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lunes, 23 de diciembre de 2019

Visión Espírita | Año 10 | nº 42

¡Extra, extra!

Aquí tenemos nuestra edición de final de año de Visión Espírita



¡Felices Fiestas!

Evolución del concepto de Espíritu

Por Álvaro Velez Pareja
Cartagena, Colombia.


Toda idea, todo concepto, toda noción tiene su prehistoria; así mismo, los principios y fundamentos de la Doctrina Espírita la han tenido; estos han venido desarrollándose y evolucionando a través de los tiempos y de las distintas civilizaciones, razón por la cual es relativamente fácil encontrar sus vestigios en muchos escritos, discursos, creencias, dogmas y enseñanzas de la antigüedad. Las nociones sobre Dios, el espíritu, el universo, la muerte, la supervivencia del alma, la vida futura, la moral, etc., aparecen en unas ocasiones vagas, veladas, más o menos claras en algunos casos; con el paso del tiempo se han ido redefiniendo y clarificando en concordancia con el desarrollo y evolución del pensamiento y la ciencia, hasta adquirir formas y expresiones más racionales, claras y objetivas como hoy las encontramos haciendo parte de la Doctrina Espírita.


Concepto de Espíritu en diversos contextos

Veamos algunos significados de “espíritu” tomados de la web:
-“Entidad abstracta tradicionalmente considerada la parte inmaterial que, junto con el cuerpo o parte material, constituye el ser humano; se le atribuye la capacidad de sentir y pensar. Persona considerada sólo desde la perspectiva emocional e intelectiva”.
-“El espíritu es la gracia que un Dios o un ser superior da al hombre para diferenciarse del resto de los animales. Alma racional donde reside el pensamiento, la espiritualidad y la comunión”.
-“En el ámbito de la religión, el espíritu es una entidad no corpórea (es decir, que no tiene cuerpo o manifestación corporal). Un ser espiritual puede ser un ángel, un fantasma, etc.”

Si consultamos el significado de “espíritu” en algunos diccionarios, referidos a distintos contextos teológicos, filosóficos y antropológicos, se puede establecer el siguiente resumen:
1) Soplo, soplo vital, soplo de Dios, aliento, hálito, exhalación.
2) Animo, vigor, esfuerzo, energía, vigor natural, vivacidad, humor, gracia.
3) Virtud, carácter, carácter íntimo, tendencia.
4) Moral, conciencia, juicio.
5) Ánima, genio, demonio.
6) Pensamiento, razón, raciocinio, sabiduría, idea, reflexión, inventiva, agudeza, ingenio.
7) Esencia, substancia, principio, principio generador, principio vital, forma viviente inmaterial, substancia inmaterial.
8) Inteligencia, principio inteligente, alma, alma racional, psiquis.
9) Otros significados filosóficos: Hegel: idea, idea absoluta, ser universal, espíritu subjetivo, espíritu objetivo, espíritu absoluto. Idealistas alemanes: realidad opuesta a la materia, manera de ser del hombre como ser histórico. V. Cousin: yo interior profundo. Klages: realidad opuesta al alma. Sprager: conjunto de objetivaciones de la vida individual. Scheler: conjunto de actos superiores centrados en la unidad dinámica de la persona. Hartmann: parte del ser por la cual penetran los valores y zona de contacto de la humano con lo ideal.


"Espíritu" según Escoláticos y Tomistas

José Ferrater Mora en su Diccionario de Filosofía (1994, pp.1100 – 1104) analiza extensamente el concepto de espíritu empleado en el vocabulario escolástico, especialmente en algunos autores tomistas quienes conceptualizan al espíritu como substancia, forma viviente inmaterial o substancia inmaterial. Para ellos es una realidad “espiritual” que posee independencia intrínseca de la materia en cuanto a su ser y dependencia extrínseca de la misma.


Espíritu y Alma

Entre los conceptos de espíritu y alma se han establecido semejanzas, diferencias y hasta oposiciones que han sido motivo de extensas consideraciones y discusiones entre teólogos, filósofos, antropólogos, sociólogos y psicólogos; Algunos igualan las dos nociones, otros les señalan distinciones y hasta oposiciones. Autores contemporáneos como Jasper, Scheler, Ortega y Gasset y Noltenius distinguen entre espíritu y alma concibiendo al primero como sede de los actos racionales y al segundo como sede de los actos afectivos y emotivos. Otros autores consideran ambos términos como sinónimos debido a que se atribuyen al espíritu características esenciales y facultades atribuidas tradicionalmente al alma y viceversa, de lo cual se han originado tesis similares. A través de la historia se ha visto casos de pensadores que han preferido el término “alma”, llegando a evitar completamente el de “espíritu”; también se encuentran muchos casos en que se conceptualiza al espíritu como “principio pensante” y al alma como “principio vivificante”.


Concepto de Alma en Tomás de Aquino

Tomás de Aquino, “siguiendo a autores antiguos” emplea el vocablo “ánima” para designar al principio vital y “ánimus” para referirse al principio inteligente en el hombre. El autor prefería emplear el término “alma” en sus escritos. Veamos el siguiente resumen:
-El alma es creada por Dios; es inmortal e individual.
-El alma es la forma substancial del cuerpo. Está toda en todo el cuerpo y en cada parte de éste.
-El alma es el principio del ser y de la acción.
-El hombre es un compuesto de alma y cuerpo; es unidad psicosomática.
-El alma racional ordena y se une al cuerpo siendo su forma substancial y único principio vital.
-“El hombre está compuesto de cuerpo y de alma a la manera que se constituye una tercera cosa a partir de otras dos, la cual no es ninguna de éstas. El hombre, por tanto, ni es alma ni es cuerpo” (El Ente y la Esencia).
-“Resulta del alma y del cuerpo una sola existencia en un solo compuesto, aunque la existencia del alma no sea dependiente del cuerpo”. (Ibíd.).
-“No es necesario empero, que, una vez destruido el cuerpo, desaparezca la individuación del alma”. (Ibíd.).
-“Por ello, el alma intelectual no solo ha de tener la facultad de entender, sino también la de sentir”. (Suma Teológica).


Alma en las obras de Allan Kardec

Sin pretensiones de poseer la verdad absoluta ni definitiva, la Doctrina Espírita nos presenta la definición más clara de lo que es el alma, en la condición de espíritu encarnado. En la Introducción de El Libro de los Espíritus encontramos que Kardec expresa: que “el alma es un ser moral distinto, independiente de la materia, que conserva su individualidad después de la muerte”. “Ser inmaterial e individual que reside en nosotros y sobrevive al cuerpo”.  (L.E. Introducción).

Así mismo, en el ítem 76 de esta obra dice: “¿Qué definición puede darse de los espíritus?” -«Puede decirse que los espíritus son los seres inteligentes de la creación. Pueblan el universo fuera del mundo material». (L.E. Cap. I).

De esta forma, en la Doctrina Espírita los términos alma y espíritu son sinónimos, según su estado como encarnado o desencarnado. Veamos:
L.E. 134. ¿Qué es el alma?    -«Un espíritu encarnado».
-¿Qué era el alma antes de unirse al cuerpo?   -«Espíritu».
-¿Las almas y los espíritus son, pues, una misma cosa?  -«Sí, puesto que las almas no son más que espíritus. Antes de unirse al cuerpo, el alma es uno de los seres inteligentes que pueblan el mundo invisible, y que toman temporalmente una envoltura carnal para purificarse e ilustrarse».

A lo largo de todo el capítulo I de El Libro de los Espíritus (De Los Espíritus, ítems 76 a 99), encontramos muchas informaciones transmitidas por los Espíritus Superiores a Allan Kardec, constituyendo, hasta el momento, las nociones más claras, objetivas y completas sobre el origen, naturaleza y acción de los espíritus. Como sabemos, estas informaciones y explicaciones se desarrollan ampliamente a lo largo de todos los libros de la Codificación Espírita, complementadas posteriormente por algunos autores continuadores de Kardec en su misma línea de pensamiento y por determinadas obras acreditadas de la extensa literatura mediúmnica.

Las larvas mentales y la importancia de orar y vigilar


Por Dr. Marcelo Cury



Recientemente, en nuestro grupo de estudios de la AME-MS, estudiando las obras de André Luiz, nos ha llamado la atención el análisis de “formas pensamientos” y sus aspectos negativos, las llamadas “larvas mentales”, y la posibilidad terapéutica que este conocimiento nos puede traer.

André Luiz, en sus excursiones de aprendizaje por la costra terrestre, en compañía de sus instructores, muchas veces se ha sorprendido al observar aquello que él describe como corpúsculos negros con movilidad, fieras microscópicas, seres oscuros, bacilos psíquicos, entre otras denominaciones que utiliza para referirse a estas manifestaciones.

La primera descripción aparece en el capítulo treintaitrés del libro Nuestro Hogar, con la presencia de animales como parte de un grupo de socorristas, los Samaritanos, como una caravana de rescate en las regiones del umbral. Entre perros y mulas, se destaca la presencia de aves llamadas "ibis viajeras", que son responsables de devorar las "formas mentales odiosas y perversas" presentes en la atmósfera.

Más tarde, en Los Mensajeros, André avista sobre las vías públicas de Rio de Janeiro, “nubes de sombras y grandes núcleos parduzcos o completamente oscuros”. Aniceto, su mentor, aclara: “Son zonas de materia mental inferior, materia que es expelida incesantemente por cierta clase de personas”. Y además, dice que tal materia mental, una vez expelida, pasa a tener vida propia, afectando a los hombres que tienen afinidad con tales vibraciones.

En el capítulo dieciocho de la misma obra, el trabajador Alfredo se refiere al tema, diciendo: “Reducido número de hombres y mujeres continúa cultivando la espiritualidad superior. Es natural, por lo tanto, que se intensifiquen a lo largo de la costra, espesas nubes de residuos mentales de los encarnados que no están vigilantes, multiplicando las tormentas destruidoras.

Sin embargo, es en su tercer libro, Misioneros de la Luz, donde podemos encontrar más detalles sobre tales observaciones. En el capítulo tres, titulado Desarrollo Mediúmnico, André Luiz describe la condición de tres médiums afectados por larvas mentales creadas por ellos mismos, debido a la desviación del pensamiento y de la conducta moral. El primer caso, trata de un joven que presenta un comportamiento sexual degradante. El autor observa aluviones de corpúsculos negros invadiendo sus órganos sexuales, destruyendo y alimentándose de sus células reproductivas. El segundo, envuelto por la adicción al alcohol, albergaba a lo largo de las venas del hígado “pequeñitas figuras espeluznantes” que luchaban con los elementos sanguíneos y “larvas destruidoras” que exterminaban sus células hepáticas. El último caso, describe una señora aficionada a la glotonería. André describe en su sistema digestivo, corpúsculos semejantes a feroces babosas que se agrupaban en grandes colonias y atacaban los jugos nutritivos de su tracto intestinal.

El autor aclara además, de qué manera somos responsables por tales creaciones: “La cólera, la intemperancia, los desvaríos sexuales, las adicciones de todo tipo forman creaciones inferiores que afectan profundamente la vida íntima. Casi siempre, el cuerpo enfermo denota una mente enferma.

“Las acciones producen efectos, los sentimientos generan creaciones, los pensamientos dan origen a formas y consecuencias de infinitas expresiones.
Debido a que cada Espíritu representa un universo en sí, cada uno de nosotros es responsable por la emisión de las fuerzas que liberamos en las corrientes de la vida. La ira, la desesperación, el odio y el vicio, proporcional el terreno para gérmenes psíquicos peligrosos en la esfera del alma. Tal como ocurre en el campo de las dolencias del cuerpo, el contagio aquí es un hecho consumado, a partir del momento que la imprudencia o la necesidad de pelea establezca un ambiente propicio entre compañeros del mismo nivel”.
En el capítulo doce del libro Obreros de la Vida Eterna, una joven colaboradora de la Casa Transitoria Fabiano de Cristo, llamada Irene, explica: “…los pensamientos ejercen un contagio poderoso…”.
Finalmente, André Luiz agrega que las desviaciones morales, responsables de la creación de estos corpúsculos inferiores, hace que los encarnados atraigan a compañeros desencarnados afines a sus conductas inapropiadas y éstos se alimentan de las energías vitales presentes en esas larvas, dando origen a dolorosos cuadros de obsesión.
Para comprender mejor la influencia del pensamiento en el mecanismo de la vida, es necesario entender que éste es una manifestación de los sentimientos y emociones del espíritu. Partiendo del principio de que la trinidad universal está compuesta de Dios, Espíritu y Materia, y el pensamiento no puede ser el mismo Dios o el Espíritu, el pensamiento tiene que ser Materia. Materia mental. Pero una materia aún imponderable para nuestros sentidos y para la tecnología actual. O si prefieren, la energía mental, pues Einstein ya ha demostrado que lo que diferencia la energía de la materia es solo su velocidad de vibración.
De modo que, el pensamiento se asemeja a una energía electromagnética que después de emitirse, impregna el ambiente y la psicosfera o aura del emisor. Esta energía o forma mental será atraída o repelida hacia aquél que se identifique con su sintonía vibratoria.
En el capítulo ocho del libro Pensamiento y Vida, el bienhechor Emmanuel destaca: “…también en la vida ordinaria, el alma resuena con las corrientes mentales en las que respiran las almas que se asemejan a ella. Asimilamos los pensamiento de aquellos que piensan igual que nosotros. Pues sintiendo, mentalizando, hablando o actuando, nos ponemos en sintonía con las emociones e ideas de todas las personas, encarnadas o desencarnadas, de nuestro nivel de simpatía. En todo momento estamos atrayendo o repeliendo recursos mentales que se suman a los nuestros, fortificándonos para bien o para mal, según la dirección que elijamos”.
Las formas mentales que producimos no son, necesariamente, nocivas. Pueden ser muy beneficiosas según el sentimiento o acción que las generó. Los sentimientos elevados, los patrones morales correctos y las actitudes de amor y caridad emiten energías constructivas, como cuando hacemos una oración sincera.
De ahí la importancia de Orar y Vigilar. Somos los responsables de las corrientes mentales que creamos y con las cuales nos asociamos. Somos creadores de enfermedades o curaciones, según con qué sintonicemos. Las formas mentales inferiores o larvas, en un primer momento, producen trastornos en el cuerpo periespiritual y más tarde se manifiestan en el cuerpo físico, causando lo que llamamos enfermedades.
Curiosamente, André Luiz nos informa que gran parte de las emisiones mentales inferiores generadas por la humanidad diariamente, se desintegran a través de la luz solar, y que la oración es uno de los mejores remedios contra estas emisiones. Sin embargo, no sirve de nada eliminarlas en un instante para luego volver a producirlas. El remedio, en tal caso, es una reforma íntima sincera y duradera, el equilibrio de actuar y pensar correctamente y el cultivo de las buenas obras. Dejemos las puertas y las ventanas de nuestras casas abiertas diariamente a la luz solar y nuestros corazones abiertos a la luz divina para iluminar nuestros sentimientos y pensamientos. De esa manera, hagamos nuestra parte, emitiendo y recibiendo la energía más pura del Universo, que es el Amor.
A través de esta información, podemos comprender que la energía electromagnética mental es parte de la materia y está sujeta a nuestra interferencia. Puede que la mayoría de nosotros no controle los impulsos más profundos generados en nuestro ser esencial, pero ya somos capaces de elegir el rumbo de nuestros pensamientos. Podemos elegir la dirección que daremos a estos pensamientos, podemos direccionarlos para el bien, podemos elegir conversaciones saludables y programas de televisión o mensajes de Internet que alimentarán nuestras formas de pensamiento positivas. Podemos, incluso, evitar el contagio con pensamientos tóxicos que nos envuelven y evitarlos.
Debemos recordar que el proceso de la enfermedad del cuerpo físico a menudo puede estar asociado a las larvas mentales y en un futuro cercano, podremos intervenir erradicando físicamente este tipo de materia. Las futuras terapias deben incluir la eliminación de larvas mentales y el tratamiento de la obsesión en gran parte de los pacientes portadores de dolencias físicas. De momento, podemos prestar atención a la calidad y el enfoque de nuestros pensamientos, educar la mente, participar de conferencias educativas, además de la terapia espírita, pases y agua fluidificada. Con tales medidas, podremos prevenir los trastornos del cuerpo físico y del alma. 

La Génesis: Capítulo IX: La Revolución del Globo


Por Mónica Dias


Dando seguimiento al trabajo que venimos desarrollando, según el libro, los periodos geológicos marcan fases del aspecto general del globo y a excepción del periodo diluviano, que lleva impreso un cambio súbito, los demás fueron lentos y suaves, sin transiciones bruscas. Sucedieron también las perturbaciones locales (como el fuego y el agua), cambiando el aspecto de determinadas regiones.




Edad de las montañas

Conforme a la referida lectura, lo que dicta la edad de las montañas no son el número de años de existencia de estas, sino el periodo en que se formaron (su “longevidad relativa”). Hay montañas no muy elevadas que son más antiguas (como, por ejemplo, las de la Costa de Oro Francesa). Los levantamientos debieron ocasionar grandes perturbaciones locales e inundaciones.


El Diluvio Bíblico (el gran diluvio asiático)

Según la obra, el Diluvio no puede ponerse en duda. Para apoyar la opinión de que este fenómeno verdaderamente ocurrió, se conoce la existencia de un mar interior que, en épocas pasadas, se extendía desde el Mar Negro hasta el Océano Boreal, lo que es corroborado por observaciones geológicas.
Hubo una inundación en Mesopotamia y en toda región habitada por los pueblos hebreos. Pero como los hombres en aquella época, sólo conocían una zona muy limitada de la superficie del globo, decían que la inundación había ocurrido “en todo el mundo”.
La obra sigue exponiendo que el diluvio sería posterior a la aparición del hombre sobre la Tierra y que cuando se habla de hombres y animales antediluvianos, se hace referencia al Primer Cataclismo.



Revoluciones periódicas

Según los escritos, la Tierra sufre un fenómeno cada 25 mil años aproximadamente, que es conocido como la “precesión de los equinoccios”. Dicho fenómeno es, en palabras del autor, un balanceo circular que conlleva como consecuencia un cambio en la inclinación del globo.
El equinoccio es “el momento en que el Sol, pasando de un hemisferio al otro, se halla perpendicular sobre el ecuador, lo que ocurre 2 veces al año, hacia el 21/03 y 22/09”. Pero, como consecuencia de un cambio gradual de la oblicuidad del eje, el momento preciso se adelanta algunos minutos cada año, por ello el nombre de “precesión”. Continúa diciendo que las consecuencias de este movimiento aún no pudieron ser determinadas con precisión. Pero cita algunas consideraciones sobre ello, tales como:

a)    El calentamiento y el enfriamiento de los polos, del que se concluye que los polos no estarán condenados a la esterilidad perpetua y

b)    El desplazamiento gradual del mar que en algunos lugares invade poco a poco tierras y se retira en otros para volver a abandonarlas. Una verdadera marea universal. Sigue informando que el desplazamiento del mar es un hecho demostrado por la experiencia y 
atestiguado por numerosos ejemplos en todos los puntos del globo.



Cataclismos futuros

En línea con la obra, el periodo de las grandes conmociones terrestres, como las erupciones volcánicas y la invasión del mar en grandes términos, ya se acabó. También hoy se sabe que los cometas no ofrecen peligro y que son más bien fuentes de prosperidad que de desgracias, por su clara naturaleza fluida. Además, se sabe también que la posibilidad de la Tierra de encontrarse con otro planeta sería un fenómeno muy complicado por la invariabilidad de las leyes que presiden los movimientos de los cuerpos celestes. La Tierra vive hoy un periodo de estabilidad y obviamente tendrá un final, pero de él no serán testigos los habitantes actuales. Y finaliza diciendo que las grandes perturbaciones que vivirá el globo serán de orden moral y social, hasta que la humanidad ponga verdaderamente en práctica las leyes divinas.


Crecimiento o disminución del volumen de la Tierra

Según el libro, la suma de moléculas que componen el conjunto de sus partes solidas, liquidas o gaseosas es indudablemente la misma desde su origen y dice también que, la más mínima modificación en la constitución de la atmósfera conllevaría forzosamente la destrucción de los habitantes actuales, aunque también crearía nuevas razas sujetas a otras condiciones. Siendo así, no habría por tanto ni crecimiento ni disminución sino una transformación perpetua.

Dice que, según una opinión, los mundos se agotarán al envejecer y tenderán a disolverse, para servir de elementos de formación a otros globos. Y finaliza con una cita de Galileo, que reza “Sólo el espíritu, que no es materia, es indestructible”.

Mediumnidad - influencia espírita

Por Flavia Roggerio


Anteriormente comentamos los diferentes mundos y los Espíritus que habitan en cada uno de ellos. También hablamos de la erraticidad, que es el estado o condición en la cual los Espíritus desencarnados permanecen durante el intervalo de sus diversas existencias corporales. Así como en el mundo corpóreo, la erraticidad está llena de Espíritus que se agrupan por simpatías y vibraciones en común y forman centros de convivencia. En las obras de Chico Xavier estos centros fueron llamados “Colonias Espirituales”. Otros espíritus siguen por el espacio en misiones de ayuda ya con la conciencia de su estado o, en otros casos, en la ignorancia de su condición actual. Estos Espíritus ejercen gran influencia en las ocurrencias de la vida. Esta interferencia puede ser oculta o claramente percibida. Puede ser buena o mala, breve o duradera. No es nada milagroso o sobrenatural.

Imaginamos erróneamente que la acción de los Espíritus sólo se debe manifestar por fenómenos extraordinarios, que nos vienen a ayudar por medio de milagros o armados de una varita mágica. No funciona así. Su intervención ocurre de manera muy natural como podría ser por ejemplo el encuentro de dos personas que piensan que se cruzaron al acaso, la inspiración/idea que nos llega de pasar por un determinado lugar, o tener nuestra atención dirigida a algún punto específico de la calle, etc., de tal modo que nosotros creeremos que lo hacemos por nuestro propio impulso, por nuestro libre albedrío.

Para admitir la influencia de los Espíritus es necesario aceptar la idea de que ellos existen y que sobreviven a la muerte del cuerpo físico. La duda relativa a la existencia de los Espíritus tiene como causa principal la ignorancia acerca de su verdadera naturaleza. Sea cual sea la idea que alguien se haga de los Espíritus, la creencia en ellos se basa en la existencia de un principio inteligente fuera de la materia. La influencia de los Espíritus es ocurrencia común, garantizada por los principios de la sintonía mental, pues “(…) es el mundo mental que se procesa la génesis de todos los trabajos de comunión de espíritu a espíritu.”, enseña Emmanuel. Sin embargo, antes de ser establecida la sintonía entre dos mentes, ocurren los procesos de afinidad intelectual o moral, o ambas, pues “el hombre permanece envuelto en largo océano de pensamientos, nutriéndose de substancia mental, en gran proporción. Toda criatura absorbe, sin darse cuenta, la influencia ajena en los recursos imponderables que le equilibran la existencia …. y más”, añade el benefactor. 

La  mente en cualquier plano emite y recibe, da y recoge, renovándose constantemente para el alto destino que le compete alcanzar. Estamos asimilando corrientes mentales de manera permanente. De modo imperceptible “ingerimos pensamientos” a cada instante, proyectando alrededor de nuestra individualidad las fuerzas que apreciamos en nosotros mismos. (…) Somos afectados por las vibraciones de paisajes, personas y cosas que nos cercan. Si nosotros confiamos en las impresiones ajenas de enfermedades y amarguras, en seguida se nos altera el “tono mental”, y nos inclina a la franca receptividad de molestias indefinibles. Si nos devotamos a la convivencia con personas operosas y dinámicas, encontramos valioso sustentáculo a nuestros propósitos de trabajo y realización. Los Espíritus ven todo lo que nosotros hacemos, porque nos rodean sin cesar, pero cada Espíritu no ve más que las cosas en que fija su atención porque no se ocupa de las que le son indiferentes.

Los Espíritus pueden conocer nuestros más recónditos pensamientos, a menudo conocen hasta aquellos que quisierámos ocultar a nosotros mismos. Ellos influyen en los hombres tanto en pensamiento como en acciones. Se dice que cuando un pensamiento es sugerido viene a ser como una voz que nos habla. Los pensamientos propios son en general los del primer instante. Por lo demás no es muy interesante esa distinción. Con frecuencia no nos es útil conocerla. Podemos distinguir si un pensamiento que nos es sugerido procede de un Espíritu bueno o malo cuando evaluamos este pensamiento. Los Espíritus buenos sólo el bien aconsejan. A nosotros nos cabe distinguir. Un bello ejemplo de cómo el mundo espiritual se comunica y nos influencia fue el anuncio del Ángel Gabriel a María de Nazaret sobre la concepción de Jesús.
Tenemos pensamientos propios y otros que nos son sugeridos. Nuestra alma es un Espíritu que piensa. Ya sabemos que, con frecuencia, tenemos a la vez varios pensamientos sobre un mismo punto y a menudo muy contradictorios entre sí. Pues bien, siempre tenemos mezclados los propios y los nuestros. Esto es lo que nos hace andar inciertos porque tenemos dos ideas que se contradicen.


Mediumnidad

Mediumnidad es el conjunto de facultades que permiten al ser humano comunicarse con el mundo espiritual. Es inherente al hombre de modo que no constituye un privilegio exclusivo y son pocos los que no poseen algún rudimento de ella. Por consiguiente, podemos decir que todas las personas poco más o menos son médiums. La palabra médium viene del latín médium, medio, e indica precisamente el medio o puente por el cual los Espíritus pueden comunicarse con los hombres. Es por medio de estas facultades que podemos sentir, oír o incluso ver a los Espíritus.


Ángel Guardián

Hay Espíritus que se unen particularmente a un individuo para protegerle, como el llamado hermano espiritual al que vulgarmente llamamos Espíritu bueno o buen genio. Lo que debe entenderse por ángel guardián o ángel de la guarda es que es un Espíritu protector de un orden elevado. Su misión es la de un padre respecto a sus hijos, llevarlos por el buen camino, ayudarlos con sus consejos, consolarlos en sus aflicciones y sostenerlos en las pruebas de la vida. Está unido a nosotros desde el nacimiento hasta la muerte y a menudo aún después de ésta durante muchas existencias corporales, porque no son más que fases breves comparadas con la vida del Espíritu.

Los Espíritus buenos que nos acompañan pueden ser de tres tipos:
Protectores. Son ángeles guardianes con la misión de acompañar al hombre en la vida y ayudarlo a progresar.
Familiares. Son buenos, pero a veces poco adelantados y se unen al hombre por lazos más o menos duraderos.
Simpáticos. Espíritus que son atraídos por afectos particulares, semejanza de gustos y sentimientos.

El mal genio es un Espíritu imperfecto o perverso que se une al hombre con la mira de alejarle del bien, pero obra por voluntad propia y no por misión. El hombre siempre es libre de escuchar su voz o de rechazarla. Podríamos aplicar al mundo espiritual el dicho de la Tierra “Dime con quien andas y te diré quién eres” ya que nuestros pensamientos y actos pueden atraer este o aquel Espíritu a nuestro lado.

“Vigilad y Orad” dijo Jesus.