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domingo, 3 de octubre de 2010

PERDONAD PARA QUE DIOS OS PERDONE

Familia de mi alma,

Ayer en nuestro querido Centro, hablamos sobre el perdón…

(…)

PERDONAD PARA QUE DIOS OS PERDONE

1. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos mismos obtendrán misericordia. (San Mateo, cap. V, v. 7).
2. Si perdonareis a los hombres las faltas que hacen contra vosotros, nuestro Padre celestial os perdonará también los pecados, pero si no perdonareis a los hombres cuando os ofendan, nuestro Padre, tampoco os perdonará los pecados. (Ídem, cap. VI, v. 14 y 15).
3. Si vuestro hermano pecó contra vosotros, mostradle su falta en particular, entre vosotros y él sólo. Si os oyere, habréis ganado a vuestro hermano. Entonces Pedro, aproximándose le dice: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano, cuando él haya pecado contra mí? ¿Será hasta siete veces? Jesús le respondió: No os digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete veces. (Ídem, cap. XVIII, v. 15, 21, 22).

El perdón es la única llave que puede desencadenar las almas que se han unido por el rencor o el odio. Para perdonar, hemos de sufocar nuestras propias imperfecciones, puesto que luchamos contra el orgullo que nos dice “¿Quién es éste para hablarte de esta manera? ¿Quién se piensa que es para hacerte esto?”. 

Cuando no encontramos el perdón en nuestros corazones, estamos como que perdidos en un laberinto… Damos riendas a pensamientos inferiores, revivimos una y otra vez la ofensa mentalmente, nos unimos a hermanos desencarnados en la frecuencia vibratoria de la tristeza, del orgullo herido y del sentimiento de venganza. El perdón nos liberta, es la luz, la llave que abre las puertas del laberinto y nos permite buscar el progreso.

¡Qué no se engañe nadie! Aquí no hay inocentes. Si nos ofenden, es que lo necesitamos. A esto hemos venido a la Tierra, a aprender y redimir nuestros errores. Aquí hemos venido a aprender. El que nos ofende nos está enseñando algo: quizá a callar, quizá que no somos tan importantes o imprescindibles como lo habíamos pensado, quizá nos enseñe a esperar… Hemos de perdonar, porque todos necesitamos ser perdoandos.

Busquemos amparo para este duro, pero necesario aprendizaje en Nuestro Señor, el Justo e Inocente, a quién condenamos, pero que cubre todos nuestros pecados con Su amor a través de la eternidad.

1 comentario:

  1. El perdón es una operación mental de transformación de “polaridades emocionales”. La polaridad de la ofensa se constituye de energías infectas que consumen la fuerza vital y cargan el psiquismo (aura) con residuos que se acumulan en el “trastero mental”. Estos trastos impiden la libre circulación de energías de amor y salud en el cosmo bioespiritual. La polaridad del perdón es energía que atrae las superiores de paz y alegría, proporcionando una sensación de revedad y libertad.

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