Entre los mundos
inferiores, la Tierra pertenece a la categoría de los de expiación y pruebas,
porque en ella existe el predominio del mal sobre el bien. Aquí el hombre lleva
una vida llena de vicisitudes, por ser todavía imperfecto, y hay para sus
habitantes más momentos de desdicha que de alegría.
Así como ocurrió con la
estructura física de la Tierra, también la evolución moral ha avanzado
gradualmente, sin interrupciones. «Los períodos geológicos señalan las fases
del aspecto general del globo, como consecuencia de sus transformaciones. Pero,
con excepción del período diluviano, que se caracterizó por una modificación
repentina (fue una época de grandes cataclismos en el planeta), todos los demás
transcurrieron lentamente, sin transiciones bruscas. Durante todo el tiempo que
tomó a los elementos constitutivos del globo ocupar posiciones definitivas, las
mutaciones deben haber sido generales. (...)»
De igual modo ocurre
con la parte moral e intelectual de los Espíritus que habitan la Tierra. Es muy
cierto que si bien nuestro planeta es un mundo inferior, no está considerado como
primitivo, o sea, destinado a las primeras encarnaciones de los Espíritus. Los
habitantes de la Tierra son Espíritus que poseen un determinado progreso.
«(...) Pero, también, los numerosos vicios a los que se muestran propensos,
constituyen un índice de gran imperfección moral. Por eso, Dios los colocó en
un mundo desapacible, para que expiaran allí sus faltas, mediante un penoso
trabajo y las miserias de la vida, hasta que hayan merecido ascender a un
planeta más dichoso.
No obstante, no todos
los Espíritus que encarnan en la Tierra están allí para expiación. Las razas a
las que llamáis salvajes están compuestas por Espíritus que acaban de salir de
la infancia y que en la Tierra se encuentran, por decirlo así, en camino a la
educación, para crecer por medio del contacto con Espíritus más adelantados.
Vienen después las razas semicivilizadas, constituidas por esos mismos
Espíritus que están en vías de progreso. Ellas son, en cierto modo, razas
indígenas de la Tierra que se elevaron hasta allí poco a poco, durante largos
períodos seculares, algunas de las cuales han podido llegar al nivel de perfeccionamiento
intelectual de los pueblos más esclarecidos.
Los Espíritus en
expiación (...) no son oriundos de la Tierra; ya han vivido en otros mundos, de
donde fueron excluidos como consecuencia de su obstinación en el mal y por haberse
constituido, en esos mundos, en causa de perturbación para los buenos. Debieron
ser degradados, durante algún tiempo, al ambiente de los Espíritus atrasados,
con la misión de hacer que estos últimos avanzasen, ya que llevan consigo
inteligencias desarrolladas y el germen de los conocimientos que adquirieron.
(...)»
«(...) La felicidad no
puede existir, por consiguiente, en la faz del orbe porque, en su generalidad,
las criaturas humanas se encuentran intoxicadas y no saben contemplar la grandiosidad
de los paisajes que las rodean en el planeta. Sin embargo, interesa observar que
en el globo terrestre es donde la criatura edifica las bases de su verdadera
dicha, por el trabajo y el sacrificio, camino a las más sublimes adquisiciones
en el mundo divino de su conciencia.»
La Tierra saldrá de la
condición de expiación y pruebas y pasará a ser planeta de regeneración. Está
sometida a la ley del progreso, como todo en la Naturaleza. «(...) Progresa, físicamente,
por la transformación de los elementos que la componen y, moralmente, por la
depuración de los Espíritus encarnados y no encarnados que la pueblan. Ambos
progresos se realizan paralelamente, debido a que el mejoramiento de la
habitación guarda relación con el del habitante. Físicamente, el globo
terráqueo ha experimentado transformaciones sucesivas, que la Ciencia ha comprobado
y que lo hicieron habitable por seres cada vez más perfeccionados. Moralmente
la humanidad progresa por medio del desenvolvimiento de la inteligencia, del
sentido moral y por la moderación de las costumbres. (...)»
«Para que los hombres
sean felices en la Tierra, es preciso que solamente esté poblada por Espíritus
buenos, encarnados o no encarnados, que se dediquen tan sólo al bien. Como ha
llegado el momento oportuno, se verifica una gran emigración de los que la
habitan: la de los que practican el mal por el mal mismo, no tocados todavía
por el sentido del bien, quienes por no ser ya dignos del planeta transformado
serán excluidos, porque (...) podrían constituir un obstáculo al progreso. Irán
a expiar la dureza de sus corazones, unos en mundo inferiores, otros en razas
terrestres todavía atrasadas (...). Los substituirán Espíritus mejores, que
harán que reine en su seno la justicia, la paz y la fraternidad.
Según lo anunciado por
los Espíritus, la Tierra no habrá de transformarse por medio de un cataclismo
que aniquile súbitamente a una generación. La actual desaparecerá gradualmente
y la nueva la sucederá del mismo modo, sin que haya ninguna variación en el orden
natural de las cosas.
(...) En cada niño que
nazca en vez de un Espíritu atrasado e inclinado al mal, que antes encarnaría
en ella, vendrá un Espíritu más adelantado y propenso al bien (...)» «La época
presente es de transición; se confunden los elementos de las dos generaciones. Colocados
en un punto intermedio, asistimos a la partida de una y a la llegada de la
otra, destacándose cada una en el mundo, por sus caracteres peculiares. Correspondiéndole
fundar la era del progreso moral, la nueva generación se distingue por
inteligencia y razonamiento generalmente precoces, sumados al sentimiento
innato del bien y las creencias espiritualistas, lo que constituye señal
indudable de cierto grado de adelantamiento anterior. No estará compuesta
exclusivamente por Espíritus eminentemente superiores, pero sí por los que
habiendo progresado ya, se encuentran predispuestos a asimilar las ideas
progresistas y aptos para secundar el movimiento regenerador (...).»
He aquí pues, el
destino inmediato de la Tierra: planeta de regeneración. No obstante, continuando
con su progreso ininterrumpido, ascenderá a niveles cada vez más altos, hasta alcanzar
la perfección a la que todos estamos predestinados.
Muy interesante,,¡gracias!
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