Buscar este blog

miércoles, 31 de agosto de 2016

¡Conéctate a la vida!

Por Janaína de Oliveira

Hablar del suicidio no es fácil. Siempre habrá quién diga que es mejor no mencionarlo, como si el silencio lo curara todo. Pero no es así. El silencio oculta, pero no cura una realidad que sólo puede ser afrontada con mucha empatía, coraje y humildad. Sin empatía no podemos compartir el dolor de los demás, reconocer que su dolor es nuestro también y decidirnos a implicarnos en la lucha contra el suicidio. Sin coraje no hay acción, se cae en la inercia que sencillamente espera a ver si las cifras de muertes por suicidio bajan por sí mismas, como por arte de magia. Sin humildad no se reconoce el sentimiento de impotencia que experimentamos cuando un ser querido te confiesa que se quiere quitar la vida… ¿Cómo le ayudas sin caer en las frases hechas y las imágenes de lugar común que sabes que te va a rebatir ni bien has abierto la boca? ¿Cómo traer a alguien de vuelta de este lugar de destierro en que se encuentra, donde los puntos de conexión con la vida le parecen un sin sentido? La verdad es que no se puede. Aun que lo quieras, no puedes traer de vuelta a esta persona que desea marchar antes de tiempo por sus propios medios, interrumpiendo su existencia física. Sólo esta persona puede encontrar dentro suyo el camino de vuelta a este lado de la orilla, donde uno sí tiene fuerzas para seguir adelante, a menudo pese a reveses muy duros. Lo único que puedes hacer es estar ahí, escuchar, demostrarle que te importa, que su dolor también te hace daño a ti. Solo uno mismo puede decidirse a conectarse con la vida. Mientras no aprendemos más sobre cómo ayudar a las personas que no pueden con sus vidas, lo único que podemos es hacerles saber que permanecemos aquí.



CEADS sigue aquí. La tercera semana de prevención del suicidio es un grano de arena en la playa de las necesidades humanas. Volvemos a enviar carta certificada al conseler de salut de Catalunya, el señor Antoni Comín i Oliveires, pidiéndole, entre otras cosas, la creación de una secretaría para la prevención del suicidio. Saldremos a la calle el día 10 de septiembre para manifestarnos por que se asuman responsabilidades ante este grave problema de salud pública. Mientras, en nuestro centro hablamos de la inutilidad del suicidio ante la inmortalidad del espíritu. Solo la materia perece, el espíritu no muere nunca, pero sí sufre ante la transgresión de la ley que el suicidio representa. Observaremos con esperanzas renovadas la implementación del Plano de salud mental de Barcelona 2016 - 2022, que reconoce la necesidad de la prevención, la promoción y la atención de la salut mental. El plan menciona el suicidio de forma explicita, apuntando a la creación de programes de prevención del suicidio.

En 2014, 3.910 personas no pudieron con sus vidas. Por las razones que sean, que pueden ser económicas, emocionales, mentales o desconocidas, el hecho es que hay personas que no pueden con sus vidas. Son más de las que nos gustaría reconocer. Más de las que sabemos. Son muchas, pero aun que fuera una única persona, seguiríamos aquí. Puertas afuera, hacemos todo el ruido que podemos para romper el silencio que cubre el suicidio, para cobrar responsabilidad política y para crear conciencia social. Puertas adentro escuchamos a quién quiera compartir con nosotros su dolor y sus dudas. Sabemos que sólo uno mismo puede encontrar el camino de vuelta, sólo uno mismo puede decidir permanecer a este lado de la orilla. Por esto el lema de este año, Conéctate a la vida, es un imperativo. Hazlo. ¡Hazlo! Tu puedes. Hagamóslo todos, con empatía, coraje y humildad, cada día de nuestras vidas, hasta que la vida misma nos lleve a mejor puerto y ahí podamos contemplar felices aquellos días tan duros que vencimos gracias a la fuerza que encontramos dentro de nosotros mismos.

¡Únete a la 3ª Semana de Prevención del Suicidio! ¡CONÉCTATE A LA VIDA!


martes, 30 de agosto de 2016

¡Vuelta a las clases!!

Muy buenos días

Después de algunos merecidos días de descanso, recuperamos las energías, ¡volvemos a las clases!!

Este sábado, 3 de septiembre, tenemos el Estudio Sistematizado del Evangelio según el Espiritismo, con el tema de la oración, y nuestros monitores, Theyla y David nos envia tarea de casa. Nos solicitan que preparemos alguna historia personal de experiencia activas del uso de la oración que resultarán en consuelo, cura, armonización, etc.



También es con alegría que retomamos las clases de la Educación Espírita Infanto-Juvenil todos los sábados, a la misma hora de las clases para los adultos, para que toda la familia pueda participar de las actividades de CEADS.
Para participar de la Educación Espírita Infanto-Juvenil es necesario hacer inscripción a través del email estudiosceads@gmail.com o personalmente con Janaina o Marcello.



¡Os esperamos!!

Equipo Divulgación CEADS


jueves, 18 de agosto de 2016

Escuchando el silencio

Desde mi revolución interior, entre maremotos de lágrimas y terremotos emocionales, siento que agonizo en la más triste soledad.

Me hablo, converso conmigo mismo y lo que sería un monólogo se convierte en un diálogo entre dos: la persona que creo que soy y la que posiblemente sea pero que no conozco.

Dos personas en una: yo misma con diferente sonido y lenguaje (eso creo, así lo entiendo).

¿Será por qué no me he prestado nunca la suficiente atención?

Todo se complica más, cuando interviene una voz en ocasiones discontinua y en otros momentos, permanente. Se instala sin avisar y sin presentarse, como si se tratara de un huésped de confianza que viniera a visitarme cuando le apeteciera y le hubiera dado la llave de mi casa.

Esa voz sólo participa para decirme lo mal que se ha portado la vida conmigo siendo yo una magnífica persona. Me insta a que no luche para estar bien, porque no tengo salida y mi destino es morir joven y sola. Me habla de la negatividad, de la desesperación, de la furia, de la injusticia y de la rebeldía como armas defensivas.

Mis momentos grises los pinta de negro y los sombrea hasta que quedo ciega ante la mismísima oscuridad. Mi único deseo y mi única voluntad es desparecer, quitarme la vida.
Me planteo si esa tercera voz no será mía y si no lo es ¿de dónde proviene, cuál es su origen y su finalidad? ¡Sigo sin entender!

Cuestiono hasta el aire que respiro y la desconfianza me arrebata cualquier rayo de luz o de color.
Me enfrento a las cuatro paredes de mi habitación, pero no consigo nada. Ellas han escuchado y vivido innumerables experiencias, pero no hablarán ni cerrarán jamás mis interrogantes abiertos. ¡Qué absurdo pensamiento!
Simplemente son paredes  a las que no puedo hacer responsables por no saber destruir mis propios muros.



Estoy al borde de una “locura”. Maldigo a ese llamado Dios, censuro  a mi madre por haber permitido que naciera, rechazo a mi familia, condeno a la vida,  y me ¡aborrezco a mí misma…!
Lo peor y lo más grave, es que me recreo en ello.

Mi rigidez me parte por la mitad. ¿Por qué yo, por qué a mí? ¡Yo no he hecho nada malo para merecer este infierno!

Mi mirada está ida y temblorosa como tantas veces que me dirijo  en este desorden caótico.
Intento tranquilizarme…complicado… pero sé que puedo conseguirlo, respirando lentamente, intentando poco a poco, salir de lo que puede ser sólo una trampa y una fantasía de mi imaginación. 

¡No lo sé!
Me asusto de mí misma y cuando entro en este estado de más “lucidez”, me temo más porque una de esas voces de mi interior me abre el camino hacia la salida y eso me produce una gran inquietud y una enorme ansiedad cuando escucho: “¿Por qué te provocas situaciones tan límites?, ¿por qué no te respetas?, ¿por qué te regocijas en tu propio sufrimiento?”

Abro la puerta de par en par para que entre un rayo de sol tímidamente en mi corazón, en esa sensibilidad sepultada, en ese amor frustrado hacia la vida, hacia mi existencia.

Siempre fui una idealista, compañera fiel e inseparable de la utopía, creyendo que era la única manera de crecer y vencer.



Me voy reponiendo y reajustando poco a poco las piezas y engranajes de mí ser. Pero, como siempre, hay alguna de esas piezas que una vez desmontadas, no me encaja.

Siempre sobra o falta… y yo buscando un equilibrio entre la abundancia de negaciones y desilusiones y la carencia de confianza y de amor.

Esa polaridad de la que hago mención, se convierte en mi rincón de reflexión.

Escuchando las noticias en la radio, me imagino por un momento, hablando con una de esas víctimas inocentes del terrorismo o  desolados por accidentes naturales. Ahí, contándoles en primera persona mis penas, mis pesares, mis depresiones (algunos las etiquetan de locura).

Si, a cada uno le duele lo suyo; justo es lo que pensaba hasta este preciso momento en que un gran suspiro salido de lo más hondo, me sirve de vehículo para transportarme a una realidad mucho más dura y cruda que la mía.

Mi visión ahora es de superviviente de mi propia historia, sacando esas fuerzas de flaqueza que eso implica.

Miro y observo mi cuerpo íntegro. Físicamente lo tengo todo. Intelectualmente, soy una persona creativa, con ideas innovadoras y con una mente abierta. ¿Entonces qué falla?

Mi conciencia se sienta a mi lado y se coloca justo en frente mío. Este momento es un regalo sanador de heridas y rectificaciones de actitudes y de pensamientos. Así lo creo y así lo vivo!

Dios mío, es la conciencia de mi alma, que ha estado presa entre los barrotes de la ceguera de mis ojos y la sordera de mis oídos no físicos, como consecuencia de la ignorancia  disfrazada de dolor y orgullo, durante tanto, tantísimo tiempo.

Cansada de sufrir, me ofrece sus manos amigas, llenas de ese gran regalo de un valor incalculable que no se paga con dinero, pero con un precio moral alto de aprendizaje y compromiso por mi parte.
Siento como si abriera mi corazón cerrado herméticamente por el endurecimiento y la amargura y lo hace con la llave maestra de la reconciliación, la única que puede abrirlo.
Deposita en mí una caja sin envoltorio, repleta y rebosante de caridad, serenidad, calma, auxilio, paz y amor.

¡El papel de regalo lo pongo yo como protección, responsabilidad y agradecimiento, ahora y siempre!
Correspondo a esta gran dádiva con el corazón abierto de par en par, porque realmente esa conciencia soy yo misma.

Ahora sí que distingo realmente la verdadera voz que me guiará y me encaminará: la misma que durante largos años me ha dicho y me está diciendo en este momento presente: “Los ruidos interiores nos ensordecen y nos ciegan, por eso tenemos que aprender a escuchar el silencio, que es el que nos conducirá a nuestro verdadero YO,  a esa verdadera vocecita que nos ofrecerá un aplauso de ánimo y motivación para continuar en nuestras conquistas!

¡Ahora entiendo y comprendo, conectando con la Vida y con lo más Alto que siempre ha sido una única y sola voz y las demás eran un eco de mis imperfecciones!


¡Ssshhh… escuchemos al silencio que está hablando!

jueves, 11 de agosto de 2016

¡Para y camina!

Siento angustia, miedo, ahogo en mi pecho. Hablo y nadie me contesta. He perdido mi identidad, dudo si soy yo o soy otro.

Murmullos, voces, rumores, gritos estridentes en mi mente. Nooooo…quiero salir de este infierno, ¡sacadme de aquí!!!

Presencias no deseables y paisajes dantescos a mí alrededor.

Por favor, sacadme de aquí!  No quiero esto para mí y tampoco lo deseo para nadie! No quiero estar aquí, ¡sacadme por el amor de Dios!!!

Me despierto ansioso y espantado, empapado de sudor frío. Me toco los brazos, las piernas, la cabeza, el cuerpo, para identificarme con el que soy. Voy al lavabo a mirarme delante del espejo, con temor a quien puedo encontrarme y si seré capaz  de reconocerme.

Aun temblando, me digo a mi mismo: “Sé valiente, mírate y obsérvate”. No quiero encender la luz pero hay una fuerza en mi interior que me anima a ese desafío de “autodescubrime”.

El ambiente que respiro ha cambiado desde que he despertado, pero sigo vigilante porque ese sueño una vez más me ha impactado e impresionado para ser sólo eso, un sueño.



Soy totalmente racional e intento entender, pero no lo consigo.

Siento que pierdo energía y fuerza, volcando mi pensamiento hacia esas horribles pesadillas.

Cuando pongo la mano en el interruptor de la luz del lavabo, es como si alguien me indujera a encenderla con la suya.

Me enfrento a mí mismo; si, soy yo, con la cara desencajada y es que todavía dura el efecto y la confusión de esta vivencia entre lo real y lo ficticio.

Mi corazón y mi pulso, poco a poco vuelven al ritmo de la normalidad.

Ya son demasiadas las ocasiones que he sufrido esta experiencia y la única vez en la que me planteo y consigo enfrentarme  a ella.

Delante del espejo caigo en un llanto desesperado,  preguntándome una y otra vez: “¿Qué está sucediendo?, ¿qué está pasando?, ¿es un aviso?, “¿acaso es un sueño premonitorio…o bien una oportunidad para cambiar mis hábitos más tóxicos?

¡Momento de reflexión!

Si mis amigos me vieran, se burlarían y me humillarían. Pero ¿por qué pienso en ellos en este instante tan íntimo y no en mí?
Si, empiezo a serenarme como si alguien me ayudara a hacerlo.
¿Pero quién? ¡Si estoy solo!
Será que mi raciocinio no me deja ver ni sentir.

Me doy un baño de agua muy caliente y consigo relajar mi cuerpo dolorido por la tensión, no sin antes pasar un tiempo vigilante y a la expectativa de que algo vuelva a sorprenderme y me descoloque “atacándome”.

Vuelven pensamientos negativos a mi mente, ganas de quitarme la vida, prometiéndome a mí mismo que soy incapaz de continuar soportando  durante más tiempo esta experiencia reiterativa y cada vez más tenebrosa.

Empiezo a ser consciente de mi vacío interior, de mi automatismo y desmotivación, de mi   soledad, del rechazo hacia mí mismo, del hastío que me profeso, de la auto-destrucción y la desilusión hacia todo y todos que me rodean.

En definitiva, ¡de la miseria interior que me alimenta el alma!

Me sorprenden estos pensamientos salidos de la “nada”, porque no les encuentro explicación. Estoy confuso y al mismo tiempo y lentamente los voy filtrando e integrando a través de la voluntad que me produce el cansancio, la preocupación y al mismo tiempo, el temor de pensar en un final trágico.

¿Será que en ese vacío inmenso y abismal que es mi interior, puede haber espacio para toda esta situación y pensamientos nuevos?

No me reconozco, pero lo importante es que me siento bien!

En broma, me planteo que posiblemente le haya gustado a algún alma en pena  y caritativa que quiere “salvarme”.

La gente habla mucho de espíritus y no veo que mi idea sea tan abstracta…o si…no lo sé! Sólo intento animarme con un poco de humor sarcástico.

El agua de la bañera comienza a enfriarse, lo que me recuerda que ya ha pasado un tiempo más que considerable y que tengo cosas que hacer.

Sí, es la primera vez en 42 años de vida,  que me he sentido a gusto y en paz conmigo mismo…creo y dudo al mismo tiempo y es que el escepticismo es como una sombra  hecha a medida que  me persigue!

Preparado  para salir de casa, empiezo a entrar en un estado “raro”. Oigo un “algo” que identifico con las voces de esas  horribles pesadillas,  intentando convencerme de lo equivocado que estoy escuchando esos pensamientos serenos que me han causado tanto bienestar. Con tono impositivo, me obligan a que no ceda ni caiga en esa supuesta “calma y tranquilidad” porque todo es una mentira de mi imaginación.

A pesar de ello, una parte de mí, me dice que no puedo seguir como hasta ahora, perdido en este absurdo vacío que no me aporta nada constructivo, sino todo lo contrario y con unos  supuestos amigos que los tengo como compañeros de desilusiones, carencias y debilidades.

“STOP,  para y no te equivoques con esa farsa. Acabarán con tu vida; si sigues por ese camino que te llevará a la tortura psíquica y a la perdición”

Estas son las palabras que oigo de manera invasiva. ¡Están dictando mi sentencia!
Entro en pánico y me siento atrapado como si se tratase de una red imaginaria aunque la siento física y mentalmente.

Noooo, no quiero ir a ese lugar de las pesadillas. ¡Noooooo, por favor!!!
Pido ayuda a no sé quién,  entre gritos de desesperación envueltos en lágrimas y  la pido por primera vez en mi vida desde lo más hondo de mi ser e intento recordar el momento del baño, tranquilo, relajado y en paz!
Escucho un susurro más débil que las duras palabras impositivas, que poco a poco van cogiendo fuerza y firmeza, sin exigencias y si con delicadeza y dulzura :

“Escucha a tu corazón, sólo a él. Estamos aquí para ayudarte y nadie te hará daño si tú no lo permites. Adquiere esa fortaleza a través del AMOR. Tú puedes, sólo tienes que querer y sintonizar con Nosotros!”

¿Sintonizar? ¡Eso es nuevo para mí!
¿De dónde salen esos pensamientos,  ese vocabulario que por mí solo sería incapaz de expresar?
Algo está sucediendo, un no sé qué, que me hace parar, escuchar y recapacitar mientras que simultáneamente empiezo también  a sentir, dejando mi parte racional y descubriendo lo que siento como ternura.



Desde que murió mi madre cuando yo era adolescente, mi vida ha sido un desenfreno, una locura de huidas, un túnel sin salida construido de desesperación y sufrimiento infinito con paredes hechas  de resistencias y negaciones a sentir.

Pero lo más importante y prioritario ha sido  el deseo constante de poder reencontrarme con ella,  a la que amaré eternamente.

Varios intentos de quitarme la vida, para sacarme del medio, para no ser una molestia para la sociedad y para que alguien en algún momento desde algún lugar, pudiera echarme de menos, aún sin conocerme.

Guardo varias cartas de despedida, reflejando sentimientos de culpabilidad; si, culpabilidad ¿pero de qué?De haber nacido, de haber sido un rebelde, de no ser escuchado ni atendido.
¿ESCUCHADO? Siento que es el momento de que ya lo haga. Posiblemente no soy tan malo como pienso, pero tampoco soy tan bueno como les gustaría a otros. Simplemente, SOY!

PARO y me cedo el paso. Freno durante unos segundos de mi vida para dejar pasar la rabia, el dolor, la culpabilidad, la tristeza, el resentimiento, la oscuridad.
Pido ayuda porque sé que las personas son como yo: ni tan malas ni tan buenas. Quiero darme una oportunidad de ser ayudado, orientado y me tomaré durante  el tiempo necesario que seguramente será mucho, dosis enteras de aceptación, de esperanza, de amor hacia mí mismo y hacia los demás.

No sólo cediéndome el paso para ser feliz, sino parándome en cada estación de mi vida para continuar con más fuerza y coraje, siempre con la ayuda y la asistencia de esas voces amigas con las que he aprendido a sintonizar.

Me han enseñado que  la vida es el mejor regalo que nos han dado. Cuidémosla  como el tesoro más preciado, al mismo tiempo que nos queremos y amamos.

¡GRACIAS!

jueves, 4 de agosto de 2016

Escuchar

Hoy me he parado, cansado de caminar sin rumbo ni esperanza, obligado por la desilusión y frustración.

Agotamiento acumulado producido por la sobrecarga de peso emocional, físico  e intelectual.

Siempre pensé que detenerme un instante significaba perder ese momento o “dejarlo de vivir”.

Qué equivocado estaba!

VIVIR precisamente es PARAR, RESPIRAR, SENTIR, acompañado de una ESCUCHA latente como la de mi corazón.

ESCUCHAR sus latidos, como lenguaje y expresión de la VIDA MISMA, del AGRADECIMIENTO de mi existencia.

ESCUCHAR el silencio de mi más profundo ser interior, sin interferencia ninguna, ni agentes ni ecos externos contaminantes y viciados.


ESCUCHO que debo sentirme cómodo en mi propia casa y para ello he de dejar espacio, desechando pensamientos que me introducen en una espiral que me arrastra hacia la oscuridad y la desesperación, dirigiéndome hacia el abismo e   induciéndome a destruir mi vida, vacía y sin sentido aparente.

Vuelvo a PARAR y es entonces cuando percibo que necesito ¡LUZ!

Esa claridad y luminosidad para no tropezar ni caer con obstáculos impuestos por mí mismo, debido a las exigencias socio-culturales y de modas que nos etiquetan a las personas para que ESTEMOS y dejemos de SER.

Escucho una voz que resuena en mi interior pero que en parte me es desconocida porque siempre he estado ocupado por caminar aunque fuera sin dirección, sin destino ni objetivo. Esa voz desconocida, pero no ajena a mí ser.

Me acomodo en la “sala” más reconfortante de mi vivienda: mi corazón.

Y escucho como me habla con mucho AMOR: “Quiérete, ámate y expándete hacia lo ALTO.  Eres único,  tu existencia también lo es.

Encuéntrate a ti mismo, pide ayuda a tus guías, a tu familia, a tus amigos y compañeros de camino y cuando te hayas reconciliado y hecho las paces poco a poco contigo mismo, seguirás ESCUCHANDO…pero ahora será la música y suave melodía de tú alma, sedienta por aprender y hambrienta de querer.

Tu casa ya limpia, ambientada y adornada de buenos pensamientos, será el hospedaje de ideas, intuiciones, inspiraciones y compañías serenas, armoniosas y equilibradas.

¡Sintoniza con ellas y sigue ESCUCHANDO a tu corazón, el que está instalado en lo más profundo de tu interior, mientras tu alma se envuelve de  FE y ALEGRÍA DE VIVIR!”