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domingo, 6 de octubre de 2019

Espiritualidad y la tercera edad

Por Fernando Lora Gómez

“Envejecer es como escalar una gran montaña: por un momento perdemos el aliento, pero el panorama que podemos disfrutar es grandioso, la perspectiva más amplia, más tranquila”. Ingrid Bergman (1915-1982).

El envejecimiento, es un término general que, según el contexto en que aparezca, puede referirse a un fenómeno fisiológico, de comportamiento, social o cronológico. Los jóvenes e incluso los ancianos tienden a pensar que la vejez está relacionada con la tristeza y la decadencia, pero en la realidad no sucede así.

El envejecimiento constituye una característica fácilmente identificable en un grupo humano. En cierto sentido refleja su grado de desarrollo social. Por consiguiente, su estudio será una herramienta que puede aportar interesantes y valiosos resultados para mejorar el trabajo y brindar un mejor apoyo a los ancianos.

En el proceso de envejecimiento sano y constructivo, la espiritualidad personal, sus valores y sus consecuencias en el diario vivir aporta invaluables factores positivos a las personas que las testimonian íntimamente. Sin embargo, en el campo científico se hace matización de estos conceptos.

La religión y la espiritualidad son conceptos similares, pero no idénticos.

La religión suele considerarse un término más institucionalizado, estructurado y que abarca actividades más tradicionales, rituales y prácticas. La espiritualidad se refiere a lo intangible y lo inmaterial y, en consecuencia, puede considerarse un término más general, no asociado con un grupo o una organización en particular. Puede relacionarse con los sentimientos, las creencias, las experiencias y las conductas asociadas con el espíritu o la búsqueda de lo sagrado.

La religión tradicional implica presencia y responsabilidad, mientras que la espiritualidad tiene menos requisitos. Las personas pueden rechazar la religión tradicional, pero considerarse espirituales. En los Estados Unidos, > 90% de los adultos mayores se considera a sí mismo religioso o espiritual y entre el 6 y el 10% son ateos y no buscan un significado a través de la religión o una vida espiritual.

El psicólogo Peter Ubel, ha llevado a cabo diversos estudios sobre este tema, descubriendo que la gente es a menudo sorprendentemente feliz, incluso en condiciones muy desfavorables, lo que sugiere una adaptabilidad a los problemas médicos o de otra índole.

La gente suele creer que la felicidad depende de nuestras circunstancias, y que, si algo bueno ocurre, eso la garantizará a largo plazo, mientras que, si sucede algo malo, la felicidad terminará. Sin embargo, la felicidad sucede gracias a nuestros recursos emocionales subyacentes, que suelen aumentar según vamos cumpliendo años. Con la edad, aprendemos a manejarnos mejor con las idas y venidas de la vida, por lo que, en la vejez, somos capaces de sentirnos más felices a pesar de que, objetivamente, hayamos entrado en la decadencia física.

Según declaraciones del profesor Ubel en el comunicado de la Universidad de Michigan, el secreto para que seamos más felices en la vejez es muy sencillo: los tropiezos en la vida nos hacen más sabios, lo que provoca generalmente una mejoría en nuestras emociones. El proceso de envejecer no es necesariamente un apacible retiro de la vida a disfrutar de los logros alcanzados en espera de una pacífica muerte, ni tampoco una lucha por mantenerse vigente en un mundo de jóvenes. Pero puede serlo.

El envejecimiento no está preestablecido. Es una etapa y proceso de desarrollo más en la vida. Y a pesar de los hitos normativos más o menos comunes, como la jubilación, la llegada de nietos, o bisnietos, cierta disminución de las redes sociales, la muerte de amigos o de la pareja, etc., hay tantas formas de envejecer como estilos de vida.

Como en cualquier otra etapa del desarrollo, en la vejez hay alegrías y penas, conflictos y soluciones, conquistas y derrotas. Hasta ahora los psicólogos hemos entrado mayormente en el terreno de los conflictos, las penas y las derrotas, buscando naturalmente aliviar el sufrimiento. Pero la psicología positiva está haciendo un llamado a considerar también los aspectos positivos, sanadores y enriquecedores, junto con, no en lugar de, los aspectos más negativos. En este ánimo de equilibrar la mirada, es que se ha querido abordar el tema de la espiritualidad y del envejecimiento en este trabajo. Considerando que la espiritualidad es una dimensión humana como cualquier otra, necesaria de considerar si es que está presente en la vida de la persona que demanda ayuda, y que el envejecimiento es una parte de la vida que vale la pena vivir bien. Muchas características se han encontrados asociadas a envejecer bien, óptimo y con gracia. Gratitud, perdón y alegría. Cuidar a otros, integridad, esperanza en la vida, disfrutar de la vida, sentido del humor, tolerancia, cuidarse, aceptar las propias limitaciones, contacto e intimidad (Vaillant, 2002). Las mismas características ayudarían a vivir bien casi cualquier etapa de la vida. Pero no necesariamente pueden desarrollarse en cualquier otra etapa de la vida. La madurez que permite el paso del tiempo aun cuando no las desarrolla por sí sola, sí contribuye o permite hacerlo.

Los hallazgos acerca de los beneficios de la espiritualidad en la tercera edad son contradictorios. Vaillant (2002) encuentra que en la vejez ni se produce un aumento de la espiritualidad, ni es favorecida la forma de envejecer con la espiritualidad. Para este autor, son las relaciones interpersonales, los vínculos, informales, familiares y sociales, los que favorecen un envejecimiento exitoso. Sin embargo, otros autores han encontrado beneficios de la espiritualidad en la salud, alivio del estrés de la hospitalización, salud mental, bienestar, enfrentamiento a la muerte, etc.

Un autor en particular desarrolla una teoría (Tornstam, 2003; 2005) que considera una forma distinta de envejecer y que no había sido considerada. En esta teoría, de la gerotrascendencia, un aspecto central del envejecimiento es la espiritualidad, pues encuentra en los adultos mayores una nueva comprensión acerca de cuestiones existenciales fundamentales; un sentimiento de comunión cósmica con el espíritu del universo, una redefinición del tiempo, del espacio, de la vida y la muerte, y una redefinición de sí mismo y su relación con otros.

La búsqueda de las respuestas esenciales de la vida: ¿por qué vivimos?, ¿por qué sufrimos?, ¿qué significa la muerte?, etc. Y la vivencia personal de la unión con lo Divino y con el entorno, el prójimo, propician una serenidad y resiliencia ante los desafíos de la vida que dan fortaleza y propósito a la existencia, al sufrimiento y a la muerte.
Esto propicia una serie de beneficios invaluables para un envejecimiento exitoso.


Beneficio 

La religión se correlaciona con una mejoría de la salud física y mental y las personas religiosas pueden proponer que la intervención de Dios facilita estos beneficios. Sin embargo, los especialistas no pudieron determinar si la participación en una religión contribuye a la salud o si las personas atraídas a los grupos religiosos son más saludables tanto en términos psicológicos como físicos. Si es que puede considerarse que la religión resulta útil, aún no pudo definirse la causa de estos beneficios (pueden ser las creencias religiosas propiamente dichas u otros factores). Se propusieron varios de estos factores (p. ej., beneficios psicológicos, estimulación a realizar prácticas saludables, apoyo social). Sin embargo, otras revisiones recientes sugieren que muchas enfermedades físicas o mentales pueden mejorar con la ayuda de la religiosidad / espiritualidad a través del afrontamiento, un mejor manejo del dolor, mejores resultados quirúrgicos, prevención de la depresión y un menor riesgo de abuso de sustancias o suicidio.


Beneficios psicológicos 

La religión puede proporcionar los siguientes beneficios psicológicos:

- Una actitud positiva y esperanzada hacia la vida y la enfermedad, asociada con resultados más favorables y tasas de mortalidad más bajas

- Sentido de significado y de propósito en la vida, que afecta las conductas relacionadas con la salud y las relaciones sociales y familiares

- Mayor capacidad para adaptarse a las enfermedades y las discapacidades


Muchos ancianos informan que la religión es el factor más importante a la hora de aceptar los problemas físicos y las tensiones de la vida (p. ej., la disminución de los recursos financieros, la pérdida de un esposo o una pareja). En un estudio, > 90% de los pacientes mayores depositó su confianza en la religión, al menos en forma moderada, para aceptar problemas de salud y circunstancias sociales complejas. Por ejemplo, una actitud positiva y esperanzada hacia el futuro ayuda a las personas con problemas físicos a permanecer motivados respecto de su recuperación.

Las personas que emplean mecanismos de adaptación religiosos tienen menos probabilidades de experimentar depresión y ansiedad en comparación con los que no lo hacen; esta asociación inversa es más intensa en personas con discapacidades físicas graves. Incluso la percepción de la discapacidad parece alterarse en función del grado de religiosidad. Entre las mujeres ancianas con fractura de cadera, las más religiosas tuvieron una menor tasa de depresión y pudieron caminar mejor al salir del hospital en comparación con mujeres menos religiosas. Las personas religiosas también tienden a recuperarse de la depresión con mayor rapidez.


Prácticas que promueven la salud 

En los ancianos, el compromiso activo con una comunidad religiosa se correlaciona con un mantenimiento más óptimo del funcionamiento físico y la salud, por muchos factores que les vinculan con la comunidad y sobre todo con la vivencia intima de que no vivimos solos y al caso, estamos interligados con una fuerza espiritual mayor y transcendente.


Beneficios sociales

Las creencias y las prácticas religiosas a menudo fomentan la creación de redes comunitarias y de apoyo social. El mayor contacto social en este grupo etario aumenta la probabilidad de detectar las enfermedades en forma temprana y de que estos individuos cumplan los tratamientos, dado que los miembros de la comunidad interactúan con ellos y les preguntan acerca de su salud y el cuidado médico. Las personas ancianas que forman parte de este tipo de redes comunitarias tienen menos probabilidades de descuidarse a sí mismos.


Cuidadores 

La fe religiosa también beneficia a los cuidadores. En un estudio que evaluó a cuidadores de pacientes con enfermedad de Alzheimer o cáncer terminal, los que tenían creencias religiosas personales fuertes y numerosos contactos sociales pudieron soportar mejor las tensiones de la tarea durante un período de 2 años.


Efectos nocivos 

La religión no siempre es beneficiosa para los ancianos. La devoción religiosa puede provocar la culpa excesiva, la inflexibilidad y la ansiedad. Los pacientes con trastornos obsesivo-compulsivos o bipolares, esquizofrenia o psicosis pueden experimentar preocupaciones o ilusiones relacionadas con la religión.

Algunos grupos religiosos desalientan el cuidado de la salud física y mental, como terapias que pueden salvar la vida de los pacientes (transfusiones de sangre, tratamiento de infecciones potencialmente letales, insulinoterapia) y pueden sustituirlas por rituales religiosos (p. ej., orar, entonar cánticos, prender velas). Algunos grupos religiosos más rígidos pueden aislar y alejar a las personas de edad avanzada de miembros de la familia no participantes y de la comunidad social más amplia.


Papel del profesional sanitario 

Conocer las creencias y prácticas religiosas de los pacientes ancianos puede ayudar a los profesionales sanitarios, porque estas creencias pueden afectar la salud mental y física del paciente.

La indagación acerca de estos aspectos religiosos durante una consulta médica resulta apropiado en ciertas circunstancias, como:

- Cuando los pacientes están muy enfermos, en situaciones de tensión significativa o cercanas a la muerte, y piden o sugieren hablar con un profesional acerca de estos aspectos religiosos.

- Cuando un paciente le dice a un médico que es religioso y que la religión lo ayuda a aceptar la enfermedad.

- Cuando las necesidades religiosas son evidentes y pueden afectar la salud del paciente o las conductas relacionadas con ella.

Los ancianos suelen tener necesidades espirituales específicas que pueden superponerse con sus necesidades psicológicas, pero no son necesariamente las mismas. La evaluación de las necesidades espirituales del paciente puede ayudar a movilizar los recursos necesarios (p. ej., asesoramiento espiritual o grupos de apoyo, participación en actividades religiosas, contactos sociales de miembros de una comunidad religiosa).


Antecedentes espirituales 

La indagación acerca de los antecedentes espirituales le hace saber al paciente mayor que el profesional sanitario está dispuesto a hablar sobre esos temas. Los profesionales pueden preguntarles a los pacientes si sus creencias espirituales constituyen una parte importante de sus vidas, la influencia de estas creencias sobre su cuidado personal, si forman parte de una comunidad religiosa o espiritual y cómo le gustaría al paciente que el profesional de la salud maneje sus necesidades espirituales.


Derivación a la institución religiosa 

Muchos miembros de una institución religiosa proporcionan asesoramiento a personas ancianas en sus hogares o en el hospital, a menudo sin cargo. Numerosos pacientes ancianos prefieren este tipo de asesoramiento al de un profesional de la salud mental, porque alcanzan mayor satisfacción con los resultados y porque creen que este tipo de asesoramiento no se asocia con el estigma que circunda a la atención mental. Sin embargo, muchos miembros de instituciones religiosas de la comunidad no están preparados para el asesoramiento relacionado con la salud mental y pueden no advertir cuando un paciente mayor necesita ayuda profesional. En cambio, los miembros de una comunidad religiosa que ayudan a pacientes hospitalizados tienen un amplio entrenamiento en las necesidades mentales, sociales y espirituales de los ancianos. En consecuencia, la inclusión de estos religiosos que trabajan en los hospitales en el equipo de salud puede ser beneficiosa. Estos pueden acortar la brecha entre la atención hospitalaria y la comunitaria a través de la comunicación con el personal religioso que trabaja en la comunidad. Por ejemplo, cuando un paciente deja el hospital, el religioso encargado de él en el hospital puede llamar al personal religioso de la comunidad a la que concurre el paciente, de manera que los equipos de sostén de la comunidad religiosa del paciente puedan movilizarse para colaborar durante la convalecencia (p. ej., ayuda en el mantenimiento del hogar, las comidas o el transporte, visita al paciente o al cuidador).


Un cambio de perspectiva 

El incremento de la población de la tercera edad presupone un incremento del grado de dependencia y cuidado de muchas personas, con un impacto social y económico significativo. La contribución de la psicología positiva ha sido significativa en el abordaje del envejecimiento, y en especial el Dr. Lars Tornstam, sociólogo sueco, ha abierto un nuevo campo de observación del fenómeno desde otra perspectiva y ha acuñado el término gerotrascendencia, al que describe como "un cambio desde una visión materialista y racional del mundo a una más cósmica y trascendente, normalmente acompañada de un aumento de la satisfacción con la vida."

Desde el punto de vista de la gerotrascendencia, superar estos inconvenientes está en manos de cada uno de nosotros: si seguimos esforzándonos en comprender y vivir intensamente el mundo que habitamos, contaremos con una fuerza interior para coexistir más y mejor, sin convertirnos en carga para nadie. Al mantenernos física, social, emocional e intelectualmente activos, no dejaremos espacio para la autocompasión, la decadencia y la senectud prematura.

Es imperativo superar las perspectivas clásicas que pretenden asociar el envejecimiento solamente con limitaciones y enfermedades, tanto físicas como mentales; disminución de la capacidad para socializar e interactuar; desprendimiento patológico de cosas y personas; discontinuidad en nuestros estilos de vida; confinación en un miserable y sombrío rincón de la sociedad. Debemos interiorizar que, al final del día, los principios de alto desempeño, productividad, efectividad e independencia del individuo prevalecen, pero en una forma diferente.


Sabiduría del adulto mayor con envejecimiento positivo

El proceso y consideraciones para convertirnos en personas gerotrascendentes incluyen emular las actitudes y conductas de aquellos que han encontrado el significado y la sabiduría del adulto mayor: evadir la vida solitaria, pero ser muy selectivos en cuanto a nuestras relaciones sociales; fortalecer nuestros sentimientos, interés y curiosidad respecto a generaciones anteriores; minimizar las interacciones sociales innecesarias o superficiales; cuidar nuestro cuerpo y apariencia sin obsesionarnos al respecto; disminuir nuestra inclinación por lo material, dándonos tiempo para meditar; procurarnos espacio personal y permitirnos momentos de soledad positiva; darnos permiso para redefinir el tiempo, el espacio, la vida y la muerte.

Para Lars Tornstam, comprender los principios y alcance de la gerotrascendencia es como recurrir a un nuevo par de lentes que nos permite ver el mundo de manera diferente, así como ayudar a edificarlo aún más atractivo de cómo lo encontramos. Si esto significa vivir más y mejor. ¿Vale la pena el cambio?

Concluimos que existe evidencia suficiente de que las personas mayores con creencias religiosas que desarrollan la espiritualidad al máximo tienen una mejor calidad de vida, desde el punto de vista físico, mental y social, y que el médico debe usar estas herramientas para evaluar a estos pacientes.

Sin embargo, es importante percatarnos que la espiritualidad, la actitud y los cambios en la forma de encarar la vida son estrictamente personales e intransferibles, es una conquista espiritual de cada uno, el papel que quienes acompañan el proceso: hijos, familiares, amigos, médicos, enfermeras, cuidadoras, trabajadores sociales, etc. es estimularlos a seguir hacia delante y que vale la pena vivir y aprender de las limitaciones y enfermedades que nos toquen, que a través de esta óptica redefinir y valorar nuestras vidas, y “el panorama que podemos disfrutar es grandioso, la perspectiva más amplia, más tranquila” Ingrid Bergman.

Como nuestro punto de vista es espiritualista, creemos valido añadir aquí estas reflexiones en la siguiente oración:

Señor, enséñame a envejecer como cristiano. 
Convénceme de que no son injustos conmigo; 
Los que me quitan responsabilidades; Los que no piden mi opinión; 
Los que llaman a otro que ocupe mi puesto. 

Quítame el orgullo de mi experiencia pasada 
Y el sentimiento de que soy indispensable. 
Pero ayúdame, Señor, para que siga siendo útil a los demás, 
Contribuyendo con mi alegría al entusiasmo 
De los que ahora tienen responsabilidades. 
Y que acepte mí salida de los campos de actividad, 
como acepto con sencilla naturalidad la puesta del Sol. 

Finalmente te doy gracias, pues en esta hora tranquila 
caigo en la cuenta de lo mucho que me has amado. 
Concédeme que mire con gratitud 
Hacia el destino feliz que me tienes preparado, 
¡Señor, ayúdame a envejecer así! 

José Laguna Menor.


Bibliografía

- Espiritualidad en la Tercera Edad, Cecilia San Martin Peterson, Universidad de la Frontera, Temuco, Chile.
- Saude da Alma, # 4, Pesquisa en salud y espiritualidad, Giancarlo Luchetti, página 52.
- Religión y Espiritualidad en los ancianos, Daniel Kaplan, PhD, LICSW; Bárbara Beskman, DSW, PhD.
- La tercera edad, “Vereda familiar” de Raúl Texeira.

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