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domingo, 5 de enero de 2014

Camino de perfeccionamiento

Hola familia, ¡feliz año!

Ayer empezamos 2014 en CEADS con el estudio del evangelio. El Maestro no deja de renovar su invitación a que alcancemos niveles más elevados de conciencia. Su voz, algunas veces inaudible por el ruido del que nos hacemos rodear, otras veces incomprensible por la inmadurez espiritual, sigue proyectándose a través de los siglos, esperando que pueda finalmente hacer vibrar nuestras conciencias:
Mas yo os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen: y rogad por los que os persiguen y calumnian. - Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? - Y si saludareis tan solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen esto mismo los gentiles? -"Sed, pues, vosotros perfectos, así como vuestro Padre celestial es perfecto". (San Mateo, cap. V, v. 44, 46, 47 y 48.)
Los publicanos eran los cobradores de impuestos, gente corrupta y de muy mala fama en la época de Jesús. Los gentiles eran los que no eran judíos, es decir, nos que no pertenecían al pueblo que se creía elegido de Dios. Nos dice Jesús que si sólo nos preocupamos por los que nos aman, no hacemos más que éstos, los que consideramos corruptos e “impuros”.  Quiere el Maestro que vayamos a más… ¿Qué quiere decir esto? Os resumo un poco de lo que hablamos ayer en la discusión del Cap. XVII de El Evangelio según el Espiritismo.

El amor cósmico, ágape, signo de la perfección, es un objetivo que debemos perseguir como espíritus inmortales. No hay que recriminarse por no ser capaz de sentirlo ahora mismo y menos por personas que deliberadamente nos hacen daño. La propuesta del Maestro es tan solamente de que nos pongamos de camino, que despertemos para la necesidad de considerar a todas las personas, incluso las que nos perjudican, como dignas de ser amadas. Inicialmente podemos practicar el ejercicio de no desearles mal, de no devolver el daño que nos hacen. Podemos y debemos pedir a Dios por estas personas, comprendiendo que si nos hacen daño de forma deliberada, es a sí mismo que hacen más mal.


La máxima “amar a los enemigos” no implica hacerse cómplice del que nos hace daño, porque nadie puede amar al prójimo, y menos a un enemigo, sin amarse a sí mismo. Permitir que las personas nos hagan daño en actitud de auto-flagelo no es amar al enemigo, es alimentar a su crueldad. Es necesario aprender a preservar las emociones, educándonos para actuar con compasión en el caso de que nos agredan, sin que esto suponga permitir que nos maltraten. Lo que pasa es que solemos pasar de la defensa al ataque demasiado rápido. Sólo una actitud de auto-conocimiento y educación de las emociones puede poner límites a la agresividad ajena sin la producción de agresividad interior. No es algo que se consiga de la noche a la mañana: cada nueva encarnación es una oportunidad de seguir en este camino de perfeccionamiento.


Cada “enemigo” que tenemos es una oportunidad que la vida nos presenta para aprender la lección de la educación de nuestras emociones. Los hay encarnados y desencarnados. No debemos olvidar que a nosotros también hay muchos que nos consideran sus enemigos. Por renovados que sean nuestros propósitos en la presente encarnación, el pasado espiritual de cada uno está lleno de equivocaciones de toda clase. La actitud del verdadero espírita es la de actuar con compasión hacia sus enemigos, intentando imaginar que su historia vital y/o espiritual les ha convertido en quiénes son y viendo en la convivencia con ellos una oportunidad de crecimiento. No es un ejercicio fácil, placentero o rápido, pero la recompensa es la de una conciencia tranquila, reconciliada con las leyes cósmicas. ¿Quién podría pedir más?

Pongamos en la lista de buenos propósitos de 2014 la indulgencia, la tolerancia y la paciencia con aquella persona, tal vez un jefe, tal vez un compañero de doctrina, un hijo, una ex-pareja… Que el Maestro nos envuelva a todos con su amor, fortaleciéndonos en la búsqueda de la perfección. Seremos perfectos, como perfecto es nuestro Padre Celestial.


Cariños de la hermana menor

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