Por Andrea Campos
“La vida del Espíritu recorre en conjunto las mismas fases de la
vida corporal. Pasa gradualmente del estado de embrión al de infancia, para
llegar por una serie de períodos al de adulto, que es el de la perfección;
(...) realiza su progreso no en un solo mundo, sino pasando por diversos
mundos”.
Hace aproximadamente 15 mil millones de años que se originó el
Universo por el famoso Big Bang. Pero maticemos el “conocido por nosotros” pues
es, hasta donde nuestra inteligencia y tecnología ha podido alcanzar a saber
hasta el momento. No significa exactamente que sea el origen, pues tampoco los
científicos se atreven a confirmarlo del todo.
En ese momento de creación de la vida, donde los átomos se
juntan “aleatoriamente” para formar vida, para componer los planetas con los
materiales de esa gran explosión; surgen los primeros momentos de la materia en
sus diversos estados, formando los mundos y organizando el Espacio.
Nace el principio inteligente, fuerza motora de la Creación que
anima todo lo que conocemos, a toda la materia, que en cada fase evolutiva pretende
aprender algo y desempeñar funciones importantes para su propia supervivencia y
la de los demás.
Según León Denis, filósofo espiritista, “el alma duerme en el
mineral, sueña en el vegetal, se mueve en el animal y despierta en el
hombre".
En el reino mineral, este principio inteligente tiene la
finalidad de aprender las leyes de atracción y cohesión de las moléculas para
mantenerlas agrupadas. Podríamos decir que uno de los eslabones, conocidos de
este reino con el reino vegetal, es la piedra de cuarzo, ya que es única por su
desarrollo rudimentario de una cierta “memoria”.
En el reino vegetal se desarrollan varios fenómenos de
sensibilidad celular, como la búsqueda de agua y alimentos, la necesidad de
reproducción, en algunas especies la necesidad de vivir en grupo, etc. De este
reino al siguiente tenemos la planta-carnívora, el primer espécimen vegetal con
un sistema digestivo más desarrollado y la necesidad de caza.
Ya en el reino animal, la variedad se amplía exponencialmente en
varios tipos y modalidades, desde los insectos, moluscos, anfibios,
invertebrados, vertebrados, marinos, terrestres y voladores; todo ello con la
intención de empezar a desarrollar los instintos, preludios de razón, emociones
y sentimientos. Los mamíferos están algo más desarrollados en esta escala hasta
el punto culminante de esta fase, donde el principio inteligente, se desarrolla
en los primates, desarrollando también la forma física bípeda, tan necesaria
para formar el periespíritu hominal.
Llegado al reino hominal, el principio inteligente se transforma
en Espíritu, en ser inteligente de la creación, donde empezará sus primeros
pasos en la carne bajo formas físicas más grotescas y en planetas adecuados a
su cuerpo físico y espiritual, a su nivel de inteligencia y de conciencia. A lo
largo de esa evolución seguirá desarrollando, principalmente, el cerebro, desde
el más primitivo de ellos, el reptiliano, archivo vivo de todas las
experiencias anteriores; al límbico, donde se encuentran las experiencias
emotivas presentes en los mamíferos; finalmente, al cerebro neo-córtex o
frontal, con el Homo Sapiens, hace aproximadamente 195 mil años, donde nace la
conciencia del yo y del entorno donde se vive.
En la Creación todo proviene del principio material: la materia,
los fluidos, etc.; y del principio espiritual: los espíritus y los principios
inteligentes que le anteceden.
En la pregunta 607-A de El
Libro de los Espíritus, Kardec pregunta a los espíritus sobre la naturaleza
del principio inteligente: "¿Parece, entonces, que el alma habría sido el
principio inteligente de los seres inferiores de la creación?
- ¿No hemos dicho ya que en la Naturaleza todo se encadena y tiende a la unidad? Es en esos seres, a los que estáis lejos de conocer en su totalidad, donde se elabora el principio inteligente, individualizándose poco a poco y se ensaya para la vida, conforme hemos afirmado antes... Se trata en cierto modo de una tarea preparatoria, como la de la germinación, a consecuencia de la cual el principio inteligente experimenta una transformación y se convierte en Espíritu. Entonces comienza para él el periodo de humanidad (...)".
Sin duda uno de los grandes misterios de la creación es el nacer
de la individualidad, oculto todavía al hombre actual. La Ley de Progreso es
inherente a todos los reinos de la creación, el hombre no es una criatura
privilegiada o superior.
André Luiz en el libro El
en Mundo Mayor, concluye muy bien la evolución de las especies de la
Creación, por lo que no podría definirlo mejor: "No somos criaturas
milagrosas, destinadas al adorno de un paraíso de cartón”.
“Somos hijos de Dios y herederos de los siglos, conquistando
valores, de experiencia en experiencia, de milenio en milenio”.
“La crisálida de la conciencia, que reside en el cristal que
fluye en la corriente del río, ahí se halla en proceso de liberación; los
árboles que se yerguen por centenares de años, soportando los golpes del
invierno y calentados por las caricias de la primavera, están conquistando la
memoria; la hembra del tigre lamiendo las crías recién paridas, aprende los
rudimentos del amor; el simio, chillando, organiza las facultades de la
palabra".
Bibliografía:
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