Este sábado en CEADS nos toca el ESDE con el estudio de dos temas muy interesantes: el agua fluidificada y la oración según la utilización del mgnestismo humano-espiritual.
¡Estáis todos invitados!
Divulgación CEADS
Utilización del magnetismo humano espiritual en la Institución Espírita: el
agua fluidificada
El (..) agua es uno de los
vehículos conductores más poderosos para toda clase de fluidos informa el Espíritu André Luiz en las palabras del benefactor espiritual Lísias.
Esclarece
además, que en la Colonia Nuestro Hogar el agua es empleada, sobre todo, como
alimento y remedio, y que allí existen tareas consagradas exclusivamente a la
manipulación del agua pura mediante la captación de elementos provenientes del
sol y del magnetismo espiritual.
En la
Institución Espírita, es común que los benefactores espirituales magneticen el agua
e incorporen al líquido sencillos recursos magnéticos de gran valor para el
equilibrio psicofísico del enfermo. Además, hay innumerables sustancias en la
Naturaleza que pueden ser transformadas, pero el agua es el vehículo que se
prefiere por la simplicidad de su constitución molecular. Este principio
explica el fenómeno conocido por todos los magnetizadores que consiste en que,
por la acción de la voluntad, se le imprima a una sustancia, al agua, por
ejemplo, propiedades muy diversas: un sabor determinado y hasta las cualidades
activas de otras sustancias.
Desde el
momento en que no hay más que un solo elemento primitivo y que las propiedades de
los diferentes cuerpos son solamente modificaciones de ese elemento, se deduce que
la sustancia más inofensiva tiene el mismo principio que la más deletérea. De
esta manera, el agua, que está formada por una parte de oxígeno y dos de
hidrógeno, se torna corrosiva si se duplica la proporción del oxígeno (se
transforma en agua oxigenada, la que, si no está diluida, es un potente
corrosivo).
Una
transformación análoga puede producirse por medio de la acción magnética
dirigida por la voluntad. Es así que las más simples sustancias (...) pueden
adquirir poderosas y efectivas cualidades bajo la acción del fluido espiritual
o magnético al cual sirven de vehículo o, si se quiere, de reservorio.
Utilización del magnetismo humano-espiritual
en la Institución Espírita: la oración
La oración es
una importante práctica espírita recomendada por los mismos Espíritus Orientadores
de la Codificación Espírita.
Sin duda.
(...) La oración es un prodigioso baño de fuerzas, por la vigorosa corriente mental
que atrae. (..) La oración, junto con el reconocimiento de nuestra falta de
merecimiento, nos coloca en la posición de simples eslabones de una cadena de
socorro cuya orientación reside en lo Alto. A través de la oración el hombre
obtiene la cooperación de los buenos Espíritus que acuden a sustentarlo en sus
buenas resoluciones y le inspiran sanas ideas. De ese modo, adquiere la fuerza moral
que necesita para vencer las dificultades y para retornar al camino recto, si es
que se ha apartado de él. Por este medio también puede desviar de sí mismo los
males que atrajera por sus propias faltas. En este sentido, la (...) oración no
es un movimiento mecánico de los labios ni un disco de fácil repetición en el
mecanismo de la mente. Es vibración, energía, poder. La criatura que ora, activa
sus propias fuerzas y realiza trabajos de intraducible significación. Ese
estado psíquico pone de manifiesto energías desconocidas, revela nuestro origen
divino y nos pone en contacto con las fuentes superiores.
Como la
oración ejerce una acción magnética, se podría suponer que su efecto depende de
la fuerza fluídica, pero no es así. Los Espíritus son los que ejercen esa
acción sobre los hombres, y cuando es necesario, suplen la insuficiencia de
aquel que ora actuando en forma directa en su nombre, o le brinda
momentáneamente una fuerza excepcional cuando lo consideran digno de esa
gracia, o cuando esa fuerza pueda ser provechosa. La persona que no se
considere lo suficientemente buena como para ejercer una influencia saludable, no
debe por eso abstenerse de orar por el bien de otra ante la idea de que no es
digna de ser escuchada.
El poder de
la oración está en el pensamiento; no depende de las palabras, ni del lugar, ni
del momento en que se diga. Por lo tanto, se puede orar en todas partes, a
cualquier hora, a solas o en conjunto. La influencia del lugar o del tiempo
sólo incide en la circunstancia de favorecer el recogimiento.
La oración en
conjunto tiene una acción más poderosa cuando todos los que oran se unifican de
corazón en un mismo pensamiento y tienen el mismo objetivo; es como si muchos
clamaran juntos y al unísono.
Pero ¡¿qué
importa si es grande el número de personas que se reúnen para orar, si cada una
actúa aisladamente y por cuenta propia?! Cien personas juntas pueden orar como
egoístas, mientras que dos o tres, unidas por una misma aspiración, orarán como
verdaderos hermanos en Dios, y la oración que dirijan tendrá más fuerza que la
de las otras cien.
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