Hola familia,
El sábado 31/03 es
festivo en CEADS y por tanto no haremos reunión.
En la Doctrina Espírita
no hay ningún calendario de celebraciones, ni tampoco un listado de sucesos
especiales para conmemorar, pero aprovecho la ocasión de semana santa para
compartir una experiencia.
Conocí un grupo en Brasil
que se reúne para el estudio del espiritismo una vez a la semana, hace cosa de
un año. Cada componente del grupo se encarga de preparar una pequeña clase del
libro que está leyendo y luego la expone delante de los demás compañeros. Me
llamó la atención que una niña de 12 años también diera su clase, pero el
contenido de su exposición me quedó grabado en la memoria. La niña estudiaba un
libro sobre el evangelio de Jesús y más o menos nos explicó lo siguiente…
La mañana que los apóstoles encontraron el sepulcro de Jesús abierto fueron presa de gran turbación. Ya no era bastante que el reino de los cielos no hubiese bajado a la tierra; no era suficiente con que el mesías hubiese sido crucificado entre ladrones; no había sido el colmo todo el temor por sus propias vidas, la vergüenza por abandonar a su amado Maestro, la desorientación que provocaba haber entrado triunfalmente en Jerusalén para luego ver a Jesús torturado y crucificado… Todo había salido mal, pero no había acabado. Encima, como si todo lo anterior no fuera suficiente… El sepulcro estaba vacío y no sabían quién se lo había llevado o adónde. Sin fe el sepulcro vacio es un signo más de derrota e impotencia en una cadena de fracaso y desilusión… Con fe el sepulcro vacio nos convoca a confiar en que todo va bien, porque participamos en un plan mayor que nosotros mismos, cuyos detalles y desenlace se nos escapan de momento, pero nada sucede que no sea parte del plan de Dios para la humanidad, en su conjunto, y la criatura, en particular.
Desde que escuché a esta
niña, cada vez que paso por una situación difícil o soy testigo de algo que
parece como que no debiera suceder, intento mantener la serenidad. Como si de
un mantra se tratara, repito mentalmente “el sepulcro está vacío, pero todo va
bien”. Todo va perfectamente, pese a que no siempre salga como a mí me gustaría
o como yo lo hubiese ordenado. La doctrina espírita nos enseña que hay causas en
el pasado espiritual de cada uno de nosotros, de los colectivos en los que
participamos y de los pueblos que explican perfectamente todas y cada una de
las situaciones que vivimos. De momento, no las conocemos – ¡gracias a Dios! -,
pero podemos, sí, estar seguros de que todo va bien, todo marcha bien y en
conformidad al plan de Dios para el progreso de todos los seres.
Mientras escribo pienso
en algo que he leído hace poco: “La fe es la participación en la vida de Dios,
es la experiencia de la vida de Dios en nosotros, que permite ver a nosotros
mismos, y a la realidad que nos rodea, como si lo hiciéramos con los ojos de
Dios”. Su autor, Tadeusz Dajczer, en Meditaciones sobre la fe, nos habla de cómo
esta virtud nos hace comprender la acción de Dios en todo y comprender que lo
que conocemos solamente de una manera humana y profana nos es la totalidad de
la realidad, sino que apenas es una visión de su aspecto externo, la captación
de las causas secundarias, a través de las cuáles se expresa la causa primera.
No sé vosotros, pero no
me canso de darle vueltas a esto: tener fe es pensar como Dios. En el
espiritismo abrazamos una fe razonada, anti-dogmática, que busca el porqué de
las cosas. Para Tadeusz Dajczer, la fe
es una especie de razón sobrenatural asentada sobre las aptitudes naturales del
alma. En todo caso, hace falta pensar como Dios para afrontar ciertas
situaciones de nuestra vida con un mínimo de serenidad. Contemplar el sepulcro
vacío sin turbación no es algo que uno pueda hacer sin conocer su esencia
divina. Por esto hay tanta desesperación en el mundo, por esto tanta ansiedad,
tanta angustia… La humanidad aún ignora en gran medida su naturaleza divina.
Todavía cuesta mucho penetrar el pensamiento de Dios. Pero para enseñárnoslo
están las niñas de 12 años, la doctrina espírita y también las agruras de la
vida. Jesús vive, la muerte es un fenómeno biológico. Somos seres espirituales
viviendo una experiencia física.
Que podamos contemplar el
sepulcro nuestro de cada día diciendo: el sepulcro está vacío, pero todo va
bien.
Cariños de la hermana
menor
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