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domingo, 25 de febrero de 2018

Libre albedrío y fatalidad

¡Buenas tardes, familia!


Ayer nuestro compañeros nos han preparado el aula sobre la justicia divina - acción y reacción.  A continuación os dejamos un resumen de los que hemos estudiado en grupo.

Nos han invitado a la reflexión inicial sobre lo que es libre albedrío y fatalidad.

El libre albedrío es la acción de poder decidir lo que quieres para su vida. La fatalidad se puede entender de algo que nos pasa que no era esperado.

Como primera reflexión vamos por el buen camino pero, ¿será eso exactamente?

Sin el libre albedrío el hombre sería una máquina.

Si el hombre tiene la libertad de pensar, consecuentemente tiene la de obrar. Esa libertad de actuar existe desde la voluntad de hacerlo.

En las primeras fases de la vida, sea en la carne o espiritual, la libertad es casi nula y se desarrolla y cambia de objetivo con el desarrollo de las facultades morales e intelectuales. Poco a poco, con la madurez de las experiencias, vamos construyendo nuestro destino.

La libertad y la responsabilidad son correlativas en el ser y aumentan con su elevación, siendo la responsabilidad la que confiere al hombre dignidad y moralidad. Es con la conciencia de la responsabilidad que empezamos a tomar decisiones para el cambio, usando mejor el libre albedrío para el bien de uno de mismo y de los demás.



No podemos (ni conseguiremos!) interferir en el libre albedrío de los demás; podemos sugerir, promover, educar; a igual que los espíritus superiores hacen con nosotros; pero no hay mudanza sin el propio esfuerzo y toma de conciencia de la necesidad de ella.

Los sufrimientos debidos a causas anteriores a la existencia presente, así como las que se originan de culpas actuales, son muchas veces la consecuencia de la falta cometida. No existe casualidades, todo está vinculado a través de la ley de acción y reacción, y el entendimiento de las reencarnaciones sucesivas nos ayuda a entenderlas de manera más justa.

Siempre tendremos oportunidades de crecer, principalmente en encarnados, donde las pruebas son propuestas antes de nuestra encarnación, y que dependiendo de nuestro esfuerzo, podemos aminorarlas o mismo anularlas. Así que despojemos de la culpa y busquemos la fuerza de Saulo, que delante de Jesús, en Damasco, decidió hacerse responsable de las faltas y empezar con acciones para anularlas... si hubiera dejado que la culpa tomará las rédeas de su vida, viviría en el victimismo, haciendo el mal uso de su libre albedrío, sin haber amenizar las faltas.


¡Feliz semana!

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