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martes, 21 de marzo de 2017

¡160 años de mucha luz!

Por Silver Chiquero

Hippolyte-León-Denizard Rivail, mayormente conocido como Allan Kardec, nació en Lyon (Francia) en 1804. Estudió en su ciudad natal y luego en Yverdon (Suiza), como discípulo del pedagogo Johann Heinrich Pestalozzi. 

En 1824 el señor Kardec se trasladó a París y se dedicó a la enseñanza basada en el método Pestalozzi hasta que por problemas económicos acabó trabajando de contable y traduciendo obras inglesas y alemanas. 

En 1832 se casó con la institutriz Amelia Boudet y desde entonces hasta 1848 escribió cinco libros relacionados con la enseñanza.

En 1854 oyó hablar de unas reuniones de moda entre la burguesía francesa, sobre fenómenos inexplicables como mesas ambulatorias, giratorias o danzantes y de escritura automática. 

En 1855 al reencuentro con un amigo suyo, Carlotti, le invitó a una de aquellas reuniones y Kardec, que era totalmente escéptico sólo accedió con la intención de poder desmontarlas. Quedó impresionado y analizando la situación escribió “hube de reconocer un hecho, y por consecuencia, una causa que lo determinara, que desde luego conceptué seria y como la revelación de una nueva ley que me propuse profundizar”, ampliando la ley física de causa y efecto a la ley moral de causa inteligente y efecto inteligente.
Empezó a asistir con regularidad a estas sesiones, provisto de “una serie de cuestiones preparadas y metódicamente ordenadas” que también envió a médiums de todas las partes del globo para que fueran respondidas por espíritus de todo el mundo. Recopiló todas las respuestas y tras compararlas seleccionó las que, aunque con diferentes palabras, tenían el mismo fondo “que recibieron contestación precisa, profunda y lógica”. 

Todas estas cuestiones son las que organizadas y completadas, concienzudamente repasadas y corregidas por la entidad espiritual que se identificó ante Kardec como “la Verdad”, sirvieron como base del cuerpo de la doctrina de El libro de los Espíritus, editada el 18 de abril de 1857, agotada a los pocos días y llegando a la decimosexta edición, en vida de Kardec.

En los prolegómenos de la obre se lee: “Los espíritus anuncian que los tiempos designados por la Providencia para una manifestación universal han llegado ya y que siendo ministros de Dios y agentes de su voluntad, su misión es la de instruir e ilustrar a los hombres, abriendo una nueva era a la regeneración de la humanidad”.

En sus escritos se habla de espíritus superiores e inferiores: “Se encuentran en el mundo de los espíritus, como en la Tierra, todos los géneros de perversidad y todos los grados de superioridad intelectual y moral”. “Los espíritus, siendo simplemente las almas de los hombres, no tienen ni conocimiento supremo ni sabiduría suprema; su inteligencia depende del progreso que hayan alcanzado y su opinión no es más que una opinión personal. […] No se debe dar crédito ciegamente a todo lo que dicen los espíritus”.

Nuevas obras sirvieron a la labor de sistematización de las ideas espíritas, que siendo clave para la interpretación de las religiones unificadoras, Kardec consideraba más de carácter científico, por estar fundadas en la reflexión basada en las comunicaciones de las experiencias de seres fallecidos. Kardec lo resume diciendo: “El Espiritismo es la ciencia que trata de la naturaleza, origen y destino de los espíritus y de sus relaciones con el mundo corporal”.

Esta obra se convierte en la piedra fundamental del Espiritismo, basada en los principios evangélicos; destinada a divulgar los principios de la Doctrina, mediante el estudio de una realidad superior a todo lo conocido; desvelando los grandes misterios de la vida y del destino del hombre, por la comprensión racional y positiva de la pluralidad de existencias. Hasta hoy la ciencia aún no desmiente sus principios, sino más bien al contrario, se encamina hacia ellos, pues los hechos lo ponen de manifiesto día a día. Queda así legitimada la fuente espiritual, la pureza de los intermediarios y la precisión del método kardeciano.

A principios del siglo XIX se inicia una nueva etapa histórica llena de fenómenos transformadores; se asistía al momento de esplendor del positivismo y materialismo filosófico y científico. Estos cambios consolidaron las nuevas estructuras sociales, jurídicas, industriales y sobre todo mentales. La aparición de El libro de los Espíritus, vino acompañada de la aparición de obras como Manifiesto del Partido Comunista de Karl Marx y Friedrich Engels, o El origen de las especies de Charles Darwin.


Bibliografía:


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