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viernes, 27 de enero de 2012

Ojos de ver...


 Hola familia,

os pongo el texto de la clase de ESDE de mañana.

Cariños de la hermana menor!

(...)

PRUEBAS DE LA EXISTENCIA Y DE LA SUPERVIVENCIA DE LOS ESPÍRITUS

Aparentemente somos tan solo el cuerpo con el que vivimos en este mundo. Ahora bien, todo indica, y el análisis químico lo demuestra, que nuestro cuerpo está formado exclusivamente de materia, como los demás cuerpos de la naturaleza.

Pero el análisis consciente y una observación más profunda, muestran que en el hombre existe algo más que materia y principio vital.

«Cogito, ergo sum» – escribió Descartes; «Pienso, luego existo» (si se traduce de manera rigurosamente literal). Sin embargo lo que debía estar en el razonamiento del gran filósofo no puede ser otra cosa que la siguiente idea: pienso. Ahora bien, la materia por sí misma no piensa; luego existe en mí, además del cuerpo material algo más que es el agente de mi pensamiento en virtud de lo cual existe como ser inteligente y tengo plena conciencia de mi existencia. Es un razonamiento perfectamente lógico y conforme con la más pura razón humana. Debería ser suficiente para que en el hombre no existiese ninguna duda al respecto de que en él vive esencialmente un espíritu; es decir, un ser inmaterial y sin embargo real, independiente del cuerpo y que lo sobrevive; y solamente a él son inherentes las facultades superiores de la inteligencia y la razón. Además existen otras facultades en el hombre que nada tienen que ver con la materia, que son funciones de una conciencia individual superior, resultando en todas el sentido moral.

Dios en su infinita bondad y amor, como Divina Providencia, concedió al hombre, con las manifestaciones espiritas, las pruebas cabales de que en él vive un espíritu y de que ese espíritu sobrevive a la muerte.

Manifestaciones de espíritus han ocurrido en todos los tiempos, desde la más remota antigüedad, pero con carácter  excepcional o consideradas de origen sobrenatural. Sus verdaderas causas sólo eran conocidas por los iniciados, en los llamados misterios de los templos, de las antiguas civilizaciones. Las escrituras sagradas están llenas de esos hechos. Individuos excepcionales – los profetas – servían de intermediarios entre los espíritus y los hombres y anunciaban muchas cosas como expresiones de la voluntad de Dios; y una de las cosas anunciadas entonces fue que vendría el tiempo en que esa facultad de intermediación se generalizaría, dando lugar a manifestaciones que ocurrirían, irrefrenables, por todas partes para sacudir las conciencias y los corazones de los hombres, despertándolos a la gran realidad de un mundo espiritual. La profecía se cumplió y, luego de algunos casos aislados, de unos pocos precursores que no tuvieron mayor repercusión, ocurrieron en los Estados Unidos de Norte América, hechos notables que llamaron rápidamente la atención.
Producidos inicialmente en la aldea de Hydesville, rápidamente se propagaron a la ciudad de Rochester y a otras importantes ciudades de América del Norte; de allí se expandieron por toda Europa, llegando primero a Inglaterra, Francia, y Alemania; ocurrieron en todas partes y desde entonces son irrefrenables los hechos espíritas.

¿Qué hechos son esos? Antes son fenómenos que consisten en efectos físicos diversos: ruidos, que dan la sensación de rasguños, estallidos, golpes o pasos, producidos en puertas, paredes, pisos, sin causa física conocida; proyección ó desplazamiento (transportes) de objeto de diversas formas y naturalezas- piedras, ropas, utensilios domésticos, joyas, monedas, alimentos y hasta flores- a través de paredes, puertas y ventanas cerradas; movimientos de objetos sin contacto visible, ya sean livianos o pesados, incluyendo muebles, mesas, sillas, armarios, mostradores, etc.

La simple producción de esos efectos físicos nada probaría, por sí misma, en cuanto a la existencia de los espíritus; debido a que los efectos podrían ser producidos por otras fuerzas naturales y desconocidas; pero el hecho singular de que la causa productora de los mismos se revela asociada a una inteligencia que dirige la acción, y que esa inteligencia es capaz de mostrar que el alma de un muerto, dando evidentes señales de identificación, prueba que su verdadera causa son los Espíritus. Existe la supervivencia del alma humana, que no es otra cosa que un espíritu encarnado y está ampliamente demostrada por los hechos espíritas, investigados con todo rigor científico por numerosos y eminentes sabios e investigadores del siglo pasado y de este siglo. Luego de serias investigaciones, los sabios, escépticos al principio, se rindieron a la evidencia de que la vida continúa más allá de la tumba y de que las almas de aquellos que murieron en este mundo, pueden venir a comunicarse con los hombres, con los seres queridos que dejaron la tierra.

A tal punto quedó eso demostrado en las experimentaciones de los sabios, que uno de ellos, ubicado entre los más eminentes del siglo pasado, Alfred Russell Wallace- hizo esta categórica afirmación: «El Espiritismo está tan bien demostrado como la ley de gravedad».

Vaga y confusamente al principio, en los fenómenos de las casas encantadas, la personalidad oculta comienza a afirmarse en la Tiptología y después en la escritura; adquiere caracteres precisos en la incorporación mediúmnica y se hace tangible en las materializaciones. En ese orden es que se han desarrollado los hechos, multiplicándose, a fin de atraer la atención de los indiferentes, a forzar la opinión de los escépticos y a demostrar a todos la supervivencia del alma humana.



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