas vuestras fuerzas para cumplir vuestra misión de trabajo en la tierra. Torturar y martirizar voluntariamente vuestro cuerpo, es contravenir a la ley de Dios, que os da los medios de sostenerle y fortificarle; debilitarlo sin necesidad, es un verdadero suicidio. Usad, pero no abuséis, tal es la ley; el abuso de las mejores cosas, lleva consigo mismo el castigo en sus consecuencias inevitables. Otra cosa es con respecto a los sufrimientos que uno se impone para el alivio del prójimo. Si sufrís frío y hambre para calentar y alimentar al que tiene necesidad y por lo cual vuestro cuerpo padece, este es un sacrificio que Dios bendice. Vosotros, los que dejáis vuestros perfumados tocadores para ir a las infectadas bohardillas a llevar el consuelo; vosotros, los que ensuciáis vuestras delicadas manos curando llagas; vosotros, los que os priváis de lesueño para velar a la cabecera del enfermo que es vuestro hermano en Dios; vosotros en fin, los que gastáis vuestra salud en la práctica de las buenas obras, ya tenéis vuestro silicio, verdadero silicio de bendición, porque los goces del mundo no han secado vuestro corazón, no os habéis dormido en el seno de las voluptuosidades enervadoras de la fortuna, sino que os habéis hecho los ángeles consoladores de los pobres desheredados.
Mas vosotros, los que os retiráis del mundo para evitar sus seducciones y vivir en el aislamiento ¿para qué servís en la tierra? ¿En dónde está vuestro valor en las pruebás, puesto que huís de la lucha y evitáis el combate? Si queréis un silicio, aplicadlo a vuestra alma y no a vuestro cuerpo; mortificad vuestro espíritu y no vuestra carne; azotad vuestro orgullo, recibid las humillaciones sin quejaros, martirizad vuestro amor propio; sed fuertes contra el dolor de la injuria y de la calumnia, más punzante que el dolor corporal. Ese es el verdadero silicio cuyas heridas os serán tomadas en cuenta, porque atestiguarán vuestro valor y vuestra sumisión a la voluntad de Dios. (Un Angel Guardián. París, 1863).

27. "¿Debe ponerse término a las pruebas del prójimo cuando se puede, o por respeto a la ley de Dios, se les ha de dejar seguir su curso?" Os hemos dicho y repetido muchas veces que estáis en esa tierra de expiación para acabar vuestras pruebas, y que todo lo que os sucede es consecuencia de vuestras existencias anteriores y el interés de la deuda que debéis pagar. Pero este pensamiento provoca en ciertas personas reflexiones que es necesario cortar, porque podrían tener funestas consecuencias. Algunas piensan que desde el momento en que se está en la tierra para expiar, es menester que las pruebas sigan su curso. Los hay también que llegan a creer que no solamente no debe hacerse nada para atenuarlas, sino que, por el contrario, es menester contribuir a hacerlas más provechosas recrudeciéndolas; esto es un gran error. Sí, vuestras pruebas deben seguir el curso que Dios les ha trazado; ¿pero conocéis acaso ese curso? ¿Sabéis hasta qué punto debén llegar; y si vuestro Padre misericordioso ha dicho al sufrimiento de tal o cual de vuestros hermanos "De aquí no pasarás?" ¿Sabéis si su Providencia os ha elegido, no como un instrumento de suplicio para agravar los sufrimientos del culpable, sino como el bálsamo de consuelo que debe cicatrizar las llagas que su justicia había abierto? No digáis, pues, cuando veáis herido uno de vuestros hermanos: es la justicia de Dios, y es preciso que siga su curso; sino decid lo contrario: veamos qué medios nuestro Padre misericordioso ha puesto a mi alcance para aliviar los sufrimientos de mi hermano: veamos si mis consuelos morales, mi apoyo material y mis consejos podrán ayudarle a sobrellevar esta prueba con más fuerzas, paciencia y resignación; veamos si quizá Dios ha puesto en mis manos los medios de hacer cesar ese sufrimiento, o si me ha sido también a mí como a prueba, y tal vez como expiación, cortar el mal y reemplazarlo por la tranquilidad.
Ayudáos, pues, siempre, en vuestras pruebas respectivas, y no os miréis jamás como instrumentos de tormento; este pensamiento debe desagradar a todo hombre de corazón, mayormente a todo espiritista; porque el espiritista debe comprender mejor que los otros la extensión infinita de la bondad de Dios.
El espiritista debe pensar que su vida entera ha de ser un acto de amor y de abnegación, y que cualquier cosa que haga para contrarrestar las decisiones del Señor, su justicia seguirá su curso. Puede, pues, sin miedo hacer todos los esfuerzos para endulzar la amargura de la expiación; pero sólo Dios es el que puede detenerla o prolongarla, según lo juzgue más conveniente. ¿No habría un orgullo muy grande en el hombre en creerse con derecho a exasperar la herida? ¿En aumentar la dosis de veneno en el pecho del que sufre, so pretexto de que tal es su expiación? ¡Oh! Contempláos siempre como un instrumento elegido para hacerla cesar. Resumamos: Todos vosotros estáis en la tierra para expiar, pero todos sin excepción debéis hacer todos vuestros esfuerzos para endulzar la expiación de vuestros hermanos, según la ley de amor y de caridad. (Bernardino, espíritu protector. Bordeaux, 1863).



28. "Un hombre está en la agonía, presa de crueles tormentos; se sabe que no hay esperanza de salvarle; ¿es permitido ahorrarle algunos instantes de agonía precipitando su fin?" ¿Quién puede daros el derecho de prejuzgar los destinos de Dios? ¿Acaso no puede conducir a un hombre al borde del sepulcro para sacarle de él, con el fin de hacerle volver en si y conducirle a otras meditaciones? En cualquier estado en que se encuentre un moribundo, nadie puede decir con certeza que haya llegado su última hora. ¿Acaso la ciencia no se ha engañado nunca en sus previsiones? Sé muy bien que hay casos que con razón pueden llamarse desesperados; pero si no queda esperanza de vida y salud, ¿no hay innumerables ejemplos de que en el momento del último suspiro, el enfermo se reanima y recobra sus facultades por algunos instantes?
Pues bien. Esa hora de gracia que se le concede, puede tener para él la mayor importancia, porque ignoráis las reflexiones que ha podido hacer su espíritu, en las convulsiones de la agonía y los tormentos que puede ahorrarle un rayo de arrepentimiento. El materialista que sólo ve el cuerpo y nada le importa el alma, no puede comprender estas cosas; pero el espiritista que sabe lo que pasa más allá de la tumba conoce el precio del ultimo pensamiento. Mitigad los últimos sufrimientos tanto como podáis, pero guardáos de abreviar la vida, aun cuando no sea sino por un minuto, porque este minuto puede evitar muchas lágrimas en el porvenir. (San Luis. París, 1860).

29. "El que está hastiado de la vida, pero que no quiere quitársela, ¿es culpable si busca la muerte en un campo de batalla, con la idea de hacer útil su muerte?" Que el hombre se dé la muerte o que se la haga dar, el objeto es siempre abreviar su vida y por consiguiente, hay suicidio de intención, si no de hecho. El pensamiento de que su muerte servirá para algo, es ilusorio; no es más que un pretexto para dar un colorido a su acción y excusarla a sus propios ojos. Si tuviera formalmente el deseo de servir a su país, procuraría vivir defendiéndole y no muriendo, porque una vez muerto, de nada le sirve.
La verdadera abnegación consiste en no temer a la muerte cuando se trata de ser útil, en desafiar el peligro, en hacer anticipadamente y sin pensar, el sacrificio de la vida pero la "intención premeditada" de buscar la muerte exponiéndose al peligro, aun cuando sea para hacer un servicio, anula el mérito de la acción. (San Luis. París, 1860).

30. "Un hombre se expone a un peligro inminente para salvar la vida a uno de sus semejantes, sabiendo de antemano que él mismo sucumbirá, ¿puede mirarse esto como un suicidio?" Desde el momento que no existe la intención de buscar la muerte, no hay suicidio, sino sacrificio y abnegación, aun cuando se tenga certeza de perecer. ¿Pero quién puede tener esta certeza? ¿Quién ha dicho que la Providencia no tenga un medio inesperado de salvación en el momento más crítico? ¿Acaso no puede salvar al mismo que esté a la boca de un cañón? Muchas veces se puede querer llevar la prueba de la resignación hasta su último límite; entonces una circunstancia inesperada desvía el golpe fatal. (San Luis. París, 1860).

31. "Aquellos que aceptan sus sufrimientos con resignación, por sumisión a la voluntad de Dios y con la mira de alcanzar la felicidad futura, ¿no trabajan sólo para ellos mismos y pueden hacer que sus sufrimientos sean provechosos a otros?" Estos sufrimientos pueden ser provechosos a otro, material y moralmente. Materialmente, si por el trabajo, las privaciones y los sacrificios que ellos se imponen, han contribuído al bienestar material de su prójimo; moralmente, por el ejemplo que dan de sumisión a la voluntad de Dios. Este ejemplo del poder de la fe espiritista puede excitar a los desgraciados a la resignación, salvarles de la desesperación y de sus funestas consecuencias para el porvenir. (San Luis. París, 1860).


¡Os esperamos en CEADS!

domingo, 15 de abril de 2018

El ejercicio de dignidad nuestro de cada día

Hola familia,

ayer en la clase del Evangelio según el Espiritismo nos dedicamos a la reflexión acerca de estas palabras de difícil comprensión pronunciadas por Jesús:

"_ Bienaventurados los afligidos".

¿Cómo comprender estas palabras con el corazón entumecido por el materialismo? ¿Si sólo el momento presente es el que cuenta, si el gozo instantáneo es lo que se busca por encima de las realizaciones que sólo el tiempo tiene el poder de revelar, cómo comprender esta máxima de Jesús? No hay manera... 

Es necesario levantar la mirada, comprender que el hombre es artífice de su destino, heredero de sí mismo. El presente es una consecuencia del pasado y a la vez, la semilla del futuro. No únicamente en nivel histórico, social o cultural. También y por encima de todas estas dimensiones de la existencia humana, en nivel espiritual. Sin la clave de la reencarnación, regida como es por la ley de causa y efecto, no se puede comprender ni esta, ni muchas de las afirmaciones de Jesús.


El afligido tiene una gran oportunidad en sus manos. Si se afronta a la expiación o a la prueba con fe, esperanza y sentido del deber, se libera de las causas de sus tormentos y siembra un futuro de más paz y armonía para sí. Por otro lado, si se hunde en la depresión, si se rebela contra Dios o contra la "suerte", si decide hacer "justicia" por sus propias manos, si hace en fin, a los demás, lo que no desearía que se le hiciera a él, la oportunidad estará perdida y habrá que haberse con consecuencias todavía peores que las causas anteriores de las dificultades enfrentadas sin honor. Es necesario ser valientes ante las dificultades de la vida, tener fe, aceptarlas cuando pican a nuestra puerta, aprender de ellas... Puede ayudar alejarse de la situación, mirarla como si fuéramos un observador, y preguntarnos cosas... ¿Qué aprende uno cuando le pasa esto? De qué manera se le doblega el orgullo? ¿Qué es lo que aprende a valorar? El ejercicio de dignidad es más ennoblecedor cuanto más dura sea la lección.


La verdadera desgracia, ¿sabemos cuál es? Los espiritistas sí, lo sabemos. No es la pobreza, la enfermedad, la soledad o el mal de amores. La verdadera desgracia es no haber todavía despertado para valores espirituales. Es estar todavía en el sueño del ego, en la ignorancia del amor, en la rebeldía ante el deber moral. Los valores de nuestra sociedad, basados en el inmediatismo, la competencia y el individualismo, hacen culto del ego. Los que, aun que de forma incipiente, hemos empezado a asimilar las verdades espirituales, educamos nuestras almas para la paciencia, la solidaridad y el amor.

¡Estamos en ello!








miércoles, 11 de abril de 2018

Que tenemos para este sábado...

¡Buenas noches!

Este Sábado tenemos cita con nuestro querido amigo Jesus.

Las niñas y niños de la Educación Espírita Infantil disfrutarán de más una clase de aprendizaje moral y espiritual mientras que los adultos estudiaremos el item 22, 23 y 24, del Cap. V - Bienaventurados los afligidos, de El Evangelio según el Espiritismo.

Os dejamos los textos del estudio para los más aplicados :)


Si hubiese sido un hombre de bien, hubiera muerto 

22. Decís muchas veces, cuando habláis de un hombre malvado que escapa de un peligro: "Si hubiese sido un hombre de bien, hubiera muerto". ¡Pues bien! cuando decís esto, decís la verdad, porque, efectivamente, muchas veces sucede que Dios da a un espíritu, joven aun en el camino del progreso, una prueba más larga que a uno bueno, logrando éste como una recompensa debida a su mérito que su prueba sea todo lo corta posible. Así, pues, cuando os servís de ese axioma, no sospecháis que estás diciendo una blasfemia.
Si muere un hombre de bien que tiene por vecino a un perverso, os apresuráis a decir: "Mucho mejor hubiera sido que se hubiese muerto éste". Os engañáis mucho, porque el que se va, concluyó su tarea, y el que queda, puede muy bien ser que aun no la haya empezado. ¿Por qué quisiérais, pues, que el malo no tuviese tiempo de acabarla, y que el otro quedase estacionado en la tierra? ¿Qué diríais del preso que hubiese concluído su condena y se le retuviera en la cárcel mientras se diese libertad al que no la hubiere concluído? Sabed, pues, que la verdadera libertad consiste en desprender-se de los lazos del cuerpo, y que tanto tiempo como estéis en la tierra estáis en el cautiverio. Acostumbráos a no vituperar lo que vosotros no podéis comprender, y creed que Dios es justo en todas las cosas; muchas veces lo que os parece un mal, es un bien; pero vuestras facultades son tan limitadas, que el conjunto de lo grande se substrae a vuestros sentidos obtusos. Esforzáos en salir con el pensamiento de vuestra estrecha esfera, y a medida que os elevéis, la importancia de la vida material disminuirá a vuestros ojos, porque sólo os parecerá un incidente de la duración infinita de vuestra existencia espiritual, la sola verdadera existencia. (Fenelón. Sens, 1861).


Los tormentos voluntarios 

23. El hombre va incesantemente en busca de la felicidad que se le escapa, porque la felicidad perfecta no existe en la tierra. Sin embargo, en las vicisitudes que forman el cortejo inevitable de su vida, podría gozar, por lo menos, de una felicidad relativa; pero él la busca en las cosas perecederas y sujetas a las mismas vicisitudes, es decir, en los goces materiales, en vez de buscarla en los goces del alma, que son un goce anticipado de los placeres celestes imperecederos; en lugar de buscar la "paz del corazón", única felicidad real en la tierra, está ávido de todo lo que puede agitarle y turbarle, y, ¡cosa singular!, parece que se crea de in tento tormentos que estaría en su mano evitar. ¿Los hay, acaso, más grandes que los que causan la envidia y los celos? Para el envidioso y celoso, no hay reposo; ambos tienen una fiebre continua; lo que ellos no tienen y lo que poseen los demás, les causa insomnios; la prosperidad de sus rivales les da vértigos; su emulación sólo se ejerce para eclipsar a sus vecinos; todo su placer consiste en excitar en los insensatos como ellos, la rabia de los celos de que están poseídos. Pobres obcecados, que no piensan que mañana les será preciso dejar todos estos juguetes, cuya codicia envenena su vida. A éstos no se aplican estas palabras: "Bienaventurados los afligidos porque ellos serán consolados", porque sus cuidados no son de aquellos que tienen compensación en el Cielo. Por el contrario, !cuántos tormentos se ahorra el que sabe contentarse con lo que tiene, que ve sin envidia lo que no tiene, que no pretende parecer más de lo que es! Siempre es rico, porque si mira hacia abajo en vez de mirar hacia arriba, siempre verá gentes que aun tienen menos; vive tranquilo, porque no se crea necesidades quiméricas, y la calma en medio de los huracanes de la vida ¿no es acaso una felicidad? (Fenelón. Lyon, 1860).



La desgracia real 

24. Todos hablan de la desgracia, todo el mundo la ha experimentado y cree conocer su carácter múltiple. Yo vengo a deciros que casi todos se engañaban, y la desgracia real de ninguna manera es lo que los hombres, es decir, los desgraciados, suponen. Ellos la ven en la miseria, en el hogar sin fuego, en el acreedor que apremia, en la cuna sin el ángel que sonreía en ella, en las lágrimas, en el féretro que se sigue con la frente descubierta y el corazón destrozado, en la angustia de la traición, en el orgullo del menesteroso que quisiera revestirse con la púrpura y que apenas oculta su desnudez bajo los harapos de la vanidad; todo esto, y aun muchas otras cosas, se llama desgracia en el lenguaje humano. Si, ésa es la desgracia para los que no ven más que el presente; pero la verdadera desgracia consiste antes en las consecuencias de una cosa, que en la cosa misma. Decidme si el acontecimiento más feliz por el momento, pero que tiene consecuencias funestas, no es, en realidad, más desgraciado que aquél que en un principio causa una viva contrariedad y acaba por producir un bien. Decidme si el huracán que destroza vuestros árboles, pero que purifica el aire disipando los miasmas insalubres que hubiesen causado la muerte, no es más bien una felicidad que una desgracia. Para juzgar una cosa, es menester ver sus consecuencias; así es que para apreciar lo que es realmente feliz o desgraciado para el hombre, es preciso transportarse más allá de esta vida, porque allí es donde se hacen sentir las consecuencias; pues todo lo que llama desgracia según su corta vista, cesa con la vida y encuentra su compensación en la vida futura. Voy a revelaros la desgracia bajo una nueva forma, bajo la forma bella y florida que acogéis y deseáis con todas las fuerzas de vuestras almas engañadas.

La desgracia es la alegría, es el placer, el ruido, la vana agitación, la loca satisfacción de la vanidad, que acallan la conciencia, que comprimen la acción del pensamiento y que aturden al hombre sobre el porvenir; la desgracia es el opio del olvido que vosotros llamáis con todos vuestros deseos. ¡Esperad, vosotros los que lloráis! ¡Temblad, vosotros los que reis, porque vuestro cuerpo está satisfecho! No se engaña a Dios, no se esquiva el destino; y las pruebas más temibles que la jauría desencadenada por el hambre, acechan vuestro reposo engañador para sumergiros de repente en la agonía de la verdadera desgracia, de la que sorprende el alma debilitada por la indiferencia y el egoísmo.

Que el Espiritismo os aclare, pues, y coloque en su verdadero puesto la verdad y el error tan extrañamente desfigurados por vuestra ceguera. Entonces obraréis como los bravos soldados, que lejos de huir del peligro, prefieren las luchas de los combates comprometidos a la paz que no puede darles ni gloria ni ascensos. ¿Qué le importa al soldado perder su armas en la reyerta, sus bagajes y sus vestidos, con tal que salga vencedor y con gloria? ¿Qué le importa al que tiene fe en el porvenir, dejar sobre el campo de batalla de la vida su fortuna y su envoltura carnal, con tal que su alma entre radiante en el reino celeste? (Delfina de Girardin. París, 1861).



viernes, 30 de marzo de 2018

Cerrado por festivo...

¡Buenos días!

Este Sábado, 31 de marzo y, el Lunes, 2 de abril, CEADS permanecerá cerrado.

¡Además de las clases habituales, nos preparan eventos especiales este mes de abril!

Los jueves: El Grupo de Estudios de Libros Espíritas (GELE) estarán a toda máquina (¡sin descanso!) el mes de abril con el estudio del libro "Misioneros de la luz", de la colección "En el mundo espiritual", del espíritu André Luiz, con las monitoras Nathalia y María Jesús.

9 de abril: Estudio Sistematizado de la Doctrina Espírita, con el tema "Pruebas de la existencia de Dios", con los monitores Rafael y Arnaldo.

7 de abril: Asamblea Ordinaria Anual 2018
CEADS está inscrito en la Gencat como Asociación sin ánimo de lucro, legalmente amparada por las leyes vigentes y con el compromiso de prestar cuentas y publicar sus proyectos a los socios y socias que hacen que el centro espírita pueda seguir funcionando.
La Asamblea Ordinaria Anual está abierto al público general, decisión de la junta directiva de transmitir transparencia de todo que hacemos por CEADS.



14 de abril: Estudio Sistematizado del Evangelio según el Espiritismo, con el tema "Si fuese un hombre de bien!, del Cap. V - Bienaventurados los afligidos, Ítem 22, con las monitores Theyla y María Augusta.

21 de abril: Estudio Sistematizado de la Doctrina Espírita, con la continuación del estudio anterior sobre "Perdón y Arrepentimiento", sobre la Justicia Divina, con los monitores Patricia y Marcello.
Pincha aquí para ver el post resumen de la clase anterior.

23 de abril: Feria del libro de Sant Jordi. Un año más estaremos en las calles de Barcelona divulgando la Doctrina Espírita. En breve organizaremos este día.
¡ Estén atentos pues necesitaremos de voluntarios!

28 de abril: 16ª Jornada Espiritista de Barcelona, con el lema "Evolución Espiritual del Ser". Finalizamos el mes de abril en celebración de los 161 años de El Libro de los Espíritus (1857).
Pincha aquí para ver el programa del día.


Más información sobre nuestro calendario de actividades en nuestra web.


Saludos fraternales.


domingo, 4 de marzo de 2018

La cuna y el túmulo

¡Buenas tardes!

Ayer hemos compartido una maravillosa tarde de estudio sobre el Evangelio según el Espiritismo, con uno de los temas más delicados que podemos afrontar como seres humanos: Muertes prematuras.

El Capitulo V - Bienaventurados los afligidos, quizás sea el capítulo más largo del Evangelio según el Espiritismo, podría ser porque trata de temas de nos toca el alma desde el más profundo de la esencia. Trata de temas difíciles de entender sin la perspectiva de la vida inmortal, de la esperanza en el porvenir, del consuelo de las comunicaciones mediúmnicas, de amor infinito del Padre Creador hacía nosotros.

Desde hace unos meses venimos estudiando cada una de los temas de este capítulo, reflexionando respecto la necesidad de su entendimiento y como ponerlo en práctica en la existencia actual. En ningún momento nos habla los espíritus codificadores que seria tarea fácil, pero en todo momento nos esclarecen, nos encorajan a seguir adelante, nos orientan que nada es imposible, que la clave principal es desapegarse de las ideas materialistas e inmediatas.

Lo primero que nos viene a nuestro pensamiento cuando de la muerte prematura de un ser querido es que Dios es injusto, que se lleva a los más jóvenes antes de los mayores, a los buenos antes de los malos, etc. Aqui podemos detectar nuestra falta de perspectiva hacía el porvenir, la falta de fe, nuestra egoismo y juicio hacía las cosas que no comprendemos. Todos estamos susceptibles a este pensamiento, sea espíritas o no, los que creen el algo o no.



Pero, ¿cómo entender el por qué de esta pérdida? ¿Cómo vivir en ella?

Hay una gran diferencia entre entender y comprender. Ya hemos estudiado anteriormente que aún no podemos comprender todo lo que pasa en nuestra vida inmortal, simplemente por la falta de madurez debido a la nuestra niñez espiritual, pero tenemos aceptar este dolor de la perdida, esa separación momentánea entre los dos lados de la vida, con amor y respeto hacia uno mismo y al otro que se encuentra del otro lado.

Comprender que estar en la carne es la vez una dádiva para aprender y una cárcel para el espíritu, podría ayudarnos a aceptar el cambio de plano (muerte física) de manera más activa. Que el dolor pueda ser sustituido por la añoranza y doses de oración, beneficiando el ser que se encuentra del otro lado, y a nosotros con los dulces bálsamos del amor del Padre.

Tenemos total consciencia que no es tarea fácil pero tantos testimonios, ayer mismo en nuestra clase, de madres y padres que tuvieron de afrontar la pérdida de un hijo o de una hija prematuramente, nos consuelo, nos hace creer que si es posible, transformar el dolor en más amor, en los dos lados de la vida.

Los pequeninos que han partido hacia la vida espiritual están amparados, nos cumplido con su existencia en el momento, han podido depurar faltas y aprender más que nadie que es ser amado... el amor no tiene tamaño ni dosis, nunca se acaba, traspasará las fronteras del conocido y del desconocido, sin formulas o comprensión racional, simplemente viajan con el pensamiento a través del Fluido Cósmico Universal, hacia aquellos que lo esperan; y nosotros recibiremos en cambio el mismo amor o más si estamos conscientes y de brazos abiertos.

Tomamos con pinzas para decir que la muerte prematura es un designio divino pero el Evangelio de Jesús es el camino donde encontramos la preparación y el fortalecimiento para soportarla.

La cuna el túmulo son puertas de entrada y salida de la escuela de la vida física, en la caminata evolutiva rumbo a la felicidad definitiva del espíritu inmortal.


"Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados."


¡Os deseamos una maravillosa semana!


domingo, 4 de febrero de 2018

Yo no soy feliz

¡Buenos días!!

¡Ayer la casa está llena de gente! Con inmensa gratitud que elevamos nuestro pensamiento a la Espiritualidad amiga que nos ampara y que nos da la oportunidad de servir y aprender.

Nuestras monitoras nos han preparado la clase del Estudio Sistematizado del Evangelio según el Espiritismo, con el estudio del Capítulo V - Bienaventurados los afligidos, ítem 20: La felicidad no es de este mundo.

¡Yo no soy feliz! 
¡La felicidad no se ha hecho para mí! exclama generalmente el hombre en todas las posiciones sociales.

Este item del Evangelio según el Espiritismo nos lleva a un análisis profunda de la verdadera felicidad. Cuando paramos para pensar que es la felicidad entendemos todo aquello que nos pueda generar alegría o placer. ¡Que gran engaño!

Nuestra pequeñez filosófica se centra en los bienes que pueda tener, en la alegría de poseer y, nos olvidamos, de la verdadera felicidad; esa plena, pacifica y tranquilizadora.

Cuando Jesús nos dijo que "la felicidad no es de este mundo", no quería decir que la felicidad no es para nosotros que aquí vivimos en el planeta Tierra, pero si que la conoceremos una vez ampliemos nuestra visión hacía la verdadera vida: la espiritual. Todo lo que poseemos aquí es materia que dejaremos aquí. ¿Y que es lo que llevaremos de vuelta a la verdadera morada? Nuestras experiencias, nuestras acciones de mejoría, nuestro amor hacía nosotros y a los quien hemos convivido.

Pero, si la felicidad no es de este mundo material, ¿sería una utopía desearla en nuestra condición de ser encarnado?

Absolutamente no. No es una utopía pero carece el hombre de edad evolutiva para sentir la felicidad en la carne. Sabemos que vivimos en un planeta de Pruebas y Expiaciones, que pasa ahora mismo por una transición evolutiva hacía a un planeta de Regeneración, donde aprenderemos a observar las pequeñeces de la felicidad en las miradas de los seres, en la vida por si mismo, sin importarse tanto con lo que tenemos y si con lo que seremos.



Todavía es necesaria algunas pruebas para que podamos afrontar las consecuencias de algunas malas decisiones del pasado, aún es necesario que experimentemos el dolor en la carne para buscar las soluciones de la cura.

"Nunca de ha amado tanto como en este siglo", ya decía Divaldo Franco. Con la globalización de la información tenemos el conocimiento de todo lo bueno y malo de las actitudes humanas, en varias culturas, en sus diferentes niveles de evolución moral e intelectual.

Como consecuencia de esta globalización, empezamos a repensar nuestro entorno, que es lo que realmente entendemos por felicidad, porque aún hacemos tanto mal y a la vez como existe tantas y tantas personas anónimas haciendo el bien.

Hoy somos pocos los que regocijamos con las malas noticias y muchos que envidian a los que hacen las buenas obras. Que podamos utilizar esa envidia hacía el movimiento de copia, practicando el bien hacía uno mismo y a los demás.

Si, la felicidad aun no es de este mundo, falta que seamos el mundo que deseamos y merezcamos para que podamos ver con los ojos del alma la verdadera felicidad. Mientras tanto, a cada día, al abrir los ojos, practicaremos, recordando de agradecer, a todo lo que somos, experimentando momentos de esa felicidad futura.


Para finalizar, nuestras compañeras, nos han regalado con un poema de Mario Benedetti:


No te rindas

No te rindas, aun estas a tiempo
de alcanzar y comenzar de nuevo,
aceptar tus sombras, enterrar tus miedos,
liberar el lastre, retomar el vuelo.
 


No te rindas que la vida es eso,
continuar el viaje,
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros y destapar el cielo.
 
No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frio queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se esconda y se calle el viento,
aun hay fuego en tu alma,
aun hay vida en tus sueños,
porque la vida es tuya y tuyo tambien el deseo,
porque lo has querido y porque te quiero.
 
Porque existe el vino y el amor, es cierto,
porque no hay heridas que no cure el tiempo,
abrir las puertas quitar los cerrojos,
abandonar las murallas que te protegieron.
 
Vivir la vida y aceptar el reto,
recuperar la risa, ensayar el canto,
bajar la guardia y extender las manos,
desplegar las alas e intentar de nuevo,
celebrar la vida y retomar los cielos,
 
No te rindas por favor no cedas,
aunque el frio queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se ponga y se calle el viento,
aun hay fuego en tu alma,
aun hay vida en tus sueños,
porque cada dia es un comienzo,
porque esta es la hora y el mejor momento,
porque no estas sola,
porque yo te quiero.



¡Una feliz semana a tod@s!