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miércoles, 21 de diciembre de 2022

¿Cómo mueven objetos los Espíritus?

David Santamaria




Teoría de las manifestaciones físicas - El Libro de los Médiums, segunda parte, cap. IV




Este es un tema que presenta algunos aspectos complejos. Veamos el planteamiento inicial de Kardec (todos los resaltados, de este y del resto de textos comentados, son nuestros):


Desde el momento en que se conoció la naturaleza de los Espíritus, su forma humana, las propiedades semimateriales del periespíritu, la acción mecánica que este puede ejercer sobre la materia, y desde que en casos de aparición se han visto manos fluídicas e incluso tangibles que tomaban objetos y los trasladaban, se creyó, como era natural, que el Espíritu se servía muy simplemente de sus propias manos para hacer que la mesa girara, y de la fuerza de sus brazos para que ella se levantara en el aire. No obstante, en ese caso, ¿para qué se necesitaba un médium? ¿No podía el Espíritu actuar por sí mismo? (ítem 73)


Dejando al margen algunas de las afirmaciones vertidas en este párrafo (realmente no sabemos cuál sea la naturaleza concreta de los espíritus, y siempre nos sorprende la afirmación de esa presunta semimaterialidad del periespíritu), es totalmente comprensible el razonamiento de Kardec al haber constatado la presencia de esas manos tangibles moviendo cosas y, también, la aportación de médiums videntes percibiendo a espíritus en la actitud de estar supuestamente desplazando con su cuerpo espiritual algunos objetos físicos.


¿De qué modo puede un Espíritu operar el movimiento de un cuerpo sólido?

“Combina una parte del fluido universal con el fluido que se desprende del médium apropiado para producir ese efecto.” (ítem 74.8)


¿Qué son esos dos fluidos?


  1. El fluido universal, vemos en este capítulo y en capítulos siguientes, es el elemento universal, el principio elemental de todas las cosas, el elemento básico de toda la materia, la materia cósmica universal, la materia elemental única… 

Así pues, hemos de considerar al fluido universal como la materia en su más simple expresión. 


  1. En cuanto al fluido que se desprende del médium habría que considerar que deben ser algunos componentes de su propio periespíritu. 


Continuemos con el proceso de este fenómeno de mover objetos. 


Si comprendimos bien lo que habéis dicho, el principio vital reside en el fluido universal. El Espíritu extrae de ese fluido la envoltura semimaterial que constituye su periespíritu, y por medio de ese fluido actúa sobre la materia inerte. ¿Es así?

“Así es. Es decir que el Espíritu anima a la materia con una especie de vida artificial. La materia es animada con vida animal. La mesa que se mueve bajo vuestras manos vive como el animal; obedece por sí misma al ser inteligente. El Espíritu no la impulsa como hace el hombre con un fardo. Cuando la mesa se eleva, el Espíritu no la levanta con la fuerza de sus brazos, sino que la mesa misma, animada, obedece al impulso que el Espíritu le confiere.” (ítem 74.13)


Es este un apartado a considerar con cuidado, pues se vierten algunos conceptos que pueden ser dificultosos:


  1. Se afirma que el principio vital reside en el fluido universal. O sea, es una modificación de esa materia elemental. Hay que resaltar que el principio vital es «la fuerza motriz de los cuerpos orgánicos».  Posteriormente se comprenderá mejor la conveniencia de este apartado.
  2. Por medio de ese fluido universal el espíritu actúa en la materia; sin embargo, además de utilizar esa materia elemental (que está en todas partes) también, probablemente, debe aportar recursos energéticos (periespirituales) propios. Volveremos a ello un poco más adelante.
  3. ¿El espíritu puede animar a la materia con vida artificial? Pensamos que no es eso lo que quieren transmitirnos Kardec y sus colaboradores desencarnados, sino que, de alguna manera se la dota momentáneamente de un elemento (¿el principio vital del médium y/o el que se obtiene de una transformación del fluido espiritual, tal vez?) que facilita el dominio mental del espíritu sobre esa realidad material, sea una mesa, una silla o una cestita.
  4. Realmente la mesa no obedece por sí misma al ser inteligente, o sea al espíritu. Es el espíritu quien decide el movimiento que quiere imprimir al objeto, sin que este pueda favorecerlo o impedirlo.

Veamos ahora para qué se necesita la presencia de un médium de efectos físicos para conseguir que se pueda mover la mesa o cualquier otro objeto:


¿Cuál es el papel del médium en ese fenómeno? 


“Ya he dicho que el fluido propio del médium se combina con el fluido universal que acumula el Espíritu. Se requiere la unión de esos dos fluidos, es decir, del fluido animalizado y del fluido universal, para dar vida a la mesa. No obstante, notad bien que esa vida es sólo momentánea: se extingue con la acción, y a menudo antes de que esta haya concluido, tan pronto como la cantidad de fluido deja de ser suficiente para animarla.” (ítem 74.14)


En este párrafo conviene resaltar que:


  1. Ese fluido propio del médium ha de ser, claramente proveniente de su periespíritu, de esa realidad energética que envuelve al alma y le permite interactuar sobre la materia densa.
  2. No debemos confundirnos ante la expresión fluido animalizado. No es que esa energía aportada por el médium adquiera propiedades orgánicas, sino que, posiblemente por la presencia del principio vital como motor orgánico, presenta unas características especiales y diferentes a las de la estructura periespiritual de los espíritus desencarnados.
  3. También es lógico el comentario final de este párrafo: el fenómeno terminará cuando se haya consumido esa aportación energética, esa mezcla de los fluidos; O sea, no es un recurso permanente, sino que se gasta, se agota.

Veamos un completo resumen de todo lo expuesto:


Estas explicaciones son claras, categóricas y sin ambigüedad. Resalta de ellas, como punto esencial, que el fluido universal, donde reside el principio de la vida, es el agente principal de las manifestaciones, y que ese agente recibe el impulso del Espíritu, ya se halle encarnado o errante. Ese fluido condensado constituye el periespíritu, o envoltura semimaterial del Espíritu. En el estado de encarnación, el periespíritu está unido a la materia del cuerpo; en el de erraticidad, está libre. Cuando el Espíritu se encuentra encarnado, la sustancia del periespíritu está más o menos ligada, más o menos adherida, si así podemos decirlo. En algunas personas, como consecuencia de sus organizaciones, hay una especie de emanación de ese fluido, y eso es, hablando con propiedad, lo que constituye los médiums de influencias físicas. La emisión del fluido animalizado puede ser más o menos abundante, y más o menos fácil su combinación, de donde resultan médiums con mayor o menor poder. Esa emisión no es permanente, lo que explica la intermitencia del poder mediúmnico. (ítem 75)


La explicación es clara, solamente es necesario “traducir” algunos de los conceptos como el de fluido animalizado, por ejemplo.


Veamos gráficamente como acaba actuando el espíritu sobre el objeto para moverlo:




Es decir, el espíritu aporta la cantidad necesaria de fluido universal; tampoco sería nada extraordinario que también añadiera algún componente de su propio fluido periespiritual. El médium contribuye con su “emanación” periespiritual (el fluido animalizado que menciona Kardec). Esa mezcla impregna el objeto. Entonces el Espíritu puede establecer un contacto fluídico entre él y el objeto y moverlo solamente por el influjo de su voluntad; por ello indicábamos que algún elemento de su propio periespíritu pueda estar también presente en esa combinación de fluidos, para facilitar esa conexión y acción a distancia.


Un ejemplo material tal vez pueda ayudarnos a entenderlo mejor, aunque ya sabemos que los ejemplos nunca son exactos. Los electroimanes son imanes no naturales: a una masa de hierro se le arrollan diversas capas de cable eléctrico, luego, al pasar corriente eléctrica el bloque metálico se transforma en un poderoso imán capaz de levantar pesos metálicos pesados. En este ejemplo, el papel del espíritu lo representaría el operario que mueve el objeto a distancia; el fluido del médium sería la corriente eléctrica aportada, la masa metálica representaría el acumulado de fluido universal y, finalmente, la conexión espíritu-objeto sería el mecanismo que acciona el operario para mover la máquina que a su vez mueve el objeto “atrapado” por el electroimán.


Veamos finalmente dos cuestiones adicionales que también tienen mucho interés.


¿Puede el Espíritu actuar sin el concurso de un médium?


“Puede actuar sin que el médium lo sepa. Esto significa que muchas personas sirven de auxiliares a los Espíritus, para la producción de ciertos fenómenos, sin que lo sospechen. El Espíritu extrae de ellas, como de una fuente, el fluido animalizado que necesita. A eso se debe que el concurso de un médium, tal como vosotros lo entendéis, no siempre sea necesario, lo que ocurre sobre todo en los fenómenos espontáneos.” (ítem 74.15)


Así, pues, ello significa que esa combinación entre los dos tipos de fluido, entre esas dos realidades diferentes de materia, será siempre imprescindible para la producción del fenómeno. Probablemente tampoco podamos descartar que algún espíritu que intenta desplazar un objeto esté atrayendo, de forma inconsciente, esa emanación periespiritual de algún médium que pueda estar en su cercanía, sin sospechar nada ninguno de los dos. En esta última situación, es posible que el espíritu pueda tener la ilusión de que es él por sí mismo, sin ayuda de nadie, quien está moviendo ese objeto. ¿Podría pasar eso mismo en sentido inverso? Es decir, un médium ¿podría atraer inconscientemente esos recursos de un espíritu desencarnado para realizar ese movimiento creyendo, entonces, que es él solo quien lo realiza? No lo descartaría totalmente, aunque no conozco literatura a ese respecto. 


Dices que el Espíritu no se sirve de sus manos para mover la mesa. Sin embargo, en ciertas manifestaciones visuales se han visto aparecer manos que recorrían el teclado de un piano, oprimían las teclas y producían sonidos. El movimiento de las teclas, en ese caso, ¿no se debe, como parece, a la presión de los dedos? Esa presión, ¿no es tan directa y real como la que sentimos en nosotros mismos cuando las manos que la ejercen dejan marcas en la piel? 

(…) Pues bien, cuando el Espíritu pone los dedos sobre las teclas, los pone realmente, y hasta los mueve. Con todo, no ejerce una presión por medio de una fuerza muscular, sino que anima las teclas, de la misma manera que lo hace con la mesa, y entonces las teclas, que obedecen a su voluntad, se mueven y hacen vibrar las cuerdas. (Ítem 74.24)


La respuesta de los espíritus es totalmente congruente con todo lo expuesto en esta teoría del movimiento de objetos. No obstante, en este caso concreto, tampoco estaría fuera de lugar pensar que podría darse una materialización de esas manos fluidicas y, entonces, sí que podría ser que tocaran directamente sobre las teclas del piano. Evidentemente, con esta apreciación no se puede obviar la imprescindible aportación de un médium de efectos físicos.




sábado, 18 de diciembre de 2021

La práctica de la caridad como medio para superar patrones mentales malsanos

Maria Carolina Porto





Muchas almas se pierden en investigaciones para percibir las causas que nos hacen sentir a través de la piel, cuando a menudo nos olvidamos de sentir a través del sentimiento. Percepciones... sensaciones del Espíritu, que sin duda están asociadas a la capacidad del Espíritu que las siente. El dolor, la angustia, el sufrimiento, maceran a ciertos Espíritus, dejándolos frágiles, vulnerables, inseguros, cuando no perturbados, mientras que otros se sienten cada vez más agarrotados por el dolor; algunos se sienten perplejos, perturbados, locos. Estudiar todas estas cuestiones supone ampliar nuestra comprensión sobre la realidad espiritual (Balthazar, 2016).




Para iniciar nuestras reflexiones sobre el tema, busquemos comprender mejor cuáles y cómo son los patrones mentales malsanos a los que todavía estamos presos en esta encarnación, a pesar de sufrir por ellos y con ellos. La gula, los celos, la ira, la tristeza, la calumnia, el miedo, la ironía, el sarcasmo, entre muchos otros, son tan comunes a nuestra personalidad que muchas veces no los reconocemos en nosotros mismos y no nos reconoceríamos sin ellos porque forman parte de nuestras actitudes cotidianas.


Estos patrones están presentes en la sociedad moderna de forma oculta, instigados por mensajes subliminales de normalidad y modernidad, disfrazados de exceso de amor, de deseo de lo bueno y lo bello o incluso simulados por la necesidad de probar lo nuevo.


Nuevas relaciones, nuevas noticias, nuevos alimentos que "hay que vivir" a costa de un exceso de chismes, de la gula encubierta, de la condescendencia con uno mismo en la perpetuación de errores milenarios, sin que le importe vivir con la inconstancia de los sentimientos nobles que necesariamente deben poblar el corazón del Espíritu inmortal que busca la paz y el encuentro con Jesús a través de la convivencia armónica con uno mismo y con el prójimo.


Todavía estamos en el proceso inicial de nuestra evolución espiritual, por lo que nuestra mente es frágil e inestable. Nuestros pensamientos y sentimientos, que fluctúan constantemente, nos dejan agitados o ansiosos a veces y embotados y deprimidos otras.


Esta inestabilidad mental provoca importantes reacciones fisiológicas y bioquímicas, desencadenando una desarmonía en el equilibrio orgánico y favoreciendo la aparición o el empeoramiento de patrones mentales poco saludables. 


Joanna de Angelis (1990), en su libro La mente en acción, explica: "como agente de la vida organizada, la mente sana favorece el desarrollo de micropartículas que sostienen con equilibrio la organización somática, así como, mediante descargas vigorosas, bombardea sus centros de actividad, dando lugar a desarmonías innumerables”.


En este pequeño párrafo, la querida veneranda nos muestra la importancia de mantener nuestros pensamientos organizados y en equilibrio, como condición necesaria a la salud del cuerpo físico. 


La científica Dra. Candace Pert (1997), PhD en farmacología, en su libro Moléculas de la emoción, nos enseña que a cada cambio de humor le sigue una cascada de "moléculas de emoción" - hormonas y neurotransmisores- que fluyen por todo el cuerpo, afectando a todas las células. Cada célula humana contiene cerca de un millón de receptores para recibir estas sustancias bioquímicas. De este modo, cuando estamos tristes, nuestro hígado está triste, nuestra piel está triste. Como prácticamente todo en nuestro cuerpo está regulado por hormonas y neuropéptidos y estando entre los más poderosos agentes biológicos, influyendo, por ejemplo, en nuestra respuesta al estrés; los cambios en la regulación de estas moléculas pueden hacernos capaces, en mayor o menor medida, para vencer los desafíos del día a día. 


Los neuropéptidos son sustancias químicas producidas y liberadas por las células de dos regiones del cerebro, son los ladrillos esenciales de los que consta el ADN, que es el responsable del almacenamiento de la información genética directriz en la formación de nuestro cerebro y nuestro cuerpo. Flotan en prácticamente todos los fluidos corporales y sólo son atraídos por receptores específicos. Forman una red de neurotransmisores dentro del cuerpo y regulan, por ejemplo, el hambre, el dolor, el placer, la memoria y la capacidad de aprendizaje. Sin embargo, para que estas moléculas sean reconocidas por nuestro organismo, es necesaria la presencia de receptores específicos, que sirven como mecanismos para seleccionar el intercambio de información dentro del cuerpo. Son la clave de la química de las emociones.


Pert (1997) explica que, mediante el uso de neuropéptidos, nuestro cuerpo/mente retrocede o reprime las emociones y los comportamientos, mientras que su acción se verá influenciada por el estado de ánimo. Los estados emocionales o de ánimo son producidos por las distintas conexiones de neuropéptidos y lo que experimentamos como una emoción o un sentimiento, es también un mecanismo de activación de un determinado circuito neuronal simultáneamente en todo el cerebro y el cuerpo, generando un comportamiento. Podemos influir conscientemente en lo que ocurre en el cuerpo, como por ejemplo visualizar un mayor flujo sanguíneo hacia una parte del cuerpo para aumentar el oxígeno y los nutrientes que nutren las células. Podemos decir, por tanto, que las emociones "son la conexión entre la materia y el Espíritu, yendo y viniendo entre los dos e influyendo en ambos".


El Espíritu es el generador del pensamiento que, a través del impulso de la voluntad, pasa al periespíritu reaccionando sobre el fluido del encarnado y estimulando glándulas y neurotransmisores para que actúen en las células y promuevan estados de salud o armonía. Los pensamientos negativos activan la producción de algunas proteínas proinflamatorias, liberan neuropéptidos que estimulan el sistema inmunitario con la liberación irregular de citoquinas, provocando la enfermedad o el desequilibrio. Por el contrario, las actividades que aportan felicidad, como trabajar en el bien, promueven un aumento de las proteínas antiinflamatorias, liberan neuropéptidos que actúan para que nuestro sistema inmunitario funcione mejor, aportando salud y equilibrio.


El científico Dr. Kazuo Murakami (2008) afirma en su brillante obra El código divino de la vida, que los patrones mentales positivos pueden activar/desactivar los genes alterando la salud del individuo. A partir de ahí, ya no nos vemos como meros espectadores de nuestra felicidad, sino como promotores y cocreadores activos junto a Dios.



André Luiz (1945), en Misioneros de la Luz, nos orienta al escribir que la voluntad desequilibrada desregula el foco de nuestras posibilidades creativas. Por lo tanto, es necesario tener reglas morales para quienes, de hecho, están interesados en las adquisiciones eternas en los reinos del espíritu. La renuncia, la abnegación, la continencia sexual y la disciplina emocional no representan meros preceptos religiosos, sino que son medidas científicas para el enriquecimiento efectivo de la personalidad.


Cuando buscamos en la casa espírita el trabajo de la caridad, aprendemos a convivir con el dolor del otro, que cambia nuestras emociones, viviremos la vida por medio de otros paradigmas, aprenderemos a contener emociones menos felices y accederemos, al final, a una nueva forma de vivir. 



Referencias


ÂNGELIS, J. de (Espírito). Momentos de felicidade. Psicografado por Divaldo Franco. Salvador: LEAL, 1990. 

BALTHAZAR (Espírito). Pela graça infinita de Deus. Psicografado por Altivo C. Pamphiro. Rio de Janeiro: CELD, 2016. 

LUIZ, A. (Espírito). Os missionários da luz. Psicografado por Francisco Cândido Xavier. Rio de Janeiro: FEB, 1945. 

MURAKAMI, K. O código divino da vida: ative seus genes e descubra quem você quer ser. São Paulo: Barany Editora, 2008. 

PERT, C. B. Molecules of Emotion: The science behind mind-body medicine. [S.l.]: Scribner, 1997. 





Texto originalmente publicado en portugués en: Saúde & Espiritualidade #24, 2020, pp. 9-10. 

Traducción libre. 

sábado, 23 de septiembre de 2017

Cuerpo mental, una expresión clínica de la mente

Por Dr. Nubor Orlando Facure


Una hipótesis alternativa para el estudio de la mente


Resumen

El autor presenta el “cuerpo mental” como una hipótesis alternativa para el acceso a la mente. En la actualidad, la mente se percibe como un conjunto específico de funciones desarrolladas por el cerebro. Este modelo no parece dar a la mente una idea compatible con el organismo como un todo.
Utilizando como método la semiología neurológica, trataremos de demostrar la existencia de un cuerpo mental que se revela en varias situaciones clínicas, tales como, la histeria, la hipnosis, la narcolepsia, los miembros fantasmas y las llamadas experiencias fuera del cuerpo.
Esta manera de estudiar la mente, bajo la perspectiva de un cuerpo que se identifica semiológicamente, puede abrir un amplio campo de experimentación y de interpretación de fenómenos tantos psicológicos como neurológicos.


Introducción

La matemática nos enseña que los elementos de un conjunto no pueden explicar la naturaleza entera de ese conjunto. El concepto del todo se nos escapa al que cada una de las partes pueda representar aisladamente (Bertrand Russell). Considerando las neuronas cerebrales como elementos de un conjunto que contiene la mente, podríamos preguntarnos si sería posible una comprensión completa del concepto de mente basado en las funciones de las neuronas. Esta cuestión nos permite, por lo menos teóricamente, a que situemos la mente dentro y fuera del conjunto de las neuronas cerebrales.

Por otro lado, las nuevas teorías (Ilya Prigogine in Del Nero) sugieren que los “sistemas de alta complejidad” tienen la capacidad de auto-organizarse. El sistema nervioso, además de su estructura física, puede ser visto como un bio-sistema altamente complejo, dotado de particularidades y propiedades específicas de los seres vivos. Una “teoría de la mente”, conocida como monista, materialista e inmediatista, identifica los “estados mentales” como un subconjunto distinto de “estados cerebrales” que son claramente de naturaleza física; que las actividades de las neuronas en sus cambios electroquímicos producirían un nuevo tipo de fenómenos que “emergen” como función mental, semejante a la orden que resulta en los sistemas de alta complejidad.

Las diferentes teorías de la mente aceptadas en la actualidad, todavía no consiguen pasar de meras hipótesis con una buena estructuración teórica, sin pasar por toda una serie de fenómenos conocidos de la actividad mental expresada. Ninguna teoría ha conseguido, hasta el momento, elaborar predicciones específicas sobre los fenómenos mentales y mucho menos nos garantizar la posibilidad de probarla clínicamente o en laboratorio.


Objetivo y método

Teniendo la posibilidad de testear la hipótesis desde el punto de vista clínico, sugiero el concepto de “cuerpo mental” en sustitución al concepto de “mente”. Presento diversas situaciones donde la semiología neurológica puede confirmar esta hipótesis como compatible con las expresiones clínicas. En este estudio, considero el cuerpo mental como un modelo que tiene una identidad clínica, que puede ser revelada por los instrumentos de evaluación que la semiología neurológica nos ofrece.


Modelos semiológicos

Histeria

Pacientes histéricos que presentan trastornos sensitivos o motores, revelando un comportamiento semiológico típico, observándose a priori, que no obedecen las distribuciones anatómicas adecuadas a las diversas vías de inervación del sistema nervioso.
Por otro lado, en las lesiones orgánicas del cerebro, el mapa de las anestesias revela distribuciones muy conocidas por los neurólogos, que saben constatar los niveles de anestesia y los síndromes, llamados de alternas, caracterizados por el comprometimiento anestésico de un lado del tronco y de los miembros del hemicuerpo contralateral.
Los estudios semiológicos demuestran que el paciente histérico tiene un patrón diferente al de la anestesia, comprimiendo muchas veces todo su cuerpo: él no sabe que es la inervación sensitiva de la cara que recorre el nervio trigémino, mientras que las regiones posteriores del cuero cabelludo, en la nuca, siguen inervaciones muy distantes, situadas al nivel de la médula cervical. La anestesia en los miembros del histérico no posee ningún tipo de sensibilidad, comprometiendo globalmente las sensibilidades superficiales y profundas. La organización de esta “anatomía”, elaborada por el histérico es producto de la concepción mental que él elabora de su cuerpo. El histérico se expresa semiológicamente como poseedor de un “cuerpo” organizado por su mente y no por su cerebro. Esta actitud es conocida en la historia de la histeria y sin duda es universal, como se puede leer en los tratados clásicos de la neurología (“Sémiologie des affections du système nerveux” de J. Dejerine, 1914). En la evaluación semiológica del histérico podemos identificar como expresa él su cuerpo mental.
La parálisis histérica también revela contrastes con la semiología de los síndromes de lesiones orgánicas. La flacidez es extraña, la hipertonía puede ser difusa en toda la musculatura, sin respetar la distribución entre agonistas y antagonistas que el sistema gama exige. La pierna de este paciente ofrecerá resistencia tanto para ser flexionada como para ser extendida. El hemipléjico o parapléjico histérico construye una deficiencia dentro de un modelo imaginario obedeciendo a una construcción mental y no a una pérdida de las vías nerviosas.


Hipnosis

Individuos que asimilan las sugerencias que inducen a la hipnosis, se pueden producir tanto parálisis como anestesias. La experiencia médica ha demostrado que, las parálisis y las anestesias, siguen el mismo patrón de los cuadros histéricos. En uno u otro cuadro, podemos percibir que el “cuerpo” construido por el histérico y por el hipnotizado tienen origen en sus modelos “mentales” y no sigue una sistematización de las vías neuronales.
Por la experiencia común del trance hipnótico sabemos que, al despertar, el hipnotizado no retiene los recuerdos de lo que oyó o hizo durante el trance. Una segunda inducción a continuación de la primera, le hará rescatar recuerdos, retornando a la escena del primer trance, sin recordar lo que oyó o hizo entre un trance y otro. Esta experiencia parece revelarnos dos archivos distintos de memorización. Diría que uno de ellos se localiza en el cerebro físico, mientras el paciente está despierto y otro en el cuerpo mental cuando el paciente está en trance. Esta situación puede ser comparada con el funcionamiento del ordenador: el archivo que creamos para determinado texto, no abre el texto de otro. Para que esto ocurra, es necesario copiar y pegar uno en el otro para que podamos leerlos juntos. En la hipnosis, podemos utilizar las sugestiones hipnóticas para transferirnos los recuerdos de un ambiente a otro, lo que se consigue con cierta facilidad.


Narcolepsia

La narcolepsia es un disturbio en el que el paciente entra súbitamente en un estado de somnolencia incontrolable. Los episodios se repiten con una frecuencia exasperante, alterando sus actividades diarias. La duración de los episodios puede variar entre minutos u horas. Al despertar, los pacientes comentan experiencias curiosas. Pueden permanecer lúcidos durante la somnolencia, realizando durante ese periodo, actividades complejas. Sienten su salida del cuerpo físico y conviven con escenarios y personajes diversos.
Algunos relatan una experiencia atemporal, pueden ser testigos de episodios pasados que se confirmen en el futuro. Parecen se poseedores de un cuerpo que vive sus experiencias, Los clásicos de las neurologías titulan estos cuadros como alucinaciones hipnagógicas. Parece ser que, en la narcolepsia, la experiencia es más consciente y menos simbólica que las experiencias oníricas comunes. No es difícil para estos pacientes relatar las características físicas y funcionales de este cuerpo mental que les permite transitar por sus “sueños”.


Miembro fantasma

Las amputaciones, que ocurren casi siempre por accidentes violentos, pueden producir en el paciente la percepción de la continuidad de la existencia de su miembro amputado (amputaciones en otras partes del cuerpo como mama, nariz, lengua, escroto y pene, pueden producir síntomas parecidos al miembro fantasma).
Melzack cree que la existencia, en el cerebro, de una imagen del cuerpo entero está en una matriz neuronal. Ésta estaría compuesta por una red de interconexiones neuronales, organizadas genéticamente y a partir de estímulos sensoriales, crea un patrón de identificación del yo, al que Melzack llama “neuro-firma”. Hasta los niños que nacen sin miembros pueden revelar una existencia de esa matriz corporal. Aunque las hipótesis neurofisiológicas intentan justificar los síntomas del miembro fantasma, su manifestación clínica puede complementar los ejemplos del cuerpo mental que queremos estudiar. El miembro fantasma produce en el paciente todas las sensaciones de un miembro real (Sentiment du realité concrète, según Lhermitte), quien siente dolor, cosquillas, movimientos espontáneos y reacciones de desplazamiento de muebles. Considerando este miembro como parte del cuerpo mental, veremos que la conciencia del paciente no ejerce control sobre sus funciones, sean motoras o sensitivas. Podemos decir que, esa falta de control, es pertinente a los cuadros de histeria e hipnosis ya descritos anteriormente.
Una serie de otros fenómenos clínicos parecen sugerir la existencia de esta representación corpórea de la mente que estamos analizando. La construcción de la imagen corporal y los síndromes de negligencia, son buenos ejemplos. La literatura neuropsiquiátrica ha producido en los últimos tiempos, un espantoso número de textos sobre las experiencias fuera del cuerpo y experiencias de casi muerte. Nosotros los neurólogos, encontramos con frecuencia entre las manifestaciones psíquicas de epilépticos, una “idea de una presencia”, como si “alguien” acompañara como testigo el cuadro de la crisis epiléptica.


Comentarios

No tenemos duda que el dilema cerebro-mente es inagotable, contradictorio y a la vez irreconciliable. Al proponer comentar el tema en términos de cuerpo mental, sabemos de la dificultad de introducir una nueva idea en un contexto de tamaña complejidad. Recordemos la frase del evolucionista, Stephen Jay Gould, que propuso la evolución puntual de las especies: “Nuevos hechos, estudiados al estilo antiguo, bajo la tutela de viejas teorías, raramente nos conducen a alguna revisión sustancial del pensamiento. Los hechos no hablan por sí solos: son estudiados a la luz de la teoría. El pensamiento creativo, tanto en la ciencia como en las artes, es el motor para el cambio de opinión”.
La discusión sobre la mente parece agotarse entre la Filosofía y la Ciencia sin llegar a un fin. El “cuerpo mental” parece que tiene el mérito de especificar un objeto de estudio más adecuado debido a su comportamiento clínico y experimental.

Esperamos que estudios subsecuentes puedan comprobar la validez de nuestra propuesta. Aún no hemos profundizado las características semiológicas sobre el cuerpo mental e identificado sus características anatómicas y funciones fundamentales puesto que él puede ser evaluado clínicamente en la histeria, testeado experimentalmente en la hipnosis, reconocido en los miembros fantasmas, confirmado en la narcolepsia y en las experiencias fuera del cuerpo conforme hemos ejemplificado en este artículo.

¿Qué es el Periespíritu?


Por Flavia Roggerio



El ser humano está formado por tres elementos. Además del alma y el cuerpo existe un lazo que los une: el Periespíritu. Este, de naturaleza semimaterial, es el intermediario entre el Espíritu y el cuerpo físico, dando la oportunidad del Espíritu de comunicarse cuando está reencarnado.

Entendamos mejor cada elemento:
  • El cuerpo físico es el eer material animado por el principio vital.
  • El alma es el Espíritu encarnado cuya morada pasajera es el cuerpo.
  • El periespíritu (o cuerpo espiritual) es la sustancia material quintaesenciada que sirve de envoltura al Espíritu y lo une al cuerpo físico.


El periespíritu está formado por el Fluido Cósmico Universal que asimila de cada planeta. “Este fluido universal, o primitivo, o elemental, siendo el agente de que el espíritu se utiliza, es el principio sin el cual la materia estaría en constante estado de división y nunca adquiriría las cualidades que la gravedad le da.”(Allan Kardec)

Podemos decir que el cuerpo físico es la fotocopia de nuestro periespíritu. En él conservamos las impresiones, sensaciones y recuerdos de nuestro largo pasado evolutivo, y poseemos en él unas determinadas matrices o señales de todo lo acontecido. En el periespíritu conservamos nuestras experiencias de las distintas reencarnaciones por las que hemos pasado. Su naturaleza se va modificando en cada encarnación a medida que el Espíritu va progresando y, sobrevive a la muerte del cuerpo físico y preexiste a él, constituyendo el cuerpo espiritual del Espíritu.

El periespíritu tiene varias propiedades, entre ellas, podemos destacar tres:

Expansibilidad: El periespíritu por su naturaleza es flexible y expandible. Se adapta a la voluntad del Espíritu tomando la apariencia que él desee.

Irradiación: Forma en torno del cuerpo físico una atmósfera que el pensamiento y la voluntad pueden modificar en alcance e intensidad.          

Absorción:  A través de esta propiedad, el periespíritu consigue asimilar esencias materiales sutiles que temporalmente le dan ciertas sensaciones del cuerpo físico. Según el progreso del espíritu, absorbe las esencias finas que le dan vitalidad y goza de placeres materiales.

Además de otras capacidades, no menos importantes, como corporeidad, bicorporeidad, capacidad reflectora, densidad, luminosidad, mutabilidad, olor, penetrabilidad, perennidad, plasticidad, ponderabilidad, sensibilidad generalizada, sensibilidad magnética, tangibilidad, temperatura, unicidad y visibilidad.

También las funciones del periespíritu son innumerables, pero las principales son:

Conservar la individualidad del Espíritu y personificarlo, guardándole la apariencia de su última encarnación en la mayoría de los casos.
Hacer vibrar ciertas zonas del sistema nervioso central del médium (persona que se conecta mentalmente con el espíritu), según su estructura neurológica, entrando en contacto con el periespíritu de este. Así, se establece una interacción entre mente encarnada y mente desencarnada, el sentido mediúmnico.
Servir de lazo entre el Espíritu y la materia (cuerpo físico encarnado).
Gravar las experiencias de vidas pasadas e imponer al cuerpo limitaciones físicas o mentales. Esto ocurre porque, por su sutilidad, sufre el impacto de tóxicos, sentimientos y pensamientos corruptos del hombre.
La atmosfera fluidica del perisespíritu se dará según la calidad de los pensamientos del espíritu y su evolución. De ahí la importancia de vigilar nuestros pensamientos y sentimientos.


“Cuando las ciencias médicas comprendan la influencia del elemento espiritual, habrán dado un gran paso y verán abrirse entre ellas nuevos horizontes, entonces encontrarán explicación a muchas enfermedades y darán con los medios para combatirlas.”(Allan Kardec)