Hola familia,
de parte de los monitores de sábado, para preparar el espíritu.
Cariños,
la hermana menor
(...)
REVELADORES Y REVELACIONES DE LA LEY DIVINA
(ESDE Programa III
Guía 3)
La
Ley Natural es la Ley Divina que rige toda la creación en el Cosmos Infinito,
en sus múltiples y diversos planos, sustancialmente verdadera y eficaz por ser
la única que conduce a la criatura humana al perfeccionamiento y a la
felicidad. La
desventura humana es, por lo tanto, un desvío o infracción a esa ley. Las Leyes
naturales significan la proyección del Pensamiento Divino y la expresión
fidedigna de su voluntad; consisten siempre en un precepto normativo que regula
todos los fenómenos de la vida universal.
Las leyes naturales son eternas, inmutables, infalibles, que abarcan los más variables planos evolutivos de la vida, de acuerdo con las diferentes categorías de los mundos. Como se sabe, las leyes naturales se dividen en leyes físicas y leyes morales. Las primeras establecen la disciplina entre los fenómenos de la materia en sus diversos estados y son estudiadas por la ciencia. Las segundas rigen las relaciones de la criatura con sus semejantes y demás seres de la naturaleza.
El
conocimiento de la Ley Natural es dado a la Humanidad de una manera gradual pero
constante, a través de Espíritus que, en carácter de filósofos o benefactores
humanos, reencarnan en la categoría de auténticos catalizadores de ideas y
pensamientos, para promover las reformas en los diversos campos del
conocimiento. Los
Espíritus que aportan esos valores al seno de la sociedad, son llamados reveladores
de la Ley Natural. El
mayor y más perfecto revelador que descendió a nuestro planeta fue Jesucristo. La
doctrina de que Él vino imbuido es altamente moralizadora y muestra al hombre
los caminos que debe seguir para la conquista de la verdadera felicidad.
En
todas las épocas de la humanidad han existido reveladores de la Ley Divina, en los
diversos campos del conocimiento humano. A continuación citaremos algunos, tratando
de dar ejemplo de la bondad y misericordia de Dios, que nunca nos dejó a merced
de nuestras imperfecciones.
En
el antiguo Egipto, cerca de Menfis, entre los años 2980 y 2950 a.c., vivió un erudito
egipcio llamado Imhotep. «Imhotep es notable por haber sido el primer ejemplo histórico
conocido por el hombre de los que hoy llámanos científicos, Y ningún otro se conoce
a lo largo de los dos siglos que siguieron. (…)» (02) Imhotep
habría sido el arquitecto constructor de la pirámide escalonada o Sakkara, que
es la más antigua de Egipto. Probablemente fue médico; «(…) los médicos
egipcios gozaban de gran prestigio, ya que su ciencia los colocaba casi en
igualdad de condiciones con los dioses.(…)» (02).Tal era el poder de cura de
Imhotep, que los griegos lo equiparaban al de su dios de la Medicina. Tales
de Mileto, filósofo griego que vivió entre el año 624 y el 546 a.c., fue
considerado, por los griegos, «(…) como el fundador de la ciencia, de la
matemática y de la filosofía griegas, acreditándole la paternidad de la mayor
parte del saber…» (03) Pitágoras,
otro griego, vivió en el período del 582 al 497 a.c., «(…) fue filósofo, astrónomo, matemático. En todas esas actividades presentó siempre
ideas nuevas, claras, originales. Fue el primero en afirmar que la Tierra era
esférica, el primero en descubrir que la armonía universal también podía ser
expresada por medio de números, el primero en descubrir la relación entre la
extensión de las cuerdas musicales y la altura del sonido.» (04)
Sócrates,
filósofo griego, vivió en Atenas entre los años 470 y 399 a.c., «Tuvo una vida
noble como las verdades que enseñaba. Nunca hubo quien lo encontrase en un error,
una falla o una contradicción.(…)» (05) Este hombre quien todos consideraban el
más sabio de los griegos («Bien, si soy el más sabio es simplemente porque sé
que nada sé»), fue condenado a pesar de su inocencia debido a las acusaciones
de traición y corrupción que se levantaron contra él por todas partes,
estimuladas por la envidia de sus compatriotas. Para nosotros, espíritas,
Sócrates fue uno de los precursores del Cristianismo. En
la era cristiana, entre los años 130 y 200 d.c., vivió Galeno, médico griego,
que por sus conocimientos es conocido como el «padre de la anatomía».
El
creador de la aritmética, el matemático árabe Muhammad Ibumusa Al Khwarizmi, nacido
en el año 780 d.c. revolucionó el arte de calcular. En 1473 nace en Forum el
gran Nicolás Copérnico que «(…) arribó a la peligrosa conclusión de que la
Tierra no era el centro del universo (…).» (06) Esto casi lo llevó a la muerte,
por parte de los señores de la iglesia católica. Cerca
de Nápoles, en la ciudad de Nola, llega a nuestro mundo físico en el año 1548 d.c.,
el filósofo Giordano Bruno, condenado y muerto por la Inquisición, por defender
las ideas de que el espacio es infinito y que la Tierra se mueve, entre otras. Avanzando
en el tiempo, en 1791 d.c., nace en Charleston, Estados Unidos, Samuel Finlet
Breese Morse, que se destacó por la invención del telégrafo, inaugurando de
esta manera el campo de las comunicaciones modernas.
Charles
Robert Darwin, naturalista inglés, que vivió entre 1809 y 1882, causó gran impacto
en la Biología con su «Teoría de los Orígenes de las Especies» y realizó
estudios sobre los orígenes del hombre. Antes
de que avancemos en el tiempo, es importante recordar la presencia en nuestro
planeta de los genios de las artes, sobre todo de la pintura, la escultura y la
música. ¿Quién puede olvidar el papel desempeñado por un Rafael de Sandio, un
Leonardo da Vinci o por un Mozart, entre tantos que vinieron hasta nosotros?
Si
en el siglo XIX la Ciencia sufre un gran impulso, principalmente por los
trabajos de Pasteur, Robert Kooh y Lister – que abrieron una nueva era en el
combate contra las infecciones-, las ideas filosóficas reciben una severa
conmoción con la Codificación Espírita, elaborada por Allan Kardec, que
contiene las enseñanzas recibidas de los Espíritus Superiores.
El
mundo recibe el imparto del renacimiento del Cristianismo y a partir de aquel momento,
la humanidad confundida, alarmada, crédula o incrédula, nunca más sería la misma.
¡Ha llegado la era de la espiritualización! Gracias a aquellas primeras semillas
de la creencia en un Dios único, que fueran lanzadas por Moisés, sembradas y
regadas por Jesús, con su elevada Misión de amor al prójimo y, esporádicamente
cultivadas por Emisarios de lo Alto, en todos los tiempos tales como: los
apóstoles y seguidores del Cristianismo, Francisco de Asís, Vicente de Paúl,
citando solamente algunos nombres, comprendemos que el hombre se dirige hacia
su más alto destino; la perfección.
Jesús,
el Cristo de Dios, no obstante, no puede ser colocado en el mismo nivel que tales
reveladores, por mayor que haya sido la contribución de ellos. Cristo,
estableció un grandioso marco a las conquistas evolutivas del hombre. Él, la
verdad y el amor encarnados, no se limitó solamente a enseñar y esclarecer,
sino representó el ejemplo vivo que provocó una verdadera revolución social.
Pero, a pesar de los casi veinte siglos de su presencia entre nosotros, su
mensaje todavía no ha sido suficientemente comprendido por la Humanidad.
Muchas
de las verdades enunciadas en el Espiritismo encuentran sus bases en la Doctrina
Cristiana. Por ejemplo, las citas evangélicas: «Hay muchas moradas en la Casa
del Padre» (Juan, 14:1-3), «Nadie puede ver el reino de Dios si no nace de
nuevo» (Juan, 3:1-12). «Todo lo que vosotros queráis que os hagan los hombres,
hacedlo también a ellos, porque esta es la ley y los profetas» (Mateo, 7:2) y
«Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados» (Mateo, 5:5). «Curad
a los enfermos, resucitad a los muertos, limpiad a los leprosos, expulsad a los
demonios, dad gratuitamente lo que gratuitamente recibisteis» (Mateo, 10:8),
etc., son enseñanzas de Jesús que guardan correlación con los siguientes
principios adoptados por el espiritismo: Pluralidad de los mundos habitados,
reencarnación o pluralidad de las existencias corpóreas, ley de causa y efecto
o acción y reacción y mediumnidad.
Debido
a esa correlación existente entre las enseñanzas de Jesús y las dictadas por los
Espíritus que orientaron a Allan Kardec en la Codificación Espírita, no es en
vano que se dice que el Espiritismo es el Cristianismo redivivo; y si por un
lado Jesús dijo que el mayor mandamiento es el de «amor a Dios y al prójimo» y
la Doctrina Espírita afirma que «fuera de la caridad no hay salvación», por
otro nos muestra que nadie podrá titularse Espírita si primeramente no fuera
cristiano.
Referencias:
1 KARDEC,
Allan. «El Libro de los Espíritus». Trad.
de alberto Giordano. 3. ed. Buenos
Aires, Editora Argentina «18 de Abril, 1983. Preg. 625.
2 ASIMOV, Isaac. «Gênios da Humanidade».
Rio de Janeiro, Block Editores, 1972. v. 1. p. 01
3 ___. p. 02.
4 __. p. 04.
5 ___. p. 13.
6 ___. p. 65.
7 FRANCO, José B. Identificação. O
Espírita. Brasília (DF), 6(31):14, dez./ jan.,1983/1984.
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