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domingo, 6 de octubre de 2019

Mundos habitados

Por Flávia Roggerio


¡El universo es inmenso! El planeta Tierra es solo una canica en comparación con todo lo que hay a su alrededor. Jesús dijo: «En la casa de mi Padre hay muchas moradas»; la casa del Padre es el Universo, las diferentes moradas son los mundos que giran en el espacio infinito y ofrecen, a los Espíritus que encarnan en ellos, moradas de acuerdo con su adelantamiento. Tal como explicamos en el artículo anterior, donde comentamos las leyes morales. En función de esto, la conformación física de cada mundo es diferente y, consecuentemente, la de sus habitantes. Cada mundo ofrece a sus residentes condiciones adecuadas y propias para la vida planetaria. Las necesidades vitales de un planeta podrán no ser las mismas y hasta pueden ser opuestas, que las de otro. De la enseñanza proporcionada por los Espíritus, resulta que son muy diferentes las condiciones de los mundos, en cuanto al grado de adelanto o de inferioridad de sus habitantes. Entre ellos los hay inferiores a la Tierra, física y moralmente; otros, de la misma categoría que el nuestro y otros que son relativamente superiores en todos los aspectos.

«En los mundos en que es menos material la existencia, las necesidades son menos groseras y los sufrimientos físicos son más leves. Los hombres no sienten las malas pasiones como, en los mundos inferiores, que siembran la enemistad entre ellos». (76)

«En la casa de mi padre hay muchas moradas, si así no fuera ya os lo hubiera dicho, pues me voy a prepararos el lugar. Volveré y os llevaré conmigo, a fin de que donde yo estuviere, también estéis vosotros ahí» (Juan, cap. 14, v.1 al 3) (77). Jesús con este pasaje estaba enseñando el principio de la pluralidad de los mundos habitados, de una manera clara, para no dejar dudas.

Evidentemente, no podemos hacer una separación absoluta de las categorías de los mundos habitados, pero Allan Kardec, el codificador de la doctrina Espírita, en sus estudios junto a los Espíritus, nos ofrece una clasificación que nos permite una vista general sobre el tema:

Mundos Primitivos
Destinados a las primeras encarnaciones del alma humana. La vida es toda material, se limita a la lucha por la subsistencia, el sentido moral es casi nulo y por eso mismo las pasiones reinan soberanamente.

Mundos de Expiación y Pruebas
Predomina el mal sobre el bien. Se rescatan deudas contraídas con las Leyes Divinas y pasan por pruebas y expiaciones destinadas al perfeccionamiento moral.

Mundos de Regeneración.
Son moralmente más avanzados. El hombre allí aún está sujeto a las pruebas, pero ya no tienen las punzantes amarguras de la expiación.

Mundos Dichosos
El bien prevalece y supera al mal; domina el bien y la justicia. Los pueblos son fraternos unos con los otros.

Mundos Celestes o Divinos
Son Espíritus puros. Exclusivamente reina el bien. La felicidad es completa, debido a que todos han alcanzado la cima de la sabiduría y la bondad.

Pues, en base a estas explicaciones, seguramente nos estaremos preguntando: ¿en qué punto está la Tierra?

El planeta Tierra, pertenece a la categoría de expiación y pruebas, porque en ella predomina el mal sobre el bien. Aquí el hombre lleva una vida de vicisitudes. Por ser todavía imperfecto, hay para sus habitantes más momentos de desdicha que de alegría. No obstante, la Tierra pasará a ser un mundo de regeneración, donde los Espíritus se dedicarán al bien. La época actual es de transición, el rumbo de nuestro planeta es ascender a niveles más altos, hasta alcanzar la perfección a la que todos estamos predestinados. El cambio ya está ocurriendo, pero de manera gradual.

Un ejemplo de cómo evolucionan los elementos del Universo, es “Capela”, una estrella de color oro, la más brillante de la constelación de Cochero o Auriga que está a 42 años luz de la Tierra. La literatura espírita («A Camino de la Luz», libro del Espíritu Emmanuel, psicografiado por Chico Xavier) describe en síntesis la historia de la humanidad, su trayectoria evolutiva, las grandes civilizaciones del pasado y narra cómo miles de años atrás. El planeta recibió la encarnación de diversos seres del cosmos, destacando los Espíritus exiliados de Capela, quienes propiciaron el progreso terrestre.


Los Mundos Transitorios

Los mundos transitorios, también mencionados en la obra de Allan Kardec, sirven como estaciones o lugares de reposo donde viven los Espíritus errantes. Son como campamentos para descansar de una prolongada erraticidad* (estado de los Espíritus no encarnados, durante los intervalos de sus diversas existencias corporales). Son posiciones intermedias entre los mundos; graduadas según la naturaleza de los Espíritus que pueden ir a ellos, los cuales gozan de mayor o menor bienestar. Son mundos de naturaleza temporal. El planeta Tierra ha pertenecido a esta clase durante su formación.

¿Los mundos transitorios están por su naturaleza especial perpetuamente consagrados a los Espíritus errantes? «No; su posición es temporal únicamente». a) - ¿Están habitados al mismo tiempo por seres corporales? «No; pues su superficie es estéril. Los que los habitan no sienten necesidades».

La reflexión sobre este texto es necesaria. Tendríamos un Dios muy pequeño si poblara solamente la Tierra; teniendo todo un Universo para enviar a sus hijos necesitados de aprendizaje y evolución.

*Nota.: La erraticidad no es un signo absoluto de inferioridad para los Espíritus. Hay Espíritus errantes de todas clases y categorías, menos del primer orden o Espíritus puros, que no teniendo ya que reencarnar, no pueden considerarse como errantes. Los Espíritus errantes son felices o desgraciados, según el grado de su depuración. Es en este estado cuando el Espíritu, despojado del velo material del cuerpo, reconoce sus existencias anteriores y las faltas que le alejan de la perfección y del bien infinito. Entonces es también cuando elige nuevas pruebas, al objeto de adelantar más rápidamente.



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