Hola familia,
¡Menudo fin de semana hemos tenido en CEADS! Ayer, en la clase del Evangelio según el Espiritismo, nos dedicamos al estudio del Capítulo XIII y hablamos de los beneficios pagados con la ingratitud. Hoy, domingo, teníamos tres caravanas: un grupo se dirigió al Prat de Llobregat para realizar el IV Mercado Solidario y recaudar fondos para el centro; un grupo se dirigió a Terrassa, a la Associació Espírita Fraternidad Humana, para acudir a la conferencia sobre la mediumnidad, que realizaba nuestro compañero Bossi; y un grupo se dirigió a Lleida para participar en las jornadas del Centro Espírita Irene Solans, donde presenté una conferencia sobre el Libro de los Espíritus..
Se mueve la energía, familia. La verdad es que estoy demasiado cansada físicamente para haceros el tradicional resumen, pero no puedo dejar de explicar una pequeña perla de sabiduría que Susana explicó a nuestro grupo de estudios ayer en la clase del evangelio.
Había un hombre que se había retirado del mundo. Pasó a vivir en una cueva y dedicaba todo su tiempo a la oración. Era un hombre de buen corazón que quería estar en armonía con Dios. Una mañana, escuchó la voz de Dios, que le dijo, “Hijo mío, sal fuera y empuja la roca que hay ahí fuera.” El hombre no dudó obedecer a la voz, y a partir de este día, cada día, empujaba con todas sus fuerzas una enorme roca que había al lado de su cueva. Y lo hizo durante muchos años sin volver a escuchar la voz de Dios. Pero un día, presa del desánimo, en sus oraciones, el hombre decidió pedir a Dios nuevas orientaciones y le dijo, “Dios mío, me siento inútil. Me dijiste que empujara la roca, pero no he tenido ningún éxito. No he conseguido mover la roca ni un milímetro siquiera…”. Dios entonces, viendo que estaba desilusionado, le dijo que no sabía por qué se sentía así… “Si has hecho lo que yo te dije. Te dije que empujaras la roca, no te pedi que la movieras. Mientras las empujabas, tus brazos y piernas se han hecho más fuertes y los ratos que has pasado fuera de la cueva te han servido para que respiraras aire puro”…
Para mí, esta pequeña historia encierra una enseñanza muy importante. Nosotros queremos ver el resultado de las buenas obras que realizamos. El ego necesita ardientemente la satisfacción del éxito, en nivel personal, y el reconocimiento de los demás, en forma de aprobación. Pero en realidad, el mayor beneficiario de las buenas obras realizadas es uno mismo: mientras las hacemos, podemos esperar que el mundo cambie, pero lo que realmente interesa es que nosotros mismos cambiemos. Hace tiempo que digo por ahí que la verdadera caridad debe transformar al que la hace, no al que la recibe y de ahí que esta pequeña historia me pareciera tan preciosa. La case iba sobre la ingratitud. No debemos dejar de empujar por la ausencia de éxito o reconocimiento, debemos insistir en hacer las buenas obras porque el mayor beneficiario del bien que realizamos es siempre uno mismo.
El Mercado Solidario, la verdad, no es que aporte una cantidad importante de dinero a los gastos del centro. Este mes hemos conseguido ingresar 63 euros… ¿Pero qué importa? Hemos empujado la roca. En Terrassa y en Lleida podríamos haber hecho conferencias más completas, podríamos haber aprendido más, podríamos haber sido más compañeros… ¿Pero qué importa? Hemos empujado la roca… Mientras lo hacemos, fortalecemos nuestros brazos y piernas, nuestras mentes y corazones, para el servicio al prójimo, a nuestra doctrina, a Nuestro Señor y al Creador… pero sobretodo, buscamos llenos de esperanza y alegría nuestra evolución.
Con mi más hondo deseo de que empujéis la roca ahí donde estáis,
Cariños de la hermana menor
Parando para analisar todo lo que vivimos me llena de alegria saber que puedo empujar la roca y que no estamos solos. Esta Dios, esta nuestro angel de la guardia, esta la familia y los amigos... Tienes toda la razon de que lo imporante es hacer para uno mismo consciente de haber hecho el mejor que podia...los frutos cogeremos en el porvenir...tarde o temprano...y lo cogeremos.
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