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martes, 7 de enero de 2014

LA IGUALDAD DE DERECHOS DEL HOMBRE Y DE LA MUJER

Hola familia,

atendiendo a pedidos, vamos a publicar el texto de la clase de sábado más pronto, así los más aplicados podéis preparar mejor el tema de estudio. Estrenamos nueva ley natural, la ley de igualdad.

Cariños de la hermana menor

LA IGUALDAD DE DERECHOS DEL HOMBRE Y DE LA MUJER

Las desigualdades provenientes de las más variadas condiciones espirituales, de los diferentes pueblos de la Tierra, siempre son «…obra del hombre y no de Dios…». En realidad Dios creó a los Espíritus iguales y destinados al mismo fin, pero los hombres, debido a las imperfecciones morales que todavía poseen, crearon leyes, muchas de ellas injustas y hasta crueles, para regular las relaciones en la sociedad. Como consecuencia de esas leyes han surgido las desigualdades, más o menos pronunciadas en determinadas naciones, conforme con el grado evolutivo de sus elementos humanos. Sin embargo, el progreso sigue su curso ascendente y ininterrumpido y la desigualdad, como todo lo que es inferior, «… día a día disminuye… Desaparecerá cuando dejen de predominar el egoísmo y el orgullo. Entonces, quedará solamente la desigualdad de merecimientos.


Día vendrá en que los miembros de la gran familia de los hijos de Dios dejarán de compararse por la pureza de la sangre. Sólo el Espíritu es más o menos puro. Aun las desigualdades tolerables o normales para la categoría de nuestro planeta, dejarán de existir. «…No se abolirán tan pronto como los unionistas desearían o imaginan… Ni se harán desaparecer con revoluciones ni con guerras, ni leyes, decretos o discursos, disturbios ni maldiciones». Las desigualdades irán desapareciendo de modo lento y gradual, de acuerdo con el ritmo de los esfuerzos individuales y colectivos, por el progreso moral, y entonces serán destruidos los privilegios de casta, sangre, posición, sexo, raza, religión, etc. Del mismo modo, en una sociedad moralizada no se producirá la diferencia que aún hoy se observa entre el hombre y la mujer. En este sentido, los Espíritus Superiores preguntan: «¿No otorgó Dios a ambos la inteligencia del bien y del mal y la facultad de progresar ?» Luego, ante los códigos divinos ambos poseen los mismos derechos; la diferencia de sexo existe por fuerza de la necesidad de las experiencias específicas, por las cuales el Espíritu precisa pasar. 


Además, el Espíritu, centella divina, no posee sexo conforme con las denominaciones humanas. Entre el hombre y la mujer existe la igualdad de derechos; «… no la de funciones. Es necesario que cada uno esté en el lugar que le compete, ocupándose de lo exterior el hombre y de lo interior la mujer, cada uno de acuerdo con sus aptitudes. La ley humana para ser equitativa debe consagrar la igualdad de los derechos del hombre y de la mujer. Cualquier privilegio concedido a uno o a otro es contrario a la justicia. La emancipación de la mujer acompaña al progreso de la civilización, su esclavitud marcha a la par con la barbarie. Además de eso, los sexos sólo existen en la organización física. Visto que los Espíritus pueden encarnar en uno u otro, bajo este aspecto no hay ninguna diferencia entre ellos. Por consiguiente , deben gozar de los mismos derechos». Por más que en el mundo se acentúen los cambios sociales, siempre serán diferentes las funciones del hombre y de la mujer, por necesidad de la planificación reencarnatoria. 


«El hombre y la mujer, en la institución conyugal, son como el cerebro y el corazón del organismo doméstico. Ambos son portadores de igual responsabilidad en el sagrado colegio que es la familia; y si en la vida, el alma femenina ha presentado siempre un coeficiente más avanzado de espiritualidad, es porque desde temprano el espíritu masculino intoxicó las fuentes de su propia libertad, a través de toda clase de abusos, perjudicando su posición moral en el transcurso de existencias numerosas, en múltiples experiencias seculares.

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