Os dejo el texto para estudio y las preguntas planteadas...
¿Las respuestas? ¡Asitir a la clase a las 17.30 horas o el domingo en nuestro blog!
Capítulo XXV - BUSCAD Y HALLARÉIS
Contemplad las aves del
cielo
6. “No acumuléis tesoros en la Tierra, donde la
herrumbre y los gusanos los consumen, y donde los ladrones los desentierran y
roban. Acumulad tesoros en el Cielo, donde ni la herrumbre ni los gusanos los
consumen. Porque donde está vuestro tesoro, allí está también vuestro corazón.”
“Por eso os digo: No os inquietéis por saber
dónde hallaréis de comer para sustento de vuestra vida, ni de dónde sacaréis
una vestimenta para cubrir vuestro cuerpo. ¿No es la vida más que el alimento,
y el cuerpo más que la vestimenta?
”Contemplad las aves del cielo: no siembran, ni
cosechan, ni guardan en graneros; pero vuestro Padre celestial las alimenta.
¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros puede, por más
que se dedique, añadir un codo a su estatura? ”¿Por qué también os inquietáis
por el vestuario? Contemplad cómo crecen los lirios de los campos; no trabajan,
ni hilan. Sin embargo, os digo que ni el mismo Salomón, en toda su gloria, estuvo
vestido como uno de ellos. Entonces, si Dios tiene el cuidado de vestir de esa
manera a la hierba de los campos, que hoy es y mañana será arrojada en el
horno, ¡cuánto mayor cuidado no habrá de tener para con vosotros, hombres de
poca fe! ”No os inquietéis, pues, diciendo: ¿Qué vamos a comer? O ¿qué
beberemos? o ¿con qué nos vestiremos?, como hacen los paganos, que van en busca
de todas esas cosas; porque vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de ellas. ”Buscad
primero el reino de Dios y su justicia, y todas esas cosas se os darán por
añadidura. Así pues, no os inquietéis por el día de mañana, porque el día de
mañana se cuidará a sí mismo. A cada día le basta con
su mal.” (San Mateo, 6:19 a 21 y 25 a 34.)
¿Qué son los tesoros en la Tierra y los tesoros
en el cielo?
¿Estas enseñanzas no serían una invitación al
comodismo?
¿La fe es suficiente para proveer nuestras
necesidades, como vestir, comer, beber, etc.?
7. Estas palabras, interpretadas literalmente, serían la negación de la
previsión, del trabajo y, por consiguiente, del progreso. Con un principio como
ese, el hombre se limitaría a esperar pasivamente. Sus fuerzas físicas e
intelectuales permanecerían inactivas. Si esa hubiera sido su condición normal
en la Tierra, el hombre nunca habría salido del estado primitivo, y si de esa
condición él hiciera su ley en la actualidad, no le quedaría otra cosa que
vivir sin hacer nada. No pudo haber sido ese el pensamiento de Jesús, porque
estaría en contradicción con lo que Él manifestó en otras oportunidades, e
incluso con las leyes mismas de la naturaleza. Dios ha creado al hombre sin
vestimenta ni abrigo, pero le ha dado la inteligencia para fabricarlos. (Véase
el Capítulo XIV, § 6, y el Capítulo XXV, § 2.)
Así pues, no debe verse en estas palabras más que una alegoría poética de
la Providencia, que nunca abandona a los que depositan su confianza en ella,
pero quiere que, por su parte, trabajen. Si no siempre presta un socorro
material, inspira las ideas mediante las cuales encontramos los medios para que
salgamos por nosotros mismos de la dificultad. (Véase el Capítulo XXVII, § 8.)
Dios conoce nuestras necesidades, y las satisface según sea conveniente.
Con todo, el hombre, insaciable en sus deseos, no siempre sabe contentarse con
lo que tiene.
Lo necesario no le alcanza, necesita lo superfluo. En ese caso, la
Providencia lo deja librado a sí mismo. A menudo es desdichado por su propia
culpa, y porque ignora la voz de su conciencia, que lo advierte. Así, Dios
permite que el hombre sufra las consecuencias, a fin de que le sirvan de
lección para el porvenir. (Véase el Capítulo V, § 4.)
¿Cómo acta la Providencia para dotarnos de aquello que necesitamos?
¿Por qué el hombre, aunque trabajando con ahínco, no siempre se ve atendido
en sus necesidades?
8. La tierra produce lo suficiente para alimentar a todos sus habitantes.
Cuando los hombres sepan administrar los bienes que ella provee, según las
leyes de justicia, de caridad y de amor al prójimo, y cuando la fraternidad
reine entre los diversos pueblos, tanto como entre las provincias de un mismo
país, lo momentáneamente superfluo de uno suplirá la insuficiencia momentánea
de otro, y todos tendrán lo necesario. Entonces el rico se considerará como
alguien que posee grandes cantidades de semillas. Si las siembra, producirán al
céntuplo tanto para él como para los otros. Pero si se come esas semillas él
solo, si desperdicia y deja que se pierda el excedente de lo que ha comido, no
producirán, y no habrá lo suficiente para todos. Si las acumula en su granero, los
gusanos las devorarán. Por eso dijo Jesús: No os hagáis tesoros en la Tierra,
porque son perecederos; hacedlos en el Cielo, donde son eternos. En otros
términos, no atribuyáis a los bienes materiales más importancia que a los
espirituales, y sabed sacrificar a los primeros en favor de estos
últimos.(Véase el Capítulo XVI, § 7 y siguientes.)
La caridad y la fraternidad no se decretan con leyes. Si no están en el
corazón, el egoísmo las ahogará siempre. La tarea del espiritismo es hacer que
penetren en él.
¿Qué quiere decir la frase “Entonces el rico se considerará como alguien
que posee grandes cantidades de semillas”
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