Por Dra. Marlene Rossi Severino Noble "in memóriam"
Traducido por Virginia Vernizzi
Para el público en general, el estrés es una
situación psicológicamente agresiva que repercute en el cuerpo. Este, sin
embargo, es sólo uno de los aspectos del estrés, su versión psicosomática. No
obstante, hay otros aspectos a considerar. De hecho, el ser humano vive en un estado
de estrés permanente, bombardeado por factores estresantes diversos - físicos,
psicoemocionales y espirituales - que le exigen una adaptación constante al
mundo que lo rodea.
Los factores estresantes emocionales tanto
pueden ser tristes, como la muerte de un ser querido, el desempleo, o felices,
como el éxito del atleta o las alegrías del reencuentro. Todos desencadenan de
la misma manera los mecanismos y las consecuencias del estrés. Lo mismo sucede ajetreos
nerviosos, como en el estado de cólera, miedo, etc., bien como frente a los
fenómenos físicos nocivos -frio, calor, fatiga, agentes tóxicos o infecciosos,
ayuno, ejercicios físicos exagerados, etc.
En realidad, el estrés es la respuesta no
específica que el cuerpo da a toda la demanda que se le exige. Se trata de la
interacción entre una fuerza y la resistencia del organismo frente a esta
fuerza. Es el complejo agresión-reacción.
Si la agresión es ocasionada por una gran
diversidad de factores, la reacción comporta una parte idéntica, común a todos
los individuos y una parte propia de cada uno, denominada coping o aspecto específico de la reacción no específica.
Actualmente la medicina considera la enfermedad
como siendo el resultado de la agresión sumada a la reacción no específica y a
la reacción específica. Esto se puede resumir en el estrés más coping. De este modo, se considera la
originalidad propia de las reacciones específicas al agente estresante, sobrepuestas
a las reacciones no específicas del estrés, lo cual crea la diversidad de los
aspectos clínicos.
En 1936, Hans Selye, descubridor del estrés,
publicó sus primeros trabajos sobre el tema. En 1950, describió el Síndrome
General de Adaptación - Reacción de Alarma, etapa de Resistencia y de Exhaustividad
- con sus aspectos bioquímicos y endocrinos, mostrando cuál es la reacción no
específica del organismo a las agresiones del mundo exterior. Para él, la
intensidad de la demanda, la duración y la repetición determinan la respuesta.
Y condiciona el bueno o el mal estrés a la eficiencia o no de la fase de
adaptación. Para Selye, todo individuo tiene un capital de energía biológica
diferente y puede consumir sus reservas según tenga estreses malos.
En la reacción de alarma, la primera respuesta
del organismo al estrés, entra en acción el sistema
hipotálamo-simpático-adrenérgico que prepara al organismo para la lucha o fuga.
Entra en juego la adrenalina y la noradrenalina, con eso, hay mucha producción de
glucógeno, taquicardia, respiración acelerada, concentración de la sangre en
los vasos principales y en los músculos estriados, inhibición de los sistemas
digestivo, sexual e inmunológico. Después de eso, otro sistema entrará en
juego, el hipotálamo - hipófiso-suprarrenal con producción de ACTH y
corticoides.
Estos sistemas entran en funcionamiento en la
fase de reacción y el organismo puede sufrir agotamiento o entrar en la fase de
exhaustividad, teniendo como resultado final la enfermedad y la muerte. Son
innumerables las enfermedades de adaptación, entre ellas, hipertensión, úlcera,
hemorroides, ataques al corazón, accidente cerebrovascular, diabetes, migraña,
etc.
Actualmente, con el avance de los estudios, se
considera el sistema límbico-hipotálamo-hipófiso-adrenal (LHHS). A través del hipotálamo en la zona parvocelular
mediana del núcleo paraventricular (NPV), se liberan el CRF, el Factor liberador
de corticotropina (Corticotrophin
Releasing Factor) y la Argenina Vasopresina (AVP) - que determinan la
liberación de ACTH por la hipófisis y ésta el cortisol por la hipófisis
suprarrenal.
Como podemos ver, el estrés está ligado al
centro de las emociones en el hipotálamo, con lo cual es importante el estudio
de factores como el miedo, la rabia, etc, en sus mecanismos y reacciones. Así,
cuando el individuo siente rabia, por ejemplo, es como si estuviera ante un
predador, de un peligro inminente y esto desencadena la reacción.
Como hemos visto, cada individuo tiene una
reacción específica frente al estrés. Él coloca sus estrategias de ajuste
cognitivas y comportamentales, el coping para hacer frente a los agentes
estresantes.
Las investigaciones han demostrado que las
enfermedades como la depresión están absolutamente conectadas al estrés. Una
amplia investigación realizada en 52 países, en la cual participó el dr. Alvaro
Avezum (Brasil), acerca de los factores de riesgo de la enfermedad cardíaca,
demostró que los psicosociales aparecen en más del 30% de los casos.
El estrés es el campo de la medicina que
reunifica cuerpo y alma. Su estudio está íntimamente ligado a la
espiritualidad.
Según las lecciones espirituales dadas en 1947,
en el libro En el Mundo Mayor, nuestro cerebro tiene tres áreas distintas: la
inicial, donde habita el automatismo y que está en el plano subconsciente; la del
córtex motor que engloba las conquistas del hoy y está en el área del
consciente; y la de los lobos frontales que representan el ideal y la meta
superiores y están vinculados al Superconsciente. Esta clasificación encuentra
respaldo en el libro de Paul Maclean, de 1968, The Triune Brain in Evolution, que nos habla acerca de esas tres
regiones, afirmando que vemos el mundo a través de tres cerebros distintos. También
hemos aprendido con los Instructores Espirituales que somos seres en evolución.
Cuanto más cerca nos encontramos de la animalidad, más actuamos con instintos y
sensaciones. Con el paso del tiempo y la evolución espiritual consecuente,
pasamos a tener sentimientos, siendo el amor, el más sublimado de ellos. Si somos
esclavos de los instintos, la manera en que hacemos frente a los factores
estresantes es muy primitiva y resulta casi siempre en un estrés malo. Aprendemos
también que se necesita humildad para vencer la animalidad inferior.
Desgraciadamente, en nuestras relaciones sociales y en el hogar, estamos muy
lejos de ese sentimiento sublime que está íntimamente ligado al amor. Por
consiguiente, la fe es importante porque abre las puertas del corazón para
sentir y vivir el amor divino en nuestras vidas. A través de la oración, de la
meditación, de la comprensión del valor del dolor, tenemos la posibilidad de
conocernos a nosotros mismos y reaccionar de forma más equilibrada a las
tensiones de la existencia humana. Además, entendemos que es necesario
entrenarse para perdonar y para erradicar la rabia, la envidia, la pena y otros
sentimientos negativos.
Nuestra búsqueda de paz en el hogar, en el ambiente de
trabajo, dentro de la sociedad debe estar centrada en Jesús, el Médico de las
Almas, que afirmó tener la verdadera paz para ofrecernos. Chico Xavier dijo con
mucha sabiduría: "La paz en nosotros no resulta de circunstancias externas
sino de nuestra tranquilidad de conciencia en el deber cumplido." Para
vencer positivamente el estrés es necesario guardar la paz, tenerla como
patrimonio. Y esta pacificación interna que es responsable del éxito del coping", sólo será una conquista
definitiva cuando haya armonía entre los tres cerebros. Para ello, sin embargo,
es imprescindible no olvidar que es necesario tener fe en Dios y obedecer a sus
Leyes.
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