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domingo, 27 de septiembre de 2020

COVID-19: ¿Una oportunidad perdida?

Humberto Werdine 


Estoy escribiendo este texto en los primeros días de septiembre de 2020, en el auge del inicio de la segunda ola del virus COVID 19, aquí en Europa. Mi familia fue alcanzada, mi esposa y una de mis hijas. Mi hija está prácticamente recuperada y mi esposa se recupera poco a poco. Ninguna de ellas necesitó ingreso hospitalario. Agradezco a Dios todos los días por su recuperación. Tengo amigos que han sufrido mucho con este virus. Unos tuvieron que ser entubados y se recuperaron después de muchas semanas de angustia y dolor. Otros, no tuvieron la misma suerte y fallecieron. Todos los que partieron eran de una edad parecida a la mía, entrados ya los 60 años. Esta misma semana, una querida amiga me envió un mensaje a mi whatsapp privado, calificando a esta enfermedad de maldita. He recibido varios comentarios parecidos de muchas y diversas personas que usan un adjetivo similar para esta enfermedad y, algunos, cuestionando por qué Dios habría mandado una enfermedad tan perniciosa. Vi muchas publicaciones en Internet que hacían referencia al capítulo Flagelos destructores del Libro de los Espíritus, específicamente en las respuestas a las preguntas 737 a 741. En este punto me gustaría dejar un espacio para la reflexión de quién quiera leer este artículo. 


Esta pandemia actual del COVID-19, hasta ahora, está muy lejos de ser un flagelo destructor. Para las familias que perdieron sus seres queridos, casi 900 mil en todo el mundo, hasta hoy, esta dolencia es muy devastadora, esto es innegable. Somos también conocedores, por los mensajes de los espíritus nobles, que todas estas personas están siendo amparadas en las diversas colonias espirituales que circundan nuestro planeta y estos es, para nosotros espíritas, un gran consuelo. Pero, como estaba diciendo, este virus hasta ahora está lejos de ser considerado un flagelo destructor y tampoco es una dolencia maldita o un castigo de Dios, como también escuché a algunas personas relacionadas a las religiones cristianas más fundamentalistas. 


Cien años atrás, sí hubo un flagelo bastante destructor que fue la gripe española, que infectó a 500 millones de personas, un poco más de un cuarto de la población mundial en aquel momento, y mató a más de 50 millones de personas. Es interesante informar que el sobrenombre de española se debió a una censura impuesta a la divulgación de esta enfermedad por los países recién salidos de la primera guerra mundial, que por sí misma había causado más de 17 millones de víctimas. Cuando la gripe Influenza llegó, causada por el virus N1H1, con una incidencia enorme, estas autoridades decidieron silenciar su ferocidad para no agravar aún más los dolores de aquellos pueblos que perdieron a millones de sus hijos e hijas en aquella guerra. Y las noticias llegaban solamente de España, que había permanecido neutral en la guerra y, por tanto, de ahí el nombre de gripe española. Si extrapolamos, para comprender estas cifras, considerando que el COVID hubiese tenido la misma incidencia y ferocidad del N1H1 de la gripe española, el mundo habría tenido, en esta pandemia, casi 2 billones de personas contagiadas y cerca de 200 millones de fallecidos, ¡un Brasil entero! 


¡Esto, sí habría sido un flagelo universal y una catástrofe mundial! Cada familia del planeta hubiese tenido, muy probablemente, una persona alcanzada por el virus y, la economía mundial entraría en colapso total. Tal vez, el hambre habría alcanzado a los países más ricos y este flagelo podría ser el divisor de aguas para el desarrollo de la solidaridad universal y un nuevo orden social. Los Espíritus nobles, al contestar a las preguntas que expusimos más arriba de Kardec, respondieron que la gran razón de ser de estos flagelos es un avance más rápido del progreso moral y material de la humanidad, como oportunidades para la solidaridad y para el avance de la ciencia en el descubrimiento de remedios y vacunas. En otras palabras, el mundo daría un salto en la dirección de una mayor solidaridad y de avances en la medicina para la cura de enfermedades después de estos flagelos. Ahora, la Espiritualidad Superior, con pena y gran amor por nosotros, nos ofrece un flagelo destructivo menor, para que aprovechemos las lecciones del gran sufrimiento derivado y ataque mundial de este virus, que no respeta fronteras, pero es pequeño en su voracidad. 


Pero, infelizmente, lo que vemos a diario en los medios de comunicación, son gobiernos en todo el mundo usando políticamente las dañinas consecuencias de esta pandemia. Vemos laboratorios de todo el mundo compitiendo entre sí, gastando fortunas, centenas de millones de dólares, para conseguir comercializar primero sus vacunas y, con esto, recuperar sus pérdidas, obteniendo ganancias astronómicas a costa de la pandemia. Estas aglomeraciones empresariales y estos gobiernos que las promueven están usando lamentablemente esta pandemia como una oportunidad de ganancia electoral y de preeminencia científica y económica.


Según mi visión de esta pandemia actual – un flagelo menor, es la de que la Espiritualidad amiga nos está dando una oportunidad única para que –sin la llegada de un virus destructor como el de la gripe española- un flagelo mayor, nosotros nos solidarizásemos más, nos uniésemos más; que comprendamos que todos somos iguales, ricos o pobres y de cualquier color de piel, y el virus nos ataca de igual manera. Es claro que, los más adinerados pueden tener un hospital mejor, pero el ataque del virus es igual, independientemente de la clase social. Esto debería haber servido para acaparar la atención de todos nosotros. Debiéramos haber aprovechado esta oportunidad para vivir más en familia, haber sentido más la importancia de un abrazo, estar junto a nuestros hijos junto a nuestros padres y abuelos, aprovechar más el tiempo juntos para rehacer planes, repensar nuestra vida y nuestros valores. 


Los gobernantes deberían haber visto la oportunidad que les ha sido dada para que los diferentes gobiernos se uniesen contra un enemigo común y promoviesen una lucha integrada para el desarrollo de una vacuna universal, aplicable a todos los ciudadanos del mundo. Ciertamente, el coste financiero y de recursos humanos hubieran sido mucho menores y la eficacia y rapidez de su desarrollo habrían sido mayores. 


El Presidente Carlos Alvarado de Costa Rica fue uno de los pocos jefes de estado que en un momento de lucidez y comprensión, nos dijo: “La pandemia COVID-19 mostrará un antes y un después en la historia de la humanidad, no solo en términos de nuestros sistemas de salud, sino también para trabajar juntos y para las relaciones entre las personas, porque a pesar de la crisis que enfrentamos, tenemos la oportunidad de tomar decisiones conjuntas que cambiarán para siempre el futuro de la población mundial a corto y medio plazo.” 


Y la escritora india Arundhati Roy fue muy clara cuando expresó: “Históricamente, las pandemias forzaron a los humanos a romper con el pasado y a imaginar un mundo nuevo. Esta no es diferente. Es un portal, es un pasaje entre un mundo y el otro. Podemos escoger caminar por él, arrastrando los cadáveres de nuestros preconceptos y odio, nuestra avaricia, nuestros bancos de datos e ideas muertas, nuestros ríos muertos y cielos contaminados, marcha atrás, o podemos caminar con levedad, con poco equipaje, listos para imaginar otro mundo. Y listos para luchar por eso.” 


Pero no está ocurriendo así. Hubo mucha solidaridad, sí, pero fue puntual y no institucional. Los gobiernos y los gobernantes del mundo y los grandes laboratorios no se unieron; no hubo la solidaridad esperada por la espiritualidad, y el egoísmo y la búsqueda de ganancias que una posible vacuna irá a proporcionar, fueron el leit-motiv que están por detrás de las acciones que vemos en los periódicos. El Papa Francisco, mostrando su frustración y decepción nos dijo recientemente: “Sería muy triste si la prioridad de la vacuna COVID-19, fuese ofrecida a los más ricos. Sería triste si esa vacuna se tornase propiedad de esta nación o de aquella otra, en lugar de ser universal y para todos. La pandemia reveló la difícil situación de los pobres y la gran desigualdad que reina en el mundo”. 


Nosotros, espíritas, aprovechamos esta pandemia para hablar de las señales de un planeta de regeneración que están en gestación. Pero surgen preguntas: ¿será que nosotros estamos aprovechando esta oportunidad para realmente repensar nuestras acciones y siendo así, poder salir de esta crisis más livianos, propensos a perdonar más, a tolerar más? ¿Será que la lección dejada por Jesús de caminar una milla más, de hacer siempre un poco más, está siendo aprovechada o será aprovechada después de la pandemia? ¿O tendremos que esperar una segunda, tercera, cuarta ola cada vez más dañina de esta pandemia, u otra más grave, para que finalmente nos acordemos? Si los gobernantes quieren su reelección a cualquier precio, si los laboratorios buscan sus lucros abusivos, todo esto es problema de ellos. Ahora, si nosotros no hacemos nuestra parte, aprovechando este tiempo para salir mejores seres humanos, esto en realidad, es problema única y exclusivamente nuestro. ¡Es el momento de una gran reflexión! Creo que es momento de recordar las palabras del Espíritu de Verdad, en el Evangelio según el Espiritismo:

 

“Trabajemos juntos y unamos nuestros esfuerzos, a fin de que el Señor, al llegar, encuentre acabada la Obra”, por cuanto el Señor les dirá: “¡Venid a mí, vosotros que sois buenos servidores, vosotros que supisteis imponer el silencio a vuestros celos y vuestras discordias, a fin de que la Obra no fuera dañada!” Pero, ¡Ay de aquellos que, a causa de sus disensiones, hubieran retardado la hora de la cosecha, pues la tempestad vendrá y ellos serán arrastrados por el torbellino!” 


Esta pandemia nos está dando oportunidades inmensas para que podamos repensar nuestras acciones y, por tanto, podamos desarrollar el silencio a nuestros celos y a nuestras discordias. ¿Por qué no detenemos nuestros egoísmos y preconceptos? ¿Por qué no aprovechamos este tiempo? ¡Jesús tiene prisa!


domingo, 18 de noviembre de 2018

Somos seres multidimensionales

Ayer en CEADS celebramos nuestra jornada dedicada a los sobrevivientes del suicidio con un invitado muy especial, el dr. Carlos Trallero, médico de familia con una experiencia de 15 años en el tratamiento paliativo. El autor de "Destellos de luz por el camino" empezó dejando muy claro que mirar al paciente únicamente en su espera material, temporal, no es suficiente. El paciente, todos nosotros, somos seres pluridimensionales: sociales, emocionales y espirituales. Carlos habló desde su experiencia y compartió algunas anécdotas de su trayectoria profesional, dejando ver la madurez espiritual que le caracteriza.



En su charla, Carlos nos contó que cuando una persona tiene un diagnóstico terminal, en la mayoría de los casos, tanto sus médicos como sus familiares se preocupan prioritariamente - si no únicamente- por alargarle la vida. Él sin embargo ha visto que esta no es la mayor preocupación de la persona que se acerca a la muerte. En muchas ocasiones, sus prioridades son sentirse acompañado, amado, sentir que los días que le quedan tengan sentido existencial y a encontrar un sentido a lo que ha vivido. Es necesario que exista respeto a las prioridades de la persona que se marcha.

Carlos nos ha dicho que en nuestra sociedad, no sabemos morir bien, ni tampoco dejar morir bien. Sin embargo, es posible. Él nos ha contado que ha visto como algunos de sus pacientes han transformado sus muertes en un verdadero "don de amor", encontrando ellos mismos el camino hacia una partida pacífica y dejando atrás a sus seres queridos consolados por la oportunidad de una despedida afectuosa.


Le escuchamos hablar de la esperanza a Carlos. La buena esperanza no es la última que nos queda, porque esta, la del dicho popular, es la esperanza por sobrevivir. La buena esperanza es la que da fuerzas para vivir el presente, encontrando sentido a todo lo que nos sucede y aprendiendo de ello. Mientras nos peleamos en niveles de negación, enfado y angustia estamos cerrados a las posibilidades de aprendizaje ante las situaciones dolorosas de la vida. Éstas siempre llegan, antes o después a la "casa" de todos y cada uno de nosotros. El dolor tiene una función en nuestras vidas. Encontrarle sentido y aprender la lección es el trabajo de cada uno. Intransferible.

También nos habló Carlos de la certeza.... Convicciones personas que tenemos porque hemos vivido experiencias que nos han demostrado que, simplemente, es así... Nos ha hablado, entre otras cosas, de la certeza de que cuando un paciente está en coma, puede sentir el toque de su mano y el afecto que se le dedica. Nosotros le hemos hablado de la certeza de que después de la vida, sólo hay más vida. De que no hay penas eternas.

Seamos o no sobrevivientes, tenemos que vivir el presente con la convicción de que el dolor no nos puede paralizar. Debemos seguir adelante, aprendiendo siempre, creciendo siempre. Amando siempre. La muerte no separa los que se aman. Pues sigamos unidos, en los dos planos de la vida, fortalecidos por charlas como la de ayer y por nuestra amada Doctrina Espírita.

Una buena semana a todos

Equipo de Divulgación
CEADS

  

lunes, 21 de mayo de 2018

Una declaración de amor, fe y esperanza

Hola familia CEADS,

La conferencia del pasado sábado, "Duelo, emociones y Espiritismo" de nuestra compañera María Augusta, fue una declaración de amor: amor a Dios, a sus hijos, a la vida, a CEADS, a Chico Xavier...

María Augusta compartió con nosotros su historia, nos contó como tomó contacto con el Espiritismo por primera vez, al emocionarse viendo la película "Las madres de Chico".

A partir de ahí, el Espiritismo se convirtió en un compañero de viaje de nuestra compañera.

No sabía entonces que ella misma sería una de las madres consoladas por la Doctrina Espírita más tarde. Es en estos momentos de dolor que el conocimiento espírita llena nuestra corazón y nuestra alma.




Dejamos aquí nuestra inmensa gratitud a María Augusta, Nando, Pedro Henrique por el coraje en este existencia y, en especial, a Julia, por habernos enseñado que el amor siempre vence, en los dos lados de la vida.


miércoles, 16 de mayo de 2018

Conferencia: Duelo, emociones y Espiritismo

¡Muy buenas!

¡Este sábado tenemos conferencia!

Nuestra compañera María Augusta nos presentará el tema "Duelo, emociones y Espiritismo", a las 17:30 horas.


Una perspectiva práctica y lleno de amor en el proceso del duelo, con la gestión de las emociones y el conocimiento espírita.

La entrada es libre y gratuita a tod@s interesad@s.

Nos vemos en CEADS

lunes, 13 de noviembre de 2017

Qué brille la luz

Querida familia CEADS, 

El dia 18/11/2017 celebraremos nuestra jornada anual en apoyo a los sobrevivientes del suicidio. 

En este acto, vibraremos con todo el amor del que nuestros corazones sean capaces de sentir por las personas que tomaron la decisión de interrumpir sus existencias físicas. 

Si conocéis a personas por las que queréis que vibremos, nos podéis enviar sus nombres al email socialceads@gmail.com






 ¡Os esperamos para hacer brillar la luz divina que hay en todos y cada uno de nosotros!