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domingo, 14 de octubre de 2012

De la reencaranción

Buenas familia, 

Ayer en nuestra reunión de estudio de la doctrina de los Espíritus tratamos una vez más el tema de la reencarnación. Nos dividimos en dos grupos, según nuestras preferencias. Mientras el primer grupo se dedicaba a responder cuestiones relacionadas a la reencarnación en la tradición judaica y cristiana, el segundo grupo reflexionaba sobre las características de encarnaciones en mundos inferiores y superiores. Os hago un pequeño resumen de lo que se discutió en cada grupo.

Grupo 1 - Resurrección y Reencarnación 
«La reencarnación formaba parte de los dogmas de los judíos, bajo el nombre de resurrección. Sólo los saduceos (secta judía creada alrededor del año 248 antes de Cristo, cuyo fundador fue Sadoc), cuya creencia era la de que todo acababa con la muerte, no creían en eso. (...)». Los judíos no tenían ideas precisas respecto al mecanismo de la unión del alma al cuerpo ni tampoco sobre la inmortalidad del Espíritu. «(...) Creían que un hombre que hubiera vivido podía volver a vivir, sin saber con precisión de qué manera ocurría tal hecho. Designaban con el término resurrección lo que el Espiritismo, más juiciosamente, llama reencarnación.
¿Por qué la palabra reencarnación es más adecuada que la palabra resurrección? Sabemos que cada vez que vuelve a la carne a través de la reencarnación, el espíritu toma un nuevo cuerpo en formación, que nada tiene que ver con su cuerpo anterior. la resurrección da la idea de que vuelve a la vida el cuerpo que ya está muerto, cosa que la ciencia demuestra que es materialmente imposible, sobre todo cuando los elementos de ese cuerpo ya se encuentran desde largo tiempo dispersos y absorbidos. La reencarnación es la vuelta del alma o Espíritu a la vida corporal, pero en otro cuerpo, formado especialmente para él y que nada tiene en común con el antiguo.

¿Cómo podríamos entender el hecho de que Jesús se presentara a los apóstoles después de su martirio y muerte? Lo que los apóstoles vieron fue su cuerpo espiritual, su periespíritu, materializado ante los apóstoles para que entendieran que la vida sigue después de la muerte física. La carne es perecedera, pero el espíritu es inmortal.

¿Qué podemos comprender de la afirmación evangélica “Si no me creéis cuando os hablo de las cosas de la Tierra, ¿cómo me creeríais cuando os hable de las cosas del Cielo?” Jesús le explicaba a un hombre culto de su tiempo cosas que le parecían obvias y aún así no era comprendido. Ante la afirmación evangélica, debemos siempre cultivar la humildad, aceptando que si bien es verdad que el hombre progresa en diversos campos del conocimiento, debe comprender que mucho más le falta por descubrir que lo que se puede siquiera imaginar.

Grupo 2 - Características de la reencarnación en los Mundos Superiores e Inferiores 
«No encarnamos y reencarnamos solamente en el planeta Tierra; no. Vivimos (las reencarnaciones) en diferentes mundos. Las que aquí pasamos no son las primeras ni las últimas; son, sin embargo, de las más materiales y de las más distantes de la perfección.» «Hablando con propiedad, la encarnación carece de límites trazados con precisión, si tenemos en vista solamente el envoltorio que constituye el cuerpo del Espíritu, dado que la materialidad de ese envoltorio disminuye en la proporción en que el Espíritu se purifica. En ciertos mundos más adelantados que la Tierra ya es menos compacto, menos pesado y menos grosero y, por consiguiente, menos sujeto a vicisitudes. En un grado más elevado es diáfano y casi fluídico. Va desmaterializándose gradualmente y acaba por confundirse con el periespíritu. (...)» 
Qué diferencias hay entre encarnaciones en mundos inferiores y mundos superiores, en relación: ¿Al periespíritu? La constitución del periespíritu está en función de la naturaleza de cada mundo. En mundos inferiores, el periespíritu es más denso, puesto que debe proteger al espíritu, de altísima vibración, del entorno, con vibraciones más bajas cuanto más sea inferior el mundo. Así podemos entender como el periespíritu sirve como un colchón que en mundos inferiores, caracterizados por pruebas y expiaciones, donde el sufrimiento todavía dirige el aprendizaje de las almas, debe ser más denso. En mundos superiores, sin embargo, donde las conciencias están más despiertas e ya han expiado sus faltas en encarnaciones anteriores, el periespíritu se vuelve más etéreo y sutil. En estos entornos, la vibración del entono es más cercana al del espíritu mismo y por tanto ya no hace falta un cochón tan espeso. 

¿A la longevidad? Tal y como en la Tierra las conciencias que aquí peregrinamos concebimos el tiempo, se puede decir que en mundos inferiores la longevidad es inferior en comparación con mundos superiores. Aquí no entramos en casos en particular, puesto que cada espíritu tiene su hoja de pruebas y expiaciones que debe cumplir, no siendo posible juzgar el adelanto moral o intelectual de un espíritu que desencarna antes o después. Hablamos del promedio de años que puede durar una encarnación en los diferentes mundos y, por regla general, se puede entender que en mundos más adelantados una encarnación dura más años que en mundos inferiores. Las razones son diversas: Cuanto menos material el cuerpo, menos sujeto a las vicisitudes que lo desorganizan. Cuanto más puro el Espíritu, menos pasiones lo dominan. Así, en mundos donde el estilo de vida se pauta en el cultivo de valores, alimentación y sentimientos más elevados, naturalmente el cuerpo se degradará menos que en mundos inferiores, caracterizados todavía por los vicios, la alimentación grosera y los sentimientos menos nobles. Además, en mundos donde los espíritus deban evidentemente seguir evolucionando, pero ya no tengan que expiar faltas, el sufrimiento deja progresivamente de existir y los cuerpos se resienten menos al paso del tiempo. Hay que añadir aquí el hecho de que, en mundos inferiores, el aprendizaje realizado por las almas es menos complejo que en los mundos superiores, lo que justificaría que así se viviera menos años. Nuestra compañera Susana levantó a este respecto una interesante pregunta, que fue, si sí es verdad que el aprendizaje es más complejo, también es verdad que los espíritus están más preparados para la vida en este plano… Así que, no se acababa de convencer sobre la mayor longevidad en mundos superiores. Así fue cómo pasamos a discutir la relatividad del tiempo y cómo algo que comparado con la vida en la Tierra puede durar muchísimo, en otro mundo no podríamos afirmar qué sería. Mientras escribo esto, sin embargo, pienso que si pensamos que el objetivo de la encarnación es el perfeccionamiento del espíritu, tiene lógica que cada vez duren más… porque llegados a la perfección relativa a la que estamos destinados, dejaremos de encarnar. Por tanto, las encarnaciones en mundos superiores (quizá muuuuuy superiores) no dejan de ser ya ensayos para la vida independiente de la materia, cuando el ciclo de encarnaciones cesa porque el espíritu ha alcanzado el grado máximo de conocimiento de la Verdad. No sé si me explico… Como espíritus, la vida natural es la vida independiente de la materia. Cada nueva encarnación nos acerca a este estado. En mundos superiores, por tanto, estaríamos más cerca de ya no necesitar ninguna materia para revestirnos y la consecuencia de esto es que cada vez estos ciclos de encarnación sean más largos. Si no os convence, me lo decís en los comentarios, por favor.

¿A los procesos reproductivos? Este punto no nos dio tiempo tratar con la riqueza de detalles de los anteriores, pero la idea de los monitores era que entendiéramos que allí donde hay vida hay cuerpos, y donde hay cuerpos está la capacidad de reproducción, sea cual sea el plano de la vida, sea cual sea el nivel evolutivo del mundo en cuestión. En mundos más inferiores, los procesos de reproducción son todavía muy condicionados a la materia, pero a medida que progresan los mundos, se convierten en proecesos cada vez más sublimados. En el libro Evolución en dos Mundos, Emannuel nos dice: 
“La energía natural del sexo, inherente a la propia vida en sí, genera cargas magnéticas en todos los seres, dada la función creadora de que éstos están investidos. (…) El sexo reside en la mente, expresándose en el cuerpo espiritual y, consecuentemente, en el cuerpo físico, en calidad de santuario creativo de nuestro amor ante la vida. En los espíritus llenos de virtudes, cuyos sentimientos se elevan hacia las Esferas Superiores, el amor se ilumina y purifica, pero aún es instinto sexual en sus más nobles aspectos, ligándose a las fuerzas con que tiene afinidad en su radiante ascensión hacia Dios.” 
El sexo, por tanto, no está en los órganos sexuales, sino que nace del propio espíritu como pulsión de co-creación Divina. Patricia recordó que dicha pulsión no se expresa únicamente en la procreación, sino que se expresa en todas las formas de creación artística y cultural del espíritu. Hablando específicamente de los procesos reproductivos, se entiende que en mundos inferiores, la energía sexual se expresa de forma grosera y condicionada por la materia, pero en mundos superiores, como bien dice Emannuel, se ilumina y purifica, sin dejar de ser energía sexual/creativa.

Una cuestión que los monitores nos planteamos y que no nos dio ni tiempo a mencionar en el estudio: Pese a estas diferencias, ¿podemos hablar de reencarnación en todos los casos? Es decir, ¿los principios son los mismos en mundos inferiores y superiores? Nos dice el espíritu Inácio Ferreira, en el libro La Ley de la Reencarnación, que la reencarnación es una ley cósmica, con sutilezas que se adaptan a los diferentes mundos en los que se procesa. Después de discutir la pregunta que os presento, y considerando que cuando hablamos de “carne” no necesariamente estaríamos describiendo los cuerpos de hermanos que peregrinan en mundos superiores, llegamos a la conclusión de que: 
La reencarnación es como en la Tierra conocemos al principio evolutivo que permite que la creación se acerque al Creador.
Y con esto os dejo, hermanos de mi alma. Seguro que esta clase ha abierto nuevos caminos para la comprensión del milagro de la vida. No seamos como Nicodemo, que pensaba saberlo todo. Aceptemos la advertencia evangelica que nos invita a la humildad. A fin de cuentas, como el espiritismo nos enseña, penetraremos en el conocimiento de la verdad a medida que desarrollemos nuestras calidades morales. Trabajemos en ello bajo la protección y la dirección de la espiritualidad que nos asiste en todos momentos.

Cariños de la hermana menor

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